Sobre codazos, árbitros y truculencias
Artículos de Alfredo Relaño Alfredo Relaño | 22/03/2005
Hace tiempo que vengo lamentándome de la permisividad de los árbitros con los codos que los jugadores lanzan a pasear en las disputas aéreas. Enmascarados en movimientos de equilibrio en el aire, de protección, de acompañamiento del cabeceo, cada vez son más los jugadores que sueltan codazos. Peligroso. Muy peligroso. Los puntapiés sacuden por abajo y pueden producir fracturas, pero en zonas no vitales del cuerpo. Los codazos sacuden en la cabeza, donde tenemos todo lo necesario para pensar, para ver, para respirar, para comer... Y el codo es un percutidor duro y agudo, que aplicado con violencia puede hacer un gran destrozo.
Hace tiempo también que todos venimos observando un odioso cultivo por parte del Sevilla del juego duro. Lástima, en un club admirable por tantos otros méritos. Pablo Alfaro ha pasado por multitud de equipos, pero sólo ha sido acogido como bandera allí. Junto a él se ha asilvestrado Javi Navarro, el autor de la última fechoría. Ahora verá que no hace falta que haya enfrente un galáctico para que se forme la gorda. Ahora verá que esas cosas no se pueden hacer. Y una reflexión para el Sevilla: hace muchos años el Granada se creó una leyenda de terrible, a la que el Sevilla se está acercando peligrosamente. Y miren ahora dónde está el Granada.
Escuchar ayer las declaraciones de Javi Navarro no fue nada edificante. Sabe mal su terquedad, su defensa de un modelo de fútbol desagradable y dañino. Y ahora nos encontramos de bruces con el defecto del sistema de administración de justicia de nuestro fútbol. Siguiendo los antecedentes, Javi Navarro no debería ser sancionado. El Comité, en casos similares, ha argumentado que no cabe rearbitrar el hecho ya juzgado. Pino Zamorano vio la acción y la sancionó sólo con tarjeta amarilla. Esa es la otra cara del problema: estos árbitros desastrosos que enseñan tarjetas por cualquier protesta y que son incapaces de perseguir los malos instintos.
Sobre Messi, Cristiano y una nariz rota
Artículos de Alfredo Relaño Alfredo Relaño | 26/01/2010
Tras la jugada de la expulsión de Cristiano lo comenté: "Tiene que haber otras jugadas así cercanas en el tiempo, que nos sirvan de referente". Lo comenté porque me dejó muchas dudas la expulsión. Bueno, pues no ha tardado en salir una, de hace sólo diez días, y precisamente de Messi, el 'alter'. Fue en el Barça-Sevilla de Liga. Marc Valiente sujeta a Messi, que se le escapa, y éste tira el brazo hacia atrás, para desasirse. Igualito que Cristiano, si lo queremos ver bien. Sacude donde puede, sin ánimo de golpear, sólo con ánimo de soltarse. Delgado Ferreiro para la jugada, pita falta a favor del Barça y amonestó a Valiente.
Pérez Lasa no hizo lo mismo. Podría haberlo hecho, y aquí paz y después gloria. Cristiano sí hizo lo mismo que Messi, sólo que Cristiano es más grande que el argentino, sus brazos más largos y al tiempo Mtiliga es más bajo que Valiente, así que los golpes cayeron donde no debieron caer. No en el esternón, sino en la cara, con el infortunado resultado de la fractura de la nariz. Ese es un hecho cierto, que padece estos días Mtiliga, que no volverá a jugar en un mes. Consecuencias distintas a reacciones iguales del delantero agarrado en su escapada; consecuencias derivadas de las diferentes reacciones de los dos árbitros.
Esto pasa con frecuencia en el fútbol, donde una línea muy fina separa un gol de un fallo, una expulsión de una amarilla, una amarilla de nada, un golpe sin consecuencias de una fractura grave. Lo traigo aquí porque entiendo que conviene tenerlo en cuenta a la hora de hacer juicios morales sobre tal o cual jugador. Contemplo las escenas y, aun con conclusiones tan distintas como una nariz rota y una nariz entera, no consigo ver diferencias entre lo que hizo Messi y lo que hizo Cristiano. Sí las veo entre lo que hizo un árbitro y lo que hizo el otro. Y a eso justamente es a lo que yo siempre llamo villarato.
Artículos de Alfredo Relaño Alfredo Relaño | 22/03/2005
Hace tiempo que vengo lamentándome de la permisividad de los árbitros con los codos que los jugadores lanzan a pasear en las disputas aéreas. Enmascarados en movimientos de equilibrio en el aire, de protección, de acompañamiento del cabeceo, cada vez son más los jugadores que sueltan codazos. Peligroso. Muy peligroso. Los puntapiés sacuden por abajo y pueden producir fracturas, pero en zonas no vitales del cuerpo. Los codazos sacuden en la cabeza, donde tenemos todo lo necesario para pensar, para ver, para respirar, para comer... Y el codo es un percutidor duro y agudo, que aplicado con violencia puede hacer un gran destrozo.
Hace tiempo también que todos venimos observando un odioso cultivo por parte del Sevilla del juego duro. Lástima, en un club admirable por tantos otros méritos. Pablo Alfaro ha pasado por multitud de equipos, pero sólo ha sido acogido como bandera allí. Junto a él se ha asilvestrado Javi Navarro, el autor de la última fechoría. Ahora verá que no hace falta que haya enfrente un galáctico para que se forme la gorda. Ahora verá que esas cosas no se pueden hacer. Y una reflexión para el Sevilla: hace muchos años el Granada se creó una leyenda de terrible, a la que el Sevilla se está acercando peligrosamente. Y miren ahora dónde está el Granada.
Escuchar ayer las declaraciones de Javi Navarro no fue nada edificante. Sabe mal su terquedad, su defensa de un modelo de fútbol desagradable y dañino. Y ahora nos encontramos de bruces con el defecto del sistema de administración de justicia de nuestro fútbol. Siguiendo los antecedentes, Javi Navarro no debería ser sancionado. El Comité, en casos similares, ha argumentado que no cabe rearbitrar el hecho ya juzgado. Pino Zamorano vio la acción y la sancionó sólo con tarjeta amarilla. Esa es la otra cara del problema: estos árbitros desastrosos que enseñan tarjetas por cualquier protesta y que son incapaces de perseguir los malos instintos.
Sobre Messi, Cristiano y una nariz rota
Artículos de Alfredo Relaño Alfredo Relaño | 26/01/2010
Tras la jugada de la expulsión de Cristiano lo comenté: "Tiene que haber otras jugadas así cercanas en el tiempo, que nos sirvan de referente". Lo comenté porque me dejó muchas dudas la expulsión. Bueno, pues no ha tardado en salir una, de hace sólo diez días, y precisamente de Messi, el 'alter'. Fue en el Barça-Sevilla de Liga. Marc Valiente sujeta a Messi, que se le escapa, y éste tira el brazo hacia atrás, para desasirse. Igualito que Cristiano, si lo queremos ver bien. Sacude donde puede, sin ánimo de golpear, sólo con ánimo de soltarse. Delgado Ferreiro para la jugada, pita falta a favor del Barça y amonestó a Valiente.
Pérez Lasa no hizo lo mismo. Podría haberlo hecho, y aquí paz y después gloria. Cristiano sí hizo lo mismo que Messi, sólo que Cristiano es más grande que el argentino, sus brazos más largos y al tiempo Mtiliga es más bajo que Valiente, así que los golpes cayeron donde no debieron caer. No en el esternón, sino en la cara, con el infortunado resultado de la fractura de la nariz. Ese es un hecho cierto, que padece estos días Mtiliga, que no volverá a jugar en un mes. Consecuencias distintas a reacciones iguales del delantero agarrado en su escapada; consecuencias derivadas de las diferentes reacciones de los dos árbitros.
Esto pasa con frecuencia en el fútbol, donde una línea muy fina separa un gol de un fallo, una expulsión de una amarilla, una amarilla de nada, un golpe sin consecuencias de una fractura grave. Lo traigo aquí porque entiendo que conviene tenerlo en cuenta a la hora de hacer juicios morales sobre tal o cual jugador. Contemplo las escenas y, aun con conclusiones tan distintas como una nariz rota y una nariz entera, no consigo ver diferencias entre lo que hizo Messi y lo que hizo Cristiano. Sí las veo entre lo que hizo un árbitro y lo que hizo el otro. Y a eso justamente es a lo que yo siempre llamo villarato.