https://argelaga.wordpress.com/2015/11/13/pandora-convergente-el-estado-soberanista-y-sus-enemigos-autenticos/
Texto en catalán más abajo.
Pandora convergente. El Estado soberanista y sus enemigos auténticos
La detención de nueve jóvenes anarquistas en Barcelona y Manresa el pasado 28 de octubre, así como el registro de varios locales sociales y domicilios, se presentó como una segunda fase de la llamada “Operación Pandora”, montaje policiaco-judicial iniciado en diciembre de 2014. Los esbirros esgrimían la misma acusación de “pertenencia a organización criminal con finalidad terrorista” basada en unos “indicios” igual de evanescentes y con el mismo resultado: la puesta en libertad de todos menos uno, retenido a causa de “la aparición de su alias en una acta encontrada en un ordenador confiscado durante los registros.” La prueba, escogida para conceder una brizna de credibilidad a lo que sin duda ha sido una verdadera chapuza, no puede ser más ridícula. Cabe preguntarse el porqué de la misma. Parece como si los dirigentes de todo pelaje sintieran la cercanía del derrumbe de su mundo y se aprestaran a defenderlo con lo primero que les vendría a mano. ¡Lástima que sean los únicos en sentirlo! Ciertamente, aun bajo el reino autocrático del capital el Estado se considera vulnerable por débiles que puedan ser las protestas, y para cubrir sus puntos débiles de los ataques del sector de población irreductible necesita asegurarse la obediencia de sus súbditos más completa, cosa que le lleva a fabricar un enemigo interior frente al cual su inoperancia, arbitrariedad y corrupción sean preferibles. El Poder construye terroristas imaginarios que sueñan con atentados contra iglesias y cajeros automáticos con el objeto de “desestabilizar el Estado y alterar gravemente la paz pública” sin temor a que nadie le contradiga, ya que su palabra ocupa todo el espacio mediático. El discurso del orden no autoriza réplicas, por algo los medios son los medios del sistema; así pues, la incoherencia del montaje no parece importar a la dominación. La lógica nace en el diálogo social, la información veraz y el debate libre, y las condiciones actuales de comunicación unilateral no permiten su existencia. Las leyes de excepción del estilo de la Ley Mordaza remacharían el clavo de la desinformación si fuera necesario. En consecuencia, la Razón de Estado puede presentarse sin problemas como “lucha contra el terrorismo” y “defensa de la democracia”.
La invención de una organización terrorista con el fin de criminalizar cualquier movimiento contestatario es una práctica manifiestamente trivial típica de todos los Estados modernos, y su patética incongruencia no revelaría sino la ineptitud de los estrategas del poder, especialmente los españoles, en elaborar un tinglado con visos mínimos de credibilidad aparente a efectos propagandísticos en favor de lo establecido. Sin embargo, la novedad no consiste en la falta de consistencia, sino en la autoría. En efecto, lejos de limitarse a acatar los mandatos de la Audiencia Nacional, el Govern de la Generalitat en realidad ha sido el verdadero responsable del montaje pandoril. El diseño e impulso de la Operación Pandora no partió de las cloacas del Estado central, sino de la Comissaria General d’Informació dels Mossos d’Esquadra y de la Conselleria d’Interior del Govern. La insostenible figura del terrorista “insurreccionista” es innegablemente obra del partido Convergéncia Democràtica de Catalunya, aparentemente inmerso en pleno “proceso de desconexión democràtica” con el Estado español. El juez de la Audiencia Nacional no ordenó ningún registro ni detención, sino que simplemente autorizó a la policía catalana para realizarlos. Los Mossos fueron quienes aportaron listas y datos e incluso pretendieron alargar el secreto del sumario y prolongar la prisión preventiva de los detenidos a fin de confeccionar pruebas que les relacionaran con la explosión de artefactos caseros. La orden de la Audiencia no hacía más que cubrir un operativo preparado en el edificio Egara de Sabadell, el cuartel general de la policía autonómica. Mientras el partido de la inocencia, la CUP, reprochaba al presidente Mas su obediencia a los imperativos de la justicia estatal, su Conselleria d’Interior, la verdadera impulsora del operativo, efectuaba sus planes según lo previsto. Lo que una CUP abotargada por el sentimentalismo nacional jamás podrá entender es que “la represión de los movimientos populares” no es sino el primer paso de la construcción de la república catalana, puesto que el proceso está dirigido por un partido representante de intereses financieros, empresariales y comerciantes. Para garantizar “un marco económico nuevo” son indispensables los actos represivos, puesto que un Estado debutante ha de mostrar en materia de control un proceder similar o incluso más enérgico que el de los Estados consolidados.
Los enemigos reales de la Generalitat no son pues los partidos “españolistas”, y mucho menos “Madrid”. Los verdaderos enemigos son quienes empañan la imagen idílica de la sociedad catalana clamando pacífica y democráticamente por su independencia: los refractarios a la farsa electoral que denuncian el ensañamiento punitivo con las dos sindicalistas acusadas de prender fuego a una caja de cartón ante las puertas de la Bolsa de Barcelona; los que creen que la mencionada “desconexión” es cómplice de la prórroga de prisión provisional de Francisco y Mónica; los contestatarios que protestan contra la precariedad, los recortes, la construcción de líneas MAT y centrales eólicas, contra los centros de internamiento, los desahucios, la brutalidad policial y el machismo; en suma, los que no se sienten representados por los parlamentarios, por más nacionalistas que fuesen, y purgan por abolir el Estado, en Cataluña y en todas partes. Son los responsables directos del ridículo institucional del “Parlament” y del fiasco represivo de Can Vies, algo imperdonable a ojos de la oligarquía política local. El montaje Pandora no es más que un intento criminalizador del enemigo verdadero con la complicidad de un supuesto enemigo, el Estado español. La Generalitat quiere demostrar al mismo tiempo su vocación represora de antiautoritarios y su voluntad negociadora con los continuadores del Tribunal de Orden Público. Ella misma nació de un pacto con los herederos de la Dictadura, y, por lo tanto, del TOP. El “empoderamiento de la ciudadanía catalana” al que se refiere la declaración inaugural de Convergència, Esquerra y CUP, ha de debutar con una pacificación total de la escena social catalana, tanto en el mundo laboral como en el territorio, siendo la caza del anarquista su primer capítulo. Si realmente se quiere mantener el espectáculo del enfrentamiento político entre “Catalunya” y el Estado central que tanto complace a la dominación y a los filisteos que se regodean con ella, si se pretende enmascarar la cuestión social revolucionaria con un circo nacionalista integrador, se han de volver invisibles todos los antagonismos sociales, pero los anarquistas y otras malas hierbas no están por la labor. Ese es su gran delito y por él están en el punto de mira de toda autoridad.
¡Libertad para todos los detenidos!
¡Viva Cataluña sin gobierno!
Revista Argelaga, 13 de noviembre de 2015
Pandora Convergent. L’Estat sobiranista i els seus enemics autèntics
La detenció el passat 28 d’octubre de nou joves anarquistes a Barcelona i Manresa, així com l’escorcoll de diversos locals socials i domicilis, es va presentar com a la segon fase de l’anomenada “Operación Pandora”, muntatge juridic-policial iniciat en desembre de 2014. Com a la primera, els galifardeus esgrimien la mateixa acusació de “pertenència a organització criminal amb finalitat terrorista”, basada amb uns “indicis” igual de evanescents i amb el mateix resultat: la llibertat de tots menys un, retingut per causa de “l’aparició del seu àlies en un acta trobada en un ordinador confiscat durant els escorcolls.” La prova, escollida per atorgar un borrall de credibilitat al que no és més que una matusseria, no pot ésser més ridícula. Sembla com si els dirigents de tota mena sentissin prop l’enssorrament del seu món i es disposaren a defensar-lo amb la primera cosa a l’abast. Llàstima que hi siguin els únics de sentir-ho! Ës ben cert que l’Estat encara que sigui sota l’imperi autocràtic del capital es cregui vulnerable fins i tot enfront de protestes dèbils, i que per tal de cobrir els seus punts febles dels atacs del sector irreductible de la població necessiti assegurar-se l’obediència més completa dels súbdits, la qual cosa el porti a la fabricació d’un enemic interior davant el qual la seva inoperància, arbitrarietat i corrupció siguin preferibles. El Poder establert construeix terroristes imaginaris que somien amb atentar contra esglésies i caixers automàtics a fi de “desestabilitzar l’Estat i alterar greument la pau pública” sense por que ningú el contradigui, puix que llur xerrameca ocupa tot l’espai mediàtic. El discurs de l’ordre no autoritza pas rèpliques; per alguna cosa els medis són els medis del sistema. La incoherència del muntatge no és el que preocupa a la dominació. La lògica neix del diàleg social, de la informació verídica i del debat lliure, coses que en les condicions actuals de comunicació unilateral no poder existir. Les lleis d’excepció com ara la llei Mordassa reblarien el clau de la desinformació si això fos necessari. En consequència, la Raó d’Estat pot presentar-se sense gaire problemes com a “lluita contra el terrorisme” i “defensa de la democracia.”
La invenció d’una organització terrorista amb l’objectiu de criminalitzar qualsevol moviment contestatari és una pràctica manifestament banal típica de tots els Estats que van de moderns, i la seva patètica incongruència no ens revelaria sinó la ineptitud dels estrategues del poder, especialment els espanyols, en l’elaboració d’embolics amb una mínima credibilitat aparent per tal de servir com a propaganda a favor de l’ordre establert. En canvi, la novetat no rau en la manca de consistència, sinó en l’autoria. En efecte, el Govern de la Generalitat, lluny de limitar-se a obeir els manaments de l’Audiència Nacional, en realitat ha estat el vertader responsable del muntatge pandoril. El disseny i l’empenta de l’Operació Pandora no va sortir de les clavegueres de l’Estat central, sinó de la Comissaria General d’Informació dels Mossos d’Esquadra i de la Conselleria d’Interior del Govern a càrrec del convergent Jordi Janè. La insostenible figura del terrorista “insurreccionista” és innegablement obra del partit Convergència Democràtica de Catalunya, sembla que immers de cap a peus en un “procés de desconnexió democràtica” amb l’Estat espanyol. El jutge de l’Audiència Nacional no va ordenar cap registre ni detenció, ans va simplement autoritzar la policia catalana a fer-los. Els Mossos van ser qui portaren les llistes i dades de persones i llocs, i encara qui volgueren perllongar la presó preventiva dels detinguts per tal de tenir temps de confeccionar proves que els relacionaren amb l’explosió d’artefactes casolans. L’ordre de l’Audiència no feia més que donar pas a un operatiu preparat a l’edifici Egara de Sabadell, el quarter general de la policia autonòmica. Mentre el partit de la inocència, la CUP, retreia al president Mas la seva submissió als imperatius de la justícia estatal, la Conselleria d’Interior, autèntica promotora de l’operació, realitzava els seus plans com havia calculat. El que una CUP embrutida pel sentimentalisme nacional no podrà mai comprendre és que “la repressió dels moviments populars” no és més que el primer acte de la constitució de la república catalana, ja que el procés constituent roman sota la direcció d’un partit que representa interessos financers, empresarials i botiguers. Per garantir “un marc econòmic nou” calen actes repressius a dojo. Un Estat que s’enceta ha de fer veure en matèria de control una actuació igual o fins i tot més enèrgica que la dels Estats consolidats.
Els enemics de la Generalitat no són doncs els partits “espanyolistes” i encara menys “Madrid”. Els enemics de debò són aquells que enterboleixen l’imatge idílica d’un poble català demanant pacíficament i democraticament la seva independència: els refractaris al teatre electoral que denuncien l’afferrisament punitiu contra les dues sindicalistes acusades d’encendre una caixa de cartró davant les portes de la Borsa de Barcelona; els convençuts de la relació entre la dita “desconnexió” i la pròrroga de presó per a Francisco i Mónica; els contestataris que lluiten contra la precaritat, les retallades, les línies MAT i les centrals eòliques, o bé contra els centres d’internament d’estrangers, els desnonaments, la brutalitat policial i el masclisme; els qui no se senten representats pels parlamentaris per més nacionalistes que fossin i lluiten per l’abolició de l’Estat, a Catalunya i a qualsevol lloc. Són els responsables directes del ridícul institucional del Parlament “assetjat” i del fracàs de l’ordre a Can Vies, quelcom sense perdó per l’oligarquia política local. El muntatge Pandora no és més que l’assaig de criminalització del vertader enemic amb la complicitat d’un enemic suposat, l’Estat espanyol. En una mateixa jugada, la Generalitat vol demostrar la seva vocació repressora d’antiautoritaris ila seva voluntat negociadora ams els seguidors del Tribunal d’Ordre Públic franquista. Cal recordar-se’n que ella mateixa fou filla d’un pacte amb els hereus de la Dictadura, i per tant, del TOP? “L’empoderament de la ciutadania” catalana esmentat amb el pacte inaugural de CDC, ERC i CUP ha de commençar per força amb una pacificació total de l’escenari social català, tant en l’aspecte laboral com el territorial. La cacera de l’anarquista n’és el primer capítol. Si realment es vol mantenir l’espectacle de l’enfrontament polític entre “Catalunya” i l’Estat central que tant plau als filisteus acomodats amb la dominació, si es vol amagar la questió social revolucionària amb un circ nacionalista integrador, s’ha de tornar invisibles tots els antagonismes socials. Els anarquistes i d’altres males herbes s’hi oposen i aquest és el gran delicte que els situa sota el punt de mira de totes les autoritats.
Llibertat de tots els detinguts!
Visca Catalunya sense govern!
Revista Argelaga, 10 de novembre de 2015.
Texto en catalán más abajo.
Pandora convergente. El Estado soberanista y sus enemigos auténticos
La detención de nueve jóvenes anarquistas en Barcelona y Manresa el pasado 28 de octubre, así como el registro de varios locales sociales y domicilios, se presentó como una segunda fase de la llamada “Operación Pandora”, montaje policiaco-judicial iniciado en diciembre de 2014. Los esbirros esgrimían la misma acusación de “pertenencia a organización criminal con finalidad terrorista” basada en unos “indicios” igual de evanescentes y con el mismo resultado: la puesta en libertad de todos menos uno, retenido a causa de “la aparición de su alias en una acta encontrada en un ordenador confiscado durante los registros.” La prueba, escogida para conceder una brizna de credibilidad a lo que sin duda ha sido una verdadera chapuza, no puede ser más ridícula. Cabe preguntarse el porqué de la misma. Parece como si los dirigentes de todo pelaje sintieran la cercanía del derrumbe de su mundo y se aprestaran a defenderlo con lo primero que les vendría a mano. ¡Lástima que sean los únicos en sentirlo! Ciertamente, aun bajo el reino autocrático del capital el Estado se considera vulnerable por débiles que puedan ser las protestas, y para cubrir sus puntos débiles de los ataques del sector de población irreductible necesita asegurarse la obediencia de sus súbditos más completa, cosa que le lleva a fabricar un enemigo interior frente al cual su inoperancia, arbitrariedad y corrupción sean preferibles. El Poder construye terroristas imaginarios que sueñan con atentados contra iglesias y cajeros automáticos con el objeto de “desestabilizar el Estado y alterar gravemente la paz pública” sin temor a que nadie le contradiga, ya que su palabra ocupa todo el espacio mediático. El discurso del orden no autoriza réplicas, por algo los medios son los medios del sistema; así pues, la incoherencia del montaje no parece importar a la dominación. La lógica nace en el diálogo social, la información veraz y el debate libre, y las condiciones actuales de comunicación unilateral no permiten su existencia. Las leyes de excepción del estilo de la Ley Mordaza remacharían el clavo de la desinformación si fuera necesario. En consecuencia, la Razón de Estado puede presentarse sin problemas como “lucha contra el terrorismo” y “defensa de la democracia”.
La invención de una organización terrorista con el fin de criminalizar cualquier movimiento contestatario es una práctica manifiestamente trivial típica de todos los Estados modernos, y su patética incongruencia no revelaría sino la ineptitud de los estrategas del poder, especialmente los españoles, en elaborar un tinglado con visos mínimos de credibilidad aparente a efectos propagandísticos en favor de lo establecido. Sin embargo, la novedad no consiste en la falta de consistencia, sino en la autoría. En efecto, lejos de limitarse a acatar los mandatos de la Audiencia Nacional, el Govern de la Generalitat en realidad ha sido el verdadero responsable del montaje pandoril. El diseño e impulso de la Operación Pandora no partió de las cloacas del Estado central, sino de la Comissaria General d’Informació dels Mossos d’Esquadra y de la Conselleria d’Interior del Govern. La insostenible figura del terrorista “insurreccionista” es innegablemente obra del partido Convergéncia Democràtica de Catalunya, aparentemente inmerso en pleno “proceso de desconexión democràtica” con el Estado español. El juez de la Audiencia Nacional no ordenó ningún registro ni detención, sino que simplemente autorizó a la policía catalana para realizarlos. Los Mossos fueron quienes aportaron listas y datos e incluso pretendieron alargar el secreto del sumario y prolongar la prisión preventiva de los detenidos a fin de confeccionar pruebas que les relacionaran con la explosión de artefactos caseros. La orden de la Audiencia no hacía más que cubrir un operativo preparado en el edificio Egara de Sabadell, el cuartel general de la policía autonómica. Mientras el partido de la inocencia, la CUP, reprochaba al presidente Mas su obediencia a los imperativos de la justicia estatal, su Conselleria d’Interior, la verdadera impulsora del operativo, efectuaba sus planes según lo previsto. Lo que una CUP abotargada por el sentimentalismo nacional jamás podrá entender es que “la represión de los movimientos populares” no es sino el primer paso de la construcción de la república catalana, puesto que el proceso está dirigido por un partido representante de intereses financieros, empresariales y comerciantes. Para garantizar “un marco económico nuevo” son indispensables los actos represivos, puesto que un Estado debutante ha de mostrar en materia de control un proceder similar o incluso más enérgico que el de los Estados consolidados.
Los enemigos reales de la Generalitat no son pues los partidos “españolistas”, y mucho menos “Madrid”. Los verdaderos enemigos son quienes empañan la imagen idílica de la sociedad catalana clamando pacífica y democráticamente por su independencia: los refractarios a la farsa electoral que denuncian el ensañamiento punitivo con las dos sindicalistas acusadas de prender fuego a una caja de cartón ante las puertas de la Bolsa de Barcelona; los que creen que la mencionada “desconexión” es cómplice de la prórroga de prisión provisional de Francisco y Mónica; los contestatarios que protestan contra la precariedad, los recortes, la construcción de líneas MAT y centrales eólicas, contra los centros de internamiento, los desahucios, la brutalidad policial y el machismo; en suma, los que no se sienten representados por los parlamentarios, por más nacionalistas que fuesen, y purgan por abolir el Estado, en Cataluña y en todas partes. Son los responsables directos del ridículo institucional del “Parlament” y del fiasco represivo de Can Vies, algo imperdonable a ojos de la oligarquía política local. El montaje Pandora no es más que un intento criminalizador del enemigo verdadero con la complicidad de un supuesto enemigo, el Estado español. La Generalitat quiere demostrar al mismo tiempo su vocación represora de antiautoritarios y su voluntad negociadora con los continuadores del Tribunal de Orden Público. Ella misma nació de un pacto con los herederos de la Dictadura, y, por lo tanto, del TOP. El “empoderamiento de la ciudadanía catalana” al que se refiere la declaración inaugural de Convergència, Esquerra y CUP, ha de debutar con una pacificación total de la escena social catalana, tanto en el mundo laboral como en el territorio, siendo la caza del anarquista su primer capítulo. Si realmente se quiere mantener el espectáculo del enfrentamiento político entre “Catalunya” y el Estado central que tanto complace a la dominación y a los filisteos que se regodean con ella, si se pretende enmascarar la cuestión social revolucionaria con un circo nacionalista integrador, se han de volver invisibles todos los antagonismos sociales, pero los anarquistas y otras malas hierbas no están por la labor. Ese es su gran delito y por él están en el punto de mira de toda autoridad.
¡Libertad para todos los detenidos!
¡Viva Cataluña sin gobierno!
Revista Argelaga, 13 de noviembre de 2015
Pandora Convergent. L’Estat sobiranista i els seus enemics autèntics
La detenció el passat 28 d’octubre de nou joves anarquistes a Barcelona i Manresa, així com l’escorcoll de diversos locals socials i domicilis, es va presentar com a la segon fase de l’anomenada “Operación Pandora”, muntatge juridic-policial iniciat en desembre de 2014. Com a la primera, els galifardeus esgrimien la mateixa acusació de “pertenència a organització criminal amb finalitat terrorista”, basada amb uns “indicis” igual de evanescents i amb el mateix resultat: la llibertat de tots menys un, retingut per causa de “l’aparició del seu àlies en un acta trobada en un ordinador confiscat durant els escorcolls.” La prova, escollida per atorgar un borrall de credibilitat al que no és més que una matusseria, no pot ésser més ridícula. Sembla com si els dirigents de tota mena sentissin prop l’enssorrament del seu món i es disposaren a defensar-lo amb la primera cosa a l’abast. Llàstima que hi siguin els únics de sentir-ho! Ës ben cert que l’Estat encara que sigui sota l’imperi autocràtic del capital es cregui vulnerable fins i tot enfront de protestes dèbils, i que per tal de cobrir els seus punts febles dels atacs del sector irreductible de la població necessiti assegurar-se l’obediència més completa dels súbdits, la qual cosa el porti a la fabricació d’un enemic interior davant el qual la seva inoperància, arbitrarietat i corrupció siguin preferibles. El Poder establert construeix terroristes imaginaris que somien amb atentar contra esglésies i caixers automàtics a fi de “desestabilitzar l’Estat i alterar greument la pau pública” sense por que ningú el contradigui, puix que llur xerrameca ocupa tot l’espai mediàtic. El discurs de l’ordre no autoritza pas rèpliques; per alguna cosa els medis són els medis del sistema. La incoherència del muntatge no és el que preocupa a la dominació. La lògica neix del diàleg social, de la informació verídica i del debat lliure, coses que en les condicions actuals de comunicació unilateral no poder existir. Les lleis d’excepció com ara la llei Mordassa reblarien el clau de la desinformació si això fos necessari. En consequència, la Raó d’Estat pot presentar-se sense gaire problemes com a “lluita contra el terrorisme” i “defensa de la democracia.”
La invenció d’una organització terrorista amb l’objectiu de criminalitzar qualsevol moviment contestatari és una pràctica manifestament banal típica de tots els Estats que van de moderns, i la seva patètica incongruència no ens revelaria sinó la ineptitud dels estrategues del poder, especialment els espanyols, en l’elaboració d’embolics amb una mínima credibilitat aparent per tal de servir com a propaganda a favor de l’ordre establert. En canvi, la novetat no rau en la manca de consistència, sinó en l’autoria. En efecte, el Govern de la Generalitat, lluny de limitar-se a obeir els manaments de l’Audiència Nacional, en realitat ha estat el vertader responsable del muntatge pandoril. El disseny i l’empenta de l’Operació Pandora no va sortir de les clavegueres de l’Estat central, sinó de la Comissaria General d’Informació dels Mossos d’Esquadra i de la Conselleria d’Interior del Govern a càrrec del convergent Jordi Janè. La insostenible figura del terrorista “insurreccionista” és innegablement obra del partit Convergència Democràtica de Catalunya, sembla que immers de cap a peus en un “procés de desconnexió democràtica” amb l’Estat espanyol. El jutge de l’Audiència Nacional no va ordenar cap registre ni detenció, ans va simplement autoritzar la policia catalana a fer-los. Els Mossos van ser qui portaren les llistes i dades de persones i llocs, i encara qui volgueren perllongar la presó preventiva dels detinguts per tal de tenir temps de confeccionar proves que els relacionaren amb l’explosió d’artefactes casolans. L’ordre de l’Audiència no feia més que donar pas a un operatiu preparat a l’edifici Egara de Sabadell, el quarter general de la policia autonòmica. Mentre el partit de la inocència, la CUP, retreia al president Mas la seva submissió als imperatius de la justícia estatal, la Conselleria d’Interior, autèntica promotora de l’operació, realitzava els seus plans com havia calculat. El que una CUP embrutida pel sentimentalisme nacional no podrà mai comprendre és que “la repressió dels moviments populars” no és més que el primer acte de la constitució de la república catalana, ja que el procés constituent roman sota la direcció d’un partit que representa interessos financers, empresarials i botiguers. Per garantir “un marc econòmic nou” calen actes repressius a dojo. Un Estat que s’enceta ha de fer veure en matèria de control una actuació igual o fins i tot més enèrgica que la dels Estats consolidats.
Els enemics de la Generalitat no són doncs els partits “espanyolistes” i encara menys “Madrid”. Els enemics de debò són aquells que enterboleixen l’imatge idílica d’un poble català demanant pacíficament i democraticament la seva independència: els refractaris al teatre electoral que denuncien l’afferrisament punitiu contra les dues sindicalistes acusades d’encendre una caixa de cartró davant les portes de la Borsa de Barcelona; els convençuts de la relació entre la dita “desconnexió” i la pròrroga de presó per a Francisco i Mónica; els contestataris que lluiten contra la precaritat, les retallades, les línies MAT i les centrals eòliques, o bé contra els centres d’internament d’estrangers, els desnonaments, la brutalitat policial i el masclisme; els qui no se senten representats pels parlamentaris per més nacionalistes que fossin i lluiten per l’abolició de l’Estat, a Catalunya i a qualsevol lloc. Són els responsables directes del ridícul institucional del Parlament “assetjat” i del fracàs de l’ordre a Can Vies, quelcom sense perdó per l’oligarquia política local. El muntatge Pandora no és més que l’assaig de criminalització del vertader enemic amb la complicitat d’un enemic suposat, l’Estat espanyol. En una mateixa jugada, la Generalitat vol demostrar la seva vocació repressora d’antiautoritaris ila seva voluntat negociadora ams els seguidors del Tribunal d’Ordre Públic franquista. Cal recordar-se’n que ella mateixa fou filla d’un pacte amb els hereus de la Dictadura, i per tant, del TOP? “L’empoderament de la ciutadania” catalana esmentat amb el pacte inaugural de CDC, ERC i CUP ha de commençar per força amb una pacificació total de l’escenari social català, tant en l’aspecte laboral com el territorial. La cacera de l’anarquista n’és el primer capítol. Si realment es vol mantenir l’espectacle de l’enfrontament polític entre “Catalunya” i l’Estat central que tant plau als filisteus acomodats amb la dominació, si es vol amagar la questió social revolucionària amb un circ nacionalista integrador, s’ha de tornar invisibles tots els antagonismes socials. Els anarquistes i d’altres males herbes s’hi oposen i aquest és el gran delicte que els situa sota el punt de mira de totes les autoritats.
Llibertat de tots els detinguts!
Visca Catalunya sense govern!
Revista Argelaga, 10 de novembre de 2015.