Aparte del tema Raúl, donde tiene una opinión que no comparto aunque respeto, da dos respuestas muy interesantes a dos preguntas muy concretas con las que estoy bastante de acuerdo. Es una pena que de toda la entrevista sólo hayáis sacado lo que concierne a Raúl. Con Segurola podré estar de acuerdo o no con sus gustos o percepciones pero siempre me ha merecido un respeto especial por su poco corporativismo a la hora de opinar. Para muestra dos botones:
Hola Santiago, te leo desde Dinamarca, es un placer seguir y participar en estas charlas. Mi pregunta es un poco personal: te afecta ética o moralmente trabajar en un periódico que publica editoriales como la que pedía la cabeza de Pellegrini tras las dos derrotas del Madrid? Quizás me dirás que cada uno hace su trabajo, pero aquello me pareció sensacionalismo en el mejor de los casos, extraño corporativismo en el peor.
Buenas tardes. No comparto las opiniones tan drásticas sobre Pellegrini, pero un periódico es un lugar de diferentes sensibilidades. Así lo veo yo. La mía está clara desde el principio del campeonato. La posición de Pellegrini siempre ha sido delicada. Se le criticó cuando el Madrid ganaba con 3,5 goles de promedio, por las rotaciones, por alinear a Raúl, por no alinearle, por los cambios, por ser impasible, por jugar con un 4-2-4, o un 4-3-3, o un 4-4-2, por tener los ojos azules, por no acudir a las presentaciones de Cristiano Ronaldo y Kaká -real como la vida misma-, por no frecuentar los cenáculos donde tanto se trafica con las noticias, por no doblarse a los ataques. En fin, por todo. Pellegrini es una excusa. En un periodismo tan desgarrado hay personajes más fáciles de crucificar. No tiene poder. Sólo es un entrenador en un club que hace constantes alardes de poder, donde el nivel de intriga es brutal. Es fácil atacar a Pellegrini, a pesar de los 25 puntos sobre 30 del equipo en la Liga (un porcentaje superior al del Inter, líder destacadísimo en Italia, o al del Chelsea, sólido líder en la Premier). Hay aspectos que pueden ser discutibles, como casi todo en el fútbol, pero nunca he visto a un entrenador tan criticado en menos tiempo. Quizá se debe a la absurda idea que se incubó en el club y en sus alrededores: gastarse 270 millones de euros significaba ganar todos los torneos automáticamente, sin vestirse de corto. Es una idea infantil y antifutbolística, producida por gente que no ama el fútbol, sino el fulgor que genera. Hay otra cosa que me gusta de Pellegrini: su profesional respuesta a las críticas, su discreta personalidad alejada del compadreo con el poder, su elegancia en la victoria y en la derrota, sus decisiones, fuertes pero sin la búsqueda de la complicidad de la prensa. Con la mitad de las decisiones que ha tomado Pellegrini, otros entrenadores llevarían la etiqueta de "Sargento de Hierro" y demás tonterías de grueso calibre que tanto gustan en el periodismo.
Buenas tardes, Santiago. ¿Sigue usted preguntándose qué le pasa a Lass? Porque, al margen de la pérdida de balón que precedió a un gol del atlético, el francés lleva unos cuantos partidos inconmensurable.
Creo que se malinterpretó lo que dije sobre Lass. Su rendimiento ha sido excelente, pero un sistema de juego requiere tiempo y conocimiento por parte de todos. Sobre todo requiere que cada uno se ajuste a las necesidades de los demás. Considero que Xabi Alonso sufre porque todavía no se ha generado un circuito de fútbol que le implique a él, y a los demás con el medio centro, de la forma que necesita el Madrid. Si el Madrid quiere protagonizar el juego de ataque, hacerlo en el campo de los rivales, disponer abundantemente de la pelota -hay un intento que se formaliza a ratos, como sucedió en San Siro y en el Manzanares-, será necesario que se produzcan relaciones de confianza, donde todos estén involucrados. Por ejemplo, Xabi suele encontrar a Kaká, pero Kaká rara vez le devuelve una pared o la pelota. Sale como un tiro, conduciendo y buscando el remate. Busca el gol, se desentiende de los demás. ¿Puede hacerlo? Claro, es muy bueno en eso. Le conviene al equipo. Muchas veces, no, porque no se generan los mecanismos colectivos necesarios. Lo mismo pasa con Higuaín, un futbolista al que tengo en gran estima, pero que ha decidido jugarse cada balón, con resultados más bien mediocres en San Siro y en el Manzanares. Estas circunstancias llevan con más frecuencia de la necesaria a que Xabi Alonso, que no es Usaín Bolt, esté más ocupado en cuestiones defensivas, en llegar a apagar fuegos, que a poner orden en un equipo que se olvida de muchos aspectos colectivos. Supongo que buena parte de estos problemas procede de la llegada de ocho nuevos jugadores, todos forjados en estilos diferentes.