Iniesta cerró su año en el Camp Nou con otra exhibición de juego. Lleva 15 partidos de Liga consecutivos y cuatro goles. "Siempre tuvo gol", sostiene Pep Guardiola, que le ve jugar desde que Andrés tenía cuatro años. Anoche, el día que el Barça jugó por última vez con el logotipo que le reconoce como campeón del mundo, Iniesta honró el detalle con otro partidazo lleno de sentido táctico, solidaridad y talento. Además, marcó un gol, el segundo de la tarde.
En ese cruce de caminos, Iniesta reivindica un nexo de unión indisoluble con los valores que, futbolísticamente, resultan indiscutibles. El hecho de que el volante manchego, Messi y Xavi copen el próximo 10 de enero en Zúrich los tres primeros premios en la elección de los mejores jugadores del año reconforta al barcelonismo, consciente de que se puede vender todo, menos la voluntad de jugar con gente de casa a una cosa que no parece un fútbol común. El detalle de que sea Iniesta el que se haga la foto próximamente con el Balón de Oro en Barcelona lo hace todavía más palpable porque habla de integración, de escuela, de estilo en un club condenado a reinventarse continuamente sin salir del ciclo vital.
Iniesta tenía el póster de Guardiola sobre la cabecera de la cama antes incluso de recibir una oferta para dejar Fuentealbilla y vivir en La Masía. Aquel ídolo de la infancia es hoy el entrenador de un jugador sutil que ayer salpicó otra vez el césped de detalles técnicos y tácticos impresionantes. Vale mirar el vídeo de su gol, cuando después de jugar media hora por la banda izquierda apareció por la derecha, combinó con Pedro y fusiló al portero de la Real.
Iniesta es presuntamente el mejor jugador de 2010. Un año en el que ha jugado 42 de los 56 partidos posibles con el Barça y nunca lo ha hecho mal. Además, ha disputado 15 partidos con España, incluidos seis en el Mundial, ganado y en el que fue escogido cuatro veces como el mejor jugador del encuentro. Iniesta marcó dos goles en Sudáfrica y el de la final, contra Holanda, dio la vuelta al mundo. Y logró otro decisivo, ante Chile, que puso a España en los octavos. Anoche, como en Pretoria, el gol se lo metió a Bravo.
El chico pálido de Fuentealbilla es una de las evidencias de que, llegados a este punto, la camiseta se mancha por dinero, pero este equipo juega un fútbol que no tiene precio. Lo explicó el director deportivo, Zubizarreta: "Hay que disfrutar cada minuto de esto porque es difícil volver a verlo". Lo dijo por el juego del Barça. También por Iniesta.
Grande Don Andrés!
En ese cruce de caminos, Iniesta reivindica un nexo de unión indisoluble con los valores que, futbolísticamente, resultan indiscutibles. El hecho de que el volante manchego, Messi y Xavi copen el próximo 10 de enero en Zúrich los tres primeros premios en la elección de los mejores jugadores del año reconforta al barcelonismo, consciente de que se puede vender todo, menos la voluntad de jugar con gente de casa a una cosa que no parece un fútbol común. El detalle de que sea Iniesta el que se haga la foto próximamente con el Balón de Oro en Barcelona lo hace todavía más palpable porque habla de integración, de escuela, de estilo en un club condenado a reinventarse continuamente sin salir del ciclo vital.
Iniesta tenía el póster de Guardiola sobre la cabecera de la cama antes incluso de recibir una oferta para dejar Fuentealbilla y vivir en La Masía. Aquel ídolo de la infancia es hoy el entrenador de un jugador sutil que ayer salpicó otra vez el césped de detalles técnicos y tácticos impresionantes. Vale mirar el vídeo de su gol, cuando después de jugar media hora por la banda izquierda apareció por la derecha, combinó con Pedro y fusiló al portero de la Real.
Iniesta es presuntamente el mejor jugador de 2010. Un año en el que ha jugado 42 de los 56 partidos posibles con el Barça y nunca lo ha hecho mal. Además, ha disputado 15 partidos con España, incluidos seis en el Mundial, ganado y en el que fue escogido cuatro veces como el mejor jugador del encuentro. Iniesta marcó dos goles en Sudáfrica y el de la final, contra Holanda, dio la vuelta al mundo. Y logró otro decisivo, ante Chile, que puso a España en los octavos. Anoche, como en Pretoria, el gol se lo metió a Bravo.
El chico pálido de Fuentealbilla es una de las evidencias de que, llegados a este punto, la camiseta se mancha por dinero, pero este equipo juega un fútbol que no tiene precio. Lo explicó el director deportivo, Zubizarreta: "Hay que disfrutar cada minuto de esto porque es difícil volver a verlo". Lo dijo por el juego del Barça. También por Iniesta.
Grande Don Andrés!