Por la cabeza de Özil planea la duda de si ha tomado la decisión correcta, de si no se ha precipitado marchándose del club de su vida. Porque Mesut era muy feliz en el Real Madrid. Adorado por la afición y querido por el vestuario, Özil vivió en el club blanco los días más felices de su carrera. "Mi vida es perfecta en el Madrid", señaló en una entrevista con MARCA hace poco menos de un año. Sin embargo, hoy ya es jugador del Arsenal, un equipo lejos de la élite europea en la actualidad.
Suele decirse que los jugadores juegan donde quieren. Una premisa cierta casi en el cien por cien de los casos. Pero en este concreto de Özil hay dudas. A Mesut nadie le ha obligado a firmar por el Arsenal, pero su deseo era seguir jugando y triunfar en el Real Madrid.
Özil va a ganar 8 millones de euros en el Arsenal, tres más que en el Madrid
La ambición de un padre
La salida de Özil del Real Madrid se empezó a gestar a finales de la temporada pasada. El 22 de mayo, exactamente. Ese día, Mesut y su padre se reunieron en el Bernabéu con Florentino Pérez y José Ángel Sánchez para tratar una mejora de contrato. Los Özil pidieron una ampliación hasta 2019 y 7 millones de euros limpios por temporada. La respuesta del Madrid fue clara: "Ahora no es el momento". Y Mustafa Özil entró en combustión.
El padre se marchó muy contrariado de las oficinas del Bernabéu y empezó a moverse en el mercado para presionar al Real Madrid con ofertas de medio mundo: Bayern, Manchester, PSG, Arsenal... Al tiempo, no paró de calentar la cabeza a su hijo, al que repitió una y otra vez que en el Madrid no le valoraban y que había que ir pensando en un cambio de equipo, en un sitio donde sí le pagaran lo que merecía. De tanto escuchar a su padre, Özil se empezó a creer que en el Madrid no le valoraban.
Comenzóla pretemporada y, con las continuas amenazas de su padre retumbando en su cabeza, empezó a ver fantasmas donde no los había. La llegada de Isco se la tomó como una venganza personal de Florentino Pérez para presionarle, y su ubicación en el campo en los primeros entrenamientos -pegado a la derecha- le hicieron creer que no iba a ser protagonista. Lejos de confiar en su fútbol, se vio fuera con Isco y la inminente llegada de Gareth Bale al Madrid.
El afable carácter de Özil se fue agriando según iba avanzando la pretemporada y, aunque alguna vez amenazaba a sus mejores amigos del vestuario con marcharse, en su fuero interno no tenía duda de que seguiría en el Real Madrid.
En el club blanco contaban con el Mesut Özil futbolista, pero en los despachos del Bernabéu estaban cansados de las exigencias y amenazas de su padre y tenían claro que le abrirían las puertas si llegaba una buena oferta. Y el Arsenal llamó a la puerta: 45 millones para el Real Madrid y ocho netos para el jugador.
Una adaptación difícil
Mustafa trasladó la oferta al Real Madrid y se quedó sorprendido de la reacción del club, que, avalado por los gustos de Ancelotti -que prefería a Di María- , dio al padre la respuesta que llevaba soñando desde mayo: "Si queréis marcharos, marchaos". El padre cogió el dinero, embravecido, y echó a correr pese a que el jugador tenía más que serias duras de abandonar el Real Madrid. El enfado que Özil había mostrado en Granada era más fruto del calentón y la locura en la que le había sumido su padre que de sus sentimientos reales. Él, como aseguró el 28 de agosto, quería seguir viviendo en Madrid. Pero a las 23.20 del pasado lunes se firmó el traspaso
"Él amaba al Real Madrid, le han vuelto loco", señalaba ayer a MARCA una persona que ha acompañado a Özil a lo largo de toda su carrera. "Todavía no sabe lo que ha hecho, en tres semanas se va a dar cuenta del tremendo error que ha cometido. Espero equivocarme, pero su padre ha podido acabar con su carrera con esta decisión. En Madrid iba a ser una leyenda; en el Arsenal, cuando se vea entrenándose bajo la lluvia y con jugadores de menos calidad, ya veremos".
Ayer fue un día raro para el madridismo. En el Madrid, al tiempo que celebran la llegada de los 50 millones, lamentan el triste final de uno de sus jugadores de más talento. La afición lloraba su marcha. Mustafa brindaba por su comisión. Y Özil... aún no sabe lo que ha hecho.