El timo de la “Diada” y otras historias delirantesPor Juan Van-Halen Escribo este “post” cuando acaba el 11 de Septiembre, el llamado Día Nacional de Cataluña o “Diada de Catalunya”, como prefieran. La jornada ha transcurrido dentro del clima de siempre: vejaciones a la bandera nacional (la bandera de todos, histórica y constitucional, que debería ser asumida como propia por todos los españoles), agravios al Rey, provocaciones a quienes no coinciden con quienes organizan los desórdenes. Y este año con una novedad: en Badalona, en donde los partidos nacionalistas y de izquierda, incluido el Partido Socialista de Cataluña-PSOE, se negaban a que figurase en el acto la bandera española, no se ha celebrado oficialmente la “Diada”. Su alcalde, el popular Xavier García Albiol, ha defendido la Ley con buen criterio.
Me pregunto que dirá el autor del mismo alcalde que dice que la inmersión lingüistica es necesariaEn las celebraciones de esta Jornada se han prodigado banderas catalanas con el triángulo de la estrella, o sea la “estrellada”, que es una bandera inventada que representa al independentismo catalán. Se da así una curiosa circunstancia: a quienes recuerdan un hecho, según ellos histórico y del cual dicen proceder, no les sirve la vieja bandera del Condado de Barcelona, la que atesora tradición, con los colores del viejo Reino de Aragón, y se inventan una nueva. Hasta ahí llega el disparate histórico de la celebración.
Estrellada no inculto, estelada. Ahora me entero que las banderas habian nacido de la madre naturaleza y nunca se habia inventado. Al menos es más original que la de españa que vino de un concurso y de la marina mercante
He recordado alguna vez que el anterior Gobierno tripartito dedicó varios años 150.000 euros de los Presupuestos públicos a rememorar episodios de la Guerra de Sucesión de hace tres siglos. Sobre este afán memorialista, Carod Rovira, entonces vicepresidente de la Generalidad, declaró: “Se trata de preparar la conmemoración del fin de la Guerra en 2014, y he elegido esta fecha porque hace trescientos años que Cataluña perdió el Estado, y ese sería buen momento para que Cataluña decida si lo quiere recuperar”.
O la de su partido, destinando la segunda partida más grande a organizaciones no públicas al memorial Francisco Franco La afirmación de Carod Rovira es históricamente una patraña, pero en este político, por fortuna desaparecido de la escena, las patrañas o enmascaramientos comienzan por su propia historia personal.
Josep Lluis Carod Rovira nació como José Luis Pérez Díez, hijo del cabo de Carabineros José Luis Pérez Almecija que más tarde ingresó en la Guardia Civil cuando desapareció el Cuerpo de Carabineros en 1940. Al final de la guerra civil Pérez Almecija se movió para conseguir media docena de avales políticos que testificaban su adhesión al levantamiento franquista. El joven Carod Rovira vivió su infancia en el ambiente de las casas-cuarteles de la Benemérita y de muchacho ingresó en el seminario de Tarragona. Su hermano Apel.les Carod Rovira, antes Juan de Dios Pérez Díez, fue nombrado por su hermano “embajador” de Cataluña en París. Todo quedaba en casa.
Vamos, que se quejan de los pobres españoles que no les dejan ser catalanes y no dejan a Carod Rovira ser catalan como le salga de los cojones...muy coherentes. En integración Catalunya lleva años luz cualquier cosa que pueda decir el PP
Y de las patrañas de la historia personal a las patrañas de la Historia con mayúscula. Cataluña nunca “perdió el Estado” de modo que no puede “recuperarlo” porque nunca lo tuvo. Ni hubo guerra alguna entre España y Cataluña, ni en 1701 ni nunca. Ni en el Tratado de Utrecht ni en el posterior de Rastatt se recoge que los territorios del Reino de Aragón, y entre ellos los catalanes, hayan de tener otra legislación que la común.
A la muerte de Carlos II la Guerra de Sucesión enfrentó en España y en otros escenarios europeos a los partidarios de dos pretendientes a la Corona: Felipe de Anjou, al que había elegido como sucesor el Rey según las normas tradicionales en España, y el archiduque austriaco Carlos de Habsburgo que entendía tener derecho a la Corona de España. A Felipe le apoyaba la Francia de su abuelo el Rey Luis XIV y a Carlos su padre el Emperador Romano Germánico Leopoldo I y una coalición de austriacos, ingleses y holandeses, ampliada más tarde a portugueses y saboyanos.
paja paja y paja, que resulta que sólo una monarquia puede ser considerado un territorio libre, ni repúblicas francesas, ni territorios confederados como EUA (si el terrirotio no se llama estado no vale, chincha rabiña). Y lo más importante, para poder ser un país independiente, tienes que haberlo sido antes, entonces España no pude ser un país porque antes de 1492 no lo era En este contexto los ingleses, muy cucos y muy sobrados, ocuparon la plaza de Gibraltar en nombre del archiduque Carlos, y se la quedaron. Contra toda lógica mantienen la Roca en una Unión Europea en la que España y Gran Bretaña son miembros y aliados. La España de Zapatero, por primera vez en trescientos años, admitió al llamado gobierno de Gibraltar como interlocutor, junto a Gran Bretaña y a la propia España. No lo habían hecho antes ni la Monarquía, ni las dos Repúblicas, ni la dictadura. Fue una aportación del dúo Zapatero-Moratinos a nuestra Historia. Supongo que alguien alguna vez enmendará este desatino.
Esto es para partirse. UN territorio que el 99% no quiere ser español y lo reclaman para si. Sin preguntar al puto pueblo. Ni derecho a decidir ni nada. Se puede ser tan patéticoLa guerra, iniciada en 1701, se prolongó hasta 1713 y la ganó Felipe de Anjou que reinaba desde el principio de las hostilidades con el nombre de Felipe V. En 1711 murió el Emperador José I de Habsburgo y fue llamado al trono imperial su hermano el archiduque Carlos, por lo que abandonó sus pretensiones sobre España. En 1713 se firmó el Tratado de Utrecht en el que Barcelona, como integrada en el Reino de Aragón, era parte de la Monarquía de Felipe V. Desde entonces, firmada la paz, no había motivo ni derecho alguno que amparase el empecinamiento bélico de Barcelona. El último episodio de esa contienda, artificialmente prolongada, fue la toma de la ciudad, tradicionalmente llamada “ciudad condal”, el 11 de septiembre de 1714.
Me siento ligado por lazos de familia a aquel hecho de armas. El capitán Mateo Van Halen, intervino en el sitio y toma de Barcelona; siendo una familia de antiguo ligada al Imperio, los Van Halen flamencos optaron por la causa de Felipe V. Vaya usted a saber el motivo, pero por lo que se vio acertaron. El expediente personal del capitán, que fue herido en aquel hecho y que llegó a coronel, se conserva en el Archivo General de Simancas, Sección Secretaría de Guerra, leg.2465, C II, fol. 2.
Más paja para colar a su antepasado como si esto le hiciera más conocedor de la situaciónOtra patraña es el papel que jugó aquel 11 de septiembre de 1714 el “conseller en cap” Rafael Casanova en cuyo monumento se hace cada año en la “Diada”, y se ha hecho otra vez hace unas horas, una ofrenda floral. Casanova se ha convertido en el icono del independentismo catalán pero, como casi todo en esta Historia independentista, es una falsedad.
Poco antes de que Barcelona claudicara ante las tropas de Felipe V, el “conseller en cap” distribuyó un Bando en el que se decía textualmente que “atendiendo la deplorable infelicidad de esta ciudad, en la que hoy reside la libertad de todo el Principado y de toda España” confiaba en que los barceloneses “como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey (se refería al pretendiente archiduque Carlos, que entonces hacia años que había renunciado a su pretensión), por su honor, por la Patria y por la libertad de España”.
Casanova fue perdonado por Felipe V y murió a los 83 años de edad en su ciudad natal, Sant Boi de Llobregat. Se mantuvo el resto de su vida como un digno y noble patriota español, que es lo que había sido siempre. El afán de los nacionalistas por reescribir la Historia supone un timo histórico ya que transforma a quien fue un patriota español en la personificación del independentismo catalán, y nada menos que dentro de una supuesta guerra entre “Estados soberanos” que nunca existió. Los nacionalistas tratan de convertir una contienda entre dos pretendientes a la Corona de España en una guerra entre España y Cataluña. Una desmesura, o algo peor.
Me la pela Rafael de Casanova. Y si tengo que basar mi independencia el el.... No existió nunca el Reino de Cataluña ni una Corona Catalana-Aragonesa. Cataluña era una especie de confederación de Condados a cuyo frente estaba el Conde de Barcelona. La unión de Cataluña y Aragón se produce porque la hija de Ramiro II, Rey de Aragón, Petronila, contrae matrimonio en 1150 con Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona, no Rey de Cataluña. La Reina es Petronila no su marido, que pasa a ser consorte de la Reina. En esta línea, Alfonso II es, en 1164, Rey de la Corona de Aragón, y así hasta Fernando el Católico, casado con Isabel I de Castilla, los Reyes Católicos, que acometen la unidad nacional.
Otra cosa es la existencia de una rama Aragón-Barcelona en aquella Casa Real. Según las costumbres y normas de la época el marido de la Reina Petronila, Ramón Berenguer IV, Conde de Barcelona, queda adscrito a la familia de la esposa y queda sometido al Señor Mayor de la Casa que pasa así a ser también el Señor del marido y de lo que tiene o aporta. El ilustre profesor y académico Manuel Fuertes de Gilbert, con cuya amistad me honro, lo ha resumido con claridad: “Ramón Berenguer pasó a ser un miembro más de la Casa de Aragón y de su linaje con extinción del propio; con ello se inicia en su hijo y sucesor, Alfonso, la Casa de Aragón-Barcelona”. Nada de Reino de Cataluña, ni de Corona Catalana-Aragonesa, ni de Estado Catalán. Esos inventos son para uso interesado de nacionalistas ingenuos o incultos. O ambas cosas. Pero la Historia no es un traje a medida.
No son nuevas estas alteraciones de la realidad histórica por los nacionalismos. Algo similar ocurre en el caso del País Vasco, que nunca tuvo identidad política como tal, ya que se trataba de Vizcaya y de Guipúzcoa, ni mucho menos fue independiente, y siempre permaneció fiel a la Corona de Castilla y luego de España. Decir como se ha dicho, y por gente cuyo rigor debería darse por supuesto, que el Rey Sancho de Navarra era el Rey del País Vasco, cuando esa entidad territorial-política no existía, es un delirio. Sólo cuando Sabino Arana se inventó la patraña histórica, de cuyo hecho se arrepintió por escrito al final de su vida, episodio que sus partidarios desde entonces olvidan, se abrió una espita delirante que aún tiene dolorosas secuelas.
Más paja para acabar rebatiendo...esto no me quita el derecho de pedir la independencia ahora, porque no lo basamos en hechos históricos...que igualmente estan ahíEn el caso catalán hay otras curiosidades. Por ejemplo, en Cataluña la Guerra de la Independencia de 1808 a 1814 se denomina “Guerra contra el francés”, dejando de lado el protagonismo de tantos guerrilleros y militares catalanes en aquella lucha por la independencia de España. Todo por esa desmesura de considerar que Cataluña no puede aparecer como partícipe en una empresa nacional como fue aquella Guerra.
Si el ejercito era francés, no va a ser contra españa....gilipollas! Que culpa tenemos que el Rey de España fuera tan subnormal que dejara pasar las tropas de Napoleón para ir a invadir Portugal? la cara de Napolón cuando aceptaron fué un maximum YAO
Es curioso que los historiadores no se hayan puesto de acuerdo en la denominación de nuestra Guerra de la Independencia. La historiografía británica y la norteamericana emplean comúnmente el término de “Guerra Peninsular”, que es como ya la conocían sus contemporáneos en Gran Bretaña. En Francia se le llama “Guerra de España”, lo que supone un reconocimiento de su importancia, ya que se habla de la “campaña de Rusia” o de la “campaña de Egipto” sin otorgarles la consideración de guerras. En la bibliografía en lengua española, a uno y otro lado del Océano, en la década inmediata a su finalización, aparece como “Guerra contra Napoleón” o “Guerra contra Bonaparte”, y ya más que mediado el siglo XIX, como Guerra de la Independencia. Antes ya de la conmemoración del primer centenario, en 1908, se popularizó definitivamente, y así lo acoge la historiografía española, el nombre de Guerra de la Independencia con el que hoy la conocemos.
Pero lo sorprendente es que no haya unanimidad dentro de la propia España sobre esta denominación. En la mayoría de las obras debidas a historiadores catalanes, y en el plan de estudios de los muchachos en Cataluña, por motivos políticos evidentes, se le denomina “Guerra contra el francés”. Que la historiografía catalana y los planes de estudio en Cataluña se pongan de perfil y no se avengan a llamar a la Guerra de la Independencia lo que es, o sea Guerra de la Independencia, es lamentable, y más aún si tenemos en cuenta que el movimiento guerrillero, columna vertebral de la lucha por la independencia nacional, contó con muy significados catalanes, como Barceló, Baget, Clarós, Eroles, Manso, Milans del Bosch, Rovira y Llobera, entre tantos. La mayoría pasaron de improvisados guerrilleros, muchos de ellos rústicos, a ostentar la faja de generales.
Llamar en Cataluña a la Guerra de la Independencia “Guerra contra el francés” refleja un afán de apostar por la diferencia que repercute en la formación de las futuras generaciones. Claro que después del delictivo empecinamiento en no cumplir las sentencias de los Tribunales sobre bilingüismo por parte de quienes están obligados, como autoridades del Estado, a cumplirlas, uno no se sorprende de casi nada.
La denominación de “Guerra contra el francés” no resulta justa ni históricamente cierta por esa generalización sobre los franceses. Hubo no pocos militares franceses de nacimiento u origen que, enemigos de la Revolución y de Napoleón, que era su consecuencia, lucharon en España contra los imperiales. Bastantes de ellos alcanzaron el generalato: Bassecourt, Saint-Marcq, Bessières, Balanzat, el conde de Espagne, Coupigny, vencedor en Bailén con Castaños, o De Fournas, que se distinguió en el sitio de Gerona, y muchos personajes más.
Pero los acontecimientos que se vivieron en España entre 1808 y 1814 conformaron mucho más que una guerra por la independencia nacional, amenazada por el Emperador Napoleón, que era entonces el amo del mundo y repartía coronas a su antojo. Fue, al tiempo que una guerra convencional, una Revolución. Tempranamente, en 1835, el Conde de Toreno comenzó la publicación de los cinco gruesos volúmenes de su magna obra “Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España”. Y acertó en el título. Levantamiento de un pueblo, Guerra en defensa de su identidad, y Revolución por la conquista de su soberanía.
O sea, luchamos contra los franceses y no podemos denominarlo guerra del francés. Si este termino también está acuñado en España en algunos casos. En todo caso este tio se olcida que Catalunya, con tal de no estar con España perteneció de Facto a Francia en ese periodo, ya que Napoleón esperaba que Catalunya, con sus ansias de independentismo (Oh! ahora resulta que el independentismo nace en el siglo XX) se uniera contentaa Francia...y digo yo que Napoleón debía pensar eso por alguna razón, o fueron los independentistas que le comieron la cabeza? Luego resulta que aguantar su puto ejercito era más incomodo que aguantar a los españoles. Pues a la puta calle. Guerra de la independencia? eso será para vosotros. La nuestra, aún no ha terminadoLa vieja nación española accedió entre 1808 y 1814, con no poco sacrificio, a ser depositaria de su destino al residenciarse en el pueblo la soberanía nacional, gracias a la Constitución de Cádiz de 1812. Una de las primeras decisiones de la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, reunida ya en el otoño de 1808, primero en Aranjuez, luego en Sevilla y más tarde en Cádiz, fue la de convocar Cortes para dotar a España de una Constitución. La historia del constitucionalismo español no ha sido nada fácil. Absolutismos y dictaduras han quebrado durante largos periodos la normalidad constitucional, que se recuperó al aprobar los españoles la Constituciónde 1978, que algunos se pasan por la entrepierna. Y no pasa nada. Siempre pasa nada.
Si, concretamente su partido y el partido que critica (PSOE) se la han pasado por la entrepierna y el ojete...y no pasa nada. Siemrpe pasa nada.En aquella empresa nacional no estuvo ajena, ni mucho menos, Cataluña. La soberanía que se alcanzó afectó también a los catalanes, que pasaron de súbditos a ciudadanos, como todos los españoles.
Pero esas “curiosidades” históricas afectan a otras épocas. Se escamotea el protagonismo catalán en muchos episodios históricos nacionales a través de los siglos. Por ejemplo, por acudir al siglo XIX, parte de la historiografía en Cataluña pasa de puntillas por la heroica participación de los voluntarios catalanes, al mando del general Juan Prim y Prats, nacido en Reus, en la primera Guerra de África, con acciones tan relevantes como las batallas de Tetuán, Castillejos y Wad Ras.
Otra vez las “patrañas histéricas” desbordan la llamada “memoria histórica”. Se confunde lo que se desea que hubiese ocurrido con lo que realmente ocurrió. Luis Cernuda tituló una de sus grandes obras poéticas “La realidad y el deseo”. Pues eso.
PD/
Hoy me he dejado llevar en el “post” por el tirón del historiador de vocación y ejercicio. El panorama nacional me produce cierto desencanto en estas largas vísperas electorales. Asistir a la lucha entre el doctor Jekyll y mister Hyde, o sea entre el Rubalcaba candidato y el Rubalcaba ministro de González y ministro y vicepresidente de Zapatero, es ya aburrido. Esa lucha supone un ejercicio de desmemoria que a cualquiera le abrumaría menos al protagonista, que parece sentirse cómodo en sus permanentes rectificaciones a sí mismo.Lo último (por el momento): en 2007 mister Hyde-Rubalcaba justificó suprimir el impuesto de Patrimonio porque “penaliza el ahorro”, “es absurdo y no afecta a las fortunas más importantes” y “su supresión garantiza la igualdad de los españoles”. Ahora el doctor Jekyll-Rubalcaba apremia al pobre Zapatero, con los argumentos contrarios, para que recupere ese impuesto. “¡Y a chufla lo toma la gente / y a mí me da pena…!” escribió José Carlos de Luna sobre “El Piyayo”. Qué chufla y qué pena, Alfredo P.Este hombre, basa nuestro independentismo con la historia y la diada como representación de esta historia. Nos quiere hacer creer que inventamos la historia cuando la historia la escriben los vencedores...que no lo somos precisamente.
LO que no se entera, es que la diada representa el dia que perdimos el autogobierno y nuestros derechos forales. Derechos que aspiramos a conseguir dentro o fuera de España. Y como no nos dejan, pues será fuera, tarde o temprano