Sin título La ministra de Fomento reconoce que hay 5.700 millones no ejecutados en inversiones en Catalunya
y no voy a discutir este tema ya más. Ya dije que me cortaba
No te digo que no. Como seguramente también ocurra en otras comundides eh. Yo te lo digo porque en el video ese que han puesto de los charnegos, no se quejan más que por esas cosas como lo spejaes, los trenes de renfe etc... que son todo responsabilidades del gobierno autonómicoAye escribió:Es que pocas veces me verás quejando de los peajes y material tengo y creo que se me ha visto quejandome de la generalitat. Que material sobre peajes en la sombra y lo que han hecho esos hijos de puta no tiene nombre. Pero hay responsabilidad y mucha sobre las infraestructuras deficitarias en catalunya por parte del estado. Y eso es algo reconocido por la ministra de fomento
Sin título La ministra de Fomento reconoce que hay 5.700 millones no ejecutados en inversiones en Catalunya
y no voy a discutir este tema ya más. Ya dije que me cortaba
No, comparativamente parlante y con lo que aporta catalunya no es lo mismo que en otras comunidades panceto...Panceto el viudo escribió:No te digo que no. Como seguramente también ocurra en otras comundides eh. Yo te lo digo porque en el video ese que han puesto de los charnegos, no se quejan más que por esas cosas como lo spejaes, los trenes de renfe etc... que son todo responsabilidades del gobierno autonómicoAye escribió:Es que pocas veces me verás quejando de los peajes y material tengo y creo que se me ha visto quejandome de la generalitat. Que material sobre peajes en la sombra y lo que han hecho esos hijos de puta no tiene nombre. Pero hay responsabilidad y mucha sobre las infraestructuras deficitarias en catalunya por parte del estado. Y eso es algo reconocido por la ministra de fomento
Sin título La ministra de Fomento reconoce que hay 5.700 millones no ejecutados en inversiones en Catalunya
y no voy a discutir este tema ya más. Ya dije que me cortaba
El fin justifica los medios?Aye escribió:No, comparativamente parlante y con lo que aporta catalunya no es lo mismo que en otras comunidades panceto...Panceto el viudo escribió:No te digo que no. Como seguramente también ocurra en otras comundides eh. Yo te lo digo porque en el video ese que han puesto de los charnegos, no se quejan más que por esas cosas como lo spejaes, los trenes de renfe etc... que son todo responsabilidades del gobierno autonómicoAye escribió:Es que pocas veces me verás quejando de los peajes y material tengo y creo que se me ha visto quejandome de la generalitat. Que material sobre peajes en la sombra y lo que han hecho esos hijos de puta no tiene nombre. Pero hay responsabilidad y mucha sobre las infraestructuras deficitarias en catalunya por parte del estado. Y eso es algo reconocido por la ministra de fomento
Sin título La ministra de Fomento reconoce que hay 5.700 millones no ejecutados en inversiones en Catalunya
y no voy a discutir este tema ya más. Ya dije que me cortaba
Y bueno, es que no vas a convencer a los castellanoparlantes (la palabra charnego lo dices tu) con la cultura catalana. Se va hacer con lo del bolsillo, que es la unica manera de movilizar a la gente y sea verdad o mentira. y mentira es algo que ya sabemos que es lo que solo entienden los politicas mezcladas con algunas verdades de vez en cuando
Evidentemente que no es normal lo que hace Rajoy. Pero es que parece que Rajoy no es una variable que necesariamente condicione las opiniones a favor o en contra de la independencia de Catalunya. A mi Rajoy me parece un dirigente nefasto y un incompetente, eso no cambia mi opinión sobre el asunto de CataluñaAye escribió:Pues lo que quieras. Los ciudadanos de catalunya aportan más y si la mayoria de ellos quieren organizar su propio cotarro, deberian tener su oportunidad. Y no porque aporten más, para mi no es el principal motivo en absoluto. Para mi son otras cosas, pero cada cual tiene su idea de independentismo y que pesa más en el.
lo que no es normal es que rajoy defienda el derecho de autodeterminación del Sahara (donde marruecos se opone) y no el de catalunya
Hombre, si siendo presidente de españa no es una variable que condicione las opiniones a favor a o en contra....Rajoy a creado miles de independentistas gracias a tontadas como las suyas.Panceto el viudo escribió:Evidentemente que no es normal lo que hace Rajoy. Pero es que parece que Rajoy no es una variable que necesariamente condicione las opiniones a favor o en contra de la independencia de Catalunya. A mi Rajoy me parece un dirigente nefasto y un incompetente, eso no cambia mi opinión sobre el asunto de CataluñaAye escribió:Pues lo que quieras. Los ciudadanos de catalunya aportan más y si la mayoria de ellos quieren organizar su propio cotarro, deberian tener su oportunidad. Y no porque aporten más, para mi no es el principal motivo en absoluto. Para mi son otras cosas, pero cada cual tiene su idea de independentismo y que pesa más en el.
lo que no es normal es que rajoy defienda el derecho de autodeterminación del Sahara (donde marruecos se opone) y no el de catalunya
Lo que te quiero decir es que yo esté a favor o en contra de la independencia de Catalunya, no implica necesariamente que esté de acuerdo o no con Rajoy.Aye escribió:Hombre, si siendo presidente de españa no es una variable que condicione las opiniones a favor a o en contra....Rajoy a creado miles de independentistas gracias a tontadas como las suyas.Panceto el viudo escribió:Evidentemente que no es normal lo que hace Rajoy. Pero es que parece que Rajoy no es una variable que necesariamente condicione las opiniones a favor o en contra de la independencia de Catalunya. A mi Rajoy me parece un dirigente nefasto y un incompetente, eso no cambia mi opinión sobre el asunto de CataluñaAye escribió:Pues lo que quieras. Los ciudadanos de catalunya aportan más y si la mayoria de ellos quieren organizar su propio cotarro, deberian tener su oportunidad. Y no porque aporten más, para mi no es el principal motivo en absoluto. Para mi son otras cosas, pero cada cual tiene su idea de independentismo y que pesa más en el.
lo que no es normal es que rajoy defienda el derecho de autodeterminación del Sahara (donde marruecos se opone) y no el de catalunya
Y obviamente tu opinión es totalmente respetable
Banderas preconstitucionales, pósteres del dictador Francisco Franco, cuadros con la efigie de José Antonio, fundador de la Falange, estandartes con la esvástica nazi, parches con la calavera emblema de las SS Totenkopf... El colegio público Príncipes de Asturias, de Quijorna, municipio de 3.000 habitantes gobernado por el Partido Popular, se convirtió el sábado en un mercadillo de un sinfín de parafernalia franquista y nacionalsocialista en una docena de estands presididos por la siguiente pancarta: “¡Saludo a Franco! ¡Arriba España!”. La alcaldesa, Mercedes García, pidió disculpas. “No había ninguna intención de herir los sentimientos de nadie. Cuando visité la exposición, no me di cuenta de que hubiera banderas predemocráticas o cruces gamadas. No iba con esa idea de fijarme”, intentó explicarse ayer. El PP cuenta con seis concejales en Quijorna, por los cuatro del Grupo Independiente de Quijorna y una edil del PSOE.
“El Ayuntamiento ha habilitado un espacio público en el que se han vendido no solo símbolos predemocráticos, sino también insignias nazis que en Alemania están prohibidas y que constituyen un delito”, denunció Azucena Concejo, concejal socialista. El primer teniente de alcalde, José Luis Pérez Maroto, del PP, aseguró que se trataba “de una exposición militar, igual que la que el Ifema de Madrid [competencia de la Comunidad] organizará a finales de octubre, solo que 50 veces más pequeña. Si esta es ilegal, la del Ifema también”.
El Gobierno regional rechazó ayer la comparación e insistió en que “no tenía en absoluto conocimiento” de la feria fascista que acogió el polideportivo del centro educativo. La titularidad del colegio es municipal, es decir, que la Comunidad solo es responsable en horario lectivo. Un inspector del Ejecutivo autónomo y el director de Educación territorial se entrevistaron ayer con la directora del centro para pedirle explicaciones. Su respuesta fue que no había sido informada. La entrada al recinto durante el sábado fue libre y gratuita. “Sin ningún control”, denuncia Concejo. Según diversos asistentes, un menor se llevó un calendario de José Antonio de regalo. Otros se presentaron en sus casas con pegatinas de significado fascista.
“No vi banderas predemocráticas ni cruces gamadas”, dice la regidora
La Hermandad de Regulares de Ceuta, en colaboración con el Ayuntamiento, participó en la organización de lo que se vendió como Primeras Jornadas de Exposición, Militaria y Cultura de la Defensa. Militaria está especializada en la venta de material de coleccionismo militar. Los objetivos que se buscaban —de lo que el Consistorio entiende que “no era exaltación de nada”— eran, entre otros, “incrementar el amor a España y su unidad indivisible” o “acercar y mejorar el conocimiento entre sociedad civil y militar”. Entre los objetos que había en el polideportivo para ensalzar dichos valores había incluso bufandas de ultras de clubes de fútbol. “Eso es mentira, no había ninguna bufanda”, replicó Pérez Maroto, pese a la existencia de imágenes. Sobre la abundancia de souvenirs franquistas y nazis, el edil del PP afirmó que también había objetos “republicanos y del Che Guevara”. Distintos visitantes consultados aseguraron que apenas había un puñado, “y que en todo caso eso no era una exposición, sino apología de las dictaduras fascistas”. Preguntado por la variedad de merchandising franquista, Pérez Maroto replicó que “no podía decir de él si era bueno o malo. No puedo opinar de algo que no he vivido”. “¡Militaria era la organizadora y no el Ayuntamiento! Fue una exposición de historia, ¿o es que vamos a renunciar a la batalla de Bailén?”, dijo.
El PP admite estar “en ‘shock”, pero no ha pedido la dimisión de la edil
Muchos dirigentes del PP madrileño llamaron a lo largo del día a la regidora, Mercedes García, para reprocharle lo sucedido. Otros más lo hicieron en persona durante el Comité Ejecutivo Regional que el partido celebró por la tarde en Génova. En las oficinas de la primera planta se declaraban “en shock”. Pese al “estupor” y “sorpresa” de distintas voces consultadas, no trascendió que se pidiera la dimisión de Mercedes García, que no puede ser cesada, y que para salir del cargo debe dimitir.
Al día siguiente de la exposición en el único colegio público del municipio, la alcaldesa del PP acudió a rendir homenaje ante un monumento por los “caídos por Dios y por España en la defensa de Quijorna del 6 al 8 de julio de 1937”, según reza la placa dorada que tiene en su frontal. En concreto, a los caídos del bando nacional en la batalla de Brunete. El Ejército republicano tomó la localidad el día 9, tras romper las defensas de dos centurias de la 5ª Bandera de la Falange de Castilla, una compañía del Tabor de Ifni, un batallón del regimiento de Toledo y voluntarios falangistas locales.
“Quijorna no podía ser ajena a las vicisitudes y vaivenes de la a veces convulsiva historia de España. Pero no por ello ha de negar y destruir las raíces de su pasado histórico”, expresó García ante una veintena de personas, entre las que figuraban varias vestidas con una estética falangista, con su correspondiente camisa azul y boina roja. “Queremos tributar este respetuoso reconocimiento a la memoria de Quijorna simbolizada en este monolito erigido en años pasados por deseo popular de nuestros mayores”, afirmó García. Instantes después varios de los asistentes exclamaron emocionados “¡Vivan los héroes!”. Un sacerdote cerró la ceremonia bendiciendo en el nombre de Dios “a los que cayeron”. “Ten en tu divina presencia a los que tanto te amaron, guíalos por tu reino para que inspiren nuestros actos y su nombre sea bendecido por los siglos de los siglos. Amén”.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/09/30/madrid/1380567359_221433.html
¿Dónde están los 16.000 millones?
http://elpais.com/elpais/2014/01/19/opinion/1390153695_441521.html
Es errónea la idea de que el déficit fiscal con España impide la recuperación catalana; no llega a 800 millones, y si se cuentan los servicios que benefician a los catalanes, Cataluña tiene un superávit de 4.000 millones
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, y Oriol Junqueras argumentan con frecuencia y rotundidad que si Cataluña fuera independiente, la Generalitat dispondría cada año de unos 16.000 millones de euros adicionales. Con ese dinero que “España nos roba” se podrían prestar nuevos servicios, evitar recortes y reducir deuda. Veamos algunos ejemplos. En junio de 2012, en una entrevista en el canal en español de la CNN, el señor Mas, decía que: “Si Cataluña no tuviese un déficit fiscal tan grande con España, de 20.000 millones de dólares anuales, en dos o tres años podríamos liquidar totalmente nuestra deuda”. En diciembre del mismo año, en un debate en la emisora RAC1, el señor Junqueras decía: “¡Hombre!, tendríamos 16.000 millones más de euros cada año; (...) son cuatro veces más que todos los recortes juntos que hace la Generalitat; (...) mira que es fácil ¡por el amor de Dios!”.
Esa cifra surge del informe de la Generalitat Resultats de la balança fiscal de Catalunya amb el sector públic central 2006-2009, de marzo de 2012, que hizo famosos los exactamente 16.409 millones de euros de déficit fiscal, que según la Generalitat, tuvo Cataluña con el Estado en 2009 (posteriormente ha dado a conocer una cifra parecida para 2010 y todavía no hay datos para 2011). Artur Mas escribe en el libro What’s up with Catalonia?, que se trata de un déficit anual “inmutable”.
Muchos catalanes están convencidos de que la Generalitat independiente dispondría cada año de esos 16.000 millones de euros adicionales. Y ese es un poderoso argumento en favor de la independencia. Pero realmente no es así. Y para explicarlo, imaginemos que al día siguiente de la independencia, los señores Mas y Junqueras se reúnen con el nuevo conseller de Hacienda, uno de los economistas que han puesto su prestigio como garantía de ese cálculo, para decidir en qué se van a gastar esos 16.409 millones.
El conseller carraspea y les dice que en realidad la Generalitat no dispone de esos 16.409 millones adicionales.
Los señores Mas y Junqueras, que se habían creído y explicado de buena fe que la independencia aportaría recursos por un importe equivalente a cuatro veces los recortes previstos, piden al conseller que les explique cómo se calculó el déficit fiscal y de cuántos recursos adicionales disponen. Sigamos su explicación en cuatro pasos, utilizando los mismos datos y el mismo método de cálculo del propio informe de la Generalitat.
Primero. Se estimó que Cataluña aportó 46.195 millones de impuestos a la recaudación del Estado. Pero como no existe un registro contable de este dato y como no todos los impuestos que se cobran en Cataluña los pagan los catalanes ni todos los que pagan los catalanes se recaudan en Cataluña, hubo que hacer muchas hipótesis para calcularlo.
Segundo. Se estimó que el Estado aportó a Cataluña 45.403 millones de euros en forma de bienes y servicios públicos que una Cataluña independiente tendría que producir en su lugar.
Este cálculo tampoco es fácil. El conseller explica que solo se contabilizó el gasto del Estado que se realizaba en el territorio catalán. Y así, por ejemplo, en embajadas y consulados no se incluyó ni un euro, aunque estos sean también utilizados por los catalanes; en administración tributaria y justicia tampoco se computaron los gastos de funcionamiento situados fuera del territorio catalán; y en defensa, solo se computó el gasto de las pocas instalaciones militares que hay en Cataluña.
Los señores Mas y Junqueras estarían empezando a pensar que a efectos de hacer el presupuesto de una Generalitat independiente, esa forma de calcular los costes no era muy realista. Pero dejemos que el conseller continúe su explicación.
Tercero. Restando las cifras de los puntos anteriores se obtiene un déficit fiscal de Cataluña con el Estado de 792 millones. [Es lo que se llama el déficit fiscal observado por el método del flujo monetario].
Los señores Mas y Junqueras preguntaron a la vez ¿cómo que 792?, ¿pero no eran 16.409? El conseller les recuerda que queda un último paso.
Cuarto. “Neutralización” del déficit público estatal. Consiste en añadir a los ingresos que Cataluña aporta al Estado la parte que le correspondería del déficit público del Estado. O, lo que es lo mismo, descontar del gasto del Estado en Cataluña la parte que no se paga con impuestos, sino con la deuda emitida para financiar ese déficit.
La Generalitat calculó esa parte repartiendo el déficit del Estado proporcionalmente a los ingresos aportados por cada comunidad autónoma.
En 2009 el Estado tuvo un déficit de 81.113 millones de euros. La Generalitat calcula que Cataluña contribuyó con el 19,25% de los ingresos del Estado por lo que añade 15.618 millones de euros a los 792. Así obtiene los 16.409 [es lo que se llama el déficit fiscal por el método del flujo monetario neutralizado]. El conseller justifica la “neutralización” argumentando que los 15.618 millones es una deuda que se pagará con impuestos de los catalanes de años futuros y lo computa como un ingreso virtual que Cataluña ha hecho al Estado en el presente.
Las razones, el significado y el método de cálculo de la neutralización del déficit público en caso de independencia es un tema controvertido. En sus estudios del beneficio fiscal de la independencia, la Fundació CatDem de CiU dice que no hay que neutralizar, y la Fundació Josep Irla de ERC, que sí debe hacerse.
En realidad, “neutralizar” el déficit es una manera de tomar en cuenta el efecto del ciclo económico sobre el saldo fiscal. Aunque el señor Mas diga que es “inmutable”, su composición y su valor cambian mucho con el ciclo económico y un solo año no es suficiente para analizar el problema. Pero no es nuestra intención entrar ahora en ello. Nuestro objetivo y lo que preocupa realmente a los señores Mas y Junqueras es saber si los 16.409 están disponibles o no para prestar más servicios, evitar recortes o reducir deuda.
Lamentablemente no, tiene que reconocer el conseller. ¿Por qué? Porque de los 16.409 millones solo 792 es dinero contante y sonante pagado con impuestos del año 2009. Como hemos visto, el resto, 15.618, corresponde a virtuales impuestos futuros que no están disponibles porque los catalanes aún no los han pagado. Para poder gastarlos ahora habría que endeudarse.
“¡Pero esto no es lo que hemos contado!”, dice el señor Junqueras. A ver cómo explicamos eso en las entrevistas que nos hacen en TV3, dice el señor Mas; porque si para disponer de esos 16.409 millones nos tenemos que endeudar en 15.618 ¡así cómo vamos a reducir la deuda en dos o tres años!
En efecto, no es lo que habían contado.
Tampoco habían contado que el método utilizado infravalora los costes de los servicios que antes de la independencia prestaba el Estado y que ahora tendría que asumir la Generalitat. Por ejemplo, los 16.409 incluyen un gasto de la Agencia Tributaria en Cataluña de 236 millones pero el estudio del Consell Assessor per a la Transició Nacional estima que el coste para Cataluña independiente será de entre 400 y 750 millones anuales, sin contar la inversión inicial. Tampoco se incluyeron otros gastos como la aportación de Cataluña a la UE, quizá porque se daba por hecho que de momento quedaría excluida aunque lo negasen.
En su informe, la Generalitat también calcula los costes de todos los servicios del Estado que beneficiaron a los catalanes, independientemente de que se prestaran desde dentro o fuera de Cataluña (lo que se llama el método del flujo beneficio), y el resultado es que en vez de un déficit de 792 millones, Cataluña tuvo un superávit de 4.105 millones antes de neutralización del déficit del Estado y un déficit de 11.261 millones después de neutralización.
Se puede discutir mucho sobre las ventajas y los inconvenientes de la independencia de Cataluña. Pero Cataluña no hubiese dispuesto en 2009 y 2010 de unos 16.000 millones para financiar servicios públicos adicionales a los suministrados por el Estado. Y si estamos equivocados, agradeceríamos que alguien nos diga de dónde saldrían.
Fingol escribió:¿Dónde están los 16.000 millones?
http://elpais.com/elpais/2014/01/19/opinion/1390153695_441521.html
Es errónea la idea de que el déficit fiscal con España impide la recuperación catalana; no llega a 800 millones, y si se cuentan los servicios que benefician a los catalanes, Cataluña tiene un superávit de 4.000 millones
El presidente de la Generalitat, Artur Mas, y Oriol Junqueras argumentan con frecuencia y rotundidad que si Cataluña fuera independiente, la Generalitat dispondría cada año de unos 16.000 millones de euros adicionales. Con ese dinero que “España nos roba” se podrían prestar nuevos servicios, evitar recortes y reducir deuda. Veamos algunos ejemplos. En junio de 2012, en una entrevista en el canal en español de la CNN, el señor Mas, decía que: “Si Cataluña no tuviese un déficit fiscal tan grande con España, de 20.000 millones de dólares anuales, en dos o tres años podríamos liquidar totalmente nuestra deuda”. En diciembre del mismo año, en un debate en la emisora RAC1, el señor Junqueras decía: “¡Hombre!, tendríamos 16.000 millones más de euros cada año; (...) son cuatro veces más que todos los recortes juntos que hace la Generalitat; (...) mira que es fácil ¡por el amor de Dios!”.
Esa cifra surge del informe de la Generalitat Resultats de la balança fiscal de Catalunya amb el sector públic central 2006-2009, de marzo de 2012, que hizo famosos los exactamente 16.409 millones de euros de déficit fiscal, que según la Generalitat, tuvo Cataluña con el Estado en 2009 (posteriormente ha dado a conocer una cifra parecida para 2010 y todavía no hay datos para 2011). Artur Mas escribe en el libro What’s up with Catalonia?, que se trata de un déficit anual “inmutable”.
Muchos catalanes están convencidos de que la Generalitat independiente dispondría cada año de esos 16.000 millones de euros adicionales. Y ese es un poderoso argumento en favor de la independencia. Pero realmente no es así. Y para explicarlo, imaginemos que al día siguiente de la independencia, los señores Mas y Junqueras se reúnen con el nuevo conseller de Hacienda, uno de los economistas que han puesto su prestigio como garantía de ese cálculo, para decidir en qué se van a gastar esos 16.409 millones.
El conseller carraspea y les dice que en realidad la Generalitat no dispone de esos 16.409 millones adicionales.
Los señores Mas y Junqueras, que se habían creído y explicado de buena fe que la independencia aportaría recursos por un importe equivalente a cuatro veces los recortes previstos, piden al conseller que les explique cómo se calculó el déficit fiscal y de cuántos recursos adicionales disponen. Sigamos su explicación en cuatro pasos, utilizando los mismos datos y el mismo método de cálculo del propio informe de la Generalitat.
Primero. Se estimó que Cataluña aportó 46.195 millones de impuestos a la recaudación del Estado. Pero como no existe un registro contable de este dato y como no todos los impuestos que se cobran en Cataluña los pagan los catalanes ni todos los que pagan los catalanes se recaudan en Cataluña, hubo que hacer muchas hipótesis para calcularlo.
Segundo. Se estimó que el Estado aportó a Cataluña 45.403 millones de euros en forma de bienes y servicios públicos que una Cataluña independiente tendría que producir en su lugar.
Este cálculo tampoco es fácil. El conseller explica que solo se contabilizó el gasto del Estado que se realizaba en el territorio catalán. Y así, por ejemplo, en embajadas y consulados no se incluyó ni un euro, aunque estos sean también utilizados por los catalanes; en administración tributaria y justicia tampoco se computaron los gastos de funcionamiento situados fuera del territorio catalán; y en defensa, solo se computó el gasto de las pocas instalaciones militares que hay en Cataluña.
Los señores Mas y Junqueras estarían empezando a pensar que a efectos de hacer el presupuesto de una Generalitat independiente, esa forma de calcular los costes no era muy realista. Pero dejemos que el conseller continúe su explicación.
Tercero. Restando las cifras de los puntos anteriores se obtiene un déficit fiscal de Cataluña con el Estado de 792 millones. [Es lo que se llama el déficit fiscal observado por el método del flujo monetario].
Los señores Mas y Junqueras preguntaron a la vez ¿cómo que 792?, ¿pero no eran 16.409? El conseller les recuerda que queda un último paso.
Cuarto. “Neutralización” del déficit público estatal. Consiste en añadir a los ingresos que Cataluña aporta al Estado la parte que le correspondería del déficit público del Estado. O, lo que es lo mismo, descontar del gasto del Estado en Cataluña la parte que no se paga con impuestos, sino con la deuda emitida para financiar ese déficit.
La Generalitat calculó esa parte repartiendo el déficit del Estado proporcionalmente a los ingresos aportados por cada comunidad autónoma.
En 2009 el Estado tuvo un déficit de 81.113 millones de euros. La Generalitat calcula que Cataluña contribuyó con el 19,25% de los ingresos del Estado por lo que añade 15.618 millones de euros a los 792. Así obtiene los 16.409 [es lo que se llama el déficit fiscal por el método del flujo monetario neutralizado]. El conseller justifica la “neutralización” argumentando que los 15.618 millones es una deuda que se pagará con impuestos de los catalanes de años futuros y lo computa como un ingreso virtual que Cataluña ha hecho al Estado en el presente.
Las razones, el significado y el método de cálculo de la neutralización del déficit público en caso de independencia es un tema controvertido. En sus estudios del beneficio fiscal de la independencia, la Fundació CatDem de CiU dice que no hay que neutralizar, y la Fundació Josep Irla de ERC, que sí debe hacerse.
En realidad, “neutralizar” el déficit es una manera de tomar en cuenta el efecto del ciclo económico sobre el saldo fiscal. Aunque el señor Mas diga que es “inmutable”, su composición y su valor cambian mucho con el ciclo económico y un solo año no es suficiente para analizar el problema. Pero no es nuestra intención entrar ahora en ello. Nuestro objetivo y lo que preocupa realmente a los señores Mas y Junqueras es saber si los 16.409 están disponibles o no para prestar más servicios, evitar recortes o reducir deuda.
Lamentablemente no, tiene que reconocer el conseller. ¿Por qué? Porque de los 16.409 millones solo 792 es dinero contante y sonante pagado con impuestos del año 2009. Como hemos visto, el resto, 15.618, corresponde a virtuales impuestos futuros que no están disponibles porque los catalanes aún no los han pagado. Para poder gastarlos ahora habría que endeudarse.
“¡Pero esto no es lo que hemos contado!”, dice el señor Junqueras. A ver cómo explicamos eso en las entrevistas que nos hacen en TV3, dice el señor Mas; porque si para disponer de esos 16.409 millones nos tenemos que endeudar en 15.618 ¡así cómo vamos a reducir la deuda en dos o tres años!
En efecto, no es lo que habían contado.
Tampoco habían contado que el método utilizado infravalora los costes de los servicios que antes de la independencia prestaba el Estado y que ahora tendría que asumir la Generalitat. Por ejemplo, los 16.409 incluyen un gasto de la Agencia Tributaria en Cataluña de 236 millones pero el estudio del Consell Assessor per a la Transició Nacional estima que el coste para Cataluña independiente será de entre 400 y 750 millones anuales, sin contar la inversión inicial. Tampoco se incluyeron otros gastos como la aportación de Cataluña a la UE, quizá porque se daba por hecho que de momento quedaría excluida aunque lo negasen.
En su informe, la Generalitat también calcula los costes de todos los servicios del Estado que beneficiaron a los catalanes, independientemente de que se prestaran desde dentro o fuera de Cataluña (lo que se llama el método del flujo beneficio), y el resultado es que en vez de un déficit de 792 millones, Cataluña tuvo un superávit de 4.105 millones antes de neutralización del déficit del Estado y un déficit de 11.261 millones después de neutralización.
Se puede discutir mucho sobre las ventajas y los inconvenientes de la independencia de Cataluña. Pero Cataluña no hubiese dispuesto en 2009 y 2010 de unos 16.000 millones para financiar servicios públicos adicionales a los suministrados por el Estado. Y si estamos equivocados, agradeceríamos que alguien nos diga de dónde saldrían.
Lo que no se quiere oír sobre Cataluña
http://politica.elpais.com/politica/2014/01/18/actualidad/1390059028_662750.html
El problema del encaje catalán en España es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño
Hay cuestiones de fondo sobre Cataluña que no se quieren oír y, mucho menos, escuchar. No puedo obligar a nadie a escucharme pero, al menos, voy a intentar hacerme oír. En este artículo quiero aportar cuatro reflexiones sobre Cataluña y sobre la relación de Cataluña con España. Bien a un lado del Ebro, bien al otro o bien a los dos, estas cosas no se quieren oír. En primer lugar discutiré el “hecho diferencial” catalán desde la dialéctica Norte-Sur en la Europa actual. El problema del encaje de Cataluña en España, como el de Lombardía en Italia, es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño. A continuación caracterizaré a Cataluña como una sociedad compleja aún vertebrada por una mentalidad menestral cuyas raíces se remontan a la baja Edad Media. Cataluña se desarrolló y llegó a ser lo que es gracias al decreto de Nueva Planta de 1714, no a pesar de él. En tercer lugar argumentaré que el contencioso Cataluña-España oculta otro contencioso entre catalanes que tiene importantes consecuencias para la sociedad catalana. A España y a Cataluña les irá mejor juntas que separadas si consiguen un acuerdo de convivencia que potencie el futuro de ambas. Por último daré unas pinceladas sobre qué hacer en la situación actual. Mis argumentos surgen de consideraciones geográficas e históricas que considero razonables.
LOS CATALANES, EUROPEOS PATA NEGRA
Los catalanes son europeos desde el siglo IX. A eso, en castellano, se le llama ser pata negra. El concepto actual de Europa nació con Carlomagno, cuya capital Aquisgrán dista solo un centenar de kilómetros de las actuales capitales de la Unión Europea Bruselas y Luxemburgo. Esta coincidencia geográfica no es casual. Robert Kaplan señala en su reciente libro La venganza de la geografía que la columna vertebral de Europa sigue estando en la diagonal que va del Canal de la Mancha a los Alpes, ruta de comunicación principal del imperio franco. En ese mapa, carolingio y actual, Cataluña ocupa una situación peculiar. Desde finales del siglo VIII fue parte de la Marca Hispánica, zona defensiva entre el Imperio y Al-Ándalus que, según Vicens Vives, se caracterizaba no por ser una fortaleza de montaña sino por ser un corredor protegido por montañas. Este carácter de corredor y de portal de la península Ibérica hacia Europa ha conformado, para Vicens, el europeísmo distintivo de la mentalidad catalana y su “permanente éxtasis transpirenaico”. Esta mentalidad y este éxtasis constituyen, en mi opinión, el llamado “hecho diferencial catalán”.
Tony Judt se refiere repetidamente a Cataluña en su ensayo de 1996 ¿Una gran ilusión? Judt establece un paralelismo entre las regiones europeas de Baden-Württemberg, Rhône-Alpes, Cataluña y la antigua Lombardía carolingia, autodenominadas los Cuatro Motores de Europa en un acuerdo que firmaron en 1988. Son regiones prósperas, ninguna de las cuales incluye a la capital del Estado, que se consideran culturalmente más próximas entre sí que con otras regiones de sus respectivos países. Según Judt se sienten europeas, pagan sus impuestos, están mejor educadas, tienen una ética del trabajo y una industriosidad que no comparten otras regiones de los Estados a los que pertenecen —regiones a las que se ven obligadas a subvencionar— y tienen poco peso en la toma de decisiones de sus gobiernos. Como señala Kaplan, son regiones “norteñas, que no se sienten identificadas con las que creen regiones atrasadas, perezosas y subsidiadas del sur mediterráneo”. Vicens Vives nunca lo hubiese escrito tan crudamente. El problema del encaje catalán en España es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño. Es un problema de muy difícil solución, agravado por la ausencia histórica de un Cavour catalán que impulsase un proyecto nacional capaz de integrar a los demás pueblos de la Península. Es un problema que se arrastra desde hace siglos y que no se arreglará ignorándolo o negándolo.
Una anécdota del ya centenario Swann ayuda a entender quién es qué en la relación con Europa. Unos parvenus amigos suyos habían tenido la ocurrencia de contratar a unos aristócratas arruinados para ponerlos de porteros en su mansión. Swann se lo desaconsejó, advirtiéndoles que las visitas de calidad nunca pasarían del portal. En el debate sobre la integración en Europa de una Cataluña independiente, los independentistas tendrían todo que perder si el debate se situara en el terreno de la estricta legalidad de los Tratados, pero tendrían todo que ganar si se situase en el terreno de la legitimidad, es decir, si el debate fuese sobre quién es el parvenu. Lo más probable es que la discusión se sitúe, llegado el caso, en un punto intermedio entre las dos alternativas. Lo que desde Madrid se ve como un problema jurídico es, en realidad, un problema político en el que las autoridades españolas pueden llevarse más de una sorpresa. Quizá sea útil recordar, como precedente, la alfombra roja que se puso a otro pata negra europeo, la también carolingia Eslovenia, para su integración en la Unión Europea y en el euro en un tiempo récord. O la posición europea sobre el corredor mediterráneo.
UNA MENTALIDAD MENESTRAL
Sigo con Vicens Vives, buen conocedor de los catalanes. Y sigo con su ensayo Noticia de Cataluña, que debería ser leído y releído con mucha atención tanto al norte como al sur del Ebro. Para Vicens lo más distintivo de la mentalidad catalana, junto a su europeísmo, es su carácter menestral. La menestralía, con fuerte presencia ya en la Cataluña del siglo XIII, es “una mentalidad más que una situación, un concepto de la vida más que una forma de ganársela”. Surge de la “gente de gremio, pueblo menor, hombre y herramienta”. Los menestrales “acabaron ocupando un lugar entre las minorías dirigentes del país, desde el que difundieron el espíritu originario de clase: la dedicación al trabajo, la inclinación práctica de la vida y la limitación de horizontes” y “constituyeron la reserva humana y social de Cataluña, la plataforma sobre la que iban a montarse los siglos XVIII y XIX”. La mentalidad menestral sigue articulando hoy en día una sociedad catalana que, a pesar de su complejidad actual, se sigue reconociendo en el trabajo entendido no como “castigo divino” sino como “signo de elección” y sigue mostrando una característica falta de ambición en su proyección hacia el mundo exterior.
El feudalismo catalán, surgido dentro del imperio carolingio, tuvo muy poco que ver con el del resto de la Península. Fue mucho más robusto y “europeo”, y creó unas instituciones que, en lo esencial, perduraron hasta principios del siglo XVIII. Hasta el 11 de septiembre de 1714, para ser más precisos. Cuando Ortega achaca la anomalía histórica de España a la anomalía de su feudalismo y a la baja calidad de los godos que la invadieron, se olvida del caso catalán. Las instituciones medievales franco-catalanas fueron solidísimas, hasta el punto de poder asimilar la mentalidad menestral sin cambiar sustanciándote, porque la menestralía encajaba bien en el corporativismo de la época. Pero esa solidez institucional, en ausencia de un monarca absoluto que la pusiera en cuestión para afirmar su propio poder, fue la causa principal del estancamiento y declive de Cataluña desde mediados del siglo XV hasta principios del XVIII. Este declive fue tanto económico como cultural. Por poner un ejemplo de cada, ambos apuntados por Vicens, si Cataluña no se aprovechó del comercio con América hasta el siglo XVIII fue por falta de ambición y de emprendimiento, no porque tuviese ningún impedimento legal para hacerlo. Se aprovechaban los genoveses, portugueses, franceses, holandeses... pero no los catalanes. En el ámbito cultural, los siglos XVI y XVII, siglos de oro del castellano, el inglés y el francés, fueron un desierto para el catalán. Aherrojada por sus instituciones medievales, respetadas hasta por el Conde-Duque de Olivares, Cataluña dormitó durante dos siglos y medio hasta que un Borbón, Felipe V, precipitó el cambio y la empujó hacia la modernidad. ¿Qué hubiera pasado si en vez del Borbón hubiese ganado la guerra el Habsburgo? A mí me parece probable que Cataluña, constreñida por sus instituciones, se hubiese perdido la revolución industrial. Cataluña se desarrolló gracias al decreto de Nueva Planta, no a pesar de él.
La mentalidad menestral —trabajo, sentido práctico de la vida y limitación de horizontes— ha vertebrado Cataluña durante cinco siglos y sigue siendo la más relevante hoy en día. Esto es particularmente cierto para el independentismo catalán actual. Menestrales son la monja Forcades, Carme Forcadell y Oriol Junqueras, todos ellos en la versión casa pairal. En versión pro domo mea, menestrales son Jordi Pujol y Artur Mas, entre muchos otros. El denominador común de la menestralía es la nostalgia de un medioevo idealizado, el gusto por una fuerte regulación de la sociedad y de la actividad económica —de lo que es buena muestra el Estatuto catalán en vigor, con sus 223 artículos y 152 páginas— la limitación de horizontes y la falta de ambición para proponer un proyecto capaz de integrar a todos los catalanes y, también, a todos los españoles. El modelo de sociedad del independentismo menestral parece inspirado en el pueblo de los hobbits.
Sin embargo, proyectos ambiciosos de catalanizar España construyendo una sociedad moderna basada en el trabajo existieron en las segunda mitades de los siglos XVIII y del XIX. Relata Vicens cómo, en la primera circunstancia, se produjo una auténtica diáspora de catalanes por tierras de la antigua Corona de Castilla, colonizando Sierra Morena, renovando las artes de pesca en Galicia y Andalucía, estableciendo sus oficios en las ciudades de la meseta… Ilustrados como Campomanes soñaron con transformar España adoptando instituciones catalanas. En el siglo XIX “Cataluña predicó a las otras Españas el evangelio de la redención por el trabajo” para conseguir el resurgimiento económico y la industrialización. El fracaso de estos intentos provocó el retraimiento de los catalanes, que todavía dura, su aversión a participar en el gobierno del Estado tanto a nivel político como burocrático, que también perdura, y el fortalecimiento de la mentalidad menestral ante la quiebra de alternativas más ambiciosas.
CATALUÑA Y ESPAÑA SE NECESITAN
Tanto España como Cataluña necesitan desesperadamente un proyecto nacional. Como he recordado en otras ocasiones, para Ortega una nación es un proyecto de futuro con capacidad integradora. Ese proyecto no lo tienen ahora mismo ni España ni Cataluña. En el primer caso no hay proyecto para afrontar la cuádruple crisis —económica, institucional, territorial y moral— que tiene gripada a la sociedad española. El régimen político de 1978 está basando su supervivencia en la táctica del avestruz, negando las crisis para no tener que hacer ningún cambio significativo. Si no cambia de actitud, durará poco. En el caso catalán el único proyecto político explícito es el independentista. En cierto modo, también es una manera de negar una crisis que afecta a Cataluña de manera muy parecida a la del resto de España. En cualquier caso, el proyecto independentista no es un proyecto integrador puesto que divide profundamente a la sociedad catalana en dos partes de tamaño similar y de convivencia complicada. No es, por tanto, un proyecto nacional, al menos en el sentido que le da Ortega a este término.
España necesita a Cataluña por dos motivos, uno en negativo y otro en positivo. En negativo, porque la ruta previsible del presente conflicto territorial lleva a una bunkerización de posiciones en España y en Cataluña que será la excusa perfecta para que la clase política no aborde ninguna de las reformas imprescindibles para afrontar con éxito los retos del siglo XXI, en particular la mejora del capital humano necesaria para evitar la proletarización de la sociedad española en la economía global. En positivo, porque la gran asignatura pendiente de España es la adopción de una cultura del trabajo como opción de realización personal y no como castigo divino. Eso lo hizo Cataluña hace muchos siglos y la emulación con Cataluña en una casa común puede ser un estímulo importante para que España consiga hacerlo.
Cataluña necesita a España también por dos motivos y también hay uno en negativo y otro en positivo. En negativo Cataluña necesita a España por una razón simétrica a la del párrafo anterior. Las reformas que hay que hacer en Cataluña son similares a las que hay que hacer en el conjunto de España, empezando por la de la clase política. La bunkerización conduce a no hacerlas y a culpar al adversarios de todos los males propios. Además, una confrontación creciente deja al independentismo como único proyecto político posible y eso tendría efectos divisivos muy grandes para la sociedad catalana. Lo que ahora se presenta interesadamente como una confrontación entre Cataluña y España se revelaría como una confrontación entre catalanes en la que los que ambicionan pensar y actuar “en grande” en mundo globalizado quedarían marginados. En positivo, Cataluña necesita ambición. Necesita que sus grandes empresas se hagan mucho mayores y se globalicen. Al contrario que Baden-Württemberg o Rhône-Alpes, Cataluña no tiene grandes empresas con proyección global y no las tiene por falta de ambición, no porque esté oprimida o expoliada. España, cuyas grandes empresas son globales, tiene la ambición que a Cataluña le falta. La emulación con España en una casa común puede ser un estímulo importante para que Cataluña consiga hacerlo.
QUÉ HACER CON CATALUÑA
Por las razones aducidas en el epígrafe anterior, el debate sobre qué hacer con Cataluña sólo tiene pleno sentido en el marco más amplio del debate sobre qué hacer con España. Ahora bien, si este último debate no pudiera tener lugar, porque la clase política se negase a ello, o si fracasara el intento de construir un proyecto de futuro atractivo para los españoles, lo mejor que podrían hacer los catalanes es soltar lastre y plantearse el debate por separado. Por lo dicho hasta aquí, tampoco está claro a priori que a nivel catalán pudiera consensuarse un proyecto integrador y ambicioso pero, en mi opinión, estaría justificado intentarlo.
La actual discusión sobre Cataluña, restringida a dos interlocutores bunkerizados, sólo sirve para disimular tras las respectivas banderas la falta de proyectos nacionales a nivel español y catalán. El Gobierno de España considera la cuestión catalana como un problema estrictamente jurídico, no halla lugar en la Constitución para autorizar una consulta y no ve necesario ni conveniente tomar ninguna iniciativa política para proponer un nuevo encaje de Cataluña en la casa común. Los catalanes deben conformarse con lo que hay y, además, resignarse a una ofensiva recentralizadora y “españolizadora”. Por otra parte, el independentismo catalán, encabezado por el Gobierno de la Generalitat, acelera un plan para proclamar unilateralmente la independencia en algún momento de 2015. El choque de trenes parece muy probable, porque ambos gobiernos esperan sacar grandes réditos políticos del conflicto en el corto plazo, que es el único horizonte que parece importarles. Si el choque se produce, la independencia de Cataluña será prácticamente inevitable, a pesar de que irá en contra del interés general de los catalanes y de todos los españoles.
Es necesario superar esta situación. El contencioso no debe dejarse en las solas manos de quienes no tienen ningún interés en resolverlo. La sociedad civil debería tener un papel mucho más activo, impulsando los necesarios debates —que van mucho más allá de independentismo sí o independentismo no— y dando mucho más protagonismo a la ambición en los proyectos de futuro. La clase política no está por la labor. Las grandes empresas y las personalidades del mundo económico catalán deberían hacer oír su voz con más fuerza, con el pluralismo que ello entraña, y lo mismo deberían hacer las del resto de España. Madrid y Barcelona son, junto con Milán, las grandes concentraciones humanas, económicas e industriales del sur de Europa. Un eje de cooperación a todos los niveles entre las dos grandes ciudades españolas es necesario para complementar y contrapesar a la gran Banana Azul europea, que tiene su extremo sur en la ciudad del Po y termina por el norte en Liverpool.
No parece haber nadie en el mapa político que asuma la idea de España como nación de naciones para reconstruir sobre ella la casa común. A mí me parece que ya es demasiado tarde —no lo era hace cuatro años— para intentar una reforma federal de la constitución. Hay que ser más ambiciosos y la sociedad civil también tiene que tener un papel decisivo en este debate. No bastan albañiles: se necesitan arquitectos para evitar que se nos caiga la casa encima.
El expolio que nunca existió
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/01/19/catalunya/1390158608_215156.html
Los catalanes pagan en exceso por lo que reciben. Pero nadie los saquea: no lo sostiene ni los que forjaron el concepto
El Gobierno prometió las nuevas balanzas fiscales para diciembre. Es obvio que va con retraso, y que ello postergará la discusión sobre el nuevo sistema de financiación autonómica. El calendario incentiva la confusión, pues donde falta información fiable crece el bulo. La última vez que se publicaron estas cuantificaciones del saldo entre lo que aporta cada autonomía y lo que percibe fue en 2008, siendo vicepresidente económico Pedro Solbes; simultáneamente lo hizo la Generalitat, con Antoni Castells. Nadie (salvo la FAES) puso en cuestión los resultados. Pero cada uno escogió los de su preferencia. O conveniencia.
Después, el departamento encabezado por Andreu Mas Colell también ha ofrecido sus números, en dos ocasiones; el Ministerio de Exteriores ha emitido alguna estimación... Pero políticos y académicos esperan a los nuevos cálculos de los técnicos del Gobierno, en la esperanza de que serán tan amplios y tan neutral y pluralmente elaborados, como en tiempos de Solbes por el Instituto de Estudios Fiscales. Lo comprobaremos.
Mientras, conviene que todos preparen el terreno expurgando el debate de falsas verdades y conceptos venenosos. El primero y principal es el del “expolio” fiscal que España estaría perpetrando en Cataluña. El concepto ascendió a la literatura de ambición científica hace ahora 10 años, en un libro a cuatro manos de Jordi Pons y el hoy eurodiputado convergente Ramon Tremosa: L’espoli fiscal, una asfíxia premeditada (Tresiquatre).
Hay misterio en ese texto: el concepto de “expolio” solo aparece una vez, y en el título, ni por asomo en el texto. De modo que habrá que atribuirlo a su activo editor, mi amigo el mandarín de la aguerrida patrulla de valencianos partidarios de la separación (de Cataluña), Eliseu Climent.
Es más, la tesis central de los autores era muy sensata y nada radical. Apoyándose en el mejor criterio redistributivo de que “los habitantes de un territorio pagan en función de su producción (PIB) y reciben en función de su población”, calculaban que la contribución neta de Cataluña debería haber sido del 5,12% de su PIB (7.351 millones de euros) y no del 7,56% (10.862 millones).
Así que Cataluña “aportó un total de 3.511 millones de euros adicionales a la solidaridad territorial, el 2,44% del PIB catalán” (7,56% menos 5,12%). Esta sería la cantidad en discusión. Es decir, Pons y Tremosa no eran partidarios de cancelar toda solidaridad y de recuperar enteramente el 7,56% del PIB aportado a la caja común, sino solo una parte de ese guarismo, un 2,44%. Eso equivalía a sostener que no se trataba de un expolio (siete puntos porcentuales lo sería), sino de un déficit excesivo (dos, tres, cuatro puntos...) En su propia conclusión literal —la número 16 del capítulo final—: los catalanes “contribuyeron en exceso a la solidaridad interterritorial”. Y eso sucedió sobre todo por culpa no tanto de lo aportado (más o menos correcto, según el alto nivel relativo de producción / riqueza), sino de lo recibido (las escuálidas inversiones regionalizables) realizadas, el sempiterno talón de Aquiles del sistema.
Años después, la especialista más ecuánime y sólida en esta materia, la profesora Maite Vilalta, recordaba en un texto que les recomiendo como la Biblia (Balanzas fiscales: metodología, resultados y elementos para un debate, Institut de Dret Públic, 2012) que “si se hubiera aplicado” el mismo criterio de “aportar según capacidad y recibir según necesidades” (un estándar justo, pues hace “compatible eficiencia y equidad”), el déficit fiscal medio en el quinquenio 2005-2009 “hubiera sido del 4,2% del PIB”, y no del 7,4% registrado (según el método de flujo monetario sin neutralizar). Otra vez un déficit excesivo, en este caso de 3,2 puntos (7,4 menos 4,2).
Esas y otras posiciones parten de la base de conjugar el deber de solidaridad (y de copago de los servicios estatales comunes) y el de dar suficiente margen a las comunidades económicamente más dinámicas.
Es lo que sucede en otros países federales, y se traduce en déficits fiscales de las regiones ricas en el entorno del 4%: Australia Occidental, un 3,93%; la belga Flandes, un 4,4%; la canadiense Alberta, un 3,23%, como estudiaron Gerard Montasell y Esther Sánchez; o un 4% la alemana Baden-Wurtemberg, y un 3% Baviera y Renania-Palatinado, como recogieron Pons y Tremosa.
Un 4%. ¿Cuál es la aportación neta de Cataluña, el saldo entre lo aportado y lo recibido, presupuestariamente? Depende del criterio que se aplique: entre el 4,3% y el 8,4% de su PIB, según se apliquen, con las oportunas correcciones para neutralizar los efectos del ciclo económico (crisis o expansión), los dos criterios básicos de cálculo (flujo monetario: donde se gasta; y beneficio: los teóricos beneficiados). Hay pues materia corregible.
Lo que no existe ni existió es el pretendido “expolio”, ese que utiliza solo el criterio que da la cifra más perjudicial, 16.543 millones, un 8,5% del PIB en 2010. Incluso si se conviniese que es la que refleja más adecuadamente el déficit fiscal, la mitad de la misma no es déficit. Se llama, o se llamaba, solidaridad.
Nesta escribió:Ahora mismo me imagino a Fingol corriendo con un bidon echando gasolina por todas partes y con una sonrisa desencajada
Fingol escribió:Lo que no se quiere oír sobre Cataluña
http://politica.elpais.com/politica/2014/01/18/actualidad/1390059028_662750.html
El problema del encaje catalán en España es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño
Hay cuestiones de fondo sobre Cataluña que no se quieren oír y, mucho menos, escuchar. No puedo obligar a nadie a escucharme pero, al menos, voy a intentar hacerme oír. En este artículo quiero aportar cuatro reflexiones sobre Cataluña y sobre la relación de Cataluña con España. Bien a un lado del Ebro, bien al otro o bien a los dos, estas cosas no se quieren oír. En primer lugar discutiré el “hecho diferencial” catalán desde la dialéctica Norte-Sur en la Europa actual. El problema del encaje de Cataluña en España, como el de Lombardía en Italia, es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño. A continuación caracterizaré a Cataluña como una sociedad compleja aún vertebrada por una mentalidad menestral cuyas raíces se remontan a la baja Edad Media. Cataluña se desarrolló y llegó a ser lo que es gracias al decreto de Nueva Planta de 1714, no a pesar de él. En tercer lugar argumentaré que el contencioso Cataluña-España oculta otro contencioso entre catalanes que tiene importantes consecuencias para la sociedad catalana. A España y a Cataluña les irá mejor juntas que separadas si consiguen un acuerdo de convivencia que potencie el futuro de ambas. Por último daré unas pinceladas sobre qué hacer en la situación actual. Mis argumentos surgen de consideraciones geográficas e históricas que considero razonables.
LOS CATALANES, EUROPEOS PATA NEGRA
Los catalanes son europeos desde el siglo IX. A eso, en castellano, se le llama ser pata negra. El concepto actual de Europa nació con Carlomagno, cuya capital Aquisgrán dista solo un centenar de kilómetros de las actuales capitales de la Unión Europea Bruselas y Luxemburgo. Esta coincidencia geográfica no es casual. Robert Kaplan señala en su reciente libro La venganza de la geografía que la columna vertebral de Europa sigue estando en la diagonal que va del Canal de la Mancha a los Alpes, ruta de comunicación principal del imperio franco. En ese mapa, carolingio y actual, Cataluña ocupa una situación peculiar. Desde finales del siglo VIII fue parte de la Marca Hispánica, zona defensiva entre el Imperio y Al-Ándalus que, según Vicens Vives, se caracterizaba no por ser una fortaleza de montaña sino por ser un corredor protegido por montañas. Este carácter de corredor y de portal de la península Ibérica hacia Europa ha conformado, para Vicens, el europeísmo distintivo de la mentalidad catalana y su “permanente éxtasis transpirenaico”. Esta mentalidad y este éxtasis constituyen, en mi opinión, el llamado “hecho diferencial catalán”.
Tony Judt se refiere repetidamente a Cataluña en su ensayo de 1996 ¿Una gran ilusión? Judt establece un paralelismo entre las regiones europeas de Baden-Württemberg, Rhône-Alpes, Cataluña y la antigua Lombardía carolingia, autodenominadas los Cuatro Motores de Europa en un acuerdo que firmaron en 1988. Son regiones prósperas, ninguna de las cuales incluye a la capital del Estado, que se consideran culturalmente más próximas entre sí que con otras regiones de sus respectivos países. Según Judt se sienten europeas, pagan sus impuestos, están mejor educadas, tienen una ética del trabajo y una industriosidad que no comparten otras regiones de los Estados a los que pertenecen —regiones a las que se ven obligadas a subvencionar— y tienen poco peso en la toma de decisiones de sus gobiernos. Como señala Kaplan, son regiones “norteñas, que no se sienten identificadas con las que creen regiones atrasadas, perezosas y subsidiadas del sur mediterráneo”. Vicens Vives nunca lo hubiese escrito tan crudamente. El problema del encaje catalán en España es el del encaje de un pueblo norteño en un país sureño. Es un problema de muy difícil solución, agravado por la ausencia histórica de un Cavour catalán que impulsase un proyecto nacional capaz de integrar a los demás pueblos de la Península. Es un problema que se arrastra desde hace siglos y que no se arreglará ignorándolo o negándolo.
Una anécdota del ya centenario Swann ayuda a entender quién es qué en la relación con Europa. Unos parvenus amigos suyos habían tenido la ocurrencia de contratar a unos aristócratas arruinados para ponerlos de porteros en su mansión. Swann se lo desaconsejó, advirtiéndoles que las visitas de calidad nunca pasarían del portal. En el debate sobre la integración en Europa de una Cataluña independiente, los independentistas tendrían todo que perder si el debate se situara en el terreno de la estricta legalidad de los Tratados, pero tendrían todo que ganar si se situase en el terreno de la legitimidad, es decir, si el debate fuese sobre quién es el parvenu. Lo más probable es que la discusión se sitúe, llegado el caso, en un punto intermedio entre las dos alternativas. Lo que desde Madrid se ve como un problema jurídico es, en realidad, un problema político en el que las autoridades españolas pueden llevarse más de una sorpresa. Quizá sea útil recordar, como precedente, la alfombra roja que se puso a otro pata negra europeo, la también carolingia Eslovenia, para su integración en la Unión Europea y en el euro en un tiempo récord. O la posición europea sobre el corredor mediterráneo.
UNA MENTALIDAD MENESTRAL
Sigo con Vicens Vives, buen conocedor de los catalanes. Y sigo con su ensayo Noticia de Cataluña, que debería ser leído y releído con mucha atención tanto al norte como al sur del Ebro. Para Vicens lo más distintivo de la mentalidad catalana, junto a su europeísmo, es su carácter menestral. La menestralía, con fuerte presencia ya en la Cataluña del siglo XIII, es “una mentalidad más que una situación, un concepto de la vida más que una forma de ganársela”. Surge de la “gente de gremio, pueblo menor, hombre y herramienta”. Los menestrales “acabaron ocupando un lugar entre las minorías dirigentes del país, desde el que difundieron el espíritu originario de clase: la dedicación al trabajo, la inclinación práctica de la vida y la limitación de horizontes” y “constituyeron la reserva humana y social de Cataluña, la plataforma sobre la que iban a montarse los siglos XVIII y XIX”. La mentalidad menestral sigue articulando hoy en día una sociedad catalana que, a pesar de su complejidad actual, se sigue reconociendo en el trabajo entendido no como “castigo divino” sino como “signo de elección” y sigue mostrando una característica falta de ambición en su proyección hacia el mundo exterior.
El feudalismo catalán, surgido dentro del imperio carolingio, tuvo muy poco que ver con el del resto de la Península. Fue mucho más robusto y “europeo”, y creó unas instituciones que, en lo esencial, perduraron hasta principios del siglo XVIII. Hasta el 11 de septiembre de 1714, para ser más precisos. Cuando Ortega achaca la anomalía histórica de España a la anomalía de su feudalismo y a la baja calidad de los godos que la invadieron, se olvida del caso catalán. Las instituciones medievales franco-catalanas fueron solidísimas, hasta el punto de poder asimilar la mentalidad menestral sin cambiar sustanciándote, porque la menestralía encajaba bien en el corporativismo de la época. Pero esa solidez institucional, en ausencia de un monarca absoluto que la pusiera en cuestión para afirmar su propio poder, fue la causa principal del estancamiento y declive de Cataluña desde mediados del siglo XV hasta principios del XVIII. Este declive fue tanto económico como cultural. Por poner un ejemplo de cada, ambos apuntados por Vicens, si Cataluña no se aprovechó del comercio con América hasta el siglo XVIII fue por falta de ambición y de emprendimiento, no porque tuviese ningún impedimento legal para hacerlo. Se aprovechaban los genoveses, portugueses, franceses, holandeses... pero no los catalanes. En el ámbito cultural, los siglos XVI y XVII, siglos de oro del castellano, el inglés y el francés, fueron un desierto para el catalán. Aherrojada por sus instituciones medievales, respetadas hasta por el Conde-Duque de Olivares, Cataluña dormitó durante dos siglos y medio hasta que un Borbón, Felipe V, precipitó el cambio y la empujó hacia la modernidad. ¿Qué hubiera pasado si en vez del Borbón hubiese ganado la guerra el Habsburgo? A mí me parece probable que Cataluña, constreñida por sus instituciones, se hubiese perdido la revolución industrial. Cataluña se desarrolló gracias al decreto de Nueva Planta, no a pesar de él.
La mentalidad menestral —trabajo, sentido práctico de la vida y limitación de horizontes— ha vertebrado Cataluña durante cinco siglos y sigue siendo la más relevante hoy en día. Esto es particularmente cierto para el independentismo catalán actual. Menestrales son la monja Forcades, Carme Forcadell y Oriol Junqueras, todos ellos en la versión casa pairal. En versión pro domo mea, menestrales son Jordi Pujol y Artur Mas, entre muchos otros. El denominador común de la menestralía es la nostalgia de un medioevo idealizado, el gusto por una fuerte regulación de la sociedad y de la actividad económica —de lo que es buena muestra el Estatuto catalán en vigor, con sus 223 artículos y 152 páginas— la limitación de horizontes y la falta de ambición para proponer un proyecto capaz de integrar a todos los catalanes y, también, a todos los españoles. El modelo de sociedad del independentismo menestral parece inspirado en el pueblo de los hobbits.
Sin embargo, proyectos ambiciosos de catalanizar España construyendo una sociedad moderna basada en el trabajo existieron en las segunda mitades de los siglos XVIII y del XIX. Relata Vicens cómo, en la primera circunstancia, se produjo una auténtica diáspora de catalanes por tierras de la antigua Corona de Castilla, colonizando Sierra Morena, renovando las artes de pesca en Galicia y Andalucía, estableciendo sus oficios en las ciudades de la meseta… Ilustrados como Campomanes soñaron con transformar España adoptando instituciones catalanas. En el siglo XIX “Cataluña predicó a las otras Españas el evangelio de la redención por el trabajo” para conseguir el resurgimiento económico y la industrialización. El fracaso de estos intentos provocó el retraimiento de los catalanes, que todavía dura, su aversión a participar en el gobierno del Estado tanto a nivel político como burocrático, que también perdura, y el fortalecimiento de la mentalidad menestral ante la quiebra de alternativas más ambiciosas.
CATALUÑA Y ESPAÑA SE NECESITAN
Tanto España como Cataluña necesitan desesperadamente un proyecto nacional. Como he recordado en otras ocasiones, para Ortega una nación es un proyecto de futuro con capacidad integradora. Ese proyecto no lo tienen ahora mismo ni España ni Cataluña. En el primer caso no hay proyecto para afrontar la cuádruple crisis —económica, institucional, territorial y moral— que tiene gripada a la sociedad española. El régimen político de 1978 está basando su supervivencia en la táctica del avestruz, negando las crisis para no tener que hacer ningún cambio significativo. Si no cambia de actitud, durará poco. En el caso catalán el único proyecto político explícito es el independentista. En cierto modo, también es una manera de negar una crisis que afecta a Cataluña de manera muy parecida a la del resto de España. En cualquier caso, el proyecto independentista no es un proyecto integrador puesto que divide profundamente a la sociedad catalana en dos partes de tamaño similar y de convivencia complicada. No es, por tanto, un proyecto nacional, al menos en el sentido que le da Ortega a este término.
España necesita a Cataluña por dos motivos, uno en negativo y otro en positivo. En negativo, porque la ruta previsible del presente conflicto territorial lleva a una bunkerización de posiciones en España y en Cataluña que será la excusa perfecta para que la clase política no aborde ninguna de las reformas imprescindibles para afrontar con éxito los retos del siglo XXI, en particular la mejora del capital humano necesaria para evitar la proletarización de la sociedad española en la economía global. En positivo, porque la gran asignatura pendiente de España es la adopción de una cultura del trabajo como opción de realización personal y no como castigo divino. Eso lo hizo Cataluña hace muchos siglos y la emulación con Cataluña en una casa común puede ser un estímulo importante para que España consiga hacerlo.
Cataluña necesita a España también por dos motivos y también hay uno en negativo y otro en positivo. En negativo Cataluña necesita a España por una razón simétrica a la del párrafo anterior. Las reformas que hay que hacer en Cataluña son similares a las que hay que hacer en el conjunto de España, empezando por la de la clase política. La bunkerización conduce a no hacerlas y a culpar al adversarios de todos los males propios. Además, una confrontación creciente deja al independentismo como único proyecto político posible y eso tendría efectos divisivos muy grandes para la sociedad catalana. Lo que ahora se presenta interesadamente como una confrontación entre Cataluña y España se revelaría como una confrontación entre catalanes en la que los que ambicionan pensar y actuar “en grande” en mundo globalizado quedarían marginados. En positivo, Cataluña necesita ambición. Necesita que sus grandes empresas se hagan mucho mayores y se globalicen. Al contrario que Baden-Württemberg o Rhône-Alpes, Cataluña no tiene grandes empresas con proyección global y no las tiene por falta de ambición, no porque esté oprimida o expoliada. España, cuyas grandes empresas son globales, tiene la ambición que a Cataluña le falta. La emulación con España en una casa común puede ser un estímulo importante para que Cataluña consiga hacerlo.
QUÉ HACER CON CATALUÑA
Por las razones aducidas en el epígrafe anterior, el debate sobre qué hacer con Cataluña sólo tiene pleno sentido en el marco más amplio del debate sobre qué hacer con España. Ahora bien, si este último debate no pudiera tener lugar, porque la clase política se negase a ello, o si fracasara el intento de construir un proyecto de futuro atractivo para los españoles, lo mejor que podrían hacer los catalanes es soltar lastre y plantearse el debate por separado. Por lo dicho hasta aquí, tampoco está claro a priori que a nivel catalán pudiera consensuarse un proyecto integrador y ambicioso pero, en mi opinión, estaría justificado intentarlo.
La actual discusión sobre Cataluña, restringida a dos interlocutores bunkerizados, sólo sirve para disimular tras las respectivas banderas la falta de proyectos nacionales a nivel español y catalán. El Gobierno de España considera la cuestión catalana como un problema estrictamente jurídico, no halla lugar en la Constitución para autorizar una consulta y no ve necesario ni conveniente tomar ninguna iniciativa política para proponer un nuevo encaje de Cataluña en la casa común. Los catalanes deben conformarse con lo que hay y, además, resignarse a una ofensiva recentralizadora y “españolizadora”. Por otra parte, el independentismo catalán, encabezado por el Gobierno de la Generalitat, acelera un plan para proclamar unilateralmente la independencia en algún momento de 2015. El choque de trenes parece muy probable, porque ambos gobiernos esperan sacar grandes réditos políticos del conflicto en el corto plazo, que es el único horizonte que parece importarles. Si el choque se produce, la independencia de Cataluña será prácticamente inevitable, a pesar de que irá en contra del interés general de los catalanes y de todos los españoles.
Es necesario superar esta situación. El contencioso no debe dejarse en las solas manos de quienes no tienen ningún interés en resolverlo. La sociedad civil debería tener un papel mucho más activo, impulsando los necesarios debates —que van mucho más allá de independentismo sí o independentismo no— y dando mucho más protagonismo a la ambición en los proyectos de futuro. La clase política no está por la labor. Las grandes empresas y las personalidades del mundo económico catalán deberían hacer oír su voz con más fuerza, con el pluralismo que ello entraña, y lo mismo deberían hacer las del resto de España. Madrid y Barcelona son, junto con Milán, las grandes concentraciones humanas, económicas e industriales del sur de Europa. Un eje de cooperación a todos los niveles entre las dos grandes ciudades españolas es necesario para complementar y contrapesar a la gran Banana Azul europea, que tiene su extremo sur en la ciudad del Po y termina por el norte en Liverpool.
No parece haber nadie en el mapa político que asuma la idea de España como nación de naciones para reconstruir sobre ella la casa común. A mí me parece que ya es demasiado tarde —no lo era hace cuatro años— para intentar una reforma federal de la constitución. Hay que ser más ambiciosos y la sociedad civil también tiene que tener un papel decisivo en este debate. No bastan albañiles: se necesitan arquitectos para evitar que se nos caiga la casa encima.
Joder, pues si es de los mejores apañados vamos.
Hay una respuesta de Sala-i-Martin que me hizo bastante gracia y es una buena contraargumentacion. Si alguien quiere traducirlo al español...
- Articulo en catalan:
Malgrat que l’article de César Molinas (matemàtic català, doctor en economia a San Diego -econometria- i ex alt càrrec del PSOE a Madrid) avui a El País conté trossos insultants (com quan equipara l’independentisme amb el poble dels hobbits) i que els historiadors no estan massa d'acord amb totes les seves afirmacions, crec que val la pena llegir-lo, sobre tot perquè conté una secció prou interessant: la que parla de per què a Catalunya li interessa seguir formant part d’Espanya:
“Cataluña necesita a España también por dos ... En negativo Cataluña necesita a España…porqué las reformas que hay que hacer en Cataluña son similares a las que hay que hacer en el conjunto de España, empezando por la de la clase política. La bunkerización conduce a no hacerlas y a culpar al adversarios de todos los males propios. Además, una confrontación creciente deja al independentismo como único proyecto político posible y eso tendría efectos divisivos muy grandes para la sociedad catalana... En positivo, Cataluña necesita ambición. Necesita que sus grandes empresas se hagan mucho mayores y se globalicen. Al contrario que Baden-Württemberg o Rhône-Alpes, Cataluña no tiene grandes empresas con proyección global y no las tiene por falta de ambición, no porque esté oprimida o expoliada. España, cuyas grandes empresas son globales, tiene la ambición que a Cataluña le falta. La emulación con España en una casa común puede ser un estímulo importante para que Cataluña consiga hacerlo.”
Després d'una llarga disquisició històrica que no entraré a discutir (sempre he dit que el futur d'un poble l'ha de decidir la voluntat de la gent i no pas la història), els dos arguments als que arriba el César són: (1) si no ens quedem dins d'Espanya no podrem fer les reformes institucionals (començant per la política) que ens calen per sortir de la crisi i (2) necessitem l’ambició espanyola per a què les nostres empreses es facin grans i globals com les espanyoles.
Clarament el primer punt no és ben bé cert. Portem 30 anys intentant canviar les institucions dins d’Espanya i si alguna cosa ha quedat clara, és que ha estat impossible. De fet, jo penso que l’aspecte més positiu de la independència és que ens dóna l’oportunitat de canviar les coses: ens dóna l’oportunitat de canviar el sistema educatiu per modernitzar-lo i posar-lo a l’alçada dels països més avançats del món (cosa que no podem fer amb el Sr Wert que acaba de fer una reforma on el gran debat ha estat “si la religión cuenta para la media”), ens dóna l’oportunitat de canviar les regles del joc que ni el PP, ni el PSOE ni els membres del tribunal constitucional ens permeten, ens dóna l’oportunitat de decidir les infraestructures que més necessitem nosaltres i no les que més bé van a la visió radial d’Espanya que tenen els ministeris de Madrid (ministeris dels quals va formar part el Sr Molinas), ens dóna l’oportunitat de reformar un sistema judicial que no ha canviat des de l’època de Franco i que impedeix que puguem posar a la presó als xoriços confessor com Núñez o Millet. Ens dóna l’oportunitat, en definitiva, de poder construir el nostre futur sense un govern i un sistema judicial que ens vagi sistemàticament en contra. No sé si ho aconseguirem ja que podem cometre els mateixos errors que han comès els espanyols. Però marxant, tenim l'oportunitat d'aconseguir el què clarament no hem aconseguit ni aconseguirem dins d'Espanya.
El segon punt tamboc és ben bé cert. Deixant de banda el la qüestió de si l'ambició s'encomana tal i com pensa Molinas, dir que les empreses catalanes són petites en relació a les espanyoles té el seu punt de gràcia. Ho dic perquè si agafem les 20 empreses espanyoles més grans (per valor a l’IBEX35) i mirem quantes són catalanes potser ens emportem una sorpresa. Recordeu que Catalunya té el 16% de la població d’Espanya i, per tant, si els catalans fossin igual d’ambiciosos que els espanyols, ens tocaria tenir el 16% de les grans empreses d’Espanya (és a dir, 3,2 empreses de les 20 haurien de ser Catalanes). Si fem el recompte veurem que a la llista de les 20 primeres, hi apareixen Abertis, Gas Natural, CaixaBanc, Banc Sabadell i Grífols. És a dir, en lloc de les 3,2 que pertocaria, hi ha 5 empreses catalanes entre les 20 més grans. Això sense tenir en compte que el capital català (com Caixabanc) té una enorme importància a d’altres empreses grans com Telefónica o REPSOL YPF. I tampoc té en compte les empreses que podrien tenir capital català si el govern de Madrid no ho hagués evitat "porque Endesa no puede tener capital extranjero” (recordeu l'episodi de l'OPA d'Endesa i com el govern espanyol es va evitar que capital català la comprés cosa que va acabar a mans italianes?). Per tant, si l’ambició d’un poble es mesura pel número de grans empreses que hi ha al país (i això és el que sembla suggerir el Sr Molinas), resulta que els Catalans no només no som menys ambiciosos que els espanyols sinó que, aproximadament, som el DOBLE d’ambiciosos que ells. Si ens prenem, doncs, l’argument de Molinas literalment, si el que necessitem és ambició i aquesta ambició es contagia, no només no ens cal quedar-nos a Espanya sinó que hauríem de sortir corrents abans no se’ns encomani la seva falta d’ambició! (*)
Dit això, el César Molinas hauria d'explicar ben bé què vol dir amb això de que les empreses espanyoles són més grans perquè tenen ambició. Si mirem la llista de les grans empreses espanyoles, veiem que moltes d'elles formen part del que ell mateix va qualificar a un altre memorable i brillant article a El Pais de "capitalismo castizo": un capitalisme nociu i parasitari que viu del Boletín Oficial del Estado (beneficiat per regulacions fetes "a la carta", per les adjudicacions d'obra pública, de les portes giratòries i de les relacions personals que es fan a la llotja del Santiago Bernabéu). Segurament té raó el César quan diu que les empreses catalanes s'haurien d'internacionalitzar més. Però crec que ell estarà d'acord amb mí que la via per a fer-ho no és la del "capitalismo castizo espanyol" que ha fet créixer empreses com ACS, Acciona o Sacyr. De fet, el fiasco de Sacyr al canal de Panamà demostra que el suport de l’estat a través dels avals amb diner del contribuents ajuda a aconseguir contractes per a determinades empreses i que, per tant, aquestes no es fan grans gràcies a la bona conducta empresarial sinó a les relacions incestuoses que mantenen amb el poder polític. Si aquesta és l'"ambició" que ens manca als catalans, el què hem de fer no és quedar-nos a Espanya, sinó donar gràcies a Déu per no tenir-la!
Tenim, doncs, que una de les persones més llestes del PSOE ha estat pensant durant uns dies per trobar dues (repeteixo, dues) raons que ens portin a voler quedar-nos a Espanya. I resulta que cap de les dues té validesa. Suposo que la conclusió lògica és que no hi ha cap raó per quedar-nos a Espanya.
Finalment, fa molta pena que el César acusi a tots els ciutadans de Catalunya de ser "menestrals" (cosa que ell mateix defineix com a "amb poca amplitud de mires"). El que és realment menestral és pensar que tenir amplitud de mires és anar a viure a Madrid tot pensant que has anat a parar al centre de l'univers. Tu ets més llest que tot això, César.
(*) Si en lloc d'agafar les 20 primeres, agafem totes les ESPANYOLES de l'Ibex35 (recordeu que Acerinox-Mittal i IAG estan a l'IBEX35 però no són espanyoles, i no està clar que Mediaset i Amadeus ho siguin), aleshores la proporció de catalanes entre les espanyoles és del 16%, exactament el que un esperaria si els catalans fossin igual d'"ambiciosos" que els espanyols i, per tant, l'argument del César segueix sent agafat pels pels.
De los artículos más acertados que he leído sobre el problema Cataluña-España.