Tranquilas las trompetas, deténganse las fanfarrias. Que todos los partidarios de Mourinho convencidos de que el fútbol vivió un antes y un después de su nacimiento se calmen después de su lógico éxtasis, de su venganza consumada sobre Abramovich, de su absoluta superioridad sobre Ancelotti en el partido de Stamford Bridge.
Sí, el técnico portugués abandonó su habitual rostro de 'mister Scrooge' y abordó la reconquista del que fue su estadio con una idea original y más atrevida de lo habitual. Plantó a tres delanteros para tapar desde su origen las transiciones de un Chelsea muy habituado al fútbol directo y con problemas para controlar un partido y sacar el balón jugado desde atrás. Y los acompañó con Sneijder, que le aportó el plus de fútbol que le faltaba habitualmente al metalúrgico equipo italiano. El Chelsea no se enteró de la película y no dio tres pases seguidos. Mourinho le dio una pala y él mismo se construyó el hoyo.
Que el Inter no ha jugado con el descaro y con los momentos de capacidad combinativa mostrados ayer en Londres durante los últimos 20 meses es un hecho. Que por lo ocurrido en la guarida del Chelsea, una legión de supuestos analistas van a pedir a Florentino que fiche a Mourinho es tan seguro como que dos y dos son todavía cuatro. Bien, están en su derecho. Como lo estaban en la pasada campaña, cuando el portugués fue despedido de la Champions en los octavos de final, o hace dos, cuando el Chelsea le destituyó por una mala racha de deficientes resultados.
Sí, el técnico portugués abandonó su habitual rostro de 'mister Scrooge' y abordó la reconquista del que fue su estadio con una idea original y más atrevida de lo habitual. Plantó a tres delanteros para tapar desde su origen las transiciones de un Chelsea muy habituado al fútbol directo y con problemas para controlar un partido y sacar el balón jugado desde atrás. Y los acompañó con Sneijder, que le aportó el plus de fútbol que le faltaba habitualmente al metalúrgico equipo italiano. El Chelsea no se enteró de la película y no dio tres pases seguidos. Mourinho le dio una pala y él mismo se construyó el hoyo.
Que el Inter no ha jugado con el descaro y con los momentos de capacidad combinativa mostrados ayer en Londres durante los últimos 20 meses es un hecho. Que por lo ocurrido en la guarida del Chelsea, una legión de supuestos analistas van a pedir a Florentino que fiche a Mourinho es tan seguro como que dos y dos son todavía cuatro. Bien, están en su derecho. Como lo estaban en la pasada campaña, cuando el portugués fue despedido de la Champions en los octavos de final, o hace dos, cuando el Chelsea le destituyó por una mala racha de deficientes resultados.