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Sobre Valdano, Mourinho y un chico llamado Jesé
Existe desamor ideológico entre Jorge Valdano y José Mourinho. Su relación es sólo profesional. Digna, pero distante; escrupulosa, pero desapasionada; correcta, pero no cordial. Es la resultante lógica de que el argentino se viera "obligado" a tragarse el sapo de la contratación del luso, cuya filosofía está en las antípodas del argentino. La falta de empatía entre ambos tiene orígen literario. Basten tres frases dpara evidenciar su "feeling" hacia Mou: "Un técnico carcelario de las ideas", un tipo con "hambre atrasada de gloria" y "un carisma andante que no sabe qué representa". Traicionado por la hemeroteca, Valdano tuvo que soportar que la opinión pública descubriera una triste realidad que se ponía de manifiesto después del "nuevo orden" de Mourinho. Con cuatro años de contrato blindado, la propaganda mediática a favor y la planificación deportiva por decidir, Valdano estaba en posición de debilidad extrema de cara a los aficionados. Tragando con el aterrizaje forzoso de Mou y permitiendo la salida de Pellegrini - su apuesta personal-, el Valdano ejecutivo le pegaba un tiro en la sien a la credibilidad del Valdano columnista. Jorge salió airoso de la cornada al explicar, con elegancia y desde el minuto uno, que aquellas diferencias intelectuales y de estilo no iban a ser un palo en la rueda del Real Madrid. Valdano, que o mintió entonces o miente ahora, se vio abocado a un matrimonio de conveniencia. Pero con el paso del tiempo, la relación ha empeorado. Porque además de resultadismo de eficacia probada, el "jarabe Mourinho" presenta contraindicaciones en el prospecto: Máximo intervencionismo, manejo teatral de la escena y permanente provocación. Ahora bien, lo que no venía en el prospecto es el continuo quejío, en privado y en público, de Mourinho pidiendo más fichajes. Pidió un delantero centro en verano. Lo volvió a pedir al quinto partido. Lo pidió al décimo. Y después de la hernia de Higuaín - coartada perfecta-,ha vuelto a pedirlo con insistencia. Ganador compulsivo y exigente patológico, Mourinho forma parte de ese club de entrenadores que antepone su egolatría a la tesorería del club. Si por él fuera, Florentino Pérez tendría que ficharle hasta tres nuevas piezas: un lateral zurdo defensivo, un interior derecha y un "killer" de área. Atendiendo al carácter de Mou, sus peticiones tienen una coherencia aplastante. Pero las exigencias del portugués se antojan caprichos si se analizan los esfuerzos del club.
El Madrid le contrató a Khedira, Di María, Carvalho u Özil, peticiones expresas del luso que Valdano tuvo que trabajar. No vinieron gratis, precisamente. En cambio, no se planificó la llegada de un mediocampista con visión de juego, algo de verdadera urgencia para no dejar sólo ante el peligro a Xabi Alonso. Mou descartó esa opción para potenciar el fútbol directo y se mostró partidario de Canales. Meses después, el chaval ha caído en desgracia porque entre lesiones y "Expedientes X", ha perdido el favor del entrenador. Valdano, seamos realistas, tampoco está muy complacido con una inversión que apenas ha tenido minutos. A eso hay que sumar la permanente e insistente petición del fichaje de un "9" puro, la obsesión de Mourinho. Tras contar "su" verdad sobre perros y gatos, el portugués sigue colgando "balones a la olla", presiona al club y apunta el tiro hacia la figura del Director General. Y a Valdano, que ha pasado de Némesis de Mou ser su forzado colaborador, le empieza a irritar el asunto. Resulta extraño que Mourinho no se haya planteado variantes como colocar a Cristiano de falso delantero o volver a confiar en Canales. Y sobre todas las cosas, vuelve a quedar de manifiesto que el entrenador del Real Madrid no cree en la cantera, la gran asignatura pendiente de un equipo que compra Balones de Oro pero no invierte en fabricarlos. De haber sido el inquilino del banquillo blanco, Valdano habría zanjado el debate echando mano de algún producto de "La Fábrica". Porque mientras Mou habla maravillas de los chavales, el surtidor de talentos precoces del Madrid es como un Rolls Royce abandonado en un garaje. Está, pero no está. Cuenta, pero para rellenar. Sirve, pero como mero elemento decorativo. Las urgencias desmedidas y el proyecto cortoploacista juegan en contra de una cantera que está en el baúl de los recuerdos.
Con el modelo de la cantera del Barça en el horizonte, resulta sangrante que el madridismo no reclame la participación de, al menos, un par de chavales capaces de alborotar el gallinero e inyectar ilusión al resto de compañeros. Si Valdano fuera el entrenador del Real Madrid, haría un "scouting" urgente. Buscaría un centrocampista creativo para acompañar a Alonso, y encontraría a Fran Rico, cerebro del Castilla. Y si buscara un delantero, encontraría a una perla en el Juvenil, un extremo terrorífico llamado Jesé que está cursando la ESO, que juega en la selección sub-17 y que está llamado a ser una estrella. Fichado del Huracán canario, este Jesé tiene electricidad, recursos y ganas de comerse el mundo. Esas condiciones, antaño, eran una tarjeta de presentación más que suficiente como para llamar la atención del entrenador. Pero en este Real Madrid de las prisas y el resultado, la cantera no se lleva. "La Fábrica" tiene talento, buenos jugadores y fútbol para aburrir: Jesé, Fran Rico, Szalai, Pablo Vázquez o Jesús Collado son ejemplos puntuales de que no hay sequía. Ahora bien, hace falta atreverse y apostar par y rojo a la cantera. Porque ahí radica la diferencia entre el modelo del Barcelona y el del Real Madrid: Mientras Mourinho pide millones para fichar, Guardiola tira de La Masía para brillar. La comparación, tan hiriente como inevitable, marca la diferencia. Valdano tiene que exigir más cantera. Y Mourinho, utilizarla. Este Madrid necesita poner más de un Jesé en su vida.
Rubén Uría / Eurosport
Existe desamor ideológico entre Jorge Valdano y José Mourinho. Su relación es sólo profesional. Digna, pero distante; escrupulosa, pero desapasionada; correcta, pero no cordial. Es la resultante lógica de que el argentino se viera "obligado" a tragarse el sapo de la contratación del luso, cuya filosofía está en las antípodas del argentino. La falta de empatía entre ambos tiene orígen literario. Basten tres frases dpara evidenciar su "feeling" hacia Mou: "Un técnico carcelario de las ideas", un tipo con "hambre atrasada de gloria" y "un carisma andante que no sabe qué representa". Traicionado por la hemeroteca, Valdano tuvo que soportar que la opinión pública descubriera una triste realidad que se ponía de manifiesto después del "nuevo orden" de Mourinho. Con cuatro años de contrato blindado, la propaganda mediática a favor y la planificación deportiva por decidir, Valdano estaba en posición de debilidad extrema de cara a los aficionados. Tragando con el aterrizaje forzoso de Mou y permitiendo la salida de Pellegrini - su apuesta personal-, el Valdano ejecutivo le pegaba un tiro en la sien a la credibilidad del Valdano columnista. Jorge salió airoso de la cornada al explicar, con elegancia y desde el minuto uno, que aquellas diferencias intelectuales y de estilo no iban a ser un palo en la rueda del Real Madrid. Valdano, que o mintió entonces o miente ahora, se vio abocado a un matrimonio de conveniencia. Pero con el paso del tiempo, la relación ha empeorado. Porque además de resultadismo de eficacia probada, el "jarabe Mourinho" presenta contraindicaciones en el prospecto: Máximo intervencionismo, manejo teatral de la escena y permanente provocación. Ahora bien, lo que no venía en el prospecto es el continuo quejío, en privado y en público, de Mourinho pidiendo más fichajes. Pidió un delantero centro en verano. Lo volvió a pedir al quinto partido. Lo pidió al décimo. Y después de la hernia de Higuaín - coartada perfecta-,ha vuelto a pedirlo con insistencia. Ganador compulsivo y exigente patológico, Mourinho forma parte de ese club de entrenadores que antepone su egolatría a la tesorería del club. Si por él fuera, Florentino Pérez tendría que ficharle hasta tres nuevas piezas: un lateral zurdo defensivo, un interior derecha y un "killer" de área. Atendiendo al carácter de Mou, sus peticiones tienen una coherencia aplastante. Pero las exigencias del portugués se antojan caprichos si se analizan los esfuerzos del club.
El Madrid le contrató a Khedira, Di María, Carvalho u Özil, peticiones expresas del luso que Valdano tuvo que trabajar. No vinieron gratis, precisamente. En cambio, no se planificó la llegada de un mediocampista con visión de juego, algo de verdadera urgencia para no dejar sólo ante el peligro a Xabi Alonso. Mou descartó esa opción para potenciar el fútbol directo y se mostró partidario de Canales. Meses después, el chaval ha caído en desgracia porque entre lesiones y "Expedientes X", ha perdido el favor del entrenador. Valdano, seamos realistas, tampoco está muy complacido con una inversión que apenas ha tenido minutos. A eso hay que sumar la permanente e insistente petición del fichaje de un "9" puro, la obsesión de Mourinho. Tras contar "su" verdad sobre perros y gatos, el portugués sigue colgando "balones a la olla", presiona al club y apunta el tiro hacia la figura del Director General. Y a Valdano, que ha pasado de Némesis de Mou ser su forzado colaborador, le empieza a irritar el asunto. Resulta extraño que Mourinho no se haya planteado variantes como colocar a Cristiano de falso delantero o volver a confiar en Canales. Y sobre todas las cosas, vuelve a quedar de manifiesto que el entrenador del Real Madrid no cree en la cantera, la gran asignatura pendiente de un equipo que compra Balones de Oro pero no invierte en fabricarlos. De haber sido el inquilino del banquillo blanco, Valdano habría zanjado el debate echando mano de algún producto de "La Fábrica". Porque mientras Mou habla maravillas de los chavales, el surtidor de talentos precoces del Madrid es como un Rolls Royce abandonado en un garaje. Está, pero no está. Cuenta, pero para rellenar. Sirve, pero como mero elemento decorativo. Las urgencias desmedidas y el proyecto cortoploacista juegan en contra de una cantera que está en el baúl de los recuerdos.
Con el modelo de la cantera del Barça en el horizonte, resulta sangrante que el madridismo no reclame la participación de, al menos, un par de chavales capaces de alborotar el gallinero e inyectar ilusión al resto de compañeros. Si Valdano fuera el entrenador del Real Madrid, haría un "scouting" urgente. Buscaría un centrocampista creativo para acompañar a Alonso, y encontraría a Fran Rico, cerebro del Castilla. Y si buscara un delantero, encontraría a una perla en el Juvenil, un extremo terrorífico llamado Jesé que está cursando la ESO, que juega en la selección sub-17 y que está llamado a ser una estrella. Fichado del Huracán canario, este Jesé tiene electricidad, recursos y ganas de comerse el mundo. Esas condiciones, antaño, eran una tarjeta de presentación más que suficiente como para llamar la atención del entrenador. Pero en este Real Madrid de las prisas y el resultado, la cantera no se lleva. "La Fábrica" tiene talento, buenos jugadores y fútbol para aburrir: Jesé, Fran Rico, Szalai, Pablo Vázquez o Jesús Collado son ejemplos puntuales de que no hay sequía. Ahora bien, hace falta atreverse y apostar par y rojo a la cantera. Porque ahí radica la diferencia entre el modelo del Barcelona y el del Real Madrid: Mientras Mourinho pide millones para fichar, Guardiola tira de La Masía para brillar. La comparación, tan hiriente como inevitable, marca la diferencia. Valdano tiene que exigir más cantera. Y Mourinho, utilizarla. Este Madrid necesita poner más de un Jesé en su vida.
Rubén Uría / Eurosport
