Raúl no ha dicho su última palabra, pero sabe que está escribiendo los últimos capítulos de ese libro que lo inmortalizará en la leyenda del Real Madrid. Le queda año y medio de contrato y piensa cumplirlo. Asume que el banquillo de la suplencia va a formar parte de su paisaje, pero hace bien en no rendirse y en seguir siendo ejemplar en el trabajo diario en Valdebebas. ¿Se han fijado ustedes en que nunca se lesiona y que siempre está operativo? Jamás habrán leído en el parte del día: "En la sesión de hoy, Raúl se quedó en el gimnasio".
Su deseo es que le respeten en su adiós. El Bernabéu lo hará. Digo más, el Bernabéu le espera. Ginés Carvajal, agente, amigo y consejero del mito, ya avisó en AS: "Raúl tiene alma de entrenador". La gente ha captado el mensaje y le entusiasma la idea de tener en el futuro a un Guardiola con galones de mando en el banquillo. El Barça ha sido lo que ha sido gracias a Pep, un tipo que piensa en azulgrana desde que se levanta hasta que se acuesta. La gran cruz de Florentino en su primer mandato fueron los entrenadores y ahora Pellegrini le trae de cabeza. En unos años, este problema estará resuelto con Raúl. Un técnico fiero que mirará a los ojos a sus jugadores y no le hará falta añadir nada más...