Florentino Pérez se ha convertido ya en el don Bartolo de Fígaro en esta ópera bufa que representa el Real Madrid. El ridículo, la humillación de Alcorcón, pasará a la historia como el apogeo de la nueva era galáctica que nunca se debió producir. Es un resultado galáctico, desde luego, que va a dar la vuelta al mundo y viajar hasta la luna.
Los jugadores son culpables. Pellegrini y su nitrato chileno, como mínimo, si tuviera vergüenza profesional, debería dimitir. Jorge Valdano si no dimite, debería quitarse el sueldo o, al menos, reconocer su culpa en este engendro de plantilla y de su gran equivocación en la elección del técnico.
Todo eso no es nada, la punta del iceberg, porque Florentino Pérez es el gran responsable. El fracaso gira en su terrible reaparición en la presidencia madridista. Hemos sido muchos los que dijimos/escribimos que nunca segundas partes fueron buenas, que el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra, que su política ya había fracasado estrepitosamente en su primera presidencia y tuvo que dimitir avergonzado. ¿Hará lo mismo ahora, con esa nueva deuda de 300 millones en fichajes? Suponemos que no.
En mi opinión, aunque su soberbia no se lo permite, su política es inválida, un desastre para un club por la simple razón de que el fútbol es un juego, no una empresa industrial. Las estrellas nunca harán un equipo.
Por otra parte, ha calculado mal y nunca sospechó que el vestuario estaba podrido. Las estrellas, los galácticos, cualquier jugador estará hipotecado por el segundo poder, el poder escondido de Raúl y Guti. Un jugador, una estrella, me decía que es insoportable tratar de imponer un liderazgo o destacar en el vestuario con Raúl de autócrata y Guti y Casillas en su gabinete dictatorial. Algo de lo que se dio cuenta Luis Aragonés. Cuando extirpó los tumores, la selección llegó hasta donde jamás había llegado.
¿Qué es lo que pasará mañana en el Real Madrid? Estamos acostumbrados a que nadie dimita en este país. Pero que el increíble Alcorcón, un equipo de Segunda B, golee por 4-0 es un escándalo de galácticas dimensiones. Una noticia de prensa mundial.
(Julián Ruiz)
Verdades como puños. Desgraciadamente no es un cuento chino sino la realidad del Madrid desde hace demasiados años ya
Los jugadores son culpables. Pellegrini y su nitrato chileno, como mínimo, si tuviera vergüenza profesional, debería dimitir. Jorge Valdano si no dimite, debería quitarse el sueldo o, al menos, reconocer su culpa en este engendro de plantilla y de su gran equivocación en la elección del técnico.
Todo eso no es nada, la punta del iceberg, porque Florentino Pérez es el gran responsable. El fracaso gira en su terrible reaparición en la presidencia madridista. Hemos sido muchos los que dijimos/escribimos que nunca segundas partes fueron buenas, que el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra, que su política ya había fracasado estrepitosamente en su primera presidencia y tuvo que dimitir avergonzado. ¿Hará lo mismo ahora, con esa nueva deuda de 300 millones en fichajes? Suponemos que no.
En mi opinión, aunque su soberbia no se lo permite, su política es inválida, un desastre para un club por la simple razón de que el fútbol es un juego, no una empresa industrial. Las estrellas nunca harán un equipo.
Por otra parte, ha calculado mal y nunca sospechó que el vestuario estaba podrido. Las estrellas, los galácticos, cualquier jugador estará hipotecado por el segundo poder, el poder escondido de Raúl y Guti. Un jugador, una estrella, me decía que es insoportable tratar de imponer un liderazgo o destacar en el vestuario con Raúl de autócrata y Guti y Casillas en su gabinete dictatorial. Algo de lo que se dio cuenta Luis Aragonés. Cuando extirpó los tumores, la selección llegó hasta donde jamás había llegado.
¿Qué es lo que pasará mañana en el Real Madrid? Estamos acostumbrados a que nadie dimita en este país. Pero que el increíble Alcorcón, un equipo de Segunda B, golee por 4-0 es un escándalo de galácticas dimensiones. Una noticia de prensa mundial.
(Julián Ruiz)
Verdades como puños. Desgraciadamente no es un cuento chino sino la realidad del Madrid desde hace demasiados años ya