A Roberto Carlos, a Hierro, a Fernando Carlos Redondo, a Raúl, a Pedja, a Seedorf.
Eran jugadores muy buenos, un grupo heterogéneo pero extraordinario, con personalidad.
Aún así hablamos de jugadores hasta ese momento con un aura de aspirante.
No es lo mismo que un campeonísimo.
Como lo era el Ajax por aquel entonces, o esa Juventus acostumbrada a jugar finales (y perderlas).
Ese partido en el Amsterdam Arena supuso un cambio en el Real Madrid. Nos convertimos en un equipo que SABÍA ganar. Empezaba a acostumbrarse a ello. Luego vino el famoso "aguanís". Y esa final española contra un grandísimo Valencia que empezó fuerte el partido. Pero el Madrid ya se había "vacunado" contra el vértigo de las grandes hazañas. Ya tenía esa experiencia. Había dejado de ser el aspirante, tenía el aura del campeón.
El Real Madrid actual está conformado por jugadores muy jóvenes que ya llevan tiempo compartiendo vestuario. Los hemos visto mejorar. Se empiezan a notar los automatismos, la complicidad, la unión. Si quisieran, tendrían años por delante para marcar una época. Los Özil, Higuaín, Benzema, Di María, Ronaldo... jugadores jóvenes con muchas temporadas por delante. Pero les falta dar ese pasito, ganar una Champions, un torneo importante. Coger esa experiencia, esa confianza. Pueden hacerlo pero para ello tendrán que superar al Barça.
Es inevitable el enfrentamiento y lo malo es que los Xavi, Iniesta, Messi, Alves o Piqué van con ese aura de campeón imponiendo.
Es la diferencia. La clave está en la cabeza, en el coco. Guardiola le da mil vueltas a Mou en el aspecto motivador. El Madrid necesita, para empezar, un psicólogo, alguien que les ayude a sobreponerse, a aguantar los 90 minutos, a CREER.
Creer es la clave. El que ha ganado, cree.
Ayer, hasta el 1-2, el Barcelona solo había tirado una vez a puerta (el gol de Alexis). El Madrid, sin hacer un buen partido, sin ser mejor que su rival, ya había gozado de varias oportunidades. NO se puede perdonar contra este Barcelona porque tiene mucha FÉ, porque tiene ese aura del campeón.
Para quitársela hace falta un poco de acierto, de suerte, de fortaleza mental.
Somos jóvenes, buenos. Únicamente nos hace falta aprender a ganar, acostumbrarnos a ganar. Como le pasó a ese Madrid de los noventa. Puede que ese día llegue pronto o que tarde. Pero cuando llegue, no nos podrán parar.
Ánimo.