La temporada pasada lo tenía igual o más difícil. Además, si no jugaba, no iba estar en el Mundial. Van der Vaart no tiró la toalla y se aferró a sus oportunidades. Su mujer había superado un cáncer. Eso fue lo difícil porque lo de volver a jugar sabía que llegaría. Y en diciembre, cuando se lesionó Kaká, demostró su verdadero nivel.
El holandés va camino de su tercera temporada, su familia está a gusto en Madrid y el pequeño Damian ya habla español. Van der Vaart no quiere moverse. Sabe que están Kaká, Ozil y Canales. Pero siente que la afición esta con él. Recuerda, con cariño, la ovación del Bernabéu tras sus dos goles al Zaragoza. A sus 27 años está dispuesto a superar más obstáculos. Es subcampeón del mundo y una estrella en su país pero, pese a sus méritos, empieza de cero otra temporada. No le importa. Mourinho no le ha dicho lo contrario y está convencido de que hoy en Alicante meterá otro gol...