jorobadoblanco escribió:Pero si digo que espesar de las diferencias físicas y hormonales (que por cierto están claras por cientos de estudios) no se aprecian demasiadas diferencias de comportamiento o en las capacidades intelectuales de uno y otro sexo, ¿Que estoy diciendo que no digas?, arriba tienes un estudio pero hay cientos.Cani1710 escribió:Panceto el viudo escribió:Cani1710 escribió:jorobadoblanco escribió:http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&cad=rja&ved=0CEIQFjAC&url=http%3A%2F%2Fcettenerife.org%2Fdescargas%2Fcerebro_de_hombre_y_mujer_2.pdf&ei=TMH3Up4jg8_RBazHgJgC&usg=AFQjCNH4vLKukHHjjyvAmwGqajjL6w4kxQ&sig2=S190g2ie9KC1bo03k1Gc3g&bvm=bv.60983673,d.bGQ
Parece que hay ciertas diferencias entre el cerebro de hombre y mujer pero que no generan grandes diferencias en el comportamiento ni en el nivel intelectual, los hombres y las mujeres no podemos ser nunca iguales excepto en un plano político y legislativo en lo demás (menos mal) tenemos nuestras diferencias unas más evidentes que otras.
Las mujeres son también responsables del machismo social y la diferenciación de roles, en el fondo paradójicamente siempre fue un mecanismo de autoprotección, son las madres las que empiezan dándole esa educación a los hijos.
El que no sepa o no pueda disfrutar de una mujer libre de sus actos que se joda.
Por último un consejo, los inventos como las redes sociales son una forma de afeminar hombres y volverlos consumistas, jamás he usado el Facebook, twenti o Whatsapp y estas pequeñas, lúdicas e instructivas intervenciones del foro o alguna opinión en algún diario son mis aportaciones a las redes sociales, cuando quiero comunicarme con alguien de confianza hablo con él o ella y punto y cuando me gusta una mujer le entro y le rompo las tibias o lo que haga falta como haría nuestro amigo Pepe el Mártir, esa necesidad de comunicación no es propia de hombres, normalmente ni si quiera en el trabajo aunque ahí el móvil y el correo resultan imprescindibles.
Pero porque haces demagogia extrapolando a cosas que no tienen nada que ver?
Por que un niño no nace sin condicionantes cultural y social, esos condicionantes mentales ya se van formando desde el embarazo, el niño en proceso de creación recibe influencias de la madre. Si la madre es maltratada el niño nacido tendrá características por esto y otras cosas. La mayoría de estos estudios se hacen por vía de tomas de medidas y se generalizan, y sus evidencias son pocas concluyentes siempre. Además se olvida el tema evolutivo, los modos de vida hacen que el cerebro y el cuerpo evolucionen de formas diferentes, como dije atrás, pides a mujeres que hagan cosas de hombres como si tuvieran el mismo modo de vida en toda la historia humana.
Respuesta al estudio que copio Jorobado:
Seguimos pues como al principio. Estas diferencias, ¿son intrínsecas como el sexo o el resultado de una adaptación social, incluso milenaria?
Los partidarios de la psicología conductista han intentado explicar esas distintas orientaciones sexuales a través de los estadios más primitivos de la especie humana. El hombre primitivo habría salido con otros a la caza, labor que exigiría una fuerte cooperación, visión de conjunto y aplicación de la lógica formal, cualidades que habría ido desarrollando con los años hasta convertirse en mutaciones. Por el contrario, la mujer, relegada a la “cueva” (o en todo caso a un ambiente más fuertemente social) para la cría de los niños, estaría habituada a captar situaciones más complejas simultáneamente, lo que desarrollaría en ella habilidades como manejarlas, o una fuerte insolidaridad entre las de su misma especie.
Posteriormente, ya en una fase de sedentarismo, las mujeres se habrían dedicado a la agricultura, mientras que los hombres continuaban con su primitiva dedicación de la caza mediante la práctica de la guerra. Entonces, las mujeres (recolectoras) habrían tendido a ser más conscientes de los objetos situados en su entorno y se fijarían más en la posición de las cosas; los hombres (cazadores), en cambio, utilizarían estrategias de orientación basadas en conceptos como la distancia y la situación respecto a los puntos cardinales. Estas diferencias están relacionadas con actividades diferentes en las mitades izquierda y derecha del cerebro, o hemisferios.
De hecho, han tenido éxito algunos bestsellers recientes basados en estas concepciones, pero la verdad es que no nos quedamos satisfechos totalmente con esa explicación conductista. De hecho, sí existen diferencias entre ambos cerebros, y parece imprescindible fijarnos en ellas como posibles claves de los comportamientos sexuales.
Hay opiniones para todos los gustos, pero tanto unas como otras adolecen demasiado a menudo de intencionalidad. Es frecuente ver aseveraciones aparentemente científicas en las que se contrapone a cada dato que suponga puntos a favor de un sexo otro que los suponga a favor del otro.
En realidad, podríamos decir que la cuestión es insoluble, como en el caso del deportista de pentatlón. Puestos a establecer una “competición”, las cualidades de un sexo podrán siempre quedar compensadas por las del otro… o discutirse incluso si éstas son realmente cualidades o el simple reflejo de un modo de ver las cosas.
Renunciemos, pues, a todo afán competitivo y limitemos a lo que ya sabíamos: que unos y otros son distintos. El realismo impone establecer patrones igualitarios, pero no como resultado de una medición, sino de una simple consideración de la personas como seres humanos, sea cualquiera la forma, raza, color o sexo en que éste se manifieste exteriormente.
Es imposible dejar de mencionar, como una diferencia significativa, el actual papel de la mujer en la sociedad, que sigue siendo muy distinto al del hombre, y en la mayoría de los casos subordinado a éste. ¿Cuáles son las razones?
La respuesta feminista es inmediata: la tradicional sujeción de la mujer al varón ha acabado creando una situación de dependencia, que será muy difícil erradicar. Sin embargo, ésta no es una respuesta científica. ¿Existen leyes intrínsecas que fijan inevitablemente esa subordinación? ¿O se trata de un problema no de rol sino de actitud, de que el varón considera automáticamente el rol femenino como “inferior” al suyo? Yendo un paso más allá, ¿no se tratará todo de una fachada aparente, una comedia desempeñada por unos y otras, pero que esconde una red de dominaciones no aparente pero cierta? Seguro que muchos, tanto varones como mujeres, darían esa respuesta.
La respuesta, un tanto desoladora, es que no hay evidencias científicas que señalen una mejor “dotación” para unos u otras, ni tampoco que las señalen en contra. El maremágnum de objeciones contra cualquier asomo de decubrimiento de alguna cualidad presente sólo en uno de los sexos en tan apabullante que hace imposible pronunciarse con rigor.
La mujer se va incorporando gradualmente a actividades tradicionalmente consideradas propias de los hombres, por lo que toda estadística basada en los porcentajes respectivos de presencia es hoy por hoy irrelevante, por cuanto refleja sólo un estado de transición hacia una situación de normalidad. Será muy interesante ver, cuando se alcance, los porcentajes en que se estabilizarán ambas presencias.
Una pregunta que se nos hace a menudo a los miembros de Mensa es por el porcentaje de mujeres en el club, y cuando la respuesta es el 20 %, surge el deseo de saber el por qué.
Bueno, ante todo hay que decir que hace veinte años, cuando empecé a presidir la sociedad, era sólo de un 10 %, cifra por cierto similar a la que he observado en otras con las que tengo relación, desde la Sociedad de Onomástica al Club de Fútbol Barcelona, por dar dos ejemplos muy dispares. La respuesta es sencilla: la mujer está integrándose en la vida cultural y asociativa, y existen unos factores inerciales de siglos que no se pueden negligir. Sin embargo, este paso del 10 % al 20 % indica un progreso en la equiparación de los dos sexos.
Pero en el caso de Mensa pudiera haber además otro factor intrínseco, que es el propio tipo de tests utilizados para el ingreso en la asociación. En principio éstos tienen como objetivo “medir” la inteligencia, pero, por simples limitaciones logísticas, es claro que resulta mucho más fácil someterse aun test consistente en resolver unas pruebas sentado en una mesa que discernir entre una multitud de estímulos simultáneos cuáles deben ser seleccionados. Las pruebas de Mensa suelen ser de corte lógico-matemático, y ya hemos dicho que en esta actividad, concentrada en el hemisferio cerebral izquierdo, destacan más los varones.
Pero eso esta claro, yo no discuto esto, yo lo que discuto es de donde vienen esas diferencias, no son creadas de la nada, no vienen por naturaleza, viene por un proceso histórico, un proceso social. Claro que hay diferencias biologicas, como también puede ocurrir entre un hombre con otro hombre, esa igualdad es irreal.