En Copa contra el Valencia, en Liga en el Camp Nou y en el Bernabéu, en cualquier escenario está jugando a mandar. Es el referente de un Villarreal que lucha por imponer su estilo allá donde juega. Toca y se ofrece, combina y siempre la da con ventaja a su compañero. Con Cazorla forma una pequeña sociedad de muchos quilates. Sumando a Rossi entre líneas y a Cani, jugando su mejor fútbol desde su fichaje por el submarino amarillo, da un resultante de un equipo que enamora ya que el fútbol que se organiza a partir del balón es sinónimo de excelencia.
En defensa no pierde de vista sus obligaciones. En el doble pivote, tirado hacia la diestra porque la zurda es de Bruno Soriano, hace la cobertura a un Ángel que es el carrilero obligado ya que el fútbol del Villarreal parte del cuadrado mágico y de la superioridad por dentro. Siempre en la línea, haciendo los movimientos de basculación y con las obligadas coberturas, Borja Valero termina siendo un mediocentro completo con el espíritu de un enganche.
Es reflejo del fútbol moderno, se buscan jugadores con calidad para defender y atacar, con rigor defensivo y valor ofensivo para no perder la pelota, con capacidad para recorrer kilómetros sin merma en la toma de decisiones. El prototipo de futbolista ha cambiado, los especialistas pierden protagonismo si el club tiene una filosofía y un estilo que defender. Borja Valero es uno de ellos, uno de los buenos.