Mourinho es un impostor, sus excusas ya no sirven. La imagen que proyecta el club más galardonado del mundo con unos jugadores desquiciados y rozando la violencia en cada una de sus acciones es reprobable. Me asusta ver a jugadores como Xavi Alonso, Sergio Ramos o Callejón comportarse en el campo como "leñeros", perdiendo la esencia del fútbol que les ha llevado hasta el Real Madrid. Mourinho ha logrado desquiciar a sus jugadores, a los empleados, a los seguidores, a los ultras y ha convertido el club en su Numancia personal: "Yo entiendo siempre al madridismo, pero no le escucho, ni antes ni después. La responsabilidad es mía, principalmente cuando mi equipo pierde. La victoria tiene muchos padres, la derrota sólo uno". Son palabras mesiánicas.
El virus de Mourinho ha infectado al club y se propaga rápidamente. El doctor Pérez no quiere aplicar la vacuna, aunque está en su mano sanar al enfermo. El médico se ha convertido en cómplice y máximo responsable del desastre porque permite que la infección se propague. Escrita queda una frase lapidaría: "Yo hubiese preferido que en vez de cambiar José Mourinho al Real Madrid, hubiera sido el Real Madrid el que cambiara a Mourinho". Su autor fue Alfredo Relaño, director del diario AS, después de escuchar la defensa que Florentino Pérez hizo de su entrenador en la asamblea de compromisarios en el mes de octubre. Las tesis victimistas y las excusas del entrenador fueron asumidas por el presidente en su totalidad y convertidas en la biblia del madridismo. Esta sin razón ha llevado a Pérez a trazar una línea para dejar claro donde están los que se van a inmolar junto a él y donde viven sus enemigos. Florentino acusó: "Algunos medios quieren influir en el Real Madrid". Se equivoca el presidente, la ecuación se resuelve a la inversa "es usted el que influye en los medios". No es necesario ponerle la etiqueta de "antimadridista" al que critica su gestión y la de su entrenador. Decir amén solo aumenta las posibilidades de equivocarse.
Le toca al presidente mover ficha y después del lamentable espectáculo que presenciamos ayer en el Bernabéu, de la imagen indignada mostrada ante el mundo, el club precisa de un acto disciplinario interior. Florentino Pérez fue el hombre que ideó un código deontológico de comportamiento para jugadores, técnicos y ejecutivos, donde el respeto por el adversario fundamenta la cultura del Real Madrid. El comportamiento antideportivo de varios jugadores y en especial de Pepe, por reiteración y alevosía, merece una sanción interior pública. El portugués para gozo de los adversarios ha intentado cambiar parte del himno del Real Madrid: "Enemigo en la contienda, cuando pierde da (PISA) la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano".
Ayer ninguno de los integrantes del "clan de los portugueses" fue culpable del desastre deportivo, del fútbol miserable que ofreció el Real Madrid. Cristiano (por fin marcó en el Bernabéu al Barça) fue el mejor del equipo según Mourinho. Carvalho, Coentrao y Pepe cumplieron con su trabajo: "Otros que normalmente juegan muy bien hoy no lo han hecho" dijo sin ruborizarse el técnico. La respuesta de los "otros" fue inmediata: "Nosotros nos adaptamos a la filosofía de juego que intenta Mourinho. Unas veces sale bien y otras no. Hay veces que ha acertado con algún que otro cambio y otras no". ¿Estamos asistiendo a la desintegración del grupo? ¿Ha conseguido Mourinho dividir el vestuario? ¿La culpa de no ganar al Barça es de los jugadores nacionales? Preguntas que se responden con hechos y palabras.
Bueno, no va a pasar nada porque la Copa del Rey tampoco es tan importante este año, ahora lo importante es la Liga. Estamos todos de acuerdo y si no compartimos criterio, buscamos otro y lo adaptamos a las necesidades.