“Lola, a punto de abrir el bar. Qué opinas, me pregunta: ¿Te ha convencido Rajoy? ¿Te convenció el señor presidente de su inocencia mientras clavaba en tu pupila su pupila azul? Respondo a Lola en dos fases: No tengo impresión de que él haya trincado, en primer lugar. No da el perfil de trincar por la cara. Aunque nunca se sabe. Ni siquiera es posible saber, por ahora, si los papeles de Bárcenas son rigurosos o es un camelo para camuflar sus propios robos.
De momento, lo único que sabemos es que España, hoy domingo, sigue siendo una dictadura fiscal gobernada por una pantalla de plasma. De lo que estoy seguro es de que Rajoy miente. Que miente una vez más. Otros sí han trincado. Lo sabe. Y los está protegiendo. Y hasta el tonto del pueblo comprende que lo sabe y que lleva haciendo la vista gorda, tolerándolos cerca, desde hace muchísimo tiempo. ¿Me van a contar que a estas alturas del Pepé Rajoy necesita que se publiquen papeles para saber quién se lo ha llevado en ese partido? Tendrá sus motivos, claro. Compromisos de partido, golferías, grupos de poder y demás. Pero ése es su compromiso y problema, no el nuestro.
Si mañana a las 09:00 Rajoy no está en un juzgado querellándose personalmente contra Bárcenas, confirmará que ni tiene pulso ni vergüenza. Si a esa misma hora no destituye de su cargo a Ana Mato y a unos cuantos más, confirmará que ha mentido, miente y mentirá en el futuro. Si mañana lunes no hay unas decisiones políticas contundentes que tajen de un hachazo toda esa basura, significará que Rajoy es cómplice. Si mañana Rajoy no pone a todo sospechoso razonable de su partido en la puta calle, significará que está dispuesto a seguir pasteleando. Demostrará, una vez más, que tan golfo es quien lo es como miserable es quien permite que otros de su entorno lo sean. Si mañana no hay una docena de decisiones cambiando la faz de esta sucia España es que Rajoy no se da cuenta de lo que pasa en la calle. Ni de lo que puede pasar.
Un partido y un gobierno que apestan de esa manera no pueden exigir el cúmulo de atroces sacrificios que están imponiendo. O hay cirugía de hierro, o esto se les irá de las manos. La pregunta es si Rajoy tiene agallas y libertad para esa cirugía. Hay 6.000.000 de parados en la calle y ningún motivo para perdonar.
No creo que toda la clase política sea corrupta. Creo (y Lola también lo cree) en la honradez de la mayor parte de ellos. O de buena parte. El problema es el sistema. Lo que se ha permitido que ocurra con él, por complicidad, interés o cobardía. Porque es mentira que en España haya una democracia real. Hay una partitocracia impune, controlada por muchos que organizan su negocio a costa de sus compañeros de partido y de quienes los votan.
Si Rajoy es honrado, como dice, tiene poco tiempo para demostrarlo. Un poco más de basura como ésta, y todo le estallará en las manos. En realidad le ha estallado ya. Creo. O se limpia esto, o esto se los lleva a todos por delante. Con daños colaterales inimaginables. O más bien muy imaginables.
Y si yo fuera Rubalcaba no hablaría demasiado alto. Más bien me apresuraría a colaborar en la cirugía. Por mis propias gangrenas. Que tampoco son escasas, oigan. Las del Pesoe. Por activa, por pasiva o por perifrástica. O por andaluza. Hubo siete años de zapaterismo (que era tonto,pero honrado) para limpiar los establos cuya pulcra y rauda limpieza exige Rubalcaba ahora. El mismo Rubalcaba estuvo ahí. Y que yo sepa, no limpió un carajo. Los antiguos tenían hábitos espectaculares para esas cosas. Decapitaban a los ministros corruptos en la plaza pública, como ejemplo.
Si yo fuera Rajoy, estaría buscando la metáfora adecuada para mañana a las 09:00. Versión moderna y menos cruenta de aquellos patíbulos. Tal como están las cosas, yo no tardaría mucho en buscar un hacha, señor presidente. Políticamente hablando. Y un buen tocón de madera. Mañana a las 09:00 debería haber varios cadáveres políticamente decapitados expuestos ante el palacio de la Moncloa. Con cuervos revoloteando y todo eso. Y si entre ellos hubiera algún inocente, pues mala suerte. La política no es como el resto de la vida. Tiene sus riesgos. En política no es tan importante hacer justicia como ajusticiar. Mejor un inocente políticamente ajusticiado que diez golfos de rositas.
España respiraría, tal vez, un poquito más tranquila. Con menos rabia. Con menos ansias crecientes de esa justicia nunca satisfecha. El problema de la injusticia y el abuso continuados es que a la peña le suscitan, a la larga, unas ganas enormes de venganza. Y eso significa ya entrar en palabras delicadas. Palabras que da miedo imaginar y que deben evitarse a toda costa.
Lola acaba de abrir el bar. Tomemos algo con los amigos”.
http://periodistaenformacion.wordpress.com/2013/02/03/el-caso-barcenas-segun-perez-reverte/
De momento, lo único que sabemos es que España, hoy domingo, sigue siendo una dictadura fiscal gobernada por una pantalla de plasma. De lo que estoy seguro es de que Rajoy miente. Que miente una vez más. Otros sí han trincado. Lo sabe. Y los está protegiendo. Y hasta el tonto del pueblo comprende que lo sabe y que lleva haciendo la vista gorda, tolerándolos cerca, desde hace muchísimo tiempo. ¿Me van a contar que a estas alturas del Pepé Rajoy necesita que se publiquen papeles para saber quién se lo ha llevado en ese partido? Tendrá sus motivos, claro. Compromisos de partido, golferías, grupos de poder y demás. Pero ése es su compromiso y problema, no el nuestro.
Si mañana a las 09:00 Rajoy no está en un juzgado querellándose personalmente contra Bárcenas, confirmará que ni tiene pulso ni vergüenza. Si a esa misma hora no destituye de su cargo a Ana Mato y a unos cuantos más, confirmará que ha mentido, miente y mentirá en el futuro. Si mañana lunes no hay unas decisiones políticas contundentes que tajen de un hachazo toda esa basura, significará que Rajoy es cómplice. Si mañana Rajoy no pone a todo sospechoso razonable de su partido en la puta calle, significará que está dispuesto a seguir pasteleando. Demostrará, una vez más, que tan golfo es quien lo es como miserable es quien permite que otros de su entorno lo sean. Si mañana no hay una docena de decisiones cambiando la faz de esta sucia España es que Rajoy no se da cuenta de lo que pasa en la calle. Ni de lo que puede pasar.
Un partido y un gobierno que apestan de esa manera no pueden exigir el cúmulo de atroces sacrificios que están imponiendo. O hay cirugía de hierro, o esto se les irá de las manos. La pregunta es si Rajoy tiene agallas y libertad para esa cirugía. Hay 6.000.000 de parados en la calle y ningún motivo para perdonar.
No creo que toda la clase política sea corrupta. Creo (y Lola también lo cree) en la honradez de la mayor parte de ellos. O de buena parte. El problema es el sistema. Lo que se ha permitido que ocurra con él, por complicidad, interés o cobardía. Porque es mentira que en España haya una democracia real. Hay una partitocracia impune, controlada por muchos que organizan su negocio a costa de sus compañeros de partido y de quienes los votan.
Si Rajoy es honrado, como dice, tiene poco tiempo para demostrarlo. Un poco más de basura como ésta, y todo le estallará en las manos. En realidad le ha estallado ya. Creo. O se limpia esto, o esto se los lleva a todos por delante. Con daños colaterales inimaginables. O más bien muy imaginables.
Y si yo fuera Rubalcaba no hablaría demasiado alto. Más bien me apresuraría a colaborar en la cirugía. Por mis propias gangrenas. Que tampoco son escasas, oigan. Las del Pesoe. Por activa, por pasiva o por perifrástica. O por andaluza. Hubo siete años de zapaterismo (que era tonto,pero honrado) para limpiar los establos cuya pulcra y rauda limpieza exige Rubalcaba ahora. El mismo Rubalcaba estuvo ahí. Y que yo sepa, no limpió un carajo. Los antiguos tenían hábitos espectaculares para esas cosas. Decapitaban a los ministros corruptos en la plaza pública, como ejemplo.
Si yo fuera Rajoy, estaría buscando la metáfora adecuada para mañana a las 09:00. Versión moderna y menos cruenta de aquellos patíbulos. Tal como están las cosas, yo no tardaría mucho en buscar un hacha, señor presidente. Políticamente hablando. Y un buen tocón de madera. Mañana a las 09:00 debería haber varios cadáveres políticamente decapitados expuestos ante el palacio de la Moncloa. Con cuervos revoloteando y todo eso. Y si entre ellos hubiera algún inocente, pues mala suerte. La política no es como el resto de la vida. Tiene sus riesgos. En política no es tan importante hacer justicia como ajusticiar. Mejor un inocente políticamente ajusticiado que diez golfos de rositas.
España respiraría, tal vez, un poquito más tranquila. Con menos rabia. Con menos ansias crecientes de esa justicia nunca satisfecha. El problema de la injusticia y el abuso continuados es que a la peña le suscitan, a la larga, unas ganas enormes de venganza. Y eso significa ya entrar en palabras delicadas. Palabras que da miedo imaginar y que deben evitarse a toda costa.
Lola acaba de abrir el bar. Tomemos algo con los amigos”.
http://periodistaenformacion.wordpress.com/2013/02/03/el-caso-barcenas-segun-perez-reverte/