"El presidente de EE UU, Barack Obama, ha recibido hoy en Oslo el premio Nobel de la Paz. Tras serle entregada la medalla acreditativa por parte del presidente del Comité Noruego del Nobel, el mandatario estadounidense ha centrado su discurso, paradójicamente, en la guerra. Consciente de que muchos se oponen a la concesión de un premio al "comandante en jefe de un país inmerso en dos guerras", Obama ha tratado de hacer entender en su alocución que "a veces, la guerra está justificada" y ha subrayado que recibe el premio con "humildad", dado que "comparado con otros" que recibieron el galardón, "estoy en el comienzo de mi trabajo, no en el final, y mis logros son pequeños".
sultados
En una solemne ceremonia en el Auditorio del Ayuntamiento de Oslo, Obama ha pronunciado otro de esos discursos cargados de oratoria brillante. Ha comenzado aceptando que el premio Nobel de la Paz de este año ha sido origen de una "controversia", dado que su mandato apenas ha echado a andar y poco tiene que ofrecer más allá de buenas intenciones. Ha reconocido que es criticable que se conceda este premio al presidente de un país que ahora mismo libra dos guerras: la de Irak -que "está terminando"- y la de Afganistán -que "EE UU no buscó".
Por ello ha dedicado gran parte de su discurso al concepto de "guerra justa". Lo es la de Afganistán, a su juicio, ya que es respuesta a una agresión -los atentados del 11-S-, como lo fue la iniciada por EE UU contra el Irak de Sadam cuando invadió Kuwait en 1991. Como presidente de EE UU, ha asegurado que no dudará en proteger a sus ciudadanos cuando se vean amenazados.
Aún en este tipo de conflictos, deben siempre respetarse unas reglas del juego. "Cuando la fuerza es necesaria. "Cuando el uso de la fuerza es necesario, tenemos un interés estratégico y moral en comprometernos a ciertas reglas de conducta. Incluso cuando nos enfrentamos a enemigos despiadados que no respetan reglas, creo que EE UU debe seguir siendo abanderado en la conducción de la guerra". Lo que diferencia a EE UU, ha dicho, de sus enemigos, es el apego a esos estándares morales. "Por eso prohibí la tortura, por eso ordené el cierre de Guantánamo y por eso he reafirmado el compromiso de EE UU con la Convención de Ginebra". EL PAIS
ahora yo
Bueno parece que Obama les ha salido rana a la clase media socialdemocratabuenista europea, que veian un antibush, y resulta que es un pragmatico de cojones. como cualquier presidente de los ee uu, si tengo que bombradear bombardearé. que empiecen las caceroladas en la sede del PP otra vez, venga Manel Fuentes, Venga Gemma Nierga, animo, Bardem, a que esperas Joel Joan, Victor Manuel, Leyre PAjin, Universitarios, gente buena , el bien , donde esta no se ve, ZP. a por ellos, Obama es como Aznar pero en negro, no puede ser jajaj
juajaa
Al aceptar su premio Nobel, el presidente Barack Obama vino a decir que hay ocasiones en las que la paz sólo puede ser la consecuencia de la guerra. Es obvio que otros dirigentes norteamericanos fueron antes de la misma idea y que Europa se sobrepuso a la arrogancia exterminadora del III Reich gracias a una beligerancia transatlántica que a nadie le pareció entonces discutible. No hay precedentes históricos serios de que por sí sola la diplomacia haya amilanado a ningún dictador. Por el contrario, los dirigentes que fían a la retórica la supervivencia de sus pueblos están condenados a un heroísmo cuyas mejores consecuencias suelen ser sólo literarias, como se demostró cuando los españoles quisimos defender Cuba en aquella guerra en la que nos enfrentamos a la flota norteamericana con una escuadra cuya potencia de fuego estaba muy por debajo de la capacidad de sus mandos para hacer frases imborrables. En los albores de la II Guerra Mundial, británicos y franceses mantuvieron una actitud inicial dubitativa y conciliadora, hasta que comprendieron que las excelencias de la diplomacia resultaban inútiles contra la depurada tecnología de la maquinaria militar alemana. Para reponer la paz en Europa fue necesario plegarse a la filosofía norteamericana de que, por noble que sea, no hay una sola idea cuya eficacia no mejore si se sabe divulgarla con un cañón. Ocurre con la violencia previa a la paz lo que con los incendios forestales, que para salvar el bosque es a menudo imprescindible talar tantos árboles como sea necesario para trazar un cortafuegos. Apenas quedan testigos directos de aquello, pero los ciudadanos atrapados en la agresiva expansión francesa del Fúhrer no miraban al cielo pensando en que Dios acudiese en su ayuda, sino con la esperanza de que aquella inesperada nubosidad al amanecer fuese un batallón de paracaidistas norteamericanos. En orden a conseguir la paz, el peso de la razón sirve de poco sin el peso de la fuerza. Por muy pacífica, brillante y persuasiva que parezca, en determinadas circunstancias no hay una sola frase que no resulte más convincente al escucharla en los labios de alguien con un bate de béisbol en la mano. Nunca está de más el recurso de la fe, pero es evidente que incluso en la Santa Sede se sabe que el Espíritu Santo resulta más efectivo cuando en sus misiones le precede la Fuerza Aérea.
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En una solemne ceremonia en el Auditorio del Ayuntamiento de Oslo, Obama ha pronunciado otro de esos discursos cargados de oratoria brillante. Ha comenzado aceptando que el premio Nobel de la Paz de este año ha sido origen de una "controversia", dado que su mandato apenas ha echado a andar y poco tiene que ofrecer más allá de buenas intenciones. Ha reconocido que es criticable que se conceda este premio al presidente de un país que ahora mismo libra dos guerras: la de Irak -que "está terminando"- y la de Afganistán -que "EE UU no buscó".
Por ello ha dedicado gran parte de su discurso al concepto de "guerra justa". Lo es la de Afganistán, a su juicio, ya que es respuesta a una agresión -los atentados del 11-S-, como lo fue la iniciada por EE UU contra el Irak de Sadam cuando invadió Kuwait en 1991. Como presidente de EE UU, ha asegurado que no dudará en proteger a sus ciudadanos cuando se vean amenazados.
Aún en este tipo de conflictos, deben siempre respetarse unas reglas del juego. "Cuando la fuerza es necesaria. "Cuando el uso de la fuerza es necesario, tenemos un interés estratégico y moral en comprometernos a ciertas reglas de conducta. Incluso cuando nos enfrentamos a enemigos despiadados que no respetan reglas, creo que EE UU debe seguir siendo abanderado en la conducción de la guerra". Lo que diferencia a EE UU, ha dicho, de sus enemigos, es el apego a esos estándares morales. "Por eso prohibí la tortura, por eso ordené el cierre de Guantánamo y por eso he reafirmado el compromiso de EE UU con la Convención de Ginebra". EL PAIS
ahora yo
Bueno parece que Obama les ha salido rana a la clase media socialdemocratabuenista europea, que veian un antibush, y resulta que es un pragmatico de cojones. como cualquier presidente de los ee uu, si tengo que bombradear bombardearé. que empiecen las caceroladas en la sede del PP otra vez, venga Manel Fuentes, Venga Gemma Nierga, animo, Bardem, a que esperas Joel Joan, Victor Manuel, Leyre PAjin, Universitarios, gente buena , el bien , donde esta no se ve, ZP. a por ellos, Obama es como Aznar pero en negro, no puede ser jajaj
juajaa
Al aceptar su premio Nobel, el presidente Barack Obama vino a decir que hay ocasiones en las que la paz sólo puede ser la consecuencia de la guerra. Es obvio que otros dirigentes norteamericanos fueron antes de la misma idea y que Europa se sobrepuso a la arrogancia exterminadora del III Reich gracias a una beligerancia transatlántica que a nadie le pareció entonces discutible. No hay precedentes históricos serios de que por sí sola la diplomacia haya amilanado a ningún dictador. Por el contrario, los dirigentes que fían a la retórica la supervivencia de sus pueblos están condenados a un heroísmo cuyas mejores consecuencias suelen ser sólo literarias, como se demostró cuando los españoles quisimos defender Cuba en aquella guerra en la que nos enfrentamos a la flota norteamericana con una escuadra cuya potencia de fuego estaba muy por debajo de la capacidad de sus mandos para hacer frases imborrables. En los albores de la II Guerra Mundial, británicos y franceses mantuvieron una actitud inicial dubitativa y conciliadora, hasta que comprendieron que las excelencias de la diplomacia resultaban inútiles contra la depurada tecnología de la maquinaria militar alemana. Para reponer la paz en Europa fue necesario plegarse a la filosofía norteamericana de que, por noble que sea, no hay una sola idea cuya eficacia no mejore si se sabe divulgarla con un cañón. Ocurre con la violencia previa a la paz lo que con los incendios forestales, que para salvar el bosque es a menudo imprescindible talar tantos árboles como sea necesario para trazar un cortafuegos. Apenas quedan testigos directos de aquello, pero los ciudadanos atrapados en la agresiva expansión francesa del Fúhrer no miraban al cielo pensando en que Dios acudiese en su ayuda, sino con la esperanza de que aquella inesperada nubosidad al amanecer fuese un batallón de paracaidistas norteamericanos. En orden a conseguir la paz, el peso de la razón sirve de poco sin el peso de la fuerza. Por muy pacífica, brillante y persuasiva que parezca, en determinadas circunstancias no hay una sola frase que no resulte más convincente al escucharla en los labios de alguien con un bate de béisbol en la mano. Nunca está de más el recurso de la fe, pero es evidente que incluso en la Santa Sede se sabe que el Espíritu Santo resulta más efectivo cuando en sus misiones le precede la Fuerza Aérea.