Grande Alessandro, Il Pinturicchio es uno de esos jugadores de la vieja estirpe, con sangre de campeón, con talento puro, de los que ya no quedan, uno de eos jugadores que contribuyen a la leyenda del futbol como deporte mitológico. 37 años tiene el amigo y sigue al pie del cañón a paesar de haber tenido incluso una lesión qu ele apartó un año d elos terrenos de juego. Solo en una uña tiene mas calidad que todos los overrated de hoy en dia que tenemos como cracks mundiales.
Hoy publican una magnifica entrevista suya en el país, oro puro:
Hace un día de sol precioso en Turín. Es jueves. Todos los internacionales están con sus selecciones. No Alessandro del Piero, titular en el partidillo de entrenamiento contra el Savona. No gambetea como antes, pero es admirable verle luchar por cada pelota. Los rivales esperan al final de la primera parte para hacerse una foto con él. Del Piero acaba de cumplir 37 años, 18 en la Juve. Esta será su última temporada en Turín. Le brillan los ojos al ver una foto suya de pequeñito con un balón casi tan grande como él
Pregunta. ¿Recuerda dónde estaba en esa foto?
Respuesta. Perfectamente, detrás de mi casa. No había cumplido ni un año. Ya se veía lo que quería hacer... Es una foto que recuerdo con mucho cariño. También, porque en la época tecnológica en la que vivimos ya no hay fotos de esas.
P. ¿Guarda ese balón o algún otro de aquella época?
R. Balones, no. Pero guardo todavía los pósters que tenía en el cuarto. Y tres copas que gané en torneos de verano de petanca. Mis primeras copas fueron de petanca, no de fútbol.
P. ¿Le gustaba la petanca?
R. Sí, porque estaba solo en la playa y, además, era muy tímido. Lo sigo siendo, pero en aquella época lo era tanto que me costaba juntarme con los otros niños.
P. ¿Qué pósters tenía?
R. De la Juve, de Platini y de los cantantes que escuchaba con mi hermano, con el que compartía habitación. Escuchábamos a Michael Jackson, Genesis, U2, Dire Straits... También guardo una bicicleta mítica que nos hemos ido pasando mi prima, mi hermano y yo y que tiene 50 años. Está en casa de mi madre. Era una maravilla, de esas con el freno a pedal. Me ponía como una moto.
P. ¿En qué ha cambiado?
R. Soy más seguro y he aprendido a superar un poco la timidez. Pero sigo siendo hijo de esas tierras [el Veneto]: soy muy reservado, tranquilo y pragmático.
P. ¿Ha hecho alguna vez un álbum de cromos?
R. No, porque era muy caro. En casa no había tanto dinero. Solo conseguía que mi madre me comprara un par de sobres. Pegaba los cromos a mi bici.
P. Su padre era electricista; su madre, limpiadora. De no ser futbolista, ¿qué habría sido?
R. No tengo la más remota idea. Me acuerdo de que en clase, un día, hubo que elegir una profesión y yo elegí tres: electricista, como mi papá; camionero, porque me gustaba viajar, y cocinero, porque me gusta comer. Mi sueño era ser futbolista, pero nunca lo escribí.
P. ¿Qué le emociona?
R. Aparte de ver crecer a mis hijos [tiene tres], las gestas deportivas y algunas películas.
P. ¿La última gesta deportiva que le ha emocionado?
R. He seguido todo el Mundial de rugby, menos la final porque había entrenamiento. Los himnos y la preparación de los partidos me ponían los pelos de punta.
P. ¿Ve deporte por la tele?
R. Claro, todas las veces que puedo y me dejan... porque entre Dora, la exploradora y los teletubbies...
P. ¿No verán demasiada televisión sus hijos, no?
R. No hay peligro, ¡pero bendita sea la media hora de tele!
P. ¿Cuántas horas jugaba usted en la calle de pequeño?
R. Todo lo que estaba permitido por las tareas del cole, que hacía lo más rápido posible, y por las horas de luz. Los inviernos, en el norte, son largos y anochece a las cuatro y media de la tarde. Sin luz, no nos dejaban irnos por ahí. Por eso he jugado mucho solo, por la calle, en la campiña, en casa. Cuando anochecía, mi padre quitaba el coche del garaje para dejarme espacio. En el verano me desataba. Volvía solo para cenar.
P. ¿La recomendación que más le hacía su madre?
R. "Ten cuidado, no sudes, no corras...". Y le decía: "Pero, mamá, entonces, ¿para qué salgo fuera si no puedo correr?". A partir de los 13 años, cuando empecé a jugar en el Padua y tenía que coger dos trenes, me decía que no diera confianza a la gente.
P. ¿Sus primeras botas?
R. Unas Adidas de Littbarski que me regalaron por mi cumpleaños. Las acunaba del cariño que las tenía.
P. ¿A quién habría pedido un autógrafo?
R. No creo que hubiese sido capaz, ¡era tan tímido! Sinceramente, no sé qué habría hecho con un autógrafo. Para mí, la gozada habría sido ver a mis ídolos, pero en la vida habrían pasado por San Vendemiano [su pueblo, 10.000 habitantes] ni la Juve, ni Platini ni Bono de U2.
P. ¿Algún entrenador le prohibió regatear?
R. No. He tenido óptimos maestros. Recuerdo como si fuera ayer el primer piropo. Tenía unos pantalones turquesa, guapísimos. No me los quitaba nunca. Un día fui a jugar al fútbol con mi equipo del pueblo y el entrenador nos mandó ejercicios técnicos: llevar la pelota de arriba abajo, rápido, con muchos toques, con la derecha, con la izquierda y haciendo fintas. Se ve que lo hice bien porque el míster dijo: "Bien, chicos, así, como hace aquel muchacho de pantalones turquesa". Se me ha quedado grabado. Fue mi primer entrenador, de esos que saben que, cuando uno es pequeño, lo importante es aprender para divertirse y crear espíritu de grupo.
P. Mazzola dice siempre que el regate está mal visto en Italia.
R. A mí me gusta ver un regate bonito, pero el ingenio de un futbolista no es saber regatear, defenderse o marcar, sino saber elegir lo correcto. Lo difícil es pensar en lo que necesita el equipo.
P. Hoy le he visto tirarse al suelo para recuperar la pelota... ¿Cómo lo hace para divertirse con 37 años?
R. Porque no me siento un tío de 37 años. Todavía me dejo llevar por la pasión de esa cosa redonda llamada pelota. Hay momentos en los que hay que saber hacer de todo, incluso tirarse al suelo para recuperar un balón o correr por correr. Es bonito así y yo estoy superfeliz de llevar todo esto dentro. Cuando se muera, ya no tendré nada.
P. ¿Qué le ha dado el fútbol?
R. Todo lo que he ido acunando de forma maniática todas las noches cuando iba a dormirme. Me ha hecho cumplir mi sueño.
P. ¿Cómo se ve el fútbol desde el banquillo?
R. Mal. La mayoría de los banquillos están helados, casi como los campos. Uy, no..., mejor estar dentro, en serio.
P. ¿Le pesa?
R. Te preparas para jugar y quieres jugar. Si no puedes hacerlo, no eres feliz. Pero sé perfectamente qué es la gestión de un equipo.
P. ¿Un amigo en el fútbol?
R. Di Livio.
P. ¿El gol por el que gritó más?
R. El de Alemania-Italia en el Mundial 2006. O el de Tokio 96.
P. ¿La emoción más grande es ganar un Mundial?
R. Sí. Yo lo gané con 32 años después de 14 como protagonista. Recoger ese fruto, sin tener el descaro que tienes cuando empiezas a jugar, te da más satisfacción.
P. ¿El defensa que le ha creado más problemas?
R. Cannavaro, Nesta y Thuram. Se me hacía aburrido jugar contra ellos por su capacidad para anticiparse.
P. ¿El estadio qué más le ha impresionado?
R. Llevo en el corazón, por la emoción y por lo que ha representado en mi carrera, el Bernabéu. La ovación que me dedicó el público [noviembre de 2007, cuando marcó dos goles] es comparable a ganar una copa. También Old Trafford, que durante años ha sido el emblema del fútbol, por no hablar de la atmósfera de Glasgow y Anfield. Tengo escalofríos solo de pensarlo.
P. ¿La última vez que lloró?
R. No conseguí llorar ni cuando se murió mi padre. Me quedé como un tonto. Me encantaría que estuviese aquí para agradecerle lo que me enseñó sin darse cuenta.
P. Firmó en junio de 1993 con la Juve. ¿Cómo era la sede?
R. Bellísima. Estaba en Piazza Crimea, una plaza pequeñita de Turín, dentro de un palacete de 1800 que parecía un castillo. Era todo tan nuevo y tan grande para mí, que venía de un pueblo...
P. ¿Cuál ha sido el momento más duro y difícil?
R. Mi primer año en el Padua. Era pequeño y estaba lejos de mis padres. Me costaba mucho integrarme. Estaba en una casa donde solo había camas.
P. ¿Quién le ha marcado más entre Lippi, Capello, Trapattoni y Ancelotti?
R. Quizás, Lippi, porque me ha entrenado más que los demás y porque con él lo he ganado todo. He podido trabajar con él 360 grados.
P. Cuando llegó a la Juve, estaban Vialli, Ravanelli, Baggio... ¿Qué consejos le daban?
R. Yo me mantenía al margen. Vivía todo con los ojos de un chavalín. Lo que hacía era curiosear. Miraba. Si he aprendido tanto es porque me he pasado la vida mirando.
P. ¿Cómo eran Inzaghi, Vieri y Trezeguet?
R. Inzaghi marcaba incluso cuando no quería. Se giraba, le llegaba la pelota y... pa' dentro. Vieri era la potencia. Trezeguet tenía una forma maravillosa de chutar. Era altísimo. Le mirabas y ni siquiera parecía tener coordinación. En realidad, tenía un golpeo increíble.
P. Ha dicho Ibrahimovic que casi llega a las manos con Guardiola. ¿Qué tipo era aquí?
R. Aquí casi llega a las manos con otro.
P. ¿Con usted?
R. ¡Nooo! Yo le habría pegado. Zlatan, en el día a día, es tranquilo, pero es muy exigente y quiere sacar lo mejor de sí mismo y de los demás.
P. Heredó el número 10 de Baggio. ¿Es el mejor futbolista con el que ha jugado?
R. Sí. Junto a Zidane. Y Jugovic. Pero Zizou y Baggio, técnicamente, eran una delicia.
P. ¿Dónde le gustaría terminar su carrera?
R. No es una cosa a la que me guste contestar. Quiero terminar este paréntesis de mi carrera con ligereza mental. No quiero agobios. Lo que será... será.
P. ¿Hasta cuándo quiere jugar?
R. Hasta los 40 años.
P. ¿Cómo es que su físico ha cambiado tanto?
R. Cambió el 8 de noviembre de 1998. Estuve fuera 12 meses y cuatro con muletas. Cambió mi carrera y me hizo mejor jugador. Antes era un chico fuerte, rápido, bueno técnicamente, que seguía solamente el instinto. Después lo domé demasiado y ahora busco un equilibrio.
P. ¿Cómo se sintió delante de un tribunal con acusaciones de dopaje?
R. Estaba enfadado e incrédulo. Se hizo un juicio que no tenía ninguna razón de existir. Y se ha demostrado. Para mí, el fútbol es un partido de 11 contra 11 en un campo de color verde.
P. ¿Se arrepiente de algo?
R. No, pero me habría gustado volver a jugar algunos partidos con la cabeza que tengo hoy. Soy feliz por todo lo que me ha pasado.
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