Pepe ha avergonzado de nuevo al madridismo. Más incluso que cualquiera de las veces anteriores, y ha habido otras, singularmente el día del Getafe. Ayer mucho madridista me decía que el propio club le debía sancionar. Estaría de acuerdo si entendiera que en el Madrid queda un resto de autoridad moral para sancionar ahora a Pepe. Pero creo que no la hay, después de que el entrenador-manager le metiera el dedo en el ojo a Tito Vilanova, en otro acto tan repugnante y espaldero como éste, y el club mirara para otro lado. Aún más: consintiera una pancarta impresentable en el siguiente partido.
El dedo de Mou señala el camino, sí. Desde que llegó se han puesto en solfa los viejos valores del Madrid. En realidad los viejos valores del Madrid no eran más que los valores comunes: deportividad, nobleza, respetabilidad... Sólo que el Madrid durante mucho tiempo hizo hincapié en ellos, los predicó. No siempre los cultivó escrupulosamente, es cierto, tuvo deslices, algunos graves, pero siempre hizo prédica de ellos y puso cara de arrepentido cuando los incumplió. Y en sus filas han militado durante muchos años algunos de los jugadores más intachables que he visto, singularmente Pirri.
Ahora se desprecia eso como algo del pasado y el club se macarriza en un proceso acelerado tanto más notable aún cuanto mayor es la ejemplaridad del Barça. Esta vez el Madrid lo ha puesto todo: las patadas y los fingimientos. El Barça ha corregido lo suyo, el Madrid ha adquirido el vicio que su rival abandonó. Pepe los personaliza todos. Pepe y el dedo de Mourinho. Yo esperaría del club que cambiaran esto, aunque sólo sea por marketing, que tanto les preocupa. El marketing vende valores y el Madrid los pierde a chorros. Su imagen empieza a ser muy mala. Y conviene que reflexione seriamente sobre ello.
Verdades como puños