por arriero Jue Ago 22, 2013 8:38 am
A Casillas le queda como un guante la portería del Madrid
El Real Madrid comenzó la temporada con un debate inevitable: Casillas o Diego López. Inevitable por razones estrictamente futbolísticas y por cuestiones ambientales. Horas antes de comenzar el encuentro, el twitter echaba humo con un hastag que decía: Diego López titular. La columna más anticasillista se movilizó en la primera ocasión que encontró: el partido inaugural de Liga. Las razones variaban, pero no diferían demasiado de las que se escuchan en algunos programas alineados con Mourinho hasta las cachas.
Conviene recordar a Mourinho en este punto porque él se encargó de transmitir la peor imagen posible de Casillas: soplón, gordito, vago, inhábil con los pies, ojito derecho del establishment mediático. Nunca, en ningún club y en ninguna circunstancia, un entrenador ha cargado tanto, tan duro y tan públicamente contra uno de sus jugadores. Por desgracia, se lo consintió el presidente, que no hizo nada por controlar la escalada de críticas del entrenador, que actuó con una impunidad intolerable.
Atacado por Mourinho
También conviene situar dónde comenzó el plan de ataque de Mourinho contra el portero, al que había proclamado mejor del mundo en su primera temporada en el Real Madrid. Casillas, que entre otras cosas es capitán de la selección española, decidió comunicarse con Xavi y Puyol después de los infames incidentes que ocurrieron en la Supercopa en agosto de 2011. La violencia latente de aquel partido derivó en la artera agresión de Mourinho a Tito “¿Quién?” Vilanova.
Era imposible continuar con aquella escalada y sus probables consecuencias: violencia en la calle, odio entre jugadores y ruptura de la selección, donde los mismos que participaban en los partidos más desagradables del fútbol español se sentían obligados a defender los colores nacionales. Era imposible mantener aquella esquizofrenia letal. Aquel momento, sin embargo, significó el castigo inmediato de Mourinho a Casillas, el portero que apenas cuatro meses antes había completado una actuación portentosa en la final de Copa en Mestalla. Gran parte de la victoria del Madrid sobre el Barça se debió a tres milagros de su portero.
Mourinho sentó a Casillas en el banquillo en el Trofeo Bernabéu, frente al Galatasaray. Justo ahora, cuando regresa Raúl —otro que recibió un tratamiento miserable por parte de un sector irreductible del madridismo—, se agranda el recuerdo de aquel encuentro. En un acto de deliberada humillación, Mourinho alineó a todo el mundo, incluidos numerosos jugadores del Castilla, pero mantuvo a Casillas en el banco todo el encuentro. Le excluyó hasta de la recogida del trofeo. Fue Sergio Ramos quien tuvo la dignidad y el compañerismo de conducir al capitán del equipo a la ceremonia de entrega.
Ese momento, y ningún otro de los que se han voceado desde Mourinho y sus aledaños mediáticos, fue el que marcó la divisoria de Casillas. El mejor portero del mundo, en palabras anteriores de su entrenador, se convirtió en el objeto de un ataque permanente. Utilizó toda la basura a su disposición para ensuciar el nombre de un jugador que llegó al Real Madrid con nueve años, que dispone de un historial incomparable con su equipo y con la selección, que ha sido aclamado como ningún otro futbolista en el Bernabéu y que, se pongan como se pongan Mourinho y sus acólitos, es el mejor portero que el Real Madrid podría tener.
Iker siempre responde
En su acoso a Iker Casillas, Mourinho utilizó a todos los porteros posibles para desestabilizarle. Pretendió enviar un mensaje cruel, pero cómico: todos eran mejores que Casillas. Desde Adán hasta Jesús pasando por Diego López. Suplente en diciembre frente al Málaga —el Madrid perdió el partido y la Liga, y así lo proclamó Mourinho—, Casillas sólo volvió para sustituir al expulsado Adán. No volvió a jugar un minuto desde su lesión en enero frente al Valencia. Pese a todo, la campaña creció hasta el paroxismo en los meses de suplencia de Casillas. No hubo piedad con él. No le defendió ni su palmarés, ni su madridismo, ni la situación de debilidad que siempre significa la suplencia.
Llegó Diego López, que no es nuevo en el Real Madrid. Un buen portero con una estupenda trayectoria en el Villarreal. No obtuvo el respaldo ni de Michel, ni de Emery, en el Sevilla. Jugó y lo hizo más que bien, aunque sorprendió el número de goles que recibió el Real Madrid en los partidos más importantes de la temporada: tres frente al Galatasaray en Estambul, cuatro frente al Borussia en Dortmund, dos en la final de Copa frente al Atlético en el Bernabéu.
Casillas no es un portero sin fallos y limitaciones, como todos. Pero la portería del Real Madrid le queda como un guante. Es así y lo ha demostrado infinidad de veces. Para defender la meta del Real Madrid no basta con disponer de las condiciones de los grandes porteros. Por el Real Madrid han pasado muchos con extraordinarias trayectorias —Cañizares o Illgner, por ejemplo— que no llegaron a consolidarse totalmente en la portería madridista. Otros, como César o Bizzarri, no alcanzaron el mismo nivel internacional, pero sus longevas carreras hablan de su calidad. Todos ellos, y los buenos porteros que ha procurado el Castilla, no lograron, ni de lejos, acercarse a la trayectoria de Iker Casillas.
Es imposible defender la portería del Real Madrid durante 14 años, y ganar cinco Ligas, dos Copas de Europa y una Copa del Rey, sin unas cualidades excepcionales. Casillas tiene una cualidad imprescindible: hacer sentir a su equipo, a los rivales y a los aficionados que la portería del Madrid no le queda grande. Esa normalidad vale un tesoro en el club más grande del mundo. Casillas rara vez se ha visto superado por un partido o una situación límite, que son las que definen el destino de los mejores equipos del mundo. Todo lo contrario: cuánta mayor es la exigencia, mejor ha respondido. Basta con recordar sus actuaciones en momentos culminantes para el Real Madrid y la selección.
Demasiada carga emocional
La naturalidad de Casillas en la portería no admite comparación. Tampoco su capacidad para olvidar sus fallos. Esa desmemoria ha sido fundamental en su carrera. Casillas no se ha visto superado por errores puntuales. Se ha rehecho y generalmente ha respondido con algún momento prodigioso.
El domingo, frente al Betis, Ancelotti eligió a Diego López, una decisión que invitaba la polémica tanto como la eventual designación de Casillas como titular. El ambiente no ayuda, y tampoco a Diego López, sometido a una carga emocional que él no ha generado. No fue su mejor noche. Midió mal los dos primeros saques de esquina del Betis y pareció afectado por sus errores. Solo así se entiende su extravagante salida ante Jorge Molina en una jugada crítica. Son circunstancias que afectan a cualquier portero, a Diego López y a Casillas, aunque en este caso con el añadido de una extraordinaria, artificial e innecesaria presión ambiental. Son circunstancias que Casillas ha superado mejor que nadie en la historia del Real Madrid.
Seguimos, ahora el amigo Segurola...