Esta la cosa caliente.
Un invitado sorpresa viene a echar un poco más de leña al fuego al conflicto por las Malvinas. La campaña del gobierno argentino para recuperar la soberanía en las islas –o al menos para obligar a Londres a tratar ese reclamo- cuenta con el inesperado apoyo de un súbdito británico. Peter Lowe, experto en geografía política, tiene una muy clara idea acerca de cómo resolver la disputa. "Yo creo que la soberanía de las islas debe ser entregada a los argentinos. Debe haber un acuerdo para que los isleños puedan mantener su estilo de vida y para repartir los recursos económicos del archipiélago", dijo Lowe a la corresponsal en Francia del diario 'Clarín'.
Su atrevida visión del conflicto causó revuelo en Londres, por tratarse de uno de los integrantes del equipo del Ministerio de Asuntos Exteriores, que en los años 70 estuvo muy cerca de resolver este pleito.
Según Lowe, el asunto pudo haberse arreglado hace tiempo, pues en la década de los 70, las islas Falklands (como se las llama en inglés) interesaban muy poco a los gobernantes de su país. Incluso el gobierno de Margaret Thatcher, la famosa Dama de Hierro, estaba dispuesto a llegar a un acuerdo que confiriera a los isleños una autonomía parcial frente a Buenos Aires. "Pero la invasión argentina lo cambió todo", señala Lowe, en referencia a la ofensiva que lanzó el general Leopoldo Galtieri, por entonces presidente de facto, contra el archipiélago. La ocupación de la capital, Puerto Stanley fue la mecha que encendió la Guerra de Malvinas en 1982.
Lowe cree que a raíz de ese conflicto, Gran Bretaña contrajo un "compromiso de honor" con sus súbditos de ultramar. Sin embargo, para el experto es absurdo que los kelpers puedan vetar un acuerdo que favorezca los intereses de la metrópoli.
"No es razonable que 3.000 personas estén creando un problema a gran escala en las relaciones internacionales del Reino Unido y mantengan a la flota británica como rehén. ¿Deben ser consultados acerca de su futuro? Claro que sí. Es más, estoy convencido de que los kelpers están hartos de la presencia militar en las islas y que si se les garantiza un estatus especial, no rechazarían la soberanía argentina", concluye en experto británico.
Operaciones militares
Mientras tanto suceden cosas típicas de tiempos bélicos, como lo que le ocurrió a Chris Mc Laughlin y su esposa Corrine. La torre de control de Mount Pleasant (Malvinas) le pidió que se identificara y el piloto del jet privado lo hizo en inglés, con el más puro acento británico. Previamente, la pareja había obtenido autorización de los mandos militares para sobrevolar e incluso repostar en las islas. No obstante, dos cazas de la Real Fuerza Aérea (RAF) despegaron de la base y escoltaron al pequeño avión hasta que tocó tierra en el aeropuerto civil. Una operación como la que llevaron a cabo los dos 'Typhoons' ingleses se realiza en tiempos de conflicto, cuando incluso un 'Cessna' como el de los McLaughlin representa una amenaza.
Desde luego, la pareja no pretendía hacer nada malo contra sus hermanos kelpers, como se denomina a los pobladores de Malvinas, ni contra los 4.000 soldados británicos que están allí para defenderlos. El matrimonio llegó al archipiélago en el marco de una gira que realiza a fin de recolectar fondos para el hospital de Londres donde Chris, comandante de vuelo de British Airways, fue sometido a un trasplante de hígado hace 18 meses.
Los McLaughlin tienen en mente reunirse con el príncipe Guillermo, quien llegó hace dos semanas a las islas para ejercitarse como piloto de helicóptero y ser ascendido de teniente a capitán. Para el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, la presencia en Malvinas del segundo en la línea de sucesión al trono británico, más el inminente llegada de uno de los barcos más avanzados de la marina inglesa, demuestran que Londres está "militarizando" el Atlántico Sur. El viernes pasado, Argentina presentó una queja formal en ese sentido, al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
En cuanto a la aventura que tuvieron los McLaughlin en cielos malvinenses, algunos analistas la interpretan como una señal de advertencia hacia la Casa Rosada. "El mensaje es muy claro: las fuerzas desplegadas en Mount Pleasant se encuentran en estado de máxima alerta y responderán ante cualquier provocación argentina, por mínima que sea", sostienen Julio Peppo, ex oficial y asesor de la revista 'Aviation Weekly'.