http://www.sport.es/default.asp?idpublicacio_PK=44&idnoticia_PK=677239&idseccio_PK=1132
MARTÍ PERARNAU
Busco en la prensa editada en Barcelona algún elogio al juego del Madrid, pero sólo encuentro chanzas sobre la suplencia de Benzema aunque bastantes menos que las menciones al ‘villarato’ en la prensa madrileña, un monotema que terminará por indigestarse a sus autores. Vayamos al elogio: este Madrid no sólo es fiero, como siempre, dueño de un carácter de hierro y furia, sino que ahora posee virtudes excelentes que Pellegrini ha sacado a la luz. Cuando el ‘alcorconazo’ me permití defender al entrenador chileno, a quien considero listo y hábil, pues veo en él a un tipo capacitado para sacarle buen rendimiento a una plantilla más que notable aunque muy desequilibrada y con menos fondo de armario del que a veces se cita. Un par de meses más tarde de aquél descalabro, Pellegrini ha encontrado el equilibrio entre su idea de juego (la que implantó en el Villarreal) y unos futbolistas con sentido único de la circulación: el vertical.
Le ha costado esfuerzo y muchas críticas, algunas de ellas feroces desde los periódicos más merengues, pero ha dado con la tecla del buen funcionamiento. Hay que reconocer la ayuda de Raúl asumiendo en silencio su inevitable suplencia, y que quizás tardara demasiado en aplicar el estilo adecuado al equipo, pero el Madrid de hoy ya es bastante más que la vieja fórmula de Casillas más un ‘killer’. Xabi Alonso ha tomado el mando y el balón circula con fluidez e incluso bascula de banda como mandan los cánones. De vez en cuando regresa el frenesí, casi siempre en los saques de esquina en contra, y el equipo se lanza al galope tendido protagonizando sus temidos contragolpes, pero también rompiendo el equilibrio y la pausa. Sigue cometiendo errores y teniendo defectos, pero el Madrid ha dado dos pasos adelante, ha juntado líneas, adelantado la defensa y se empeña en asociarse como hacía años que no conseguía.
Todo esto no garantiza resultados, como sabemos, y mucho menos títulos. Podría darse el caso que el Madrid de Pellegrini no fuese capaz de igualar la racha del Madrid de Juande, que encadenó 17 partidos invicto, e incluso que terminara la temporada sin ganar ninguna copa, lo que sería el hazmerreír de los rivales y el cadalso para el entrenador. Pero un posible balance negativo no debería ocultar la realidad: es un equipo con una energía fenomenal, rápido, directo, exquisito en algunos momentos, todavía necesitado de pausa y toque, pero en crecimiento.
Su principal handicap lo tiene en casa y es esa prensa zalamera que igual les exalta a los altares como les aplasta con rayos y truenos, sólo pendiente del inmediato resultado y del espejo del Barça hexacampeón. Por si acaso, dejemos constancia de la construcción de un excelente equipo.
MARTÍ PERARNAU
Busco en la prensa editada en Barcelona algún elogio al juego del Madrid, pero sólo encuentro chanzas sobre la suplencia de Benzema aunque bastantes menos que las menciones al ‘villarato’ en la prensa madrileña, un monotema que terminará por indigestarse a sus autores. Vayamos al elogio: este Madrid no sólo es fiero, como siempre, dueño de un carácter de hierro y furia, sino que ahora posee virtudes excelentes que Pellegrini ha sacado a la luz. Cuando el ‘alcorconazo’ me permití defender al entrenador chileno, a quien considero listo y hábil, pues veo en él a un tipo capacitado para sacarle buen rendimiento a una plantilla más que notable aunque muy desequilibrada y con menos fondo de armario del que a veces se cita. Un par de meses más tarde de aquél descalabro, Pellegrini ha encontrado el equilibrio entre su idea de juego (la que implantó en el Villarreal) y unos futbolistas con sentido único de la circulación: el vertical.
Le ha costado esfuerzo y muchas críticas, algunas de ellas feroces desde los periódicos más merengues, pero ha dado con la tecla del buen funcionamiento. Hay que reconocer la ayuda de Raúl asumiendo en silencio su inevitable suplencia, y que quizás tardara demasiado en aplicar el estilo adecuado al equipo, pero el Madrid de hoy ya es bastante más que la vieja fórmula de Casillas más un ‘killer’. Xabi Alonso ha tomado el mando y el balón circula con fluidez e incluso bascula de banda como mandan los cánones. De vez en cuando regresa el frenesí, casi siempre en los saques de esquina en contra, y el equipo se lanza al galope tendido protagonizando sus temidos contragolpes, pero también rompiendo el equilibrio y la pausa. Sigue cometiendo errores y teniendo defectos, pero el Madrid ha dado dos pasos adelante, ha juntado líneas, adelantado la defensa y se empeña en asociarse como hacía años que no conseguía.
Todo esto no garantiza resultados, como sabemos, y mucho menos títulos. Podría darse el caso que el Madrid de Pellegrini no fuese capaz de igualar la racha del Madrid de Juande, que encadenó 17 partidos invicto, e incluso que terminara la temporada sin ganar ninguna copa, lo que sería el hazmerreír de los rivales y el cadalso para el entrenador. Pero un posible balance negativo no debería ocultar la realidad: es un equipo con una energía fenomenal, rápido, directo, exquisito en algunos momentos, todavía necesitado de pausa y toque, pero en crecimiento.
Su principal handicap lo tiene en casa y es esa prensa zalamera que igual les exalta a los altares como les aplasta con rayos y truenos, sólo pendiente del inmediato resultado y del espejo del Barça hexacampeón. Por si acaso, dejemos constancia de la construcción de un excelente equipo.