Mi 'hermano' Carlos Marañón - un fenómeno del cine y del fútbol- sostiene que los valores del Real Madrid son una entelequia y que si alguna vez existieron, han caído en desgracia. Compruebo, con estupor, cómo el tiempo empieza a darle la razón. Sólo así se entiende que la muerte de Antonio Mezquita - 17 años de madridismo y descubridor de Casillas o Guti-, haya pasado desapercibida para el Real Madrid, que no tuvo el detalle de guardar un minuto de silencio para honrar su memoria. Pero sigamos con los valores y la imagen del Real Madrid: Cuando Valdano era columnista y le pagaban por dar su opinión, escribió: "Mourinho es un técnico carcelario de las ideas (...) un carisma andante que no sabe qué representa". Así que cuando Florentino Pérez fichó por a Mou, le entregó las llaves del club y la prensa le hizo la ola, el cielo se desplomó sobre la cabeza del Director General. Traicionado por la hemeroteca, el Valdano ejecutivo no dimitió y con esa decisión, traicionó la credibilidad del Valdano literato. Por eso fue todo "dientes" en la presentación de Mou, tendió la mano y aseguró que esas diferencias intelectuales se habían zanjado. Se iniciaba así un matrimonio de conveniencia abocado al divorcio. Respaldado por los resultados, Mourinho colocó a Valdano a los pies de los caballos, y tardó poco en pasarle factura por sus escritos. Montó un paripé histérico, desautorizó a Valdano, pidió una reunión con el presidente, fabuló conspiraciones arbitrales, atacó sin piedad a la estructura del club, se encaprichó con la 'guerra del nueve' y se jactó de reportar directamente sólo ante José Ángel Sánchez y Florentino Pérez. Con el apoyo de la calle y con el visto bueno de algunos periodistas - hasta que los resultados les separen-, Mourinho salió impune. Como si fuera el encargado de repartir carnés de buenos y malos madridistas, Mou apartó a Valdano con un chantaje emocional que el club asumió para no quebrantar la paz social de la institución. En pleno quejío arbitral y mientras apagaba el fuego con gasolina, Mou fue más allá: Exigió que Valdano no viajara con el equipo, que no bajara a los vestuarios y que no fuera el interlocutor entre plantilla y presidente.
Florentino, que en un primer momento defendió a Valdano como imagen institucional del club, cedió para no tensar más la cuerda, amén de la contratación de Adebayor. Después del éxito de la maniobra golpista de Mourinho, experto en puentear a sus superiores en el Chelsea y en el Inter, Jorge fue pasto de los leones. En el micrófono de Canal Plus y ante las preguntas de la incisiva Mónica Marchante - la mejor periodista deportiva de este país-, Valdano confirmó su degradación: "Si hay que tomar un poco de distancia para que él [Mourinho] se sienta más cómodo, lo haremos. El club quiere que él esté cómodo y si el entrenador considera que hay que tomar distancia para que se sienta bien, tendrá más distancia. Se trata de que él se sienta bien". Bandera blanca de Valdano, vía libre para Mou.
Con Valdano fuera de combate, Mourinho propuso su sustituto ideal como nuevo miembro de su guardia pretoriana dentro del vestuario. El delfín propuesto fue Zinedine Zidane. Un símbolo incuestionable, cuyo nombramiento agradó a aficionados, futbolistas y presidente. Mou, vista de águila, se preparó el terreno: "Zidane tiene que estar más conmigo y menos con el presidente". Después la caída en desgracia de Valdano, la sucesión se aceleró: "Zidane nos va a ayudar mucho. Es un ejemplo para los futbolistas y quiero que sea el enlace entre los jugadores y el presidente". El francés, otrora acusado de no pintar nada en el club, recibía el masaje público de Mou y viajaba con el equipo.
Pero, cosas de la vida, la hemeroteca que traicionó en su día a Valdano, tampoco es precisamente benévola con Mourinho. Hubo una época en la que Mourinho no cobraba del Madrid - como aquí se denunció-, y también hubo un tiempo en el que Mourinho no era tan lisonjero con Zidane. Más bien, todo lo contrario. Hace ocho años, en 2003 y antes de un partido de Champions, Zidane comentó que si el Real Madrid ya estaba clasificado, no vería con malos ojos el pase del Marsella. Mourinho, entonces técnico del Oporto, montó en cólera y arremetió contra "Zizou". ¿Qué decía Mourinho entonces? Ahí va: "No me sorprende nada. Zidane me parece que es un maravilloso jugador, pero no me cae bien. Si uno juega al fútbol y levanta el pie, no sé cómo hay que calificarlo". Negro sobre blanco, es curioso que Mourinho haya pasado de no tragar a Zidane a derretirse como un helado de pistacho cada vez que nombra al francés. Como Groucho Marx, Mourinho tiene unos principios y, si no gustan, siempre tiene a mano otros. Miguel Ángel Lotina, que no gana 10 millones de euros al año, sabe exactamente de qué va esta película: "En esta sociedad, ser actor es fundamental. Vivimos en el mundo de la media verdad y la media mentira. Vale todo. Los valores eran mucho más claros hace 20 años. Ahora lees un periódico y sospechas. En el fútbol, dirigir a la opinión pública es bastante sencillo, y Mourinho para esto es el número uno".
La conclusión es que "The Special One", dramaturgo por obligación y egocéntrico por convicción, hace y deshace a su antojo en el Real Madrid. Mourinho entiende el fútbol como un negocio donde la única estrella posible es él mismo y donde utiliza a la prensa como medio para difundir su mensaje para dirigir a la opinión pública. Se cree por encima del bien y del mal, por encima del "star system" de los futbolistas y por encima Mejor Club del Siglo XX. Se queja de que es la víctima de una doble vara de medir, pero lo único doble es su discurso: En público dice que no quiere más poder del que tiene; pero en privado, destruye todo aquello que le estorba para amasar más poder. Más de cine, esta vez del crítico Carlos Boyero, que definía así el decorado cartón piedra de Mou y la realidad a la que se enfrenta: "Tiene un reto muy jodido el guaperas desdeñoso en el Bernabéu. Existe no solo hambre de títulos, sino de que estén acompañados de belleza y de orgullo". Hasta ahora, esa breva no ha caído.
Tras aplastar a la Real Sociedad, Mourinho volvió a demostrar que no soporta dejar de ser protagonista. Cristiano regaló una exhibición y su entrenador, lejos de destacarlo, embarró sus méritos con un comentario mezquino: "A Cristiano le pegan mucho, no es como con otro [se refiere a Messi sin nombrarle] ante el que los adversarios se desvían, tienen miedo de meter el pie y no le toca nadie.". Ni sabe perder, ni sabe ganar. La segunda perla que pasó desapercibida fue la siguiente: "Si quedamos segundos no pasa nada, nos iremos de vacaciones". A estas alturas de la película, poco importa si Mourinho conquista un título, dos o tres. Tampoco es relevante si acaba con un año en blanco. Lo que importa es que Mourinho, gaseoso verbal y amotinado consentido, está destruyendo los valores del Real Madrid. Mourinho se cree por encima del club, da lecciones desde su púlpito y responde al perfil que había descrito Valdano en sus artículos. "The Special One", pluriempleado de sí mismo, camina de victoria en victoria, hacia la derrota final. Narcisista convencido ("yo soy el equipo"), el luso se pasa por la entrepierna la buena educación. Mourinho ha entrado en el Real Madrid, pero el Real Madrid jamás entrará en él.
Florentino, que en un primer momento defendió a Valdano como imagen institucional del club, cedió para no tensar más la cuerda, amén de la contratación de Adebayor. Después del éxito de la maniobra golpista de Mourinho, experto en puentear a sus superiores en el Chelsea y en el Inter, Jorge fue pasto de los leones. En el micrófono de Canal Plus y ante las preguntas de la incisiva Mónica Marchante - la mejor periodista deportiva de este país-, Valdano confirmó su degradación: "Si hay que tomar un poco de distancia para que él [Mourinho] se sienta más cómodo, lo haremos. El club quiere que él esté cómodo y si el entrenador considera que hay que tomar distancia para que se sienta bien, tendrá más distancia. Se trata de que él se sienta bien". Bandera blanca de Valdano, vía libre para Mou.
Con Valdano fuera de combate, Mourinho propuso su sustituto ideal como nuevo miembro de su guardia pretoriana dentro del vestuario. El delfín propuesto fue Zinedine Zidane. Un símbolo incuestionable, cuyo nombramiento agradó a aficionados, futbolistas y presidente. Mou, vista de águila, se preparó el terreno: "Zidane tiene que estar más conmigo y menos con el presidente". Después la caída en desgracia de Valdano, la sucesión se aceleró: "Zidane nos va a ayudar mucho. Es un ejemplo para los futbolistas y quiero que sea el enlace entre los jugadores y el presidente". El francés, otrora acusado de no pintar nada en el club, recibía el masaje público de Mou y viajaba con el equipo.
Pero, cosas de la vida, la hemeroteca que traicionó en su día a Valdano, tampoco es precisamente benévola con Mourinho. Hubo una época en la que Mourinho no cobraba del Madrid - como aquí se denunció-, y también hubo un tiempo en el que Mourinho no era tan lisonjero con Zidane. Más bien, todo lo contrario. Hace ocho años, en 2003 y antes de un partido de Champions, Zidane comentó que si el Real Madrid ya estaba clasificado, no vería con malos ojos el pase del Marsella. Mourinho, entonces técnico del Oporto, montó en cólera y arremetió contra "Zizou". ¿Qué decía Mourinho entonces? Ahí va: "No me sorprende nada. Zidane me parece que es un maravilloso jugador, pero no me cae bien. Si uno juega al fútbol y levanta el pie, no sé cómo hay que calificarlo". Negro sobre blanco, es curioso que Mourinho haya pasado de no tragar a Zidane a derretirse como un helado de pistacho cada vez que nombra al francés. Como Groucho Marx, Mourinho tiene unos principios y, si no gustan, siempre tiene a mano otros. Miguel Ángel Lotina, que no gana 10 millones de euros al año, sabe exactamente de qué va esta película: "En esta sociedad, ser actor es fundamental. Vivimos en el mundo de la media verdad y la media mentira. Vale todo. Los valores eran mucho más claros hace 20 años. Ahora lees un periódico y sospechas. En el fútbol, dirigir a la opinión pública es bastante sencillo, y Mourinho para esto es el número uno".
La conclusión es que "The Special One", dramaturgo por obligación y egocéntrico por convicción, hace y deshace a su antojo en el Real Madrid. Mourinho entiende el fútbol como un negocio donde la única estrella posible es él mismo y donde utiliza a la prensa como medio para difundir su mensaje para dirigir a la opinión pública. Se cree por encima del bien y del mal, por encima del "star system" de los futbolistas y por encima Mejor Club del Siglo XX. Se queja de que es la víctima de una doble vara de medir, pero lo único doble es su discurso: En público dice que no quiere más poder del que tiene; pero en privado, destruye todo aquello que le estorba para amasar más poder. Más de cine, esta vez del crítico Carlos Boyero, que definía así el decorado cartón piedra de Mou y la realidad a la que se enfrenta: "Tiene un reto muy jodido el guaperas desdeñoso en el Bernabéu. Existe no solo hambre de títulos, sino de que estén acompañados de belleza y de orgullo". Hasta ahora, esa breva no ha caído.
Tras aplastar a la Real Sociedad, Mourinho volvió a demostrar que no soporta dejar de ser protagonista. Cristiano regaló una exhibición y su entrenador, lejos de destacarlo, embarró sus méritos con un comentario mezquino: "A Cristiano le pegan mucho, no es como con otro [se refiere a Messi sin nombrarle] ante el que los adversarios se desvían, tienen miedo de meter el pie y no le toca nadie.". Ni sabe perder, ni sabe ganar. La segunda perla que pasó desapercibida fue la siguiente: "Si quedamos segundos no pasa nada, nos iremos de vacaciones". A estas alturas de la película, poco importa si Mourinho conquista un título, dos o tres. Tampoco es relevante si acaba con un año en blanco. Lo que importa es que Mourinho, gaseoso verbal y amotinado consentido, está destruyendo los valores del Real Madrid. Mourinho se cree por encima del club, da lecciones desde su púlpito y responde al perfil que había descrito Valdano en sus artículos. "The Special One", pluriempleado de sí mismo, camina de victoria en victoria, hacia la derrota final. Narcisista convencido ("yo soy el equipo"), el luso se pasa por la entrepierna la buena educación. Mourinho ha entrado en el Real Madrid, pero el Real Madrid jamás entrará en él.