El Rubin Kazan es un buen conjunto, la toca bien y tiene cierta calidad en alguno de sus jugadores. Y las cosas muy claras. Y esto último es lo que más daño le ha hecho a un Barça que da la sensación de necesitar que se pare un poco el mundo para bajarse, tomarse un café, echar un mus y volver a montarse en la siguiente parada.
No es que Messi esté deprimido, ni que Iniesta esté tocado, ni que la defensa haga aguas, ni que Valdés no la huela o Ibrahimovic no esté adaptado. Nada de eso. Hay cansancio mental, fatiga emocional. Fijaos la cantidad tan descomunal de pases sencillos que ha fallado el Barça en todas las zonas del campo, no sólo en ataque (zona de riesgo). Innumerables. Pase de Xavi a Iniesta. Fallado. Pase de Touré a Xavi. Fallado. Pase de Messi a Alves. Fallado. Pase de Alves a Ibrahimovic. Fallado. Y así sucesivamente. Pases simples, sin riesgo, simples cambios de juego. Fallados. Falta de concentración que provoca todos estos errores microscópicos que se convierten mayores en lo macroscópico: el resultado. Muchos toques para jugarla en horizontal, poca profundidady verticalidad y falta de alguien que refresque esto desde el banquillo.