Es algo que se transmite a través de los tiempos. Pasan las generaciones de aficionados, pero el murmullo sigue siendo el mismo cuando el juego se ralentiza y el Velázquez, Del Bosque, Gallego, Guti o Xabi Alonso de turno se ve con el balón en los pies, paseándolo o intercambiándolo con los que tiene cerca. El Bernabéu gusta del fútbol de ataque continuo, de tambor y corneta, de caballería al galope tendido. Gusta de los jugadores con clase, pero les pide también un sentido de la urgencia. Bernabéu lo sabía, y siempre quiso en su equipo "un jugador que levante al público de sus asientos".
El Barça es la excelencia, con ese Xavi en el centro de la maniobra, que toca y toca hasta que la jugada aparece sola, y entonces mete el centro al área o a la banda. Ese juego resultaría demasiado parsimonioso para los gustos del Bernabéu. Es una dificultad más para cualquier entrenador. No vale agruparse atrás, como Capello, no vale tocar con calma... Pero se puede jugar muy bien como gusta al Bernabéu, como jugó el Madrid de Di Stéfano, luego el Madrid ye-yé, o La Quinta, o como jugaron Los Galácticos hasta que cayeron en pecado de pereza. Y si eso es lo que gusta eso será lo que haya que buscar.
Alfredo Relaño | 11/12/2009