Shearer escribió:Dobre lo que decia Panceto antes, hoy se cumplen 20 anios del ataque de Indurain en Val Louron:
¿Imaginan a Andy Schleck atacando el jueves en el descenso del Agnel compartiendo locura con un Sancho Panza, llámese Samuel Sánchez o Damiano Cunego? ¿Los imaginan alcanzado juntos, hombro con hombro, la luna del Izoard, su Casse Deserte, por donde los campeones ya rara vez transitan solos, y cambiando la historia de esta carrera en el primer encuentro con el Galibier por su vertiente del Lautaret? ¿O al día siguiente, por la del Télégraphe? No, ¿verdad? ¿Imaginan a Alberto Contador o a Cadel Evans reventando en un intento por perseguir la estela del luxemburgués en lo que representaría su primer órdago serio por ganar un Tour? A que tampoco. Ni aun poseído por el espíritu de Charly Gaul, el pequeño de los Schleck se separaría de su hermano protector, de sus guardianes Voigt y Cancellara ni de su pinganillo, hilo umbilical con su director, con el coche, con la televisión, desde donde se ve y se piensa claro.
Ese ciclismo desapareció. Se lo llevaron la tecnología y las nuevas técnicas de dopaje. De la explosividad intermitente de las anfetaminas a la resistencia y capacidad de recuperación de la EPO. Menos ataques, menos pájaras y más carreras de eliminación a ritmos muy elevados, castigo sostenido hasta el último puerto. Allí sí, en sus porcentajes más duros, se desata la batalla. Pero no antes, no vaya a ser que la jugada salga mal e incluso el podio se escape.
No cuenta Contador con un equipo para prender la mecha de tan lejos, pero sí Andy, que tiene a Frank. Si siguen intentando ganar los dos, volverán a quedarse sin nada. Esta dualidad la vivió el equipo Banesto hace 20 años, pero Echavarri, equivocado o no, siempre jugó a una carta. La del 90, con Delgado, le salió rana, así que al año siguiente, por si el jefe mantenía alguna duda, Indurain se encargó de resolverla entre Jaca y Val Louron, un paseo al sol de más de 230 kilómetros por el 'circulo de la muerte' pirenaico. Fue bajando el Tourmalet cuando el navarro hizo su apuesta, después de asistir en la cima a los problemas de LeMond, el campeón, el favorito.
Concluido el descenso, ya en Sainte Marie de Campan, anuncio del Aspin, Indurain giró la cabeza para comprobar con la vista el desperfecto ocasionado y para encontrar la figura de Claudio Chiapucci, con quien se fusionó en perfecta armonía desde las primeras rampas. Juntos, compartiendo la responsabilidad y repartiendo el botín, abrieron una brecha insalvable. Para el italiano, la etapa; para el español, el jersey de líder. "Estaba convencido de que había hecho un pacto muy favorable para mí, pensando que en las siguientes etapas le quitaría el liderato. Qué equivocado estaba", admitió años después el 'Diablo'.
Delgado cedió más de 14 minutos aquel día. LeMond se dejó siete. De la vieja guardia sólo resistió Fignon (cuarto a 2'50"), que se diluiría en los Alpes y alcanzó París a casi 11 minutos y medio del nuevo campeón. Los 90 traían a Chiapucci, a Breukink, a Bugno, a Rominger... enormes talentos sepultados cada verano bajo el gesto impasible, cerrada la boca, inexpresiva la mirada, de un extraterrestre en bicicleta. Le decían Miguelón.
joder como gozaba yo esos dias. Que recuerdos, que siestas en las etapas de transición. Me encantaba Indurain y era fan de "el diabolo" chiapucci....y toda la tropa. Nombres con mayusculas. Quizás se dopaban pero que cojones tenian. Hoy en dia parece que las jornadas pirenaicas sean de tramite y solo se ataque a la cordillera alpina y casi que ni eso,...esperando la contrareloj