LEO MESSI BAJÓ DE LOS CIELOS PARA DEVOLVER AL BARÇA A SU LUGAR
Dios hecho futbolista y sus diez apóstoles
Delfín Melero 28/05/11 - 23:04.
El Barcelona ganó la cuarta Copa de Europa contando con ayuda divina. Dios descendió de los cielos y se presentó en el césped de Wembley convertido en jugador de fútbol. Se puso la camiseta del Barcelona y estrenó botas. Aunque lo parezca, Leo Messi no es mortal. Es menudo y bajito, pero es el más grande de todos. El argentino hizo el bien frente a los diablos del fútbol europeo con un balón como único arma. No necesita nada más.
Messi no jugó al fútbol en Londres, jugó a un deporte que sólo practica él. No corrió por el césped inglés, voló con el cuero cosido al pie. Apareció en todos los sitios para driblar enemigos a la velocidad de la luz y para asociarse con los que vestían la camiseta azulgrana. Si al United le hubiesen dejado jugar la final con cuchillos y látigos tampoco hubiese detenido al argentino, al que no se le para ni haciendo trampas. Ferguson tampoco lo hubiese hecho ni saliendo con seis perros de presa.
La zurda del Ser Superior
Leo aniquiló a los 'red devils' en el 54' de partido. Messi hizo el 2-1 tratando mal a la pelota. Disparó con rabia y lo celebró hasta pateando las vallas publicitarias. Le pegó con todo lo que tenía dentro. Lo hizo por él, por todos sus compañeros, por Guardiola y por el barcelonismo, religión que le rendirá pleitesía por los siglos de los siglos. El zurdazo de Messi fue abajo y dudó Van der Sar, coloso de 2 metros al que le costó llegar al suelo y sacar el violento chut de Leo. Permanecerá para siempre en la memoria.
El Barça realizó una fotocopia de lo que pasó en Roma hace dos años. Se hizo con la pelota y todo se acabó para un United que empató en su primera llegada. El fútbol del Barça empezó y acabó en Messi, que habría podido sacar un córner y rematarlo si se lo hubiese propuesto. Dios ganó la Copa de Europa acompañado por sus apóstoles, que entienden el evangelio que predica Leo.
Messi estuvo muy bien acompañado. Puede estar tranquilo. Nadie le va a traicionar. Piqué, Mascherano y Busquets debilitaron a los diablos, Xavi jugó con el tiempo y Pedro y Villa clavaron estacas. La más guapa a pesar de sus grandes orejas acabó en las manos del Barcelona y de Leo, que aman el fútbol por encima de todas las cosas.
delfin.melero@marca.com
Sígueme en twitter:
@delfinmelero
Dios hecho futbolista y sus diez apóstoles
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El Barcelona ganó la cuarta Copa de Europa contando con ayuda divina. Dios descendió de los cielos y se presentó en el césped de Wembley convertido en jugador de fútbol. Se puso la camiseta del Barcelona y estrenó botas. Aunque lo parezca, Leo Messi no es mortal. Es menudo y bajito, pero es el más grande de todos. El argentino hizo el bien frente a los diablos del fútbol europeo con un balón como único arma. No necesita nada más.
Messi no jugó al fútbol en Londres, jugó a un deporte que sólo practica él. No corrió por el césped inglés, voló con el cuero cosido al pie. Apareció en todos los sitios para driblar enemigos a la velocidad de la luz y para asociarse con los que vestían la camiseta azulgrana. Si al United le hubiesen dejado jugar la final con cuchillos y látigos tampoco hubiese detenido al argentino, al que no se le para ni haciendo trampas. Ferguson tampoco lo hubiese hecho ni saliendo con seis perros de presa.
La zurda del Ser Superior
Leo aniquiló a los 'red devils' en el 54' de partido. Messi hizo el 2-1 tratando mal a la pelota. Disparó con rabia y lo celebró hasta pateando las vallas publicitarias. Le pegó con todo lo que tenía dentro. Lo hizo por él, por todos sus compañeros, por Guardiola y por el barcelonismo, religión que le rendirá pleitesía por los siglos de los siglos. El zurdazo de Messi fue abajo y dudó Van der Sar, coloso de 2 metros al que le costó llegar al suelo y sacar el violento chut de Leo. Permanecerá para siempre en la memoria.
El Barça realizó una fotocopia de lo que pasó en Roma hace dos años. Se hizo con la pelota y todo se acabó para un United que empató en su primera llegada. El fútbol del Barça empezó y acabó en Messi, que habría podido sacar un córner y rematarlo si se lo hubiese propuesto. Dios ganó la Copa de Europa acompañado por sus apóstoles, que entienden el evangelio que predica Leo.
Messi estuvo muy bien acompañado. Puede estar tranquilo. Nadie le va a traicionar. Piqué, Mascherano y Busquets debilitaron a los diablos, Xavi jugó con el tiempo y Pedro y Villa clavaron estacas. La más guapa a pesar de sus grandes orejas acabó en las manos del Barcelona y de Leo, que aman el fútbol por encima de todas las cosas.
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