España al fin mandó los complejos al cuarto oscuro, donde Howard Webb debería ser confinado 'sine die'. Cuántas veces vimos hasta el hartazgo en blanco y negro el gol de Zarra de 1950 del cuarto puesto, cuántas veces se maldijeron las cuatro maldiciones de cuartos que parecieron miles... Y las decenas de fracasos del "jugamos como nunca y perdimos como siempre" a las primeras de cambio, los miles de golpes al tambor de hojalata de Manolo por esos campos de Dios y los miles de gargantazos de "España, España, España" que se desvanecieron en el pozo del fracaso. Sí, 665 internacionales españoles después, con 54 partidos jugados (28 ganados, 12 empatados y 16 perdidos), con 68 goles a favor y 59 malditos encajados, griténlo a los cuatro vientos, porque es verdad: "¡ESPAÑA ES CAMPEONA DEL MUNDO!"
Que pronto se dice pero.... Este es un recorrido por el bulevar de los sueños rotos para todos aquellos nadies del anonimato que una vez lo soñaron. Y especialmente todos aquellos jugadores que la suerte maldijo en el mortuorio pasado.
Por aquella fatítidica tarde en Mar del Plata en la que a Cardeñosa se le nubló la vista y le tembló hasta el cielo de la boca cuando no supo empujarla con todo el tiempo del mundo y la echó mansita a los pies del defensa brasileño Amaral en Argentina 1978. También, por las veces que el bético flaco tuvo que apagar la radio nada más escuchar aquel nombre Amaral según confesaba en cada entrevista con lágrimas en el alma.
Por las veces que se despertó Eloy en sus pesadillas de madrugada por su penalti entregado en la tanda al ego del belga Jean Marie Pfaff en los cuartos de México'86. También por las veces que este le chuleó con la mirada y con cada gesto inmisericorde que nos dedicó el mejor portero del mundo. Y por todos aquellas infamias de "¡Eloy capullo, queremos un hijo tuyo!", tan distintas a la anunciación del 'ángel' Butragueño bendecido por los cuatro inolvidables goles de La Corregidora de Querétaro.
http://www.elmundo.es/mundial/2010/html/videos/momentos_espana/eloy.html
Por aquel grito de furia de 'Me lo merezco' que soltó Míchel al mundo con sus dos goles coreanos que taparon cientos de bocas y críticas en Italia'90. También por su cobarde giro de cabeza en la barrera del segundo sopapo del francotirador yugoslavo Stojkovic que nos eliminó en esa prórroga infernal de octavos. Por las veces que no se preguntaría nuestro mejor jugador qué hubiese pasado si su cabeza hubiese estado firme, a la altura de su bendita pierna derecha.
Por los cuatro mundiales (1986, 1990, 1994 y 1998) y 16 partidos que defendió los palos Zubizarreta y aquella puñalada trapera del italiano Roberto Baggio en cuartos de EEUU'94, aprovechando hasta la más ínfima de sus dudas en su salida a medio camino cuando ya el partido moría en en minuto 87. Por los trompicones previos de Julio Salinas en el mano a mano ante aquel larguirucho italiano Gianluca Pagliuca que nos mandaron al limbo y por las veces que el 'patoso' Julio tuvo que pedir perdón por ello. Por el codazo criminal en el área de Mauro Tassotti y por cada gota de sangre que derramó la nariz rota de Luis Enrique clamando justicia a aquel infame árbitro húngaro Sandor Puhl al que la bendita FIFA castigó con arbitrar la finalísima tras esa bellaquería. Un caso similar al del señor Howard Webb, sin duda.
Por aquel fallo tremendo fallo de Zubizarreta, que se quedó roto y tendido en el suelo, ante Nigeria (3-2 en contra) en el primer partido de Francia'98 que nos condenó a depender de otros y a la mayor goleada baldía que la memoria recuerda. Sí, por la nada del (0-0) ante el Paraguay del bocazas Chilavert y por aquel inservible 6-1 a Bulgaria con las que se marcharon a casa sin pasar la primera fase la generación perdida al estilo Clemente de los Zubi, Alkorta, Alfonso, Kiko, Guerrero...
Por los gritos que le soltó enfurecido Jose Antonio Camacho a aquel innombrable egipcio Gamal Al-Ghandour por el atraco de los dos penaltis esquilmados en cuartos de Japón y Corea 2002. También por el gol legal que anuló a Morientes en ese partido y por la mirada perdida de Joaquín, su sollozo inconsolable, tras su fallo en la tanda. Por los gritos de furia de aquel portero coreano Lee Woong Jae que con su parada llevó el éxtasis a los de casa y al purgatorio a los caídos de siempre.
Por las lecciones aprendidas ante la Francia de Zidane en la que cayeron como hombres los Cesc, Iniesta, Ramos, Villa, Torres... en octavos de Alemania'06. Porque por una vez se aprendió de la derrota y se construyó la mejor generación española de la historia. La primera piedra se puso con el título de la Eurocopa y con la segunda se cerró la cuadratura del círculo: el Mundial. Apártense, que la vida es corta, gritó al fin sin complejos la mejor camada del fútbol que nunca tuvimos. Iniesta ya es con don Quijote el manchego más universal de la historia.
Por ellos, y por tantas generaciones de 'nadies anónimos' que animaron y lloraron, propongo que hasta el más triste de los presos de esta memoria tenga derecho a sábanas de seda.
Que pronto se dice pero.... Este es un recorrido por el bulevar de los sueños rotos para todos aquellos nadies del anonimato que una vez lo soñaron. Y especialmente todos aquellos jugadores que la suerte maldijo en el mortuorio pasado.
Por aquella fatítidica tarde en Mar del Plata en la que a Cardeñosa se le nubló la vista y le tembló hasta el cielo de la boca cuando no supo empujarla con todo el tiempo del mundo y la echó mansita a los pies del defensa brasileño Amaral en Argentina 1978. También, por las veces que el bético flaco tuvo que apagar la radio nada más escuchar aquel nombre Amaral según confesaba en cada entrevista con lágrimas en el alma.
Por las veces que se despertó Eloy en sus pesadillas de madrugada por su penalti entregado en la tanda al ego del belga Jean Marie Pfaff en los cuartos de México'86. También por las veces que este le chuleó con la mirada y con cada gesto inmisericorde que nos dedicó el mejor portero del mundo. Y por todos aquellas infamias de "¡Eloy capullo, queremos un hijo tuyo!", tan distintas a la anunciación del 'ángel' Butragueño bendecido por los cuatro inolvidables goles de La Corregidora de Querétaro.
http://www.elmundo.es/mundial/2010/html/videos/momentos_espana/eloy.html
Por aquel grito de furia de 'Me lo merezco' que soltó Míchel al mundo con sus dos goles coreanos que taparon cientos de bocas y críticas en Italia'90. También por su cobarde giro de cabeza en la barrera del segundo sopapo del francotirador yugoslavo Stojkovic que nos eliminó en esa prórroga infernal de octavos. Por las veces que no se preguntaría nuestro mejor jugador qué hubiese pasado si su cabeza hubiese estado firme, a la altura de su bendita pierna derecha.
Por los cuatro mundiales (1986, 1990, 1994 y 1998) y 16 partidos que defendió los palos Zubizarreta y aquella puñalada trapera del italiano Roberto Baggio en cuartos de EEUU'94, aprovechando hasta la más ínfima de sus dudas en su salida a medio camino cuando ya el partido moría en en minuto 87. Por los trompicones previos de Julio Salinas en el mano a mano ante aquel larguirucho italiano Gianluca Pagliuca que nos mandaron al limbo y por las veces que el 'patoso' Julio tuvo que pedir perdón por ello. Por el codazo criminal en el área de Mauro Tassotti y por cada gota de sangre que derramó la nariz rota de Luis Enrique clamando justicia a aquel infame árbitro húngaro Sandor Puhl al que la bendita FIFA castigó con arbitrar la finalísima tras esa bellaquería. Un caso similar al del señor Howard Webb, sin duda.
Por aquel fallo tremendo fallo de Zubizarreta, que se quedó roto y tendido en el suelo, ante Nigeria (3-2 en contra) en el primer partido de Francia'98 que nos condenó a depender de otros y a la mayor goleada baldía que la memoria recuerda. Sí, por la nada del (0-0) ante el Paraguay del bocazas Chilavert y por aquel inservible 6-1 a Bulgaria con las que se marcharon a casa sin pasar la primera fase la generación perdida al estilo Clemente de los Zubi, Alkorta, Alfonso, Kiko, Guerrero...
Por los gritos que le soltó enfurecido Jose Antonio Camacho a aquel innombrable egipcio Gamal Al-Ghandour por el atraco de los dos penaltis esquilmados en cuartos de Japón y Corea 2002. También por el gol legal que anuló a Morientes en ese partido y por la mirada perdida de Joaquín, su sollozo inconsolable, tras su fallo en la tanda. Por los gritos de furia de aquel portero coreano Lee Woong Jae que con su parada llevó el éxtasis a los de casa y al purgatorio a los caídos de siempre.
Por las lecciones aprendidas ante la Francia de Zidane en la que cayeron como hombres los Cesc, Iniesta, Ramos, Villa, Torres... en octavos de Alemania'06. Porque por una vez se aprendió de la derrota y se construyó la mejor generación española de la historia. La primera piedra se puso con el título de la Eurocopa y con la segunda se cerró la cuadratura del círculo: el Mundial. Apártense, que la vida es corta, gritó al fin sin complejos la mejor camada del fútbol que nunca tuvimos. Iniesta ya es con don Quijote el manchego más universal de la historia.
Por ellos, y por tantas generaciones de 'nadies anónimos' que animaron y lloraron, propongo que hasta el más triste de los presos de esta memoria tenga derecho a sábanas de seda.