"Esto no es una democracia, es una dictadura", afirma Rodrigo Arroyo, propietario del restaurante que desde hace seis años lleva su nombre en la calle Ceramista Ros de Valencia. Su declarada insumisión a la ley antitabaco que entró en vigor el 1 de enero "no es una movilización", sino la "defensa de nuestros negocios", a la que se han sumado una decena más de hosteleros valencianos que anuncian despidos como medida de presión frente al Gobierno. "A primeros de febrero empezaremos a despedir a gente", confirma Rodrigo.
"La ley está mal hecha desde el principio: ¿quién me va a pagar los 30.000 euros que pagué para habilitar una zona de no fumadores"
Empleados y clientes han hecho suya la rebeldía de Rodrigo a esta segunda parte de la norma que amplía los espacios libres de humo. "Temor tengo, pero si me despiden que me mantenga Zapatero. Este no es un sitio público y si mi jefe no me paga no va a venir el Gobierno a darle dinero para que lo haga", afirma exaltada una de las empleadas de Rodrigo Arroyo, que añade que "si el tabaco es malo, que lo quiten y no recauden ni un duro con él".
Los clientes del Restaurante Rodrigo encienden sus cigarros con la tranquilidad rutinaria. Los hay con caliqueño en boca y también con puros de gran calibre. La atmósfera del local no ha cambiado respecto a los postreros días del año que se fue. La clientela sigue fumando y también el dueño del restaurante -entre dos y tres cajetillas diarias-, que en menos de una semana de pulso al Gobierno ha visto pasar por su casa a toda una legión mediática y ha visto crecer su caja, porque "nadie deja fumar en esta zona".
"Podemos vender tabaco pero no debemos dejar fumar, ¿qué es lo que quieren?", se pregunta Rodrigo, quien considera que la ley está mal hecha desde el principio y tiene otra misiva para el Ejecutivo central: "¿Quién me devuelve los 30.000 euros que gasté hace tres años en habilitar una zona para fumadores?"
Se expone a pagar 6.000 euros diarios de multa
Este madrileño afincado en Valencia desde el 58, un año después de la Riada, sostiene que no ha habido tensiones en su local, salvo el incidente con una pareja de policías que "entraron con actitud chulesca" y le sancionaron a él y a dos clientes, sin especificar la cantidad de la multa. La cosa se puso fea cuando los agentes intentaron arrancar los carteles de apoyo a Rodrigo que luce la fachada del restaurante, con mensajes como 'En defensa de la hostelería', 'Contra la ley antitrabajo', 'Basta de prohibición' o un sucinto 'Ole tus huevos'. Los clientes les increparon y los policías tuvieron que pedir refuerzos.
Dos inspectoras le advirtieron en persona de una sanción de 6.000 euros diarios, pero Rodrigo asegura no haber recibido notificación
Una pareja de inspectoras de Sanidad le comunicaron en persona que debería hacer frente a una sanción de 6.000 euros por cada día de incumplimiento de la ley, pero él dice no haber recibido comunicación alguna y considera que es "una amenaza". Mientras, los clientes se muestran más generosos con el bote por si las multas y los comerciantes del barrio recogen firmas para respaldar a Rodrigo en su cruzada y devolver la ley a las Cortes. Necesitan 500.000 para que el Parlamento vuelva a debatir. "No podrán con nosotros", proclaman al tiempo que lamentan la "criminalización" que sufren con la nueva norma.
Por más que el vicepresidente Rubalcaba insista en que las leyes están para cumplirlas y el secretario general de Sanidad hable de atenerse a las consecuencias, Rodrigo tiene claro que "no hay vuelta atrás". "Si me ponen una multa empezaré una huelga de hambre y ya veremos qué pasa", señala.
El hostelero valenciano manifiesta que "en la mayoría de locales se está fumando, pero tienen miedo a colgar el cartel en la puerta". A diferencia de esta rebeldía camuflada, él tiene claro que esta ley incluida en un programa electoral "habría hecho perder a cualquier partido porque España es un país de fumadores". Y, por cierto, "un fumador es más respetable que una persona no fumadora; le dices que molesta el humo y se aparta o apaga el cigarrillo, mientras que un no fumador muestra menos educación y empieza a incordiarle".
Desorientación y malestar entre los fumadores
"Este es un país libre y debería ser opción del propietario del bar si deja o no fumar", considera un cliente
También sus clientes expresan con rotundidad su rechazo a la ley antitabaco. "Nos hacen sentirnos como bichos raros, porque además de en la calle tenemos derecho a fumar en locales privados como son los bares", apunta uno; "este es un país libre y debería ser opción del propietario si deja o no fumar. Si todos hicieran como el señor Rodrigo, que se ha puesto en su sitio, el Gobierno haría otra cosa", señala otro; y los hay que van más allá: "Si tuviera dinero me compraría un avión para transportar sólo a fumadores. ¿Cómo les sentaría?"; y más todavía, hasta rayar en lo radical: "Me da asco ser votante del partido socialista".
Nos trasladamos a una zona de terrazas, una calle peatonal en la que se encadenan hasta cinco locales con sus respectivas terrazas. Los clientes fuman a escasos metros de un parque infantil, una zona inahibilitada por la nueva ley. "A mi lo que no me parece bien es que prohiban fumar y estén las máquinas dentro de los bares", afirma una cliente.
"Estamos un poco desorientadas. Nos alejamos del colegio para poder fumar pero se supone que aquí cerca del parque tampoco podemos. No especifican los metros de distancia que tiene que haber. Que digan dónde se puede fumar y ya está", añade otra. Los hosteleros de estos locales con terrazas en zonas en las que está prohibido fumar no tienen respuesta.
Los hay cazurros, cazurros.