La respuesta es obvia: fútbol.
El Madrid lleva sin jugar decente desde hace ya muchas jornadas, y entiendo jugar "decente" al esperpento de jugar al a contra inglesa, es decir, presionar rápido en el centro para buscar el fallo del rival y así generar peligro, que es basicamente lo que intenta hacer Mourinho.
Muchos aficionados y analistas señalan el partido contra el Málaga como el momento álgido del cagazo, que ese partido nos hizo mucho daño, rematado por el Villareal. Pues bien, yo no estoy nada de acuerdo. El cagazo empezó mucho antes, por ejemplo en partidos como los del Rayo Vallecano, que no empatamos o palmamos por el poco acierto del Rayo o incluso por decisiones arbitrales pero claro, cuando se gana todo se tapa y nadie quiere analizar nada, se gana, 10 puntos y todos tan happy flower; sin embargo el Madrid ya estaba dando síntomas de tembleque de piernas, como en pasadas temporadas y como durante ya muchos años. ¿El motivo? Lo vuelvo a repetir, el fútbol.
El Madrid no tiene recursos más allá del contragolpe. En el momento que un equipo se cierra y cede cualquier tipo de iniciativa pierde la paciencia, se crispa, empieza a correr de un lado a otro, como un correcalles, se desordena, se parte, ves aparece a defensas como extremos, a los extremos de laterales, el caos total. Unas veces suena la flauta y otras, como ayer, la flauta sufre un gatillazo. Y todo esto, los propios jugadores lo saben. La metáfora que podría valer sería la del estudiante que se prepara tres temas de cinco posibles y acude al examen "a verlas venir", si sale esos tres, cojonudo pero como salgan uno que se sabe y dos que no, palmatori. Eso sí, "divertido" (para algunos claro) es un rato, ya que el espíritu de jugador de póker debe ser una constante en muchos aficionados, a los cuales el fútbol control les "aburre", pero el caos y el correcallismo les entusiasma.
Salvo milagro, o gran cagada del Barcelona, que todo puede ser obviamente, el Madrid va a palmar esta Liga y bien palmada. Va a ser uno de los mayores ridículos que yo recuerde, siempre y cuando, vuelvo a repetir, el Barcelona meta el gran cagazo y se deje puntos por el camino después del clásico. Y será una de otras tantas desde que perdimos, ya en los 80, el ciclo ganador que proporciona un buen trabajo.
El Madrid lleva fiando su ética deportiva a la épica, el esfuerzo y los Juanitos desde hace ya mucho años. Cortinas de humo que solo ocultan la realidad, una falta total y absoluta de gusto por la calidad y el buen juego, así como un estúpido complejo de inferioridad por no querer desarrollar lo que funciona en sus propios términos, el fútbol control.
Cualquier crítica a este respecto es tachada de antimadridista, culé, pensimista y gaitas varias pero en el fondo, muy en el fondo de cualquier atocinado "ultra", que se cree con derecho de repartir carnets, sabe que el Madrid juega MAL y que el eterno enemigo juega bien y hasta magníficamente bien. El delirio llega hasta tal extremo que algunos "se aburren" del tiki taka pero luego aplauden ufanos los éxitos de la Selección Nacional, "la Roja", al grito de "Yo soy español, español, español". Lo dicho, una neurosis propia de un oligofrénico.
Algunos de nosotros, los pseudomadridistas, los gafes, los malvados o los pesados llevamos denunciando todo esto desde hace ya algunos años. Nosotros sí que nos hemos aburrido de pedir hasta la saciedad un mejor hacer del club, una política deportiva que busque la verdadera excelencia (y no la de gorro mejicano) y sobre todo HONESTIDAD; una honestidad que lamentablemente falla desde las primeras instancias de club, engañando a los aficionados y vendiéndoles burras magnificadas por la prensa, esa prensa que tanto bien nos hace...
Y por todas estas cosas el Madrid, así como el madridismo, está desquiciado. Algunos incluso se atreverán, con la arrogancia que concede la ignorancia o el fanatismo de condenar a la afición, llamarlos piperos y comenzar una caza de brujas para salvar a su Gran Señor del Ladrillo y a su Sumo Sacerdote, el que todo lo sabe. Sin embargo la realidad una y otra vez golpea a este club y demuestra que si tú quieres ser violinista profesional tienes que tocar bien el violín, y si quieres ser uno de los mejores, tienes que tocar mejor que los demás; una realidad cruel pero exacta que el Madrid ha tratado de negar embalsamando la propia entidad en créditos, baile de jugadores, entrenadores, presidentes y lo que haga falta. Como el avestruz que mete la cabeza en un hoyo se niega a ver lo que ha hecho mal y lo que es peor, lo que sigue sin hacer bien.
Así estamos, con un entrenador que va metiendo dedos en los ojos, haciendo el ridículo y tirando por los suelos la imagen del club día sí y día también, ante un presidente mudo y atado cuya única respuesta es seguir dando bandazos y patadas hacia delante. Un entrenador al que se le ha concedido todo y por el cual se ha hipotecado el club, moral y económicamente, y ha sido incapaz de hacer jugar bien a este equipo; el entrenador de las excusas, de los trivotes y del esperpento. Todo ello con el beneplácito de quien vendía "ilusión" en su regreso, y quizás no mentía por aquello de ser un ilusionista, y por una parte de la afición, que sigue viviendo en el recuerdo de tiempos pasados, sin el más mínimo atisbo de autocrítica.
¿Quo vadis Real Madrid?