Fantasmas en el Manzanares
Los jugadores del Atlético se lamentan tras un gol. (AFP)
8 de noviembre.- Demasiadas preguntas sin respuestas sólidas para un derbi nervioso, trepidante e inaudito también. ¿Por qué no jugó el Kun Agüero desde el principio? ¿Por qué quitó Pellegrini anticipadamente a Higuaín y Benzema? ¿Mereció el Madrid ese último milagro de Casillas en el tiempo de descuento ante el fusilamiento del Kun?
La verdad, con honestidad, sólo puede contestar a duras penas sobre la pregunta de Pellegrini. El ingeniero tiene pánico a Raúl. Confirmado. Sabe que ha encontrado la alineación titular, pero se resiste a dejar a Raúl lejos del protagonismo, a pesar de que va muy en contra de sus intereses.
Era patético ver al Madrid de los 300 millones en fichajes acabar el partido con el fantasma de Raúl y el 'tartajoso' en juego Van der Vaart. Patético y deplorable, mientras el equipo blanco se convertía en un equipo pequeño y muerto de miedo en defensa, cuando el Atlético ya se había muerto antes.
Así que de esta forma, por el rosario de errores del 'pellegrinismo', creo que puedo responder también a la última pregunta, a la de Casillas. Ni Pellegrini ni Raúl merecieron que Casillas salvara la victoria en el último instante.
En cualquier caso, el Atlético acabó en su estúpido estado de perfección. Una vez más acabó como el pupas. Esa eterna desgracia de no poder ganar el partido ni empatarlo por verdadera mala suerte. La santa reliquia de masoquismo es una de las claves rojiblancas.
Dentro de la filosofía del pupas, se desprende con rabiosa terquedad que Quique Sánchez Flores ha asumido con facilidad ese estigma de perdedor maldito. Todo el mundo le alaba ya su trayectoria de remates en los palos, mejora tangible, aunque los resultados sean paupérrimos y ese muerto viviente, ambulante, que es el cadavérico enterrador de Segunda División empieza ya a caminar por entre la bruma del Manzanares. Cuidado, que con Quique, el Atlético sólo ganó en Marbella, en Copa, en recuerdo del viejo cacique Gil.
El Madrid parece que remonta, pero su escalada es la de un nervioso montañero llamado Pellegrini, que tiene todavía mucho miedo al vértigo de decidir definitivamente que Raúl es un suplente. Un Raúl que me da mucha vergüenza verlo de fantasma delantero, que no llega a percibir su ridículo final y compararlo con su maravillosa carrera madridista. Sólo necesita disfrutar de autocompasión. Pero, al final, lo cierto es que los fantasmas recorrieron el alma del Manzanares.
Los jugadores del Atlético se lamentan tras un gol. (AFP)
8 de noviembre.- Demasiadas preguntas sin respuestas sólidas para un derbi nervioso, trepidante e inaudito también. ¿Por qué no jugó el Kun Agüero desde el principio? ¿Por qué quitó Pellegrini anticipadamente a Higuaín y Benzema? ¿Mereció el Madrid ese último milagro de Casillas en el tiempo de descuento ante el fusilamiento del Kun?
La verdad, con honestidad, sólo puede contestar a duras penas sobre la pregunta de Pellegrini. El ingeniero tiene pánico a Raúl. Confirmado. Sabe que ha encontrado la alineación titular, pero se resiste a dejar a Raúl lejos del protagonismo, a pesar de que va muy en contra de sus intereses.
Era patético ver al Madrid de los 300 millones en fichajes acabar el partido con el fantasma de Raúl y el 'tartajoso' en juego Van der Vaart. Patético y deplorable, mientras el equipo blanco se convertía en un equipo pequeño y muerto de miedo en defensa, cuando el Atlético ya se había muerto antes.
Así que de esta forma, por el rosario de errores del 'pellegrinismo', creo que puedo responder también a la última pregunta, a la de Casillas. Ni Pellegrini ni Raúl merecieron que Casillas salvara la victoria en el último instante.
En cualquier caso, el Atlético acabó en su estúpido estado de perfección. Una vez más acabó como el pupas. Esa eterna desgracia de no poder ganar el partido ni empatarlo por verdadera mala suerte. La santa reliquia de masoquismo es una de las claves rojiblancas.
Dentro de la filosofía del pupas, se desprende con rabiosa terquedad que Quique Sánchez Flores ha asumido con facilidad ese estigma de perdedor maldito. Todo el mundo le alaba ya su trayectoria de remates en los palos, mejora tangible, aunque los resultados sean paupérrimos y ese muerto viviente, ambulante, que es el cadavérico enterrador de Segunda División empieza ya a caminar por entre la bruma del Manzanares. Cuidado, que con Quique, el Atlético sólo ganó en Marbella, en Copa, en recuerdo del viejo cacique Gil.
El Madrid parece que remonta, pero su escalada es la de un nervioso montañero llamado Pellegrini, que tiene todavía mucho miedo al vértigo de decidir definitivamente que Raúl es un suplente. Un Raúl que me da mucha vergüenza verlo de fantasma delantero, que no llega a percibir su ridículo final y compararlo con su maravillosa carrera madridista. Sólo necesita disfrutar de autocompasión. Pero, al final, lo cierto es que los fantasmas recorrieron el alma del Manzanares.