Florentino ha conseguido que se nos odie en todas las plazas, esto no es nuevo. No solo hablo de aficionados sino también de árbitros. Su enfrentamiento con Villar por apoyar públicamente a Gerardo González en las elecciones de la RFEF y su enfrentamiento con Platini por intentar crear una Superliga Europea al margen de la UEFA como cabecilla del ya extinguido G-14 nos están pasando factura. El Madrid ya no es tratado como un equipo grande, más bien lo contrario: machacarle es el mejor camino para ser respetado.
Nos quedan dos temporadas (esta y la que viene) con Florentino a la cabeza. Por nuestro bien espero que sean las últimas de este sujeto. Ramón Calderón ganó dos ligas porque, chorizaco él, sabía mejor que nadie qué es lo que se cuece hoy en día en el fútbol español. Supo meter la cabecita en la Federación y logró que nos dieran un respiro. Con la vuelta del ser superior volvemos a asistir a actuaciones como las de ayer o las del otro día en Zagreb, en las que para que expulsen a un jugador del equipo blanco no hace falta nada mientras que el contrario puede dedicarse a lanzar patadas asesinas.
En resumen, que mientras siga Florentino al mando al Madrid le esperan encerronas como las de Valencia en la mayoría de partidos mientras a su máximo rival le ponen una alfombra roja allá por donde va. Así es imposible competir y aspirar a nada. Mejor irlo asumiendo. Para tener un partido tranquilo es necesario que goleemos y hay veces en las que es imposible, bien por el buen hacer del rival, porque estemos en un bache de juego (como ahora), porque el entrenador reserve jugadores, etc. No se nos puede pedir que vayamos metiendo 6 cada jornada pero parece que es la única manera de evitar que el árbitro se convierta en un triste protagonista.