falta de perspectiva, de convicciones y hasta de estilo. Me parece que
la gente confió en una regeneración del Madrid a través de Florentino
Pérez. Los aficionados, al menos eso creo, estaban hartos de tanto
bandazo, de tantas contradicciones, de tanta superficialidad y de tanto
ruido. Los socios perdonaron a Florentino Pérez que participase en ese
delirio, especialmente a partir de la temporada 2003-04, donde el
presidente del Madrid entró en una fase autodestructiva que le llevó a
abandonar el club un lunes cualquiera de febrero, después de fichar en
dos años y medio a Camacho -dimitió-, Luxemburgo -despedido- y López
Caro, a Arrigo Sacchi y a Benito Floro, a buenos jugadores -Sergio
Ramos y el primer Robinho- y a medianías procedentes de Inglaterra:
Beckham, Owen, Gravesen, etc. Fue un pésimo batiburrillo que degeneró
en una crisis terrible. Lo que sucedio después, en gran parte gestado
por integrantes de aquella junta directiva, llevó al Madrid a un
descrédito sin precedentes. La gente del Madrid terminó harta. Se
entregó a Florentino como si fuera un Mesías. Había un deseo enorme de
estabilidad, de creer en un hombre que volvía con la experiencia de sus
aciertos y sus errores, con su credibilidad ante los bancos. Un año
después, el Madrid sigue sin saber lo que quiere, a pesar de que el
Bernabéu no se ha quejado ni del entrenador, ni del equipo, pero el
club repite los síntomas que le llevaron a una crisis que no termina
nunca. Es un club enfermo, atacado por una inestabilidad y unas
urgencias desesperantes. Uno de los problemas, de los más graves en mi
opinión, es que el Madrid, con su presidente a la cabeza, sólo está
dispuesto a ver lo malo de las situaciones, no los datos prometedores y
ha habido unos cuantos en una temporada de luces y sombras. Sombras muy
profundas: Kaká y Benzema, las lesiones de Pepe y Cristiano, la
debilidad del centro del campo. Así y todo, el Madrid ha conseguido una
cifra récord de puntos y casi de goles, con un equipo integrado
habitualmente por Casillas, Sergio Ramos (Arbeloa), Albiol, Garay,
Marcelo (Arbeloa), Granero, Xabi Alonso, Gago (Lass), Van der Vaart,
Higuaín y Cristiano Ronaldo. Esa fue la alineación de ayer, una de las
más frecuentes de la temporada. Si a cualquier aficionado le dices que
ese equipo va a lograr 96 puntos y 102 goles, no se le cree ni
borracho. Ha sido un equipo de gran mérito, con un entrenador de gran
mérito. Pero los méritos no importan porque se ha caído en el exitismo
-perdón por el palabro- y el trayecto no vala para nada. Es muy
preocupante la falta de compromiso de los dirigentes del club con sus
decisiones, o por lo menos con lo que vendieron a principio de
temporada. En fin, el Madrid está donde estaba, a punto de
desaprovechar una oportunidad para la sensatez.