por Tritranquil Mar Abr 16, 2013 6:11 am
Stephan Damian-Tissot | 15-04-2013 - 12:31
Eric Abidal, hace una semana un estadio entero se puso de pie para ovacionarle. ¿Que sintió ?
Muchos escalofríos. Es un honor sentirse querido por tanta gente.
¿Qué pensó usted en ese momento ? ¿En la curación, en el hospital, en la vida que sigue?
En muchas cosas al mismo tiempo. Pero, sobre todo, en la lucha que he mantenido durante este año, en la vida de mi primo...
Precisamente su primo. Usted salió con una camiseta en la que se podía leer merci à mon cousin, la 13. Sabemos que es la persona que le dio una parte de su hígado, y que le dio la vida...
Sí. Sin él no estaría aquí ahora. La vida hizo que fuera compatible para darme esta parte de su hígado y ahora estamos unidos de por vida. Vivo gracias a él y él vive dentro de mí (se ríe). Y eso es fuerte.
Su primo corrió peligro haciendo eso...
Claro. Él tenía más riesgos siendo el que daba, que yo, que lo recibía. De inicio, yo no quería. Tenía miedo de que algo grave le sucediera. Pero mi tumor crecía de forma rápida y la posibilidad de tener una parte de su hígado era mi última esperanza, la última solución. Me acuerdo cuando mi mujer le preguntó si estaba de acuerdo y él aceptó sin reflexionarlo. Fue un gesto muy grandede su parte.
Este cáncer es una recaída, ¿que sintió cuando usted se enteró de que el tumor se había reproducido ?
Creo que la primera vez fue más difícil de aceptar, porque pasó de no haber nada a tener un cáncer. Es una palabra muy fuerte la palabra cáncer.
La primera vez que el cirujano le dijo que tenía un cáncer y que le tendría que operar en una semana, usted quiso que le operaran al día siguiente
Es verdad. Le dije que no quería esperar una semana, que mejor cuanto más rápido. Y dos días después me operaban.
La segunda vez, tuvo complicaciones y hubo que volver a intervenir...
Sí. Al final se habló de un transplante, pero fueron 4 o 5 operaciones en poco tiempo. Fueron días complicados y perdí 19 kilos. Yo jamás estuve fuerte, pero en esa época estaba muy delgado.
Cuando llegaron las complicaciones, ¿perdió usted la esperanza y pensó en la muerte?
No, jamás. Soy una persona que cree mucho en Dios y cuando uno cree en Dios, sabe que es él quien decide. Y como soy una persona luchadora... pero sufrí mucho. Recuerdo un domingo, era un día que no podía aguantar más, le pedí a los médicos que me indujeran el coma para no sufrir tanto. Al día siguiente me operaron por última vez y, cuando salí de la intervención, los médicos me dijeron que tenía mucho líquido en el vientre y me preguntaron cómo había hecho para aguantar ese dolor.
Jamás los cirujanos hubieran pensado en verle jugar de nuevo al fútbol, al máximo nivel y en el Barça.
Soy un luchador. Siempre lucho, lo mismo que cuando tenía una salud muy buena. La enfermedad me tocó, pero mi objetivo sigue siendo el mismo: seguir jugando al fútbol.
Usted dijo que luchar contra la enfermedad es como un partido de fútbol, es una cosa de equipo
-Sí lo dije y lo confirmo hoy. Solo no puedes enfrentarte a esto. Mi mujer jugó como número 10 todo el tiempo de la enfermedad y, parar decir la verdad, lo hace desde que nos conocemos. Y ella sigue siendo el número 10 de la casa.
¿En el hospital, usted seguía los partidos del Barça?
No era fácil pero estaba contento cuando mi equipo ganaba y cuando los socios cantaban mi nombre en cada partido en el minuto 22, como mi dorsal. Eso es algo enorme.
Tenemos la impresión de que este doble cáncer dio una significado a su vida...
Antes, cuando la panadería estaba cerrada, me ponía nervioso. Hoy no pasa nada. Pensaba demasiado en las cosas materiales de la vida. El mundo del fútbol te permite comprarte grandes coches y disfrutar de la vida, pero cuando me tocó esta enfermedad pienso que hice un buen gesto vendiendo mis dos coches, un Aston Martin y un Porsche Panamera, para hacer disfrutar de ese dinero a asociaciones contra el hambre y las enfermedades.
Hay cosas también que usted no cuenta. Como cuando usted ofreciósu rolex al padre de un niño que tenía un cáncer.
Nos vimos en el hospital y el padre quiso hacerme entrar en la habitación de su hijo porque era un fan mío. Tenía este reloj de marca y para mí el precio no contaba, lo importante era el gesto. Ahora sé que el pequeño está muy contento, se pone el reloj todos los días y me deja mensajes para decirme que es súper feliz. Le sirvió en el camino de su curación.
¿Cómo ve usted su evolución ahora?
Hay dos historias: la que yo quiero y la que dios me dará. Pienso haber luchado contra la enfermedad para poder terminar de la mejor forma posible: en los terrenos de juego. Y después veremos. Disfrutar de la vida, de mis niños y verles crecer. Quiero disfrutar de la vida.