El Madrid hizo algo más que ganar en Valencia: ganó tres veces, tantas como se vio empatado. Tiene mérito esa insistencia en Mestalla. Exige triplicarse, exprimirse los pulmones como se retuerce una toalla mojada, correr sin medida, presionar, esquivar a Marchena, mantenerse unidos por una cuerda invisible y, en última instancia, jugar y creer. Ni el Valencia ni su estadio permiten menos.
Contra esa fuerza chocó el anfitrión. Contra la versión más esforzada del Madrid. No hubo nada galáctico sobre el campo, entendido como remilgado y arrogante, que es como se entiende la galaxia en muchas plazas rivales. Al contrario: el Madrid fue obrero en la pelea y ambicioso en el espíritu, porque lo que diferencia a este equipo de versiones anteriores es su empeño absoluto por dominar los partidos. No se negocia otra posición. Y esto se le apunta, conste, a Pellegrini.
Que el Madrid se dejó jirones lo demuestra que Pepe perdiera un ligamento por el camino. No fue culpa de nadie, sólo el precio que se cobran los partidos tan grandes; para que recordemos la fecha, los meses que han pasado.
La primera batalla que ganó el Madrid se libró en el mediocampo. En esa zona se impusieron Lass, Xabi, Marcelo y Van der Vaart. Más que los nombres, la novedad fue el número. Los cuatro participaron en un trabajo que anoche fue a brazo partido y a pierna subastada. Albelda y Marchena no bastaron para contener esa marea y Banega no resultó respuesta suficiente. Y sin suministros, el ataque valencianista quedó desconectado, Villa como Robinson Crusoe.
Dinamita.
El siguiente terreno lo conquistó la delantera. Tanto Benzema como Higuaín completaron una actuación excelente y confirmaron que existe entre ellos un lazo especial, más estrecho cuanto más arrecian las bombas. Quizá por ser delanteros muy físicos ayer se sintieron en su salsa: partido para chocar, para proteger y escaparse. Partido con espacios.
Si la efectividad de Higuaín es cosa demostrada, ayer sorprendió el compromiso de Benzema, interesadísimo por todo, sonriente a ratos y profundo en sus incursiones por la izquierda. Así nació la primera oportunidad del Madrid y así se fueron repitiendo ocasiones hasta que Higuaín cabeceó a placer para anotarse el primero.
El Valencia contestó de inmediato. Pudo marcar Navarro pero lo hizo Villa, de cabeza, favorecido por el vuelo a ninguna parte de Casillas, que al menos compuso la figura de Supermán sobre el cielo de Metrópolis.
Una mayoría de visitantes hubiera desfallecido, pero el Madrid prosiguió. Higuaín culminó una aventura de Marcelo para conseguir el segundo. Y cuando muchos equipos locales se hubieran rendido, Joaquín volvió a empatar, otra vez con la inestimable colaboración de Casillas, que ayer vestía raro.
Entonces resurgió el Madrid, el de siempre, al que conviene respetar en los pronósticos y en los vídeos humorísticos. Xabi sacó una falta en dirección a la olla y desde allí cabeceó Garay, relevo de Pepe, pese al placaje de Marchena.
Fue el tercer triunfo en el mismo partido, la justa victoria de quien jugó más y sufrió mejor.
El detalle: podría estar a dos del Barça el sábado
Tras los partidos de anoche, el Barcelona saca cinco puntos al Madrid en la Liga. Esa diferencia puede quedar recortada a sólo dos puntos el próximo sábado si el Madrid vence al Zaragoza, ya que los azulgrana adelantaron su partido (contra el Xerez) por disputar el Mundialito.