Cuando Thatcher llego al poder, la inflación superaba el 20%, el país estaba en manos del Fondo Monetario Internacional, al borde de la quiebra, y secuestrado económicamente por sectores clientelistas, no solo los sindicatos, sino también una clase empresarial extremadamente dependiente del estado. Socialismo con oligarcas excluyentes. ¿Les suena?
Hay cosas que el gobierno de Thatcher hizo que hoy ignoramos porque lo que existía antes nos parece simplemente inimaginable. Control de capitales. Sí, Reino Unido mantenía controles de cambio y de capitales desde los años 40. Hoy, la libre circulación de capital nos parece normal y lógica. Eso lo cambió Thatcher en dos meses.
Unos impuestos que llegaban al 83% de la renta en ciertos tramos. ¿Recuerdan aquellos discos que grabaron los Rolling Stones o The Who en países exóticos durante los setenta? No era para viajar y conocer mundo. Era para escapar del fisco. Reino Unido era un infierno fiscal. ¿Les suena?
Los salarios básicos aumentaron muy por encima de la inflación, la renta disponible y su riqueza aumentaron para las clases más desfavorecidas. Durante el mandato de Thatcher, el porcentaje de mujeres trabajando creció un doble dígito, pero además las mujeres empresarias se multiplicaron. Se hizo un país donde la gente sabía que si se esforzaba y ponía empeño, ganaría ¿Igualdad? No, libertad.Y los ciudadanos lo valoran. La inmigración que viene a este país sabe que puede prosperar y crecer. Claro que puede fallar. Pero también, curiosamente, valoran el sistema de asistencia social.
La privatización de empresas públicas al borde de la quiebra fue otro de los pilares de la política económica de la era Thatcher. Pero la privatización era más que una manera de recuperar control sobre el déficit y reducir deuda, de mejorar la gestión. Lo realmente importante, y que también ignoramos porque lo damos por hecho, es que con Thatcher se introdujeron reguladores realmente independientes, no un brazo más de un estado clientelista. Unos reguladores que garantizan que las reglas de mercado son a la vez justas y transparentes.
Thatcher no redujo el gasto público en sus primeros años. Pero lo contuvo de manera ejemplar y luego lo redujo. Su austeridad fue atacar el gasto político, las subvenciones, los enormes costes de un estado hipertrofiado. En Reino Unido, uno no ve políticos con veinte asesores, choferes, mayordomos y sequitos. Cortó muchas cabezas de muy altos cargos.
Uno de los éxitos de Thatcher fue cambiar esa casta. Hoy es primera página, dimisión y escarnio público cuando un político gasta 200 libras en cursos injustificados.
Por supuesto, donde Thatcher tuvo una absoluta clarividencia fue en rechazar la moneda única y los avances intervencionistas de Europa. Hoy nos parece normal, y hasta típico inglés, pero en aquella época la Dama de Hierro tuvo que luchar encarnizadamente contra su propio partido y la oposición para defender la libra, la independencia económica y resistirse a ser engullida por una construcción europea que ya apuntaba maneras de planificación centralizada casi-soviética.
Como todos los grandes líderes. Cometió errores, claro. Muchos. Pero, en mi opinión como observador externo, el mayor legado de la Dama de Hierro es que hoy, en este país, casi nadie, sea laborista, liberal, conservador o independiente, defiende el intervencionismo que asolaba el país en los setenta. Porque los votantes saben que no funciona. Porque nadie quiere volver a aquella Inglaterra desolada. Los principios de libertad económica, de apertura y de mercado son ya parte del ADN de un país que hace pocas décadas era un erial estatista.
Siempre que voy a España me dicen que los principios de austeridad, apertura y libre mercado no se pueden aplicar porque “somos así”. Reino Unido era “así”. Gracias a Margaret Thatcher, probablemente nunca más lo será.
A ver si se pasa Shearer por aquí.