16 JUN 2011 13:46
A lo largo de de 109 años de historia, el madridismo ha tenido que escuchar barbaridades, acusaciones y vejaciones proferidas por toda una caterva de presidentes, entrenadores y futbolistas del Barcelona. Se le identificó como el equipo del régimen franquista, el club de los poderosos, el amo del gremio arbitral, el ladrón de títulos que se le entregaban por su cercanía con el poder. Esa corriente de opinión fue siempre acogida con agrado por la legión de aficionados que antes de seguir a su propio equipo preferían ejercer de antimadridistas y culpar al equipo blanco de todos los males, desde el cambio climático a las siete plagas de Egipto. En realidad, el Madrid siempre fue pintado desde Can Barça como un diablo que impedía su crecimiento y oprimía al sufrido pueblo catalán, eternamente sojuzgado por el centralismo español. El Madrid era una de las espadas empleadas para acallar la conciencia nacional de ese país pequeñito al que nadie hace caso, en definición del aplastado y humillado Pep Guardiola.
El madridismo aguantó estoicamente una campaña extendida a lo largo de décadas. Incluso en la época actual, en la que el Barcelona es permanentemente favorecido por los poderes políticos, federativos y arbitrales tanto en su odiada España como en Europa, causa sonrojo escuchar que el Madrid es el capo que todo lo domina y maneja. Sí, ese equipo que fue expoliado por Stark y De Bleckhere en las semifinales de la Champions contra el Barça, en San Siro ante el Milan o frente al Ajax en aquella noche en la que por vez primera se decidió sancionar a dos jugadores por forzar una tarjeta.
Ahora, el Barça campeón se disfraza de ofendido por unas acusaciones de dopaje que jamás salieron del Real Madrid, por unas manifestaciones de Mourinho basadas en hechos, los constantes atracos perpetrados y constatados contra algunos de los rivales del Barcelona en las últimas edciones de la Champions, y por la petición del club blanco de castigo a algunos jugadores azulgrana por su probada capacidad para optar a los próximos premios de la Academia de Hollywood. Esa petición fue posterior al ataque barcelonista, la denuncia contra Mourinho ante la UEFA. En cuanto a lo del racismo, Busquets llamó mono a Marcelo. Será una nueva forma de entender el seny.
Rosell se llenó la boca con los supuestos valores del Barcelona, con eso del seny. Quizás con esa referencia recordó el día en que su equipo se retiró de la Copa del Rey, con Guardiola en la plantilla, o el lanzamiento de un cochinillo y una botella de whisky que nunca fue castigado o declaraciones como la que hizo Piqué en noviembre. "Al Madrid le favorecen los árbitros, hay que luchar contra esas adversidades". Xavi dijo que los blancos habían hecho trampas en el Bernabéu. Y así tantas acusaciones procedentes de un club que pretende ser tratado en honor de santidad cuando en realidad está formado por simples mortales que se equivocan y siempre tienen en mente, como perpetua obsesión, a su gran rival. Aunque ganen diez Copas de Europa seguidas.
A eso se le llama complejo. Complejo de esa caverna azulgrana eternamente empequeñecida incluso en sus momentos de mayor gloria histórica. Por cierto, los miles de seguidores del Barça de fuera de Cataluña tuvieron que escuchar la rueda de prensa de Rosell con subtítulos. Son los mismos que no se sorprenderán cuando el Barça tenga que jugar su Liga nacional contra el Hospitalet y el Igualada. En realidad, les dará igual lo que le pase a ese equipo de ahí arriba, de ese país tan pequeño.