En el Real Madrid se respira más tranquilidad tras la actuación de Kaká en el Camp Nou. Sobre todo porque ya existía el precedente hace ocho años de Zidane. El astro francés necesitó 13 jornadas para ofrecer en el Madrid un rendimiento acorde a su altura: hasta entonces había marcado cuatro goles pero su papel fue muy inconsistente, como en el 1-1 ante el Málaga (jornada 2), la derrota contra el Betis por 3-1 (jornada 3), el 2-2 en el Bernabéu frente al Valladolid (jornada 5) o la debacle en Las Palmas (4-2, jornada 6) que llevó al equipo al decimocuarto puesto... También pasó casi inadvertido en el clásico (jornada 11) pese al 2-0 del Madrid.
Un período convulso en el que fue muy criticado porque el Madrid sí brillaba en la Champions, donde Zidane se perdió las cuatro primeras jornadas por una agresión a un jugador del Hamburgo en su etapa en la Juventus. Zizou era víctima del estrés y lanzó un grito de auxilio el 5 de septiembre de 2001 en la revista francesa Planète Foot: "Todo a mi alrededor es una locura. Me siento acosado en Madrid. Necesito concentrarme en el fútbol".
La resurrección completa de Zidane llegó ante el Sevilla (2-1, jornada 13) el 18 de noviembre de 2001, cuando por fin fluyó su talento de forma inapelable durante los 90 minutos con la guinda de una asistencia genial a Morientes. Un camino hacia el corazón del madridismo que culminó en Glasgow, 15 de mayo de 2002, con una volea que valió la Novena Copa de Europa...