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Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
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Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Catalanes???????
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Aye- Campeón del mundo
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- Mensaje n°27
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Fingol escribió:Dejo aquí una píldora... (está en pdf en la red)
1. El flanco derecho
Estaba allí, de pie sobre la colina, y al fondo ardía Sbodonovo. Estaba allí, pequeño y gris
con su capote de cazadores de la Guardia, rodeado de plumas y entorchados, gerifaltes y edecanes,
maldiciendo entre dientes con el catalejo incrustado bajo una ceja, porque el humo no le dejaba ver
lo que ocurría en el flanco derecho. Estaba allí igual que en las estampas iluminadas, tranquilo y
frío como la madre que lo parió, dando órdenes sin volverse, en voz baja, con el sombrero calado,
mientras los mariscales, secretarios, ordenanzas y correveidiles se inclinaban respetuosamente a su
alrededor. Sí, Sire. En efecto, Sire. Faltaba más, Sire. Y anotaban apresuradamente despachos en
hojas de papel, y batidores a caballo con uniforme de húsar apretaban los dientes bajo el
barbuquejo del colbac y se persignaban mentalmente antes de picar espuelas y salir disparados
ladera abajo entre el humo y los cañonazos, llevando las órdenes, quienes llegaban vivos, a los
regimientos de primera línea. La mitad de las veces los despachos estaban garabateados con tanta
prisa que nadie entendía una palabra, y las órdenes se cumplían al revés, y así nos lucía el pelo
aquella mañana. Pero él no se inmutaba: seguía plantado en la cima de su colina como quien está
en la cima del mundo. Él arriba y nosotros abajo viéndolas venir de todos los colores y tamaños.
Le Petit Caporal, el Pequeño Cabo, lo llamaban los veteranos de su Vieja Guardia. Nosotros lo
llamábamos de otra manera. El Maldito Enano, por ejemplo. O Le Petit Cabrón.
Le pasó el catalejo al mariscal Lafleur, siempre sonriente y untuoso, pegado a él como su
sombra, quien igual le proporcionaba un mapa, que la caja de rapé, que le mamporreaba sin
empacho fulanas de lujo en los vivacs, y blasfemó en corso algo del tipo sapristi de la puttana di
Dio, o quizá fuera lasaña di la merda di Milano; con el estruendo de cañonazos era imposible
cogerle el punto al Ilustre.
-¿Alguien puede decirme -se había vuelto hacia sus edecanes, pálido y rechoncho, y los
fulminaba con aquellos ojos suyos que parecían carbones ardiendo cuando se le atravesaba algo en
el gaznate- qué diablos está pasando en el flanco derecho?
Los mariscales se hacían de nuevas o aparentaban estar muy ocupados mirando los mapas.
Otros, los más avisados, se llevaban la mano a la oreja como si el cañoneo no les hubiera dejado
oír la pregunta. Por fin se adelantó un coronel de cazadores a caballo, joven y patilludo, que había
estado abajo: ida y vuelta y los ojos como platos, sin chacó y con el uniforme verde hecho una
lástima, pero en razonable estado de salud. De vez en cuando se daba golpecitos en la cara tiznada
de humo porque aún no se lo creía, lo de seguir vivo.
-La progresión se ve entorpecida, Sire.
Aquello era un descarado eufemismo. Era igual que, supongamos, decir: «Luis XVI se cortó
al afeitarse, Sire». O: «el príncipe Fernando de España es un hombre de honestidad discutible,
Sire». La progresión, como sabía todo el mundo a aquellas alturas, se veía entorpecida porque la
artillería rusa había machacado concienzudamente a dos regimientos de infantería de línea a
primera hora de la mañana, sólo un rato antes de que la caballería cosaca hiciera filetes,
literalmente, a un escuadrón del Tercero de Húsares y a otro de lanceros polacos. Sbodonovo
estaba a menos de una legua, pero igual daba que estuviese en el fin del mundo. El flanco derecho
era una piltrafa, y tras cuatro horas de aguantar el cañoneo se batía en retirada entre los rastrojos
humeantes de los maizales arrasados por la artillería. No se puede ganar siempre, había dicho el
general Le Cimbel, que mandaba la división, cinco segundos antes de que una granada rusa le
arrancara la cabeza, pobre y bravo imbécil, toda la mañana llamándonos muchachos y valientes
hijos de Francia, tenez les gars, sus y a ellos, la gloria y todo eso. Ahora Le Cimbel tenía el cuerpo
tan lleno de gloria como los otros dos mil infelices tirados un poco por aquí y por allá frente a las
arruinadas casitas blancas de Sbodonovo, mientras los cosacos, animados por el vodka, les
registraban los bolsillos rematando a sablazos a los que aún coleaban. La progresión entorpecida.
Agárreme de aquí, mi coronel.
-¿Y Ney? -el Ilustre estaba furioso. Por la mañana le había escrito a Nosequién que esperaba
dormir en Sbodonovo esa misma noche, y en Moscú el viernes. Ahora se daba cuenta de que
todavía iba a tardar un rato-. ¿Qué pasa con Ney?
Aquella era otra. Las tropas que mandaba Ney habían tomado tres veces a la bayoneta, y
vuelto a perder en memorable carnicería -línea y media en el boletín del Gran Ejercito al día
siguiente-, la granja que dominaba el vado del Vorosik. Por allí se nos estaban colando los
escuadrones de caballería rusos uno tras otro, como en un desfile, todos invariablemente rumbo al
flanco derecho. Que a esas horas aún se llamaba flanco derecho como podría llamarse Desastre
Derecho o Gran Matadero Según Se Va A La Derecha.
Entonces, empujando una gruesa línea de nubes plomizas que negreaba en el horizonte, un
viento frío y húmedo empezó a soplar desde el este, abriendo brechas en la humareda de pólvora e
incendios que cubría el valle. El Ilustre extendió una mano, requiriendo el catalejo, y oteó el
panorama con un movimiento semicircular -el mismo que hizo ante la rada de Abukir cuando dijo
aquello de «Nelson nos ha jodido bien»- mientras los mariscales se preparaban lo mejor que
podían para encajar la bronca que iba a caerles encima de un momento a otro. De pronto el catalejo
se detuvo, fijo en un punto. El Enano apartó un instante el ojo de la lente, se lo frotó, incrédulo, y
volvió a mirar.
-¿Alguien puede decirme qué diantre es eso?
Y señaló hacia el valle con un dedo imperioso e imperial, el que había utilizado para señalar
las Pirámides cuando aquello de los cuarenta siglos o -en otro orden de cosasel catre a María
Valewska. Todos los mariscales se apresuraron a mirar en aquella dirección, e inmediatamente
brotó un coro de mondieus, sacrebleus y nomdedieus. Porque allí, bajo el humo y el estremecedor
ronquido de las bombas rusas, entre los cadáveres que el flanco derecho había dejado atrás en el
desorden de la retirada, en mitad del infierno desatado frente a Sbodonovo, un solitario, patético y
enternecedor batallón con las guerreras azules de la infantería francesa de línea, avanzaba en buen
orden, águila al viento y erizado de bayonetas, en línea recta hacia el enemigo.
Hasta el Ilustre se había quedado sin habla. Durante unos interminables segundos mantuvo la
vista fija en aquel batallón. Sus rasgos pálidos se habían endurecido, marcándole los músculos en
las mandíbulas, y los ojos de águila se entornaron mientras una profunda arruga vertical le surcaba
el entrecejo, bajo el sombrero, como un hachazo.
-Se han vu-vuelto lo-locos -dijo el general Labraguette, un tipo del Estado Mayor que
siempre tartamudeaba bajo el fuego y en los burdeles, porque en la campaña de Italia lo había
sorprendido un bombardeo austríaco en una casa de putas-. Completamente lo- locos, Si-Sire.
El Enano mantuvo la mirada fija en el solitario batallón, sin responder. Después movió lento
y majestuoso la augusta cabeza, la misma -evidentemente- en la que él mismo se había ceñido la
corona imperial aquel día en Nótre Dame, tras arrancarla de las manos del papa Clemente VII,
inútil y viejo chocho, ignorante de con quién se jugaba los cuartos. Fíate de los corsos y no corras.
Que se lo preguntaran, si no, a Carlos IV el ex-rey de España. O a Godoy, aquel fulano grande y
simpaticote con hechuras de semental. El macró de su legítima.
-No -lijo por fin en voz baja, en un tono admirado y reflexivo a la vez-. No son locos,
Labraguette -el Petit se metió una mano entre los botones del chaleco, bajo los pliegues del capote
gris, y su voz se estremeció de orgullo-. Son soldados, ¿comprende?... Soldados franceses de la
Francia. Héroes oscuros, anónimos, que con sus bayonetas forjan la percha donde yo cuelgo la
gloria... -sonrió, enternecido, casi con los ojos húmedos-. Mi buena, vieja y fiel infantería.
Iluminada fugazmente desde su interior por los relámpagos de las explosiones, la humareda
del combate ocultó por un momento la visión del campo de batalla, y todos, en la colina, se
estremecieron de inquietud. En aquel instante, la suerte del pequeño batallón, su epopeya osada y
singular, la inutilidad de tan sublime sacrificio, acaparaban hasta el último de los pensamientos.
Entonces el viento arrancó jirones de humo abriendo algunos claros en la humareda, y todos los los pechos galoneados de oro, alamares y relucientes botonaduras, todos los estómagos bien
cebados del mariscalato en pleno, exhalaron al unísono un suspiro de alivio. El batallón seguía allí,
firme ante las líneas rusas, tan cerca que en poco tiempo llegaría a distancia suficiente para cargar
a la bayoneta.
-Un hermoso su-suicidio -murmuró conmovido el general Labraguette, sorbiéndose con
disimulo una lágrima. A su alrededor, los otros mariscales, generales y edecanes asentían graves
con la cabeza. El heroísmo ajeno siempre conmueve una barbaridad.
Aquellas palabras rompieron el estado de hipnosis en que parecía sumido el Ilustre.
-¿Suicidio? -dijo sin apartar los ojos del campo de batalla, y soltó una breve risa sarcástica y
resuelta, la misma del 18 Brumario, cuando sus granaderos hacían saltar por la ventana a los
padres de la patria pinchándolos con las bayonetas en el culo-. Usted se equivoca, Labraguette. Es
el honor de Francia - miró a su alrededor como si despertara de un sueño y alzó una mano-. ¡Alaix!
El coronel Alaix, que coordinaba las misiones de enlace, dio un paso al frente y se quitó el
sombrero. Era un individuo de ascendencia aristocrática, relamido y pulcro, que lucía un aparatoso
mostacho rizado en los extremos.
-¿Sire?
-Averígüeme quiénes son esos valientes.
-Inmediatamente, Sire.
Alaix montó a caballo y galopó ladera abajo, mientras todos en la colina se mordían los
galones de impaciencia. Al poco rato estaba de vuelta, sin aliento, con un agujero en mitad de la
escarapela tricolor que lucía en el emplumado sombrero. Saltó del caballo antes de que este se
detuviera encabritado entre una nube de polvo, imitando la pose del jinete de cierto conocido
cuadro de Gericault. Alaix tenía fama de numerero y fantasma, y nadie lo tragaba en el Estado
Mayor. A todos los mariscales les habría encantado verlo partirse una pierna al desmontar.
El Ilustre lo fulminaba con la mirada, impaciente.
-¿Y bien, Alaix?
-No se lo va a creer, Sire -el coronel escupía polvo al hablar-. No se lo va a creer.
-Lo creeré, Alaix. Desembuche.
-No se lo va a creer.
-Le aseguro que sí. Venga.
-Es que es increíble, Sire.
-Alaix -el Ilustre daba impacientes golpecitos sobre el cristal del catalejo-. Le recuerdo que
al duque de Enghien lo hice fusilar por menos de eso. Y que con esa mierda de flanco derecho
deben de quedar cantidad de vacantes de sargento de cocinas...
Los generales se daban con el codo y sonreían, cómplices. Ya era hora de que le metieran un
paquete a aquel gilipollas. Alaix suspiró ho ndo, hundió la cabeza entre los entorchados de los
hombros y se miró la punta del sable.
-Españoles, Sire.
El catalejo fue a caer entre las botas del Ilustre. Un par de mariscales de Francia se
abalanzaron a recogerlo, con presencia de ánimo admirable pero estéril. El Enano estaba
demasiado boquiabierto para reparar en el detalle.
-Repita eso, Alaix.
Alaix sacó un pañuelo para secarse la frente. Le caían gotas de sudor como puños.
-Españoles, Sire. El 326 batallón de Infantería de Línea, ¿recuerda?... Voluntarios. Aquellos
tipos que se alistaron en Dinamarca.
Como obedeciendo a una señal, todos cuantos se hallaban en lo alto de la colina miraron de
nuevo hacia el valle. Bajo los remolinos de humo, en filas compactas entre las que relucían sus
bayonetas, haciendo caso omiso del diluvio de fuego que levantaba surtidores de tierra y metralla a
su alrededor, marchando a través de los rastrojos de maizal sembrados de cadáveres, el 526
batallón de Infantería de Línea -o sea, nosotros- proseguía imperturbable su lento avance solitario
hacia los cañones rusos.
Relato muy bonito y con un tono muy canalla. Supongo que me hubiera emocionado si despertara algún sentimiento patrio en mi
Aye- Campeón del mundo
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- Mensaje n°28
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
NO. escribió:Catalanes???????
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Micafox- Jugador revelación
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- Mensaje n°29
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye- Campeón del mundo
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- Mensaje n°30
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Micafox escribió:no me rompas mi nuevo mitoAye escribió:repito, eso no eran guerreros. Eran lo más bajo de la escala del ser humano. Eran animales puros y duros
como he dicho antes, y copiando lo que dijeron los americanos de Manuel Noriega.
Eran unos hijos de puta pero eran nuestros hijos de puta
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Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye escribió:NO. escribió:Catalanes???????
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- Mensaje n°32
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
noNO. escribió:Aye escribió:NO. escribió:Catalanes???????
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Bueno, pero al menos no son los cojones de una francesa gorda
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- Mensaje n°33
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye escribió:noNO. escribió:Aye escribió:NO. escribió:Catalanes???????
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- Mensaje n°34
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
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- Mensaje n°35
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
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- Mensaje n°36
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
NO. escribió:Aye escribió:NO. escribió:Aye escribió:noNO. escribió:Aye escribió:NO. escribió:Catalanes???????
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esta la has leido y has estado todo el dia pensando. Venga a quien se la puedo decir y así sentirme el rey del foro
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- Mensaje n°37
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye escribió:NO. escribió:Aye escribió:NO. escribió:Aye escribió:noNO. escribió:Aye escribió:NO. escribió:Catalanes???????
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No, he estado con mi pareja precisamente
Aye- Campeón del mundo
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- Mensaje n°38
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
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joder, pues centrate en ella en vez de estar pensando en gilipolleces pa soltar en un foro
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- Mensaje n°39
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
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Iniesta- Campeón del mundo
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- Mensaje n°40
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
siempre veo tochos de aye sobre catalanes pero nunca me entero ya que paso de leer semejantes tochos , alguien me explica un poco?? (la familia de mi abuelo eran de barcelona, lo mismo me interesa )
Fingol- Campeón del mundo
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- Mensaje n°41
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
II. El 326 de Línea
Hasta ese momento habíamos tenido suerte: las granadas rusas pasaban altas, roncando sobre
nuestros chacós, con una especie de raaas-zaca parecido al rasgarse de una tela, antes de reventar
con un ruido sordo, primero, y algo parecido a una pila de objetos de hojalata cayéndose después.
Cling clang.
Hacían como cling clang y eso era lo malo, porque en realidad el ruido lo levantaba la
metralla saltando de acá para allá: algo muy desagradable. Y aunque aún no habíamos tenido
impactos directos sobre la formación, de vez en cuando alguno de nosotros lanzaba un grito,
llamaba a su madre o blasfemaba, yéndose al suelo con una esquirla en el cuerpo. Poca cosa, de
todos modos; apenas seis o siete heridos que, en su mayor parte, se incorporaban cojeando a las
filas. Era curioso. Otras veces, al primer rasguño que justificara el asunto, cualquiera de nosotros
se quedaba tumbado, dispuesto a quitarse de en medio. Pero aquella mañana, en Sbodonovo, nadie
que pudiera tenerse en pie se quedaba atrás. Hay que ver lo que son las cosas de la vida.
Había un humo de mil diablos, y nos estrechábamos cada uno contra el hombro del
compañero, apretando los dientes y las manos crispadas en torno al fusil con la bayoneta calada.
Raas-taca-bum-cling-clang una y otra vez, y nosotros procurando mantener el paso y la formación
a pesar de lo que estaba cayendo. Varias filas por delante veíamos el sombrero del capitán García,
buen tipo, un chusquero valiente, pequeñajo y duro como la madre que lo parió, de Soria, con
aquellas patillas enormes, de boca de hacha, que casi le tapaban la cara.
Raas-zaca-bum-cling-clang. Llevaba el sable en alto y de vez en cuando se volvía a gritarnos algo,
pero con aquel jaleo no se oía un carajo, mi capitán, lo único que teníamos claro era adónde
i'bamos y para qué. A esas alturas suponíamos que los franchutes y los rusos y hasta el emperador
de la China habrían visto ya nuestra maniobra y que algo tenía que pasar, pero con tanto humo y
tanta leche no teníamos forma de saber lo que ocurría alrededor. Menos mal que a los artilleros
ruskis debía de habérseles ido la mano con el vodka, porque tiraban fatal, y nosotros, los del
segundo batallón del 326 de Línea, agradecíamos el humo que nos protegía un poco de vez en
cuando.
Raaas-taca-bum. Tanto va el cántaro a la fuente. Cling-clang. La primera granada que nos
acertó de lleno hizo un agujero en el ala izquierda de la formación y convirtió en casquería surtida
al sargento Peláez y a dos fulanos de su pelotón. Pobre sargento. Todo aquel largo camino, de
Écija a Dinamarca por la antigua ruta de los Tercios, y la encerrona de Seelandia, y el campo de
prisioneros, y Europa a pinrel para terminar palmando frente a Sbodonovo como un idiota, con el
Enano y sus mariscales allá atrás en la colina, mirándote por el catalejo. En julio de 1808, cuando
el primer motín de la División del Norte contra las tropas francesas -hasta ese momento aliadas-,
fue Peláez quien le voló el cerebro de un pistoletazo al comandante Dufour, el gabacho adjunto,
que era un perfecto cantamañanas. Habían llegado órdenes de Bernadotte y Pontecorvo para que
los 15.000 españoles destacados en Dinamarca jurásemos lealtad a Pepe Botella, es decir, José
Bonaparte, hermano del Petit Cabrón, y varios de los regimientos dijimos que ni hasta arriba de
jumilla. Que éramos españoles y que los alonsanfán verdes las habían segado. Déjennos volver a
España y que cada chucho se lama su propio órgano, mesié, dicho en fino, o sea. Entonces, con la
tropa medio amotinada, a Dufour no se le ocurrió otra cosa que darnos el cante con su acento
circunflejo:
-¡Peggos espagnoles! ¡Tgaidogues!... ¡Jugagueis fidelidad al Empegadog y al gey de
Espagna Gosé Bonapagte o segueis fusilados!
En ese plan se puso el franc hute. Y a todo esto el coronel Olasso, que era un poco para allá, o
sea afrancesado, dudaba entre una cosa y otra. Que si Dufour tiene razón, que si esto y que si lo
otro, que si nuestro honor es la disciplina. Total: venga a marear la perdiz. Entonces Peláez
solucionó la papeleta yéndose derecho a Dufour y alumbrándole la sesera sin decir esta boca es mía, y al coronel se le quitaron las dudas de golpe. Y es que no hay nada como un buen
pistoletazo a bocajarro en el momento oportuno. Es mano de santo.
Raas- zaca-bum-cling-clang. Allí seguían los cañones rusos dale que te pego, y nosotros cada
vez más cerca. El pobre Peláez se iba quedando atrás, charcutería fresca entre los maizales
quemados, y había llovido mucho desde el follón de Dinamarca. Ustedes no están en antecedentes,
claro, pero en su momento aquello dio mucho de qué hablar. Podría resumirse la historia en pocas
líneas: Godoy lamiéndole las botas al Enano, Trafalgar, alianza hispano- francesa, quince
regimientos españoles destacados en Dinamarca bajo el mando del marqués de La Romana, dos de
mayo en Madrid y resulta que los aliados se convierten en sospechosos. Y el Emperador con la
mosca tras la oreja.
-Vigílemelos, Bernadotte.
-Ala orden, Sire.
-Esos hijoputas ya son difíciles como aliados, así que cuando sepan que les estamos
fusilando a los paisanos para que los pinte al óleo ese tipo, Goya, figúrese la que nos pueden
organizar.
-Me lo figuro, Sire. Gente bárbara, inculta. Vuestra Majestad sabe lo que necesitan: un rey
justo y noble, como vuestro augusto hermano José.
-Deje de darme coba y mueva el culo, Bernadotte. Lo hago a usted responsable.
Fue más o menos así. A todo esto, nosotros estábamos dispersos un poco por aquí y por allá
guarneciendo Jutlandia y Fionia. Había pasado ya el tiempo feliz de las cogorzas de ginebra y las
Gretchen rubias, de caderas confortables, que nos revolcábamos -a menudo ellas a nosotros- en los
pajares locales. Ahora se olía próxima la chamusquina, las Gretchen se encerraban en sus casas
con los legítimos, y los barcos ingleses patrullaban la costa sin que nosotros tuviésemos muy claro
si había que darles candela cumpliendo órdenes o pedirles que nos recibieran a bordo para ir a
España. El caso es que a partir de mayo los gabachos empezaron a desconfiar de nuestros
contactos con los británicos. Que si usted le ha enviado un mensaje a aquel barco inglés. Que a
usted qué coño le importa, Duchamp, lo que yo envíe o deje de enviar. Que si tal y que si cual,
mondieu. Que yo me carteo con quien me da la gana. Que si su honog de soldado, Magtinez. Que
si me voy a tener que cagar en tus muertos, franchute de mierda. Total. Empezaron a detener
oficiales, a desarmar unidades y a exigirnos juramento de lealtad, que a esas alturas era como
pedirle peras al olmo. En vista del panorama, La Romana nos hizo jurar que permaneceríamos
fieles a Fernando VII y que íbamos a intentar llegar a España como fuera, para ajustarles allí las
cuentas a los gabachos.
-Nos abrimos, López. Disponga la evacuación.
-Ala orden, mi general.
-Hay que largarse con lo puesto y aprisa, así que avise a los jefes y oficiales. El plan es
capturar Langeland y concentrar en la isla a nuestros quince mil hombres para embarcar en la flota
inglesa y salir por pies.
-Espero que los británicos cumplan su palabra, mi general.
-Eso esperamos todos. Sería muy incómodo liar la que vamos a liar para quedarnos en tierra.
-Viva España, mi general.
-Que sí, que viva. Pero espabile.
Fue bonito para quienes lo lograron. Nos hicimos con Langeland en un golpe de mano y
todas las unidades dispersas por la costa danesa recibieron orden de acudir allí como quien acaba
de patear un avispero. Los primeros en llegar fueron los del Batallón Ligero de Barcelona, y
siguieron otros, infiltrándose entre las líneas y guarniciones francesas, desarmando a sus adjuntos
gabachos y a las tropas danesas que no se quitaban de en medio. En varias ocasiones hubo que
aplicar sin contemplaciones el sistema Peláez, pero el caso fue que entre el 7 y el 13 de agosto, en
una de las mayores evasiones de la historia militar -el tal Jenofonte sólo se largó de Persia con 810
hombres más-, 9.190 españoles lograron llegar a Langeland para embarcar en los buques ingleses.
Lo malo es que otros 5.175 nos quedamos a medio camino: los Regimientos de Guadalajara y Asturias -apresados por los daneses en Seelandia tras el motín donde Peláez disparó su
pistoletazo-, el Regimiento del Algarve -atrapado en la ratonera de JutIandia-, el destacamento que
el mariscal Bernadotte tenía incorporado a su guardia personal, los heridos y los rezagados, amén
de algunas pequeñas unidades que, como la nuestra, la sección ligera del Regimiento Montado de
Villaviciosa, tuvieron mala suerte.
Lo cierto es que los de la Ligera estuvimos a punto de conseguirlo. Llegamos a la costa con
el resto del regimiento y los daneses y los mondieus pegados a los talones, bang-bang y todo el
mundo corriendo, maricón el último, para averiguar que los barcos daneses en los que íbamos a
atravesar el brazo de mar hasta la isla se habían rajado, dejándonos sin transporte. Nuestros
antiguos aliados estaban a punto de echarnos el guante como a los compañeros del Algarve,
abandonados por sus jefes y conducidos hasta el embarcadero por un oscuro capitán con muchas
agallas, el capitán Costa, donde tuvieron que rendirse -después de que Costa se pegara un tiro-
cercados-por los franchutes y sus mamporreros danesel. A nosotros estaba a punto de ocurrirnos lo
mismo, pero nuestro coronel Armendáriz, que a pesar de ser barón los tenía bien puestos y no
estaba dispuesto a pudrirse en un pontón gabacho, ordenó echar los caballos al agua y cruzar el
canal nadando, agarrados a las crines y a las sillas. Y allá fue el regimiento. Algunos se ahogaron,
otros fueron alejados por la corriente, o les fallaron las fuerzas. Nosotros, los de la sección ligera,
recibimos la orden de sacrificarnos para proteger a los que se iban.
-Te ha tocado, Jiménez. Cubrís la retirada.
-No jodas.
-Como te lo cuento.
Y allí nos quedamos a regañadientes, en la playa, cubriendo la retaguardia, aguantando como
pudimos más por el qué dirán que por otra cosa, peleando a la desesperada hasta que la mayor
parte del Villaviciosa estuvo a salvo en la isla. Entonces los pocos de nosotros que sabían nadar
echaron a correr para tirarse al agua con los últimos caballos, a probar suerte, aunque de éstos ya
no llegó ninguno. El resto hicimos de tripas corazón, levantamos los brazos y nos rendimos.
Fuimos a Hamburgo, a inaugurar un campo de prisioneros nuevecito y asqueroso, para
comernos cuatro años a pulso, con otros infelices deportados de la guerra de España. Tiene gracia:
después, cuando Napoleón se cayó con todo el equipo, los alemanes juraban y perjuraban que ellos
siempre estuvieron contra el Petit Cabrón. Pero había cantidad de ellos en el ejército gabacho. En
Hamburgo, sin ir más lejos, nos vigilaban centinelas alemanes y franceses, y cuando alguno de
nosotros lograba evadirse, eran los vecinos de los pueblos cercanos los que muchas veces nos
denunciaban, o nos devolvían al campo a patadas en el culo. Ahora tengo entendido que allí nadie
recuerda que haya habido nunca un campo de prisioneros españoles en Hamburgo, y es que los
Fritz son estupendos para el paso de la oca, pero andan siempre fatal de memoria. En fin. El caso
es que estábamos bien jodidos en nuestro campo de prisioneros cuando, en 1812, al Enano va y se
le ocurre invadir Rusia. Cuando se preparan invasiones a gran escala, la carne de cañón se cotiza
bien. Así que los veteranos de la División del Norte que habíamos sobrevivido al frío, el tifus y la
tuberculosis, tuvimos nuestra oportunidad: seguir pudriéndonos allí o combatir con uniforme
gabacho.
-A ver. Voluntarios para Rusia.
-¿Para dónde?
-Para Rusia.
Dos mil y pico preguntamos dónde había que firmar. Después de todo, de perdidos al río.
En cuanto a ríos, con la
Grande Armée
habíamos terminado vadeando unos cuantos. La santa
Rusia estaba llena de rusos que nos disparaban y de malditos ríos donde nos mojábamos las botas.
Antes del Moskova y Moscú, el último era aquel Vorosik que circundaba en parte Sbodonovo, por
cuyo vado seguían colándose los escuadrones de cosacos que tenían el flanco derecho francés
hecho una piltrafa, mientras en su colina del puesto de mando el Petit nos miraba admirado por el
catalejo, preguntándole a Alaix quiénes coño éramos esos tipos estupendos que, a pesar de la que nos estaba cayendo encima, avanzábamos imperturbables, en perfecto orden, hacia las líneas
enemigas.
Y sin embargo, la respuesta era sencilla. En medio del desastre del flanco derecho del
ejército napoleónico, cruzando los maizales batidos por la artillería rusa, en formación y a paso de
ataque, los cuatrocientos cincuenta españoles del segundo batallón del 326 de Infantería de Línea,
no efectuábamos, en rigor, un acto de heroísmo. Para qué vamos a ponernos flores a estas alturas
del asunto. La cosa era mucho más simple: ningún herido que pudiera andar se quedaba atrás, y
avanzábamos en línea recta hacia las posiciones rusas, porque estábamos intentando desertar en
masa. Aprovechando el barullo de la batalla, el segundo del 326, en buen orden y con tambores y
banderas al viento, se estaba pasando al enemigo. Con dos cojones.
Hasta ese momento habíamos tenido suerte: las granadas rusas pasaban altas, roncando sobre
nuestros chacós, con una especie de raaas-zaca parecido al rasgarse de una tela, antes de reventar
con un ruido sordo, primero, y algo parecido a una pila de objetos de hojalata cayéndose después.
Cling clang.
Hacían como cling clang y eso era lo malo, porque en realidad el ruido lo levantaba la
metralla saltando de acá para allá: algo muy desagradable. Y aunque aún no habíamos tenido
impactos directos sobre la formación, de vez en cuando alguno de nosotros lanzaba un grito,
llamaba a su madre o blasfemaba, yéndose al suelo con una esquirla en el cuerpo. Poca cosa, de
todos modos; apenas seis o siete heridos que, en su mayor parte, se incorporaban cojeando a las
filas. Era curioso. Otras veces, al primer rasguño que justificara el asunto, cualquiera de nosotros
se quedaba tumbado, dispuesto a quitarse de en medio. Pero aquella mañana, en Sbodonovo, nadie
que pudiera tenerse en pie se quedaba atrás. Hay que ver lo que son las cosas de la vida.
Había un humo de mil diablos, y nos estrechábamos cada uno contra el hombro del
compañero, apretando los dientes y las manos crispadas en torno al fusil con la bayoneta calada.
Raas-taca-bum-cling-clang una y otra vez, y nosotros procurando mantener el paso y la formación
a pesar de lo que estaba cayendo. Varias filas por delante veíamos el sombrero del capitán García,
buen tipo, un chusquero valiente, pequeñajo y duro como la madre que lo parió, de Soria, con
aquellas patillas enormes, de boca de hacha, que casi le tapaban la cara.
Raas-zaca-bum-cling-clang. Llevaba el sable en alto y de vez en cuando se volvía a gritarnos algo,
pero con aquel jaleo no se oía un carajo, mi capitán, lo único que teníamos claro era adónde
i'bamos y para qué. A esas alturas suponíamos que los franchutes y los rusos y hasta el emperador
de la China habrían visto ya nuestra maniobra y que algo tenía que pasar, pero con tanto humo y
tanta leche no teníamos forma de saber lo que ocurría alrededor. Menos mal que a los artilleros
ruskis debía de habérseles ido la mano con el vodka, porque tiraban fatal, y nosotros, los del
segundo batallón del 326 de Línea, agradecíamos el humo que nos protegía un poco de vez en
cuando.
Raaas-taca-bum. Tanto va el cántaro a la fuente. Cling-clang. La primera granada que nos
acertó de lleno hizo un agujero en el ala izquierda de la formación y convirtió en casquería surtida
al sargento Peláez y a dos fulanos de su pelotón. Pobre sargento. Todo aquel largo camino, de
Écija a Dinamarca por la antigua ruta de los Tercios, y la encerrona de Seelandia, y el campo de
prisioneros, y Europa a pinrel para terminar palmando frente a Sbodonovo como un idiota, con el
Enano y sus mariscales allá atrás en la colina, mirándote por el catalejo. En julio de 1808, cuando
el primer motín de la División del Norte contra las tropas francesas -hasta ese momento aliadas-,
fue Peláez quien le voló el cerebro de un pistoletazo al comandante Dufour, el gabacho adjunto,
que era un perfecto cantamañanas. Habían llegado órdenes de Bernadotte y Pontecorvo para que
los 15.000 españoles destacados en Dinamarca jurásemos lealtad a Pepe Botella, es decir, José
Bonaparte, hermano del Petit Cabrón, y varios de los regimientos dijimos que ni hasta arriba de
jumilla. Que éramos españoles y que los alonsanfán verdes las habían segado. Déjennos volver a
España y que cada chucho se lama su propio órgano, mesié, dicho en fino, o sea. Entonces, con la
tropa medio amotinada, a Dufour no se le ocurrió otra cosa que darnos el cante con su acento
circunflejo:
-¡Peggos espagnoles! ¡Tgaidogues!... ¡Jugagueis fidelidad al Empegadog y al gey de
Espagna Gosé Bonapagte o segueis fusilados!
En ese plan se puso el franc hute. Y a todo esto el coronel Olasso, que era un poco para allá, o
sea afrancesado, dudaba entre una cosa y otra. Que si Dufour tiene razón, que si esto y que si lo
otro, que si nuestro honor es la disciplina. Total: venga a marear la perdiz. Entonces Peláez
solucionó la papeleta yéndose derecho a Dufour y alumbrándole la sesera sin decir esta boca es mía, y al coronel se le quitaron las dudas de golpe. Y es que no hay nada como un buen
pistoletazo a bocajarro en el momento oportuno. Es mano de santo.
Raas- zaca-bum-cling-clang. Allí seguían los cañones rusos dale que te pego, y nosotros cada
vez más cerca. El pobre Peláez se iba quedando atrás, charcutería fresca entre los maizales
quemados, y había llovido mucho desde el follón de Dinamarca. Ustedes no están en antecedentes,
claro, pero en su momento aquello dio mucho de qué hablar. Podría resumirse la historia en pocas
líneas: Godoy lamiéndole las botas al Enano, Trafalgar, alianza hispano- francesa, quince
regimientos españoles destacados en Dinamarca bajo el mando del marqués de La Romana, dos de
mayo en Madrid y resulta que los aliados se convierten en sospechosos. Y el Emperador con la
mosca tras la oreja.
-Vigílemelos, Bernadotte.
-Ala orden, Sire.
-Esos hijoputas ya son difíciles como aliados, así que cuando sepan que les estamos
fusilando a los paisanos para que los pinte al óleo ese tipo, Goya, figúrese la que nos pueden
organizar.
-Me lo figuro, Sire. Gente bárbara, inculta. Vuestra Majestad sabe lo que necesitan: un rey
justo y noble, como vuestro augusto hermano José.
-Deje de darme coba y mueva el culo, Bernadotte. Lo hago a usted responsable.
Fue más o menos así. A todo esto, nosotros estábamos dispersos un poco por aquí y por allá
guarneciendo Jutlandia y Fionia. Había pasado ya el tiempo feliz de las cogorzas de ginebra y las
Gretchen rubias, de caderas confortables, que nos revolcábamos -a menudo ellas a nosotros- en los
pajares locales. Ahora se olía próxima la chamusquina, las Gretchen se encerraban en sus casas
con los legítimos, y los barcos ingleses patrullaban la costa sin que nosotros tuviésemos muy claro
si había que darles candela cumpliendo órdenes o pedirles que nos recibieran a bordo para ir a
España. El caso es que a partir de mayo los gabachos empezaron a desconfiar de nuestros
contactos con los británicos. Que si usted le ha enviado un mensaje a aquel barco inglés. Que a
usted qué coño le importa, Duchamp, lo que yo envíe o deje de enviar. Que si tal y que si cual,
mondieu. Que yo me carteo con quien me da la gana. Que si su honog de soldado, Magtinez. Que
si me voy a tener que cagar en tus muertos, franchute de mierda. Total. Empezaron a detener
oficiales, a desarmar unidades y a exigirnos juramento de lealtad, que a esas alturas era como
pedirle peras al olmo. En vista del panorama, La Romana nos hizo jurar que permaneceríamos
fieles a Fernando VII y que íbamos a intentar llegar a España como fuera, para ajustarles allí las
cuentas a los gabachos.
-Nos abrimos, López. Disponga la evacuación.
-Ala orden, mi general.
-Hay que largarse con lo puesto y aprisa, así que avise a los jefes y oficiales. El plan es
capturar Langeland y concentrar en la isla a nuestros quince mil hombres para embarcar en la flota
inglesa y salir por pies.
-Espero que los británicos cumplan su palabra, mi general.
-Eso esperamos todos. Sería muy incómodo liar la que vamos a liar para quedarnos en tierra.
-Viva España, mi general.
-Que sí, que viva. Pero espabile.
Fue bonito para quienes lo lograron. Nos hicimos con Langeland en un golpe de mano y
todas las unidades dispersas por la costa danesa recibieron orden de acudir allí como quien acaba
de patear un avispero. Los primeros en llegar fueron los del Batallón Ligero de Barcelona, y
siguieron otros, infiltrándose entre las líneas y guarniciones francesas, desarmando a sus adjuntos
gabachos y a las tropas danesas que no se quitaban de en medio. En varias ocasiones hubo que
aplicar sin contemplaciones el sistema Peláez, pero el caso fue que entre el 7 y el 13 de agosto, en
una de las mayores evasiones de la historia militar -el tal Jenofonte sólo se largó de Persia con 810
hombres más-, 9.190 españoles lograron llegar a Langeland para embarcar en los buques ingleses.
Lo malo es que otros 5.175 nos quedamos a medio camino: los Regimientos de Guadalajara y Asturias -apresados por los daneses en Seelandia tras el motín donde Peláez disparó su
pistoletazo-, el Regimiento del Algarve -atrapado en la ratonera de JutIandia-, el destacamento que
el mariscal Bernadotte tenía incorporado a su guardia personal, los heridos y los rezagados, amén
de algunas pequeñas unidades que, como la nuestra, la sección ligera del Regimiento Montado de
Villaviciosa, tuvieron mala suerte.
Lo cierto es que los de la Ligera estuvimos a punto de conseguirlo. Llegamos a la costa con
el resto del regimiento y los daneses y los mondieus pegados a los talones, bang-bang y todo el
mundo corriendo, maricón el último, para averiguar que los barcos daneses en los que íbamos a
atravesar el brazo de mar hasta la isla se habían rajado, dejándonos sin transporte. Nuestros
antiguos aliados estaban a punto de echarnos el guante como a los compañeros del Algarve,
abandonados por sus jefes y conducidos hasta el embarcadero por un oscuro capitán con muchas
agallas, el capitán Costa, donde tuvieron que rendirse -después de que Costa se pegara un tiro-
cercados-por los franchutes y sus mamporreros danesel. A nosotros estaba a punto de ocurrirnos lo
mismo, pero nuestro coronel Armendáriz, que a pesar de ser barón los tenía bien puestos y no
estaba dispuesto a pudrirse en un pontón gabacho, ordenó echar los caballos al agua y cruzar el
canal nadando, agarrados a las crines y a las sillas. Y allá fue el regimiento. Algunos se ahogaron,
otros fueron alejados por la corriente, o les fallaron las fuerzas. Nosotros, los de la sección ligera,
recibimos la orden de sacrificarnos para proteger a los que se iban.
-Te ha tocado, Jiménez. Cubrís la retirada.
-No jodas.
-Como te lo cuento.
Y allí nos quedamos a regañadientes, en la playa, cubriendo la retaguardia, aguantando como
pudimos más por el qué dirán que por otra cosa, peleando a la desesperada hasta que la mayor
parte del Villaviciosa estuvo a salvo en la isla. Entonces los pocos de nosotros que sabían nadar
echaron a correr para tirarse al agua con los últimos caballos, a probar suerte, aunque de éstos ya
no llegó ninguno. El resto hicimos de tripas corazón, levantamos los brazos y nos rendimos.
Fuimos a Hamburgo, a inaugurar un campo de prisioneros nuevecito y asqueroso, para
comernos cuatro años a pulso, con otros infelices deportados de la guerra de España. Tiene gracia:
después, cuando Napoleón se cayó con todo el equipo, los alemanes juraban y perjuraban que ellos
siempre estuvieron contra el Petit Cabrón. Pero había cantidad de ellos en el ejército gabacho. En
Hamburgo, sin ir más lejos, nos vigilaban centinelas alemanes y franceses, y cuando alguno de
nosotros lograba evadirse, eran los vecinos de los pueblos cercanos los que muchas veces nos
denunciaban, o nos devolvían al campo a patadas en el culo. Ahora tengo entendido que allí nadie
recuerda que haya habido nunca un campo de prisioneros españoles en Hamburgo, y es que los
Fritz son estupendos para el paso de la oca, pero andan siempre fatal de memoria. En fin. El caso
es que estábamos bien jodidos en nuestro campo de prisioneros cuando, en 1812, al Enano va y se
le ocurre invadir Rusia. Cuando se preparan invasiones a gran escala, la carne de cañón se cotiza
bien. Así que los veteranos de la División del Norte que habíamos sobrevivido al frío, el tifus y la
tuberculosis, tuvimos nuestra oportunidad: seguir pudriéndonos allí o combatir con uniforme
gabacho.
-A ver. Voluntarios para Rusia.
-¿Para dónde?
-Para Rusia.
Dos mil y pico preguntamos dónde había que firmar. Después de todo, de perdidos al río.
En cuanto a ríos, con la
Grande Armée
habíamos terminado vadeando unos cuantos. La santa
Rusia estaba llena de rusos que nos disparaban y de malditos ríos donde nos mojábamos las botas.
Antes del Moskova y Moscú, el último era aquel Vorosik que circundaba en parte Sbodonovo, por
cuyo vado seguían colándose los escuadrones de cosacos que tenían el flanco derecho francés
hecho una piltrafa, mientras en su colina del puesto de mando el Petit nos miraba admirado por el
catalejo, preguntándole a Alaix quiénes coño éramos esos tipos estupendos que, a pesar de la que nos estaba cayendo encima, avanzábamos imperturbables, en perfecto orden, hacia las líneas
enemigas.
Y sin embargo, la respuesta era sencilla. En medio del desastre del flanco derecho del
ejército napoleónico, cruzando los maizales batidos por la artillería rusa, en formación y a paso de
ataque, los cuatrocientos cincuenta españoles del segundo batallón del 326 de Infantería de Línea,
no efectuábamos, en rigor, un acto de heroísmo. Para qué vamos a ponernos flores a estas alturas
del asunto. La cosa era mucho más simple: ningún herido que pudiera andar se quedaba atrás, y
avanzábamos en línea recta hacia las posiciones rusas, porque estábamos intentando desertar en
masa. Aprovechando el barullo de la batalla, el segundo del 326, en buen orden y con tambores y
banderas al viento, se estaba pasando al enemigo. Con dos cojones.
Panceto el viudo- Campeón del mundo
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- Mensaje n°42
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye escribió:Yo también os culturizaré, pero a la catalana.
Mirad como nos recuerdan por el mediterraneo después de nuestra "visitita"
La llamada Venganza catalana sucedió como consecuencia del asesinato de Roger de Flor y unos cien almogávares de la Gran Compañía Catalana (soldados mercenarios de la Corona de Aragón) por parte de los bizantinos. Tras el asesinato, los almogávares repelieron ferozmente ataques de los bizantinos y saquearon toda Grecia, especialmente la Tracia a los gritos de "Aragó, Aragó", "Sant Jordi" y "Desperta Ferro". Pasado un tiempo fundaron los ducados de Atenas y Neopatria.1 2
Todavía persiste en la actualidad el recuerdo de estas acciones bajo la figura del Katalan, un guerrero-gigante sediento de sangre que se usa para asustar a los niños en algunos países balcánicos. Además la palabra "Katalan" en tosco (lengua de Albania) significa monstruo y aun hoy, si un griego quiere maldecir a alguien le increpa: "Así te alcance la venganza de los catalanes".
La presencia de la compañía dejó una huella en el folclore y el legendario popular de las diferentes regiones donde pasaron (área Balcánica y Grecia). Cabe decir que parte de este sustrato ha llegado hasta la actualidad y que gran parte de este (si no todo), debido a la devastación provocada por los almogávares, es de carácter negativo.
De la región de Tracia nos llega el refrán: que la venganza de los catalanes caiga sobre ti En Bulgaria las expresiones "Catalán" e "Hijo catalán" significan "hombre malvado, sin alma, torturador". Esta mala fama llegó a trascender los límites del folclore para influir en poetas, como Ivan M. Vazoz que en el poema Piratas, publicado por primera vez en 1915, cita a los catalanes junto a los turcos como los mayores opresores de la nación búlgara.
En Tesalia la expresión "¡Eres un catalán!" era proferida como insulto hasta finales siglo XX.
En Grecia:
En Atenas los niños de dicha ciudad acompañaban su juego con la siguiente canción insultante:
"Francos, varegos,
"pechos" catalán,
te lavas, te peinan,
y con mierda te rebozas"
En la región de Parnaso se recogió el refrán: "Voy a huir de los turcos para caer en manos de los catalanes"
En la isla de Eubea se sabe que en la primera mitad del siglo XX la palabra "catalán" era proferida en la región de Káristos como insulto y se tiene documentada la utilización de una forma aberrante de esta palabra como renombre sarcástico:
"Cataloi. Mote de un campesino desocupado del pueblo de Pirgos, en la región de Káristos (...) A veces se da a aquellos a quienes se quiere insultar"
En Hipatia (Patras, capital del Ducado de Neopatria) todavía están presentes muchas maledicencias, leyendas y canciones.
Acerca de la toponimia en el cercano pueblo de Miles hay un arroyo que lleva por nombre Catalán.
Refranes y dichos:
"Que te vea bajo la espada de un catalán"
"El griego se lavaba y el catalán se enmerdaba", en referencia a la suciedad de los catalanes (dicho que es muy utilizado, en toda Grecia, para describir a los catalanes).
En referencia a la irreverencia de los catalanes hacia la religión, encontramos diferentes ejemplos:
"El catalán come carne incluso en Viernes Santo",
"Ayuna como el catalán", para referirse a quien no ayuna.
En el cancionero popular también están presentes diferentes ejemplos:
En la balada popular La maldición de la abandonada, entre las calamidades que desea la protagonista a quien le ha abandonado aparecen los siguientes versos:
"Que caigas bajo espadas francas y en manos de catalanes
que te aten las manos con unas esposas y te estrujan el cuello con un garrote"
Canción de cuna cantada hasta hace poco en Hipatia:
"Sale el sol para Arta
e ilumina toda Patras.
Señor sol y rey,
dame fuerza y coraje
para ceñirme siete espadas
y luchar contra los francos,
contra los francos y los varegos,
contra los perros catalanes.
Perro catalán,
no ayunas el viernes,
ni ayunas el sábado,
cuando Cristo está en la tumba.
Los hijos de la Romania
son como leones en su corazón,
son como leones, son como halcones,
son como los delfines del mar"
Asimismo en la región de Mani, al sur de Laconia, se conserva un recuerdo admirativo de los almogávares, y la palabra catalán se utilizaba a veces como nombre propio; como ejemplo, en el pueblo de Piondes (Laguia) existía hasta hace poco una familia con el apellido "Catalán". En la Argólida, península del Peloponeso, "catalana" era el peor insulto que se podía decir a una mujer, como se pone de manifiesto en la expresión "Ah catalana, mil torcidos me has hecho".
En la actual Albania la palabra "catalán" significa "hombre feo y malvado". Así mismo para "Catalán" ("Katallani") se designa, en el folclore albanés, un monstruo con un solo ojo, que recuerda en muchos aspectos al cíclope Polifemo. Dicho cíclope aparece representado como un herrero salvaje que se alimenta de carne humana, sin rodillas, por lo que no puede agacharse, y con piernas largas como mástiles de barco. A él se enfrenta un joven héroe llamado Dedaliya, que lo vence con ayuda de su astucia. Esta tradición, en diferentes versiones, se llama normalmente con el título de Dedalo dhe Katallani (Dédalo y Catalán).
Aragó, Aragó pero no Catalunya, catalunya. se corroborán mis afirmaciones de que la conciencia de nacinalidad catalana no existía en aquellas épocas. De hecho al contrario de lo que os venden a los catalanes, los almogavares eran tropas de infantería ligera formadas por plebeyos de toda la corona de Aragón: mallorquines, valencianos, aragoneses, sicilianos, occitanos, catalanes etc... Incluso turcos, bizantino, gallego s e incluso asturianos. Como tu dices eran mercenarios que lucharon al servicio de la corona de Aragón, pero nunca formaron parte de un ficticio ejercito Catalán. Eso que quede claro.
Aún así yo reconozco la valía del soldado catalán. El día que yo sea máximo dictador de la republica federal ibérica formare las compañías de operaciones especiales catalanas. Su prenda distintiva será la barretina verde.
Elias Grodin- Campeón del mundo
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- Mensaje n°43
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Yo ya sabía que la Corona de Aragon se expandio por el mediterraneo.
Pero no conocia la historia esta de los almogavares.
De todas formas es curioso, pq los tercios tambien tenían gran fama de buenos soldados, y durante casi 100 años eran casiimbatibles.
Luego, existen comentarios de Hitler sobre el soldado español de la época, donde dice que son andrajosos y poco profesionales, pero muy valientes y decididos.
Tambien hay una especie de leyenda, no se si cierta o no, sobre lo que le dijo un General a Thatcher sobre las guerras de las malvinas, hablando de la sangre española e italiana.
Luego tenemos la Guerra de la Independencia contra los franceses, donde hubo una guerra de guerrillas bestial contra el invasor, en un primer momento no fue el ejercito el que se enfrento a los franceses, fueron los civiles y con mucha ferocidad.
De los almogavares no me sorprende que derrotasen a los bizantinos, que eran el imperio romano de oriente y por consiguiente muy civilizados, ya lo de los turcos sorprende más, aunque en el siglo XIV los países islámicos estaban muy avanzados.
Lo digo pq en general y más en la antigüedad los más salvajes eran los mejores guerreros, al final el imperio romano, ya muy demacrado, acabó cayendo ante los barbaros que estaban más alla de sus fronteras.
Los hunos de Atila, "por donde pasa el caballo de atila no crece la hierba" y los momgoles de Genghis Kahn, eran pueblos muy salvajes en sus inicios, nomadas y con una conducta muy guerrera, y ese salvajismo les llevó a ocupar gran parte de Asia y llegar hasta europa.
Por cierto a Atila le paró cerca de Roma un Papa que le convenció de no seguir.
En fin, tambien me llama la atención lo de los almogavares pq eran infanteria ligera y sin una organización.
Las legiones romanas, los tercios españoles, eran infanteria pero muy bien organizados y con una estructura clara, además que tampoco eran ligera.
Los hunos y los mongoles, llevaban gran cantidad de caballeria ligera pero eran diestros con el arco y utilizaban sus estrategias.
Pero no conocia la historia esta de los almogavares.
De todas formas es curioso, pq los tercios tambien tenían gran fama de buenos soldados, y durante casi 100 años eran casiimbatibles.
Luego, existen comentarios de Hitler sobre el soldado español de la época, donde dice que son andrajosos y poco profesionales, pero muy valientes y decididos.
Tambien hay una especie de leyenda, no se si cierta o no, sobre lo que le dijo un General a Thatcher sobre las guerras de las malvinas, hablando de la sangre española e italiana.
Luego tenemos la Guerra de la Independencia contra los franceses, donde hubo una guerra de guerrillas bestial contra el invasor, en un primer momento no fue el ejercito el que se enfrento a los franceses, fueron los civiles y con mucha ferocidad.
De los almogavares no me sorprende que derrotasen a los bizantinos, que eran el imperio romano de oriente y por consiguiente muy civilizados, ya lo de los turcos sorprende más, aunque en el siglo XIV los países islámicos estaban muy avanzados.
Lo digo pq en general y más en la antigüedad los más salvajes eran los mejores guerreros, al final el imperio romano, ya muy demacrado, acabó cayendo ante los barbaros que estaban más alla de sus fronteras.
Los hunos de Atila, "por donde pasa el caballo de atila no crece la hierba" y los momgoles de Genghis Kahn, eran pueblos muy salvajes en sus inicios, nomadas y con una conducta muy guerrera, y ese salvajismo les llevó a ocupar gran parte de Asia y llegar hasta europa.
Por cierto a Atila le paró cerca de Roma un Papa que le convenció de no seguir.
En fin, tambien me llama la atención lo de los almogavares pq eran infanteria ligera y sin una organización.
Las legiones romanas, los tercios españoles, eran infanteria pero muy bien organizados y con una estructura clara, además que tampoco eran ligera.
Los hunos y los mongoles, llevaban gran cantidad de caballeria ligera pero eran diestros con el arco y utilizaban sus estrategias.
Aye- Campeón del mundo
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Fecha de inscripción : 15/10/2009
- Mensaje n°44
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Panceto el viudo escribió:Aye escribió:Yo también os culturizaré, pero a la catalana.
Mirad como nos recuerdan por el mediterraneo después de nuestra "visitita"
La llamada Venganza catalana sucedió como consecuencia del asesinato de Roger de Flor y unos cien almogávares de la Gran Compañía Catalana (soldados mercenarios de la Corona de Aragón) por parte de los bizantinos. Tras el asesinato, los almogávares repelieron ferozmente ataques de los bizantinos y saquearon toda Grecia, especialmente la Tracia a los gritos de "Aragó, Aragó", "Sant Jordi" y "Desperta Ferro". Pasado un tiempo fundaron los ducados de Atenas y Neopatria.1 2
Todavía persiste en la actualidad el recuerdo de estas acciones bajo la figura del Katalan, un guerrero-gigante sediento de sangre que se usa para asustar a los niños en algunos países balcánicos. Además la palabra "Katalan" en tosco (lengua de Albania) significa monstruo y aun hoy, si un griego quiere maldecir a alguien le increpa: "Así te alcance la venganza de los catalanes".
La presencia de la compañía dejó una huella en el folclore y el legendario popular de las diferentes regiones donde pasaron (área Balcánica y Grecia). Cabe decir que parte de este sustrato ha llegado hasta la actualidad y que gran parte de este (si no todo), debido a la devastación provocada por los almogávares, es de carácter negativo.
De la región de Tracia nos llega el refrán: que la venganza de los catalanes caiga sobre ti En Bulgaria las expresiones "Catalán" e "Hijo catalán" significan "hombre malvado, sin alma, torturador". Esta mala fama llegó a trascender los límites del folclore para influir en poetas, como Ivan M. Vazoz que en el poema Piratas, publicado por primera vez en 1915, cita a los catalanes junto a los turcos como los mayores opresores de la nación búlgara.
En Tesalia la expresión "¡Eres un catalán!" era proferida como insulto hasta finales siglo XX.
En Grecia:
En Atenas los niños de dicha ciudad acompañaban su juego con la siguiente canción insultante:
"Francos, varegos,
"pechos" catalán,
te lavas, te peinan,
y con mierda te rebozas"
En la región de Parnaso se recogió el refrán: "Voy a huir de los turcos para caer en manos de los catalanes"
En la isla de Eubea se sabe que en la primera mitad del siglo XX la palabra "catalán" era proferida en la región de Káristos como insulto y se tiene documentada la utilización de una forma aberrante de esta palabra como renombre sarcástico:
"Cataloi. Mote de un campesino desocupado del pueblo de Pirgos, en la región de Káristos (...) A veces se da a aquellos a quienes se quiere insultar"
En Hipatia (Patras, capital del Ducado de Neopatria) todavía están presentes muchas maledicencias, leyendas y canciones.
Acerca de la toponimia en el cercano pueblo de Miles hay un arroyo que lleva por nombre Catalán.
Refranes y dichos:
"Que te vea bajo la espada de un catalán"
"El griego se lavaba y el catalán se enmerdaba", en referencia a la suciedad de los catalanes (dicho que es muy utilizado, en toda Grecia, para describir a los catalanes).
En referencia a la irreverencia de los catalanes hacia la religión, encontramos diferentes ejemplos:
"El catalán come carne incluso en Viernes Santo",
"Ayuna como el catalán", para referirse a quien no ayuna.
En el cancionero popular también están presentes diferentes ejemplos:
En la balada popular La maldición de la abandonada, entre las calamidades que desea la protagonista a quien le ha abandonado aparecen los siguientes versos:
"Que caigas bajo espadas francas y en manos de catalanes
que te aten las manos con unas esposas y te estrujan el cuello con un garrote"
Canción de cuna cantada hasta hace poco en Hipatia:
"Sale el sol para Arta
e ilumina toda Patras.
Señor sol y rey,
dame fuerza y coraje
para ceñirme siete espadas
y luchar contra los francos,
contra los francos y los varegos,
contra los perros catalanes.
Perro catalán,
no ayunas el viernes,
ni ayunas el sábado,
cuando Cristo está en la tumba.
Los hijos de la Romania
son como leones en su corazón,
son como leones, son como halcones,
son como los delfines del mar"
Asimismo en la región de Mani, al sur de Laconia, se conserva un recuerdo admirativo de los almogávares, y la palabra catalán se utilizaba a veces como nombre propio; como ejemplo, en el pueblo de Piondes (Laguia) existía hasta hace poco una familia con el apellido "Catalán". En la Argólida, península del Peloponeso, "catalana" era el peor insulto que se podía decir a una mujer, como se pone de manifiesto en la expresión "Ah catalana, mil torcidos me has hecho".
En la actual Albania la palabra "catalán" significa "hombre feo y malvado". Así mismo para "Catalán" ("Katallani") se designa, en el folclore albanés, un monstruo con un solo ojo, que recuerda en muchos aspectos al cíclope Polifemo. Dicho cíclope aparece representado como un herrero salvaje que se alimenta de carne humana, sin rodillas, por lo que no puede agacharse, y con piernas largas como mástiles de barco. A él se enfrenta un joven héroe llamado Dedaliya, que lo vence con ayuda de su astucia. Esta tradición, en diferentes versiones, se llama normalmente con el título de Dedalo dhe Katallani (Dédalo y Catalán).
Aragó, Aragó pero no Catalunya, catalunya. se corroborán mis afirmaciones de que la conciencia de nacinalidad catalana no existía en aquellas épocas. De hecho al contrario de lo que os venden a los catalanes, los almogavares eran tropas de infantería ligera formadas por plebeyos de toda la corona de Aragón: mallorquines, valencianos, aragoneses, sicilianos, occitanos, catalanes etc... Incluso turcos, bizantino, gallego s e incluso asturianos. Como tu dices eran mercenarios que lucharon al servicio de la corona de Aragón, pero nunca formaron parte de un ficticio ejercito Catalán. Eso que quede claro.
Aún así yo reconozco la valía del soldado catalán. El día que yo sea máximo dictador de la republica federal ibérica formare las compañías de operaciones especiales catalanas. Su prenda distintiva será la barretina verde.
lo tuyo es de traca macho
de los tres gritos, los 3 son en catalan (lengua no hablada en aragón), solo uno hace referencia a aragón. Te saltas lo de la gran compañia catalana (no aragonesa), la venganza catalana (no aragonesa) Y te follas por la torera que por toda grecia, bulgaria, y esa zona se habla "del catalan" no "del aragones". Bravo y bravo panceto, olé tus cojones.
Todo el párrafo hablando de lo que habla y tu te fijas en eso acojonanting
Aye- Campeón del mundo
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Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Elias Grodin escribió:Yo ya sabía que la Corona de Aragon se expandio por el mediterraneo.
Pero no conocia la historia esta de los almogavares.
De todas formas es curioso, pq los tercios tambien tenían gran fama de buenos soldados, y durante casi 100 años eran casiimbatibles.
Luego, existen comentarios de Hitler sobre el soldado español de la época, donde dice que son andrajosos y poco profesionales, pero muy valientes y decididos.
Tambien hay una especie de leyenda, no se si cierta o no, sobre lo que le dijo un General a Thatcher sobre las guerras de las malvinas, hablando de la sangre española e italiana.
Luego tenemos la Guerra de la Independencia contra los franceses, donde hubo una guerra de guerrillas bestial contra el invasor, en un primer momento no fue el ejercito el que se enfrento a los franceses, fueron los civiles y con mucha ferocidad.
De los almogavares no me sorprende que derrotasen a los bizantinos, que eran el imperio romano de oriente y por consiguiente muy civilizados, ya lo de los turcos sorprende más, aunque en el siglo XIV los países islámicos estaban muy avanzados.
Lo digo pq en general y más en la antigüedad los más salvajes eran los mejores guerreros, al final el imperio romano, ya muy demacrado, acabó cayendo ante los barbaros que estaban más alla de sus fronteras.
Los hunos de Atila, "por donde pasa el caballo de atila no crece la hierba" y los momgoles de Genghis Kahn, eran pueblos muy salvajes en sus inicios, nomadas y con una conducta muy guerrera, y ese salvajismo les llevó a ocupar gran parte de Asia y llegar hasta europa.
Por cierto a Atila le paró cerca de Roma un Papa que le convenció de no seguir.
En fin, tambien me llama la atención lo de los almogavares pq eran infanteria ligera y sin una organización.
Las legiones romanas, los tercios españoles, eran infanteria pero muy bien organizados y con una estructura clara, además que tampoco eran ligera.
Los hunos y los mongoles, llevaban gran cantidad de caballeria ligera pero eran diestros con el arco y utilizaban sus estrategias.
Es que los almogávares de ejercito disciplinado tenian poco. el conde de barcelona, hizo un llamamiento a las armas a los malhechores de la zona en forma de mercenarios. Así solucionaba tener hijoputas por la zona y los tenía en sus filas ya medio entrenados, sin miramientos de ningún tipo y tenía un ejercito ferozisimo. Más adelante no los podía ya contener y los hechó a la mar para tenerlo lejos de sus putadas. De hecho creo que durante los siglos XIII y XIV, Catalunya no perdió ningún combate contra franceses e ingleses en el mar.
Pues eso, de ejercito disciplinado ni de coña, pero es que eran directamente asesinos sin escrupulos y disfrutaban con matar, arrasar, violar, etc...contra ejercitos de granjeros llamados a quintas y que solo querian sobrevivir y volver a casa
Aye- Campeón del mundo
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- Mensaje n°46
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Fingol escribió:II. El 326 de Línea
Hasta ese momento habíamos tenido suerte: las granadas rusas pasaban altas, roncando sobre
nuestros chacós, con una especie de raaas-zaca parecido al rasgarse de una tela, antes de reventar
con un ruido sordo, primero, y algo parecido a una pila de objetos de hojalata cayéndose después.
Cling clang.
Hacían como cling clang y eso era lo malo, porque en realidad el ruido lo levantaba la
metralla saltando de acá para allá: algo muy desagradable. Y aunque aún no habíamos tenido
impactos directos sobre la formación, de vez en cuando alguno de nosotros lanzaba un grito,
llamaba a su madre o blasfemaba, yéndose al suelo con una esquirla en el cuerpo. Poca cosa, de
todos modos; apenas seis o siete heridos que, en su mayor parte, se incorporaban cojeando a las
filas. Era curioso. Otras veces, al primer rasguño que justificara el asunto, cualquiera de nosotros
se quedaba tumbado, dispuesto a quitarse de en medio. Pero aquella mañana, en Sbodonovo, nadie
que pudiera tenerse en pie se quedaba atrás. Hay que ver lo que son las cosas de la vida.
Había un humo de mil diablos, y nos estrechábamos cada uno contra el hombro del
compañero, apretando los dientes y las manos crispadas en torno al fusil con la bayoneta calada.
Raas-taca-bum-cling-clang una y otra vez, y nosotros procurando mantener el paso y la formación
a pesar de lo que estaba cayendo. Varias filas por delante veíamos el sombrero del capitán García,
buen tipo, un chusquero valiente, pequeñajo y duro como la madre que lo parió, de Soria, con
aquellas patillas enormes, de boca de hacha, que casi le tapaban la cara.
Raas-zaca-bum-cling-clang. Llevaba el sable en alto y de vez en cuando se volvía a gritarnos algo,
pero con aquel jaleo no se oía un carajo, mi capitán, lo único que teníamos claro era adónde
i'bamos y para qué. A esas alturas suponíamos que los franchutes y los rusos y hasta el emperador
de la China habrían visto ya nuestra maniobra y que algo tenía que pasar, pero con tanto humo y
tanta leche no teníamos forma de saber lo que ocurría alrededor. Menos mal que a los artilleros
ruskis debía de habérseles ido la mano con el vodka, porque tiraban fatal, y nosotros, los del
segundo batallón del 326 de Línea, agradecíamos el humo que nos protegía un poco de vez en
cuando.
Raaas-taca-bum. Tanto va el cántaro a la fuente. Cling-clang. La primera granada que nos
acertó de lleno hizo un agujero en el ala izquierda de la formación y convirtió en casquería surtida
al sargento Peláez y a dos fulanos de su pelotón. Pobre sargento. Todo aquel largo camino, de
Écija a Dinamarca por la antigua ruta de los Tercios, y la encerrona de Seelandia, y el campo de
prisioneros, y Europa a pinrel para terminar palmando frente a Sbodonovo como un idiota, con el
Enano y sus mariscales allá atrás en la colina, mirándote por el catalejo. En julio de 1808, cuando
el primer motín de la División del Norte contra las tropas francesas -hasta ese momento aliadas-,
fue Peláez quien le voló el cerebro de un pistoletazo al comandante Dufour, el gabacho adjunto,
que era un perfecto cantamañanas. Habían llegado órdenes de Bernadotte y Pontecorvo para que
los 15.000 españoles destacados en Dinamarca jurásemos lealtad a Pepe Botella, es decir, José
Bonaparte, hermano del Petit Cabrón, y varios de los regimientos dijimos que ni hasta arriba de
jumilla. Que éramos españoles y que los alonsanfán verdes las habían segado. Déjennos volver a
España y que cada chucho se lama su propio órgano, mesié, dicho en fino, o sea. Entonces, con la
tropa medio amotinada, a Dufour no se le ocurrió otra cosa que darnos el cante con su acento
circunflejo:
-¡Peggos espagnoles! ¡Tgaidogues!... ¡Jugagueis fidelidad al Empegadog y al gey de
Espagna Gosé Bonapagte o segueis fusilados!
En ese plan se puso el franc hute. Y a todo esto el coronel Olasso, que era un poco para allá, o
sea afrancesado, dudaba entre una cosa y otra. Que si Dufour tiene razón, que si esto y que si lo
otro, que si nuestro honor es la disciplina. Total: venga a marear la perdiz. Entonces Peláez
solucionó la papeleta yéndose derecho a Dufour y alumbrándole la sesera sin decir esta boca es mía, y al coronel se le quitaron las dudas de golpe. Y es que no hay nada como un buen
pistoletazo a bocajarro en el momento oportuno. Es mano de santo.
Raas- zaca-bum-cling-clang. Allí seguían los cañones rusos dale que te pego, y nosotros cada
vez más cerca. El pobre Peláez se iba quedando atrás, charcutería fresca entre los maizales
quemados, y había llovido mucho desde el follón de Dinamarca. Ustedes no están en antecedentes,
claro, pero en su momento aquello dio mucho de qué hablar. Podría resumirse la historia en pocas
líneas: Godoy lamiéndole las botas al Enano, Trafalgar, alianza hispano- francesa, quince
regimientos españoles destacados en Dinamarca bajo el mando del marqués de La Romana, dos de
mayo en Madrid y resulta que los aliados se convierten en sospechosos. Y el Emperador con la
mosca tras la oreja.
-Vigílemelos, Bernadotte.
-Ala orden, Sire.
-Esos hijoputas ya son difíciles como aliados, así que cuando sepan que les estamos
fusilando a los paisanos para que los pinte al óleo ese tipo, Goya, figúrese la que nos pueden
organizar.
-Me lo figuro, Sire. Gente bárbara, inculta. Vuestra Majestad sabe lo que necesitan: un rey
justo y noble, como vuestro augusto hermano José.
-Deje de darme coba y mueva el culo, Bernadotte. Lo hago a usted responsable.
Fue más o menos así. A todo esto, nosotros estábamos dispersos un poco por aquí y por allá
guarneciendo Jutlandia y Fionia. Había pasado ya el tiempo feliz de las cogorzas de ginebra y las
Gretchen rubias, de caderas confortables, que nos revolcábamos -a menudo ellas a nosotros- en los
pajares locales. Ahora se olía próxima la chamusquina, las Gretchen se encerraban en sus casas
con los legítimos, y los barcos ingleses patrullaban la costa sin que nosotros tuviésemos muy claro
si había que darles candela cumpliendo órdenes o pedirles que nos recibieran a bordo para ir a
España. El caso es que a partir de mayo los gabachos empezaron a desconfiar de nuestros
contactos con los británicos. Que si usted le ha enviado un mensaje a aquel barco inglés. Que a
usted qué coño le importa, Duchamp, lo que yo envíe o deje de enviar. Que si tal y que si cual,
mondieu. Que yo me carteo con quien me da la gana. Que si su honog de soldado, Magtinez. Que
si me voy a tener que cagar en tus muertos, franchute de mierda. Total. Empezaron a detener
oficiales, a desarmar unidades y a exigirnos juramento de lealtad, que a esas alturas era como
pedirle peras al olmo. En vista del panorama, La Romana nos hizo jurar que permaneceríamos
fieles a Fernando VII y que íbamos a intentar llegar a España como fuera, para ajustarles allí las
cuentas a los gabachos.
-Nos abrimos, López. Disponga la evacuación.
-Ala orden, mi general.
-Hay que largarse con lo puesto y aprisa, así que avise a los jefes y oficiales. El plan es
capturar Langeland y concentrar en la isla a nuestros quince mil hombres para embarcar en la flota
inglesa y salir por pies.
-Espero que los británicos cumplan su palabra, mi general.
-Eso esperamos todos. Sería muy incómodo liar la que vamos a liar para quedarnos en tierra.
-Viva España, mi general.
-Que sí, que viva. Pero espabile.
Fue bonito para quienes lo lograron. Nos hicimos con Langeland en un golpe de mano y
todas las unidades dispersas por la costa danesa recibieron orden de acudir allí como quien acaba
de patear un avispero. Los primeros en llegar fueron los del Batallón Ligero de Barcelona, y
siguieron otros, infiltrándose entre las líneas y guarniciones francesas, desarmando a sus adjuntos
gabachos y a las tropas danesas que no se quitaban de en medio. En varias ocasiones hubo que
aplicar sin contemplaciones el sistema Peláez, pero el caso fue que entre el 7 y el 13 de agosto, en
una de las mayores evasiones de la historia militar -el tal Jenofonte sólo se largó de Persia con 810
hombres más-, 9.190 españoles lograron llegar a Langeland para embarcar en los buques ingleses.
Lo malo es que otros 5.175 nos quedamos a medio camino: los Regimientos de Guadalajara y Asturias -apresados por los daneses en Seelandia tras el motín donde Peláez disparó su
pistoletazo-, el Regimiento del Algarve -atrapado en la ratonera de JutIandia-, el destacamento que
el mariscal Bernadotte tenía incorporado a su guardia personal, los heridos y los rezagados, amén
de algunas pequeñas unidades que, como la nuestra, la sección ligera del Regimiento Montado de
Villaviciosa, tuvieron mala suerte.
Lo cierto es que los de la Ligera estuvimos a punto de conseguirlo. Llegamos a la costa con
el resto del regimiento y los daneses y los mondieus pegados a los talones, bang-bang y todo el
mundo corriendo, maricón el último, para averiguar que los barcos daneses en los que íbamos a
atravesar el brazo de mar hasta la isla se habían rajado, dejándonos sin transporte. Nuestros
antiguos aliados estaban a punto de echarnos el guante como a los compañeros del Algarve,
abandonados por sus jefes y conducidos hasta el embarcadero por un oscuro capitán con muchas
agallas, el capitán Costa, donde tuvieron que rendirse -después de que Costa se pegara un tiro-
cercados-por los franchutes y sus mamporreros danesel. A nosotros estaba a punto de ocurrirnos lo
mismo, pero nuestro coronel Armendáriz, que a pesar de ser barón los tenía bien puestos y no
estaba dispuesto a pudrirse en un pontón gabacho, ordenó echar los caballos al agua y cruzar el
canal nadando, agarrados a las crines y a las sillas. Y allá fue el regimiento. Algunos se ahogaron,
otros fueron alejados por la corriente, o les fallaron las fuerzas. Nosotros, los de la sección ligera,
recibimos la orden de sacrificarnos para proteger a los que se iban.
-Te ha tocado, Jiménez. Cubrís la retirada.
-No jodas.
-Como te lo cuento.
Y allí nos quedamos a regañadientes, en la playa, cubriendo la retaguardia, aguantando como
pudimos más por el qué dirán que por otra cosa, peleando a la desesperada hasta que la mayor
parte del Villaviciosa estuvo a salvo en la isla. Entonces los pocos de nosotros que sabían nadar
echaron a correr para tirarse al agua con los últimos caballos, a probar suerte, aunque de éstos ya
no llegó ninguno. El resto hicimos de tripas corazón, levantamos los brazos y nos rendimos.
Fuimos a Hamburgo, a inaugurar un campo de prisioneros nuevecito y asqueroso, para
comernos cuatro años a pulso, con otros infelices deportados de la guerra de España. Tiene gracia:
después, cuando Napoleón se cayó con todo el equipo, los alemanes juraban y perjuraban que ellos
siempre estuvieron contra el Petit Cabrón. Pero había cantidad de ellos en el ejército gabacho. En
Hamburgo, sin ir más lejos, nos vigilaban centinelas alemanes y franceses, y cuando alguno de
nosotros lograba evadirse, eran los vecinos de los pueblos cercanos los que muchas veces nos
denunciaban, o nos devolvían al campo a patadas en el culo. Ahora tengo entendido que allí nadie
recuerda que haya habido nunca un campo de prisioneros españoles en Hamburgo, y es que los
Fritz son estupendos para el paso de la oca, pero andan siempre fatal de memoria. En fin. El caso
es que estábamos bien jodidos en nuestro campo de prisioneros cuando, en 1812, al Enano va y se
le ocurre invadir Rusia. Cuando se preparan invasiones a gran escala, la carne de cañón se cotiza
bien. Así que los veteranos de la División del Norte que habíamos sobrevivido al frío, el tifus y la
tuberculosis, tuvimos nuestra oportunidad: seguir pudriéndonos allí o combatir con uniforme
gabacho.
-A ver. Voluntarios para Rusia.
-¿Para dónde?
-Para Rusia.
Dos mil y pico preguntamos dónde había que firmar. Después de todo, de perdidos al río.
En cuanto a ríos, con la
Grande Armée
habíamos terminado vadeando unos cuantos. La santa
Rusia estaba llena de rusos que nos disparaban y de malditos ríos donde nos mojábamos las botas.
Antes del Moskova y Moscú, el último era aquel Vorosik que circundaba en parte Sbodonovo, por
cuyo vado seguían colándose los escuadrones de cosacos que tenían el flanco derecho francés
hecho una piltrafa, mientras en su colina del puesto de mando el Petit nos miraba admirado por el
catalejo, preguntándole a Alaix quiénes coño éramos esos tipos estupendos que, a pesar de la que nos estaba cayendo encima, avanzábamos imperturbables, en perfecto orden, hacia las líneas
enemigas.
Y sin embargo, la respuesta era sencilla. En medio del desastre del flanco derecho del
ejército napoleónico, cruzando los maizales batidos por la artillería rusa, en formación y a paso de
ataque, los cuatrocientos cincuenta españoles del segundo batallón del 326 de Infantería de Línea,
no efectuábamos, en rigor, un acto de heroísmo. Para qué vamos a ponernos flores a estas alturas
del asunto. La cosa era mucho más simple: ningún herido que pudiera andar se quedaba atrás, y
avanzábamos en línea recta hacia las posiciones rusas, porque estábamos intentando desertar en
masa. Aprovechando el barullo de la batalla, el segundo del 326, en buen orden y con tambores y
banderas al viento, se estaba pasando al enemigo. Con dos cojones.
joder, nunca había leido literatura bélica. La verdad es que está bien, eh!
Panceto el viudo- Campeón del mundo
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- Mensaje n°47
Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye escribió:Panceto el viudo escribió:Aye escribió:Yo también os culturizaré, pero a la catalana.
Mirad como nos recuerdan por el mediterraneo después de nuestra "visitita"
La llamada Venganza catalana sucedió como consecuencia del asesinato de Roger de Flor y unos cien almogávares de la Gran Compañía Catalana (soldados mercenarios de la Corona de Aragón) por parte de los bizantinos. Tras el asesinato, los almogávares repelieron ferozmente ataques de los bizantinos y saquearon toda Grecia, especialmente la Tracia a los gritos de "Aragó, Aragó", "Sant Jordi" y "Desperta Ferro". Pasado un tiempo fundaron los ducados de Atenas y Neopatria.1 2
Todavía persiste en la actualidad el recuerdo de estas acciones bajo la figura del Katalan, un guerrero-gigante sediento de sangre que se usa para asustar a los niños en algunos países balcánicos. Además la palabra "Katalan" en tosco (lengua de Albania) significa monstruo y aun hoy, si un griego quiere maldecir a alguien le increpa: "Así te alcance la venganza de los catalanes".
La presencia de la compañía dejó una huella en el folclore y el legendario popular de las diferentes regiones donde pasaron (área Balcánica y Grecia). Cabe decir que parte de este sustrato ha llegado hasta la actualidad y que gran parte de este (si no todo), debido a la devastación provocada por los almogávares, es de carácter negativo.
De la región de Tracia nos llega el refrán: que la venganza de los catalanes caiga sobre ti En Bulgaria las expresiones "Catalán" e "Hijo catalán" significan "hombre malvado, sin alma, torturador". Esta mala fama llegó a trascender los límites del folclore para influir en poetas, como Ivan M. Vazoz que en el poema Piratas, publicado por primera vez en 1915, cita a los catalanes junto a los turcos como los mayores opresores de la nación búlgara.
En Tesalia la expresión "¡Eres un catalán!" era proferida como insulto hasta finales siglo XX.
En Grecia:
En Atenas los niños de dicha ciudad acompañaban su juego con la siguiente canción insultante:
"Francos, varegos,
"pechos" catalán,
te lavas, te peinan,
y con mierda te rebozas"
En la región de Parnaso se recogió el refrán: "Voy a huir de los turcos para caer en manos de los catalanes"
En la isla de Eubea se sabe que en la primera mitad del siglo XX la palabra "catalán" era proferida en la región de Káristos como insulto y se tiene documentada la utilización de una forma aberrante de esta palabra como renombre sarcástico:
"Cataloi. Mote de un campesino desocupado del pueblo de Pirgos, en la región de Káristos (...) A veces se da a aquellos a quienes se quiere insultar"
En Hipatia (Patras, capital del Ducado de Neopatria) todavía están presentes muchas maledicencias, leyendas y canciones.
Acerca de la toponimia en el cercano pueblo de Miles hay un arroyo que lleva por nombre Catalán.
Refranes y dichos:
"Que te vea bajo la espada de un catalán"
"El griego se lavaba y el catalán se enmerdaba", en referencia a la suciedad de los catalanes (dicho que es muy utilizado, en toda Grecia, para describir a los catalanes).
En referencia a la irreverencia de los catalanes hacia la religión, encontramos diferentes ejemplos:
"El catalán come carne incluso en Viernes Santo",
"Ayuna como el catalán", para referirse a quien no ayuna.
En el cancionero popular también están presentes diferentes ejemplos:
En la balada popular La maldición de la abandonada, entre las calamidades que desea la protagonista a quien le ha abandonado aparecen los siguientes versos:
"Que caigas bajo espadas francas y en manos de catalanes
que te aten las manos con unas esposas y te estrujan el cuello con un garrote"
Canción de cuna cantada hasta hace poco en Hipatia:
"Sale el sol para Arta
e ilumina toda Patras.
Señor sol y rey,
dame fuerza y coraje
para ceñirme siete espadas
y luchar contra los francos,
contra los francos y los varegos,
contra los perros catalanes.
Perro catalán,
no ayunas el viernes,
ni ayunas el sábado,
cuando Cristo está en la tumba.
Los hijos de la Romania
son como leones en su corazón,
son como leones, son como halcones,
son como los delfines del mar"
Asimismo en la región de Mani, al sur de Laconia, se conserva un recuerdo admirativo de los almogávares, y la palabra catalán se utilizaba a veces como nombre propio; como ejemplo, en el pueblo de Piondes (Laguia) existía hasta hace poco una familia con el apellido "Catalán". En la Argólida, península del Peloponeso, "catalana" era el peor insulto que se podía decir a una mujer, como se pone de manifiesto en la expresión "Ah catalana, mil torcidos me has hecho".
En la actual Albania la palabra "catalán" significa "hombre feo y malvado". Así mismo para "Catalán" ("Katallani") se designa, en el folclore albanés, un monstruo con un solo ojo, que recuerda en muchos aspectos al cíclope Polifemo. Dicho cíclope aparece representado como un herrero salvaje que se alimenta de carne humana, sin rodillas, por lo que no puede agacharse, y con piernas largas como mástiles de barco. A él se enfrenta un joven héroe llamado Dedaliya, que lo vence con ayuda de su astucia. Esta tradición, en diferentes versiones, se llama normalmente con el título de Dedalo dhe Katallani (Dédalo y Catalán).
Aragó, Aragó pero no Catalunya, catalunya. se corroborán mis afirmaciones de que la conciencia de nacinalidad catalana no existía en aquellas épocas. De hecho al contrario de lo que os venden a los catalanes, los almogavares eran tropas de infantería ligera formadas por plebeyos de toda la corona de Aragón: mallorquines, valencianos, aragoneses, sicilianos, occitanos, catalanes etc... Incluso turcos, bizantino, gallego s e incluso asturianos. Como tu dices eran mercenarios que lucharon al servicio de la corona de Aragón, pero nunca formaron parte de un ficticio ejercito Catalán. Eso que quede claro.
Aún así yo reconozco la valía del soldado catalán. El día que yo sea máximo dictador de la republica federal ibérica formare las compañías de operaciones especiales catalanas. Su prenda distintiva será la barretina verde.
lo tuyo es de traca macho
de los tres gritos, los 3 son en catalan (lengua no hablada en aragón), solo uno hace referencia a aragón. Te saltas lo de la gran compañia catalana (no aragonesa), la venganza catalana (no aragonesa) Y te follas por la torera que por toda grecia, bulgaria, y esa zona se habla "del catalan" no "del aragones". Bravo y bravo panceto, olé tus cojones.
Todo el párrafo hablando de lo que habla y tu te fijas en eso acojonanting
Eso no tiene que ver, también llaman gallegos los argentinos a los españoles. Y por ponerte un ejemplo en cuanto a lo de "compañía catalana", también se habla de "arqueros galeses" en los ejercitos medievales de Inglaterra y estos no luchaban por Gales.
Aye- Campeón del mundo
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Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
los arqueros galeses eran parte del ejercito de los ingleses y realmente los galeses tenian muy buena fama de buenos tiradores
panceto, patinas y lo sabes
Por cierto, buenos dias
Panceto el viudo- Campeón del mundo
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Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Aye escribió:
los arqueros galeses eran parte del ejercito de los ingleses y realmente los galeses tenian muy buena fama de buenos tiradores
panceto, patinas y lo sabes
Por cierto, buenos dias
Bunos días desde el infierno andaluz, puto calor q hace!!!!!!!!!
Coño pues es lo q te digo, los arqueros galeses eran parte del ejercito inglés al igual que los almogávares eran parte del ejército ARAGONES
Cuando yo jugaba al Mediaval II total War, simpre contrataba mercenarios almogávares para mis campañas militares
Aye- Campeón del mundo
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Re: Como nos quieren a los catalanes, en el mundo
Panceto el viudo escribió:Aye escribió:
los arqueros galeses eran parte del ejercito de los ingleses y realmente los galeses tenian muy buena fama de buenos tiradores
panceto, patinas y lo sabes
Por cierto, buenos dias
Bunos días desde el infierno andaluz, puto calor q hace!!!!!!!!!
Coño pues es lo q te digo, los arqueros galeses eran parte del ejercito inglés al igual que los almogávares eran parte del ejército ARAGONES
Cuando yo jugaba al Mediaval II total War, simpre contrataba mercenarios almogávares para mis campañas militares
panceto, de verdad. Puedes discutirme un sin fin de cosas basado en textos, documentales, la vecina del 5º. Pero basado en el texto ese que te he puesto?
Venga hombre... que aparte quien te dice que gritaban aragó aragó? que es la primera vez que lo leo? Su grito siempre fué desperta ferro (y no desperta hierro).
Y si en las otras lenguas de la región quedó lo de catalan y para nada ni rastro de aragonés, por algo será. Aparte que hablas de sentimiento nacionalista de unos mercenarios? esos no sentian nada.
Otra cosa es que se demuestra que por allí en los siglos XII-XIV lo de ser catalan estaba bien establecido como denominación de origen por más que os empeñais algunos a decir que catalunya no existia sinó que era un grupo de condados por lo tanto solo podia existir ser barcelonés, ser gerundense, ser del alto urgell, ser de Besalú, etc...La consciencia de territorio catalan ÚNICO está más que demostrado, por más que fuera un conjunto de titulos de conde aglutinados en una misma persona o otros condes rindiendole pleitesia
» Los argentinos quieren a Higuaín como delantero titular.
» ¿Es Higuaín realmente tan bueno como algunos quieren hacer ver?
» Vosotros os registrariáis en un foro como el SPORT o el MUNDO DEEORTIVO???
» Cuidado!! En otros foros suena Castolo como posible fichaje para el Madrid... Nos lo quieren secuestrar del foro ZAS.
» Por cierto, a Raúl se le presentó como Campeón del Mundo
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