Le tachan de defensivo, de estar dejando por los suelos la imagen del Madrid en el terreno de juego (fuera tienen más argumentos ), de convertirlo en un equipo leñero.
Uno mira las estadísticas y se da cuenta de que la mayor diferencia entre los merengues y el virtual campeón de Liga, el Barcelona, no reside en su despliegue ofensivo sino precisamente en los tantos encajados: mientras los culés han recibido 19 goles, los blancos ven esta cifra elevada hasta 31. Y eso contando con la extraordinaria temporada que está ofreciendo Casillas.
A nadie se le ocurre llamar defensivo a Guardiola. Los culés defienden con el balón, sí, pero también con una presión asfixiante en cuanto pierden la pelota y con inteligentes faltas, de esas llamadas técnicas, que rara vez son castigadas con tarjeta.
El siguiente conjunto en encajar menos goles después del club de Conchaespina es el Sporting de Gijón de Preciado, con 39, equipo que de haber perdido en el Bernabéu estaría a solo un punto del descenso.
Les siguen Villarreal (40), Valencia (42) y otro club que coquetea con Segunda, Osasuna (42).
¿De dónde sale entonces la fuerza del Real Madrid para aguantarle el ritmo al Barcelona hasta casi final de campaña?
Pues de su ataque, de sus goles.
Si hace un par de años ves a alguien tachar de "defensivo" a un equipo que se presenta en Mestalla y el Pizjuán casi con el título perdido y endosa a estos equipos de la parte más alta de la tabla un total de 6 chicharros, directamente te reirías de él.
Pero en estos momentos lo que prima es atizar a Mou, al Madrid y a todo lo que se ponga por delante, aunque sea dudar por ejemplo de que Cristiano Ronaldo es el mejor delantero que ha visto el Bernabéu desde los tiempos de, sin ánimo de repetirme, don Santiago Bernabéu.
Para mí la explicación es sencilla: Mourinho es un gran técnico. No se le caen los anillos por plantear los partidos en función del rival cuando lo cree necesario. Esta temporada ha podido pifiarla arrugándose frente al Barça (ese 5-0 pesó mucho), pero ha tenido otros éxitos.
Al César lo que es del César.