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De película.
De película.
“Camarena fue asesinado por la CIA”
La historia criminal de México podría estar a punto de reescribirse. Las declaraciones de tres agentes federales que sostienen que el exagente de la DEA Enrique Kiki Camarena fue asesinado por un miembro de la CIA, y no por el narcotraficante Rafael Caro Quintero, cambian radicalmente la versión oficial desde hace casi tres décadas. La banda Los Broncos de Reynosa ya apuntaban a esta teoría hace 25 años en uno de sus narcocorridos pero se tomó como un chisme de cantina regado con tequila.
Hasta ahora se pensaba que Camarena había sido asesinado por orden de los fundadores del cartel de Guadalajara, entre ellos El Príncipe Caro Quintero. El funcionario estadounidense había desmantelado con sus investigaciones una gigantesca plantación de marihuana de un rancho llamado El Búfalo y en represalia los capos habían ordenado su secuestro y asesinato. Se han escrito ríos de tinta sobre estos hechos, narrados exactamente de esta manera. Estas nuevas revelaciones apuntan, en cambio, a que trabajadores vinculados con el Gobierno de EE UU encargaron el asesinato de Camarena a un personaje novelesco, Félix Ismael Rodríguez, alias El Gato, un cubano que participó en la frustrada invasión de Bahía de Cochinos y en la muerta de Ernesto Che Guevara en Bolivia en 1967.
El giro a la historia corre a cargo de Phil Jordan, exdirector del Centro de Inteligencia de El Paso (EPIC); Héctor Berrellez, exagente de la DEA; y Tosh Plumlee, expiloto que en ocasiones realizó trabajó para las agencias federales. Los tres detallaron a la cadena Fox News que policías mexicanos y particulares estadounidenses relacionados con la CIA participaron en las torturas a Camarena en 1985 y que incluso las grabaron en video. Un portavoz de la CIA lo negó rotundamente: “Es ridículo”.
La revista mexicana Proceso hizo su propia investigación y fue más allá. “Fin de un mito”, titula en su portada de esta semana. La publicación, con base en el testimonio de los tres funcionarios estadounidenses, sostiene que El Gato Rodríguez introdujo en México al hondureño Juan Matta, quien servía de enlace entre los narcos colombianos y el cartel de Guadalajara en los años ochenta. En esa época Caro Quintero era “el mero mero”, el jefe de jefes. Matta contaba con la aprobación de las autoridades (o al menos se hacían la vista gorda) como operador de la CIA y traficaba asiduamente con cocaína y marihuana. Parte de las ganancias las recibía la CIA, que a su vez las destinaba a los contrarrevolucionarios de Nicaragua, que lo utilizaban para comprar armamento. Era una forma indirecta para EE UU de financiar la lucha contra el régimen sandinista.
Camarena descubrió estos tejemanejes. Eso fue, según los entrevistados, su sentencia de muerte. “La CIA mandó levantar y torturar a Kiki Camarena, y cuando lo mataron nos hicieron creer que fue Caro Quintero para así tapar las cosas ilegales que estaban haciendo en México”, le contó Jordan al periodista Jesús Esquivel. Jordan no es un cualquiera. Como jefe de la EPIC en El Paso fue el encargado del centro más poderoso de EE UU para vigilar la frontera común. Fue un funcionario de alto rango, de ahí que su testimonio tenga valor. “El caso tiene una enorme relevancia pero pasó desapercibido en EE UU, donde andan a otra cosa. Solo una investigación sólida de una corte penal podría sacarnos de dudas pero hay pocas posibilidades de que eso vaya a ocurrir”, cuenta Esquivel desde Washington por teléfono.
La DEA sigue persiguiendo a Caro Quintero, que técnicamente no puede volver a ser juzgado por el caso Camarena pero la administración estadounidense puede que formalice cargos en su contra por lavado de dinero. El departamento del Tesoro ha aplicado sanciones contra empresas y familiares de Quintero. Los agentes antinarcóticos nunca dieron por cerrada la investigación y, de hecho, llegaron a tomarse la justicia por su cuenta. Secuestraron y trasladaron a El Paso en 1990 al médico mexicano Humberto Álvarez Machain por supuestamente haber proporcionado a Camarena fármacos para mantenerlo despierto durante las torturas. La detención ilegal desencadenó un conflicto diplomático entre México y EE UU. El doctor fue liberado en 1992 por un juez que anuló los cargos en su contra.
El asesinato de Camarena se convirtió en leyenda y la figura de Caro Quintera ha sido retratada por el escritor norteamericano Don Winslow en el libro El poder del perro. La historia de uno y otro había quedado zanjada con el ingreso en prisión de Quintero, detenido en Costa Rica en 1985. Allí se había refugiado de la DEA, que prometió buscarlo hasta el fin del mundo. Camarena era el primero de sus agentes que había sido asesinado.
El considerado como el primer gran narcotraficante mexicano fue condenado por el crimen a 40 años de cárcel y ahí debería de seguir si no fuera por un tecnicismo legal, aprovechado por sus abogados, que le abrió las puertas de la celda en agosto de este año. La liberación revivió el caso y las nuevas revelaciones aportan más confusión si cabe a un hecho (en un sentido u otro) que ya forma parte de la historia del narcotráfico. El dúo que formaban Los Broncos de Reynosa en su día había dado pistas pero nadie había prestado atención a unos hombres con sombrero blanco y acordeón.