La hora de Marcelo
miércoles, 20 octubre 2010, 12:53
Parece que ha girado la idea del Bernabéu –y del periodismo- sobre Marcelo, que empieza a emerger como un jugador fundamental en el Madrid. Es un cambio de opinión abrupto. Este verano todavía pesaban los enormes prejuicios que han presidido la carrera del lateral brasileño. Se habló del fichaje del serbio Kolarov, recomendado por Mourinho, y se consideró la posición de lateral izquierdo como la más débil del equipo. Al fondo, se mantenían las sospechas sobre un futbolista de 22 años que había tenido una influencia importante en los 96 puntos y 102 goles del Madrid en la Liga
Tres partidos sirvieron para mantenerse en el prejuicio universal contra Marcelo: su célebre agonía frente a Navas en el Sánchez Pizjuán y sus dos irrelevantes actuaciones ante el Barça. Es probable que nunca sea el lateral con más recursos defensivos del mundo, pero su fiasco en Sevilla también se debió a factores colectivos. El Sevilla era un huracán, Navas fue Garrincha y nadie se ocupó de ayudar a Marcelo, sometido a un tormento que se utilizó como carga de la prueba contra él. Con el Barça jugó en el medio campo, producto de la presencia de gente como Messi y Pedro, temibles por su capacidad para explotar cualquier miseria defensiva.
La realidad se impuso: Marcelo no es un centrocampista. Lo proclamó en el campo y ante los micrófonos. “Soy lateral”, dijo con una terquedad admirable. Y es lateral. A la brasileña, nada menos. Marcelo necesita campo, perspectiva, recorrido para imponer su velocidad, potencia y recursos técnicos. Así ha ocurrido casi siempre con los mejores especialistas brasileños, lo que les ha definido, la facilidad para tener un impacto decisivo en el juego de ataque desde una posición tan retrasada. Ninguno lo representó mejor que Roberto Carlos, y precisamente en el Madrid, donde su recuerdo pesa como el de pocos jugadores.
Marcelo pertenece a esa estirpe singular. Puede que no sean los más ortodoxos en el capítulo defensivo, pero su producción es masiva. En el caso del jugador del Madrid su importancia se multiplica por la crisis que atraviesa una posición sin referentes en estos días. Es una época de precariedad en el lateral izquierdo, de manera que el emergente Marcelo se ha convertido repentinamente en uno de los más cotizados. Nadie en el Bernabéu cambiaría a Marcelo por Kolarov. Tampoco lo haría Mourinho, que ha encontrado un jugador muy superior a las noticias que tenía del brasileño.
Mucho de lo que se observa ahora ya fue visible en la temporada anterior. Marcelo completó con nota la Liga, pero no desaparecieron las sospechas. En parte, se trata de prejuicios que afectan a los tres juveniles que llegaron al Madrid en el invierno de 2006, cuando el equipo parecía destinado al desastre. El Barça volaba después de ganar dos Liga y una Copa de Europa, con Ronaldinho, Etoo y el prodigioso Messi, con Xavi, Deco y el incipiente Iniesta. La contratación de Marcelo (18 años) Higuaín (19) y Gago (20) no parecía una alternativa sensata. Tampoco ayudó el inestable clima que respiraba el club, sometido a una penosa falta de credibilidad y una nada soterrada guerra civil.
Contra pronóstico, el Madrid remontó y conquistó aquel campeonato, con una contribución apreciable de Higuaín y, en menor escala, también de Marcelo y Gago. Cuatro años después, el veredicto sobre aquellos fichajes ha cambiado totalmente. Higuaín y Marcelo son titulares indiscutibles, importantes, con un futuro brillante. Sólo Gago ha sufrido para establecerse en el equipo. Llegó como el más fiable de aquellos tres jugadores y ahora mismo parece un futbolista casi marginal en el Madrid. Sin embargo, esa sensación de sospecha permanente sobre Higuaín y Marcelo no desaparece. Su etiqueta de origen –es decir, su involuntaria conexión con la directiva anterior- no les favorece en algunos sectores. Pero esas son consideraciones ajenas al fútbol. Libra por libra, son dos magníficos jugadores.
Lo más probable es que en algún momento vuelvan las críticas contra Marcelo, o contra sus concesiones defensivas, infinitamente menores de lo que parece. La realidad se impone, en cualquier caso. Marcelo es una de las grandes noticias de la temporada. Transmite una exuberancia que recuerda a la de Roberto Carlos. Está desatado, y eso lo saben su entrenador, los aficionados y sus rivales, que se encuentran con un problema muy difícil de resolver: detener a un lateral que amenaza tanto o más que el mejor extremo izquierda. Durante años, los entrenadores apenas encontraron antídoto contra Roberto Carlos. Ahora comienzan a sufrir la misma preocupación con un jugador de 22 años, con cuatro temporadas y media de experiencia en el Real Madrid –el cuarto en la escala de antigüedad del equipo- y con un carrera espectacular por delante.
miércoles, 20 octubre 2010, 12:53
Parece que ha girado la idea del Bernabéu –y del periodismo- sobre Marcelo, que empieza a emerger como un jugador fundamental en el Madrid. Es un cambio de opinión abrupto. Este verano todavía pesaban los enormes prejuicios que han presidido la carrera del lateral brasileño. Se habló del fichaje del serbio Kolarov, recomendado por Mourinho, y se consideró la posición de lateral izquierdo como la más débil del equipo. Al fondo, se mantenían las sospechas sobre un futbolista de 22 años que había tenido una influencia importante en los 96 puntos y 102 goles del Madrid en la Liga
Tres partidos sirvieron para mantenerse en el prejuicio universal contra Marcelo: su célebre agonía frente a Navas en el Sánchez Pizjuán y sus dos irrelevantes actuaciones ante el Barça. Es probable que nunca sea el lateral con más recursos defensivos del mundo, pero su fiasco en Sevilla también se debió a factores colectivos. El Sevilla era un huracán, Navas fue Garrincha y nadie se ocupó de ayudar a Marcelo, sometido a un tormento que se utilizó como carga de la prueba contra él. Con el Barça jugó en el medio campo, producto de la presencia de gente como Messi y Pedro, temibles por su capacidad para explotar cualquier miseria defensiva.
La realidad se impuso: Marcelo no es un centrocampista. Lo proclamó en el campo y ante los micrófonos. “Soy lateral”, dijo con una terquedad admirable. Y es lateral. A la brasileña, nada menos. Marcelo necesita campo, perspectiva, recorrido para imponer su velocidad, potencia y recursos técnicos. Así ha ocurrido casi siempre con los mejores especialistas brasileños, lo que les ha definido, la facilidad para tener un impacto decisivo en el juego de ataque desde una posición tan retrasada. Ninguno lo representó mejor que Roberto Carlos, y precisamente en el Madrid, donde su recuerdo pesa como el de pocos jugadores.
Marcelo pertenece a esa estirpe singular. Puede que no sean los más ortodoxos en el capítulo defensivo, pero su producción es masiva. En el caso del jugador del Madrid su importancia se multiplica por la crisis que atraviesa una posición sin referentes en estos días. Es una época de precariedad en el lateral izquierdo, de manera que el emergente Marcelo se ha convertido repentinamente en uno de los más cotizados. Nadie en el Bernabéu cambiaría a Marcelo por Kolarov. Tampoco lo haría Mourinho, que ha encontrado un jugador muy superior a las noticias que tenía del brasileño.
Mucho de lo que se observa ahora ya fue visible en la temporada anterior. Marcelo completó con nota la Liga, pero no desaparecieron las sospechas. En parte, se trata de prejuicios que afectan a los tres juveniles que llegaron al Madrid en el invierno de 2006, cuando el equipo parecía destinado al desastre. El Barça volaba después de ganar dos Liga y una Copa de Europa, con Ronaldinho, Etoo y el prodigioso Messi, con Xavi, Deco y el incipiente Iniesta. La contratación de Marcelo (18 años) Higuaín (19) y Gago (20) no parecía una alternativa sensata. Tampoco ayudó el inestable clima que respiraba el club, sometido a una penosa falta de credibilidad y una nada soterrada guerra civil.
Contra pronóstico, el Madrid remontó y conquistó aquel campeonato, con una contribución apreciable de Higuaín y, en menor escala, también de Marcelo y Gago. Cuatro años después, el veredicto sobre aquellos fichajes ha cambiado totalmente. Higuaín y Marcelo son titulares indiscutibles, importantes, con un futuro brillante. Sólo Gago ha sufrido para establecerse en el equipo. Llegó como el más fiable de aquellos tres jugadores y ahora mismo parece un futbolista casi marginal en el Madrid. Sin embargo, esa sensación de sospecha permanente sobre Higuaín y Marcelo no desaparece. Su etiqueta de origen –es decir, su involuntaria conexión con la directiva anterior- no les favorece en algunos sectores. Pero esas son consideraciones ajenas al fútbol. Libra por libra, son dos magníficos jugadores.
Lo más probable es que en algún momento vuelvan las críticas contra Marcelo, o contra sus concesiones defensivas, infinitamente menores de lo que parece. La realidad se impone, en cualquier caso. Marcelo es una de las grandes noticias de la temporada. Transmite una exuberancia que recuerda a la de Roberto Carlos. Está desatado, y eso lo saben su entrenador, los aficionados y sus rivales, que se encuentran con un problema muy difícil de resolver: detener a un lateral que amenaza tanto o más que el mejor extremo izquierda. Durante años, los entrenadores apenas encontraron antídoto contra Roberto Carlos. Ahora comienzan a sufrir la misma preocupación con un jugador de 22 años, con cuatro temporadas y media de experiencia en el Real Madrid –el cuarto en la escala de antigüedad del equipo- y con un carrera espectacular por delante.