El Barça es mejor que el Madrid. Lo era y lo sigue siendo. Valoro el esfuerzo del Madrid por desplazarle, ha hecho un grandioso equipo con ese propósito, ha llegado a distanciarle en la tabla de la Liga, pero anoche el Barça volvió a aplazar las discusiones. Y eso que regaló un gol en el 22", el más rápido en la historia de los clásicos. Sobreponerse a eso, más a un Madrid vigoroso que se le echaba encima, más a la caldera del Bernabéu, es mucho. Y el Barça lo hizo, poco a poco. Con problemas primero, luego mejorando, minuto a minuto, de forma casi imperceptible, pero constante. Y acabó en belleza.
Ganó el fino estilista al duro fajador. El Madrid tiene más fuerza, más estatura, más velocidad física en sus hombres y planteó un partido que sacaba de punto al Barça, que a ese ritmo asfixiante pierde precisión. Pero lo que no pierde es la fe, la confianza en su estilo. Y tiene a Messi, que en la primera mitad sostuvo a los suyos y metió el cuchillo entre la defensa del Madrid dos veces. La primera, para sacarle un paradón a Casillas. La segunda, para colocar ante el gol a Alexis, cuyo marcaje descuidó Pepe por la fascinación que le produjo el avance de Messi. Él salvó el trance malo, el del primer tiempo.
Luego, cuando la fatiga fue haciendo presa del Madrid, fue surgiendo el Barça. Entonces pudieron entrar todos, particularmente Iniesta, que exhibió su catálogo de maestrías. El resultado estuvo más cerca de una goleada que de una diferencia menor. Casillas redujo el marcador, pero la victoria era inevitable. El Barça es mejor y además en estos partidos Messi se distancia mucho de Cristiano, cuya obsesión por ser el número uno le traiciona en noches así. Fue, con todo, un Clásico hermoso, del que se fueron todos abrazándose. Una noche de fútbol de verdad y una verdad final: el Barça es más.
http://www.as.com/opinion/articulo/verdad-inapelable-barca/20111211dasdaiopi_1/Tes
Ganó el fino estilista al duro fajador. El Madrid tiene más fuerza, más estatura, más velocidad física en sus hombres y planteó un partido que sacaba de punto al Barça, que a ese ritmo asfixiante pierde precisión. Pero lo que no pierde es la fe, la confianza en su estilo. Y tiene a Messi, que en la primera mitad sostuvo a los suyos y metió el cuchillo entre la defensa del Madrid dos veces. La primera, para sacarle un paradón a Casillas. La segunda, para colocar ante el gol a Alexis, cuyo marcaje descuidó Pepe por la fascinación que le produjo el avance de Messi. Él salvó el trance malo, el del primer tiempo.
Luego, cuando la fatiga fue haciendo presa del Madrid, fue surgiendo el Barça. Entonces pudieron entrar todos, particularmente Iniesta, que exhibió su catálogo de maestrías. El resultado estuvo más cerca de una goleada que de una diferencia menor. Casillas redujo el marcador, pero la victoria era inevitable. El Barça es mejor y además en estos partidos Messi se distancia mucho de Cristiano, cuya obsesión por ser el número uno le traiciona en noches así. Fue, con todo, un Clásico hermoso, del que se fueron todos abrazándose. Una noche de fútbol de verdad y una verdad final: el Barça es más.
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