http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2011/09/21/mensaje-para-netflix-de-un-tuitero-quiero-una-oferta-de-6-digitos-1083/
Jason Castillo se acostó a la hora habitual. Un día más en la rutina de este joven estadounidense. Pero al día siguiente, todo cambiaría para siempre. Encendió su BlackBerry y ésta comenzó a pitar y girar sobre la mesa: la bandeja de entrada estaba desbordada de mensajes. Extrañado, accedió a su cuenta de Twitter y comprobó cómo su perfil, @Qwikster, había pasado de la noche a la mañana de una veintena a tres mil followers como por arte de magia.
¿Qué estaba ocurriendo? Netflix, el gigante del entretenimiento en Estados Unidos había aprovechado esa noche para presentar una nueva marca, Qwikster, una spin-off de su célebre servicio de alquiler de películas. Sin embargo, los de Los Gatos, California, cometieron un error de libro incomprensible en una firma de estas dimensiones: no comprobaron si la marca estaba disponible en Internet, incluyendo las redes sociales. Y aquí cobra protagonismo el joven Jason.
“Esto está lleno de tías buenas”
Los problemas habían comenzado a crecer de forma agigantada para Netflix. Su nueva marca, que fue presentada a bombo y platillo, comenzó a ser célebre por todo el globo, pero contaban con un eslabón sin atar: la cuenta de Twitter estaba en manos de un adolescente con muy poco cuidado en su lenguaje.
Los casi 10.000 seguidores de Castillo comprobaron en carne propia cómo las gastaba este macarrilla sin oficio conocido. Mensajes como “esto está lleno de tías buenas” o soeces alusiones a su exnovia eran demasiado para el departamento de marketing de una corporación de las dimensiones de Netflix. El mal estaba ya hecho: la cuenta de Twitter, una de las redes sociales con más proyección, estaba en manos de un chuleta de poca monta.
Castillo, por su parte, despertó en su nueva condición de “nuevo rico” y a tenor de lo que apunta en su ya célebre Twitter, fue contactado por Netflix, recibiendo una oferta en firme de 1.000 dólares por la titularidad de la cuenta. Sin embargo, el enredo no había hecho más que comenzar, puesto que el afortunado dueño de @Qwikster decidió incorporar a un buen amigo en las negociaciones, que también apunta maneras: “No negociaré hasta ver una oferta de seis dígitos”, escribe en su Twitter.
“Vaya, iba a ir a jugar a fútbol y me acaba de picar una jodida abeja”, prosigue con su lenguaje barriobajero Castillo, a mayor desgracia de Netflix. Ahora que su cuenta era ya célebre y disfrutando las mieles de la fama, Castillo cambió su avatar poniendo un escudo del Barça. Y hasta le ha salido un imitador en clave de parodia, con quien nuestro protagonista no ha tenido medias tintas calificándole de “falso cabrón”. Hablen a Netflix de reputación on-line...
Jason Castillo se acostó a la hora habitual. Un día más en la rutina de este joven estadounidense. Pero al día siguiente, todo cambiaría para siempre. Encendió su BlackBerry y ésta comenzó a pitar y girar sobre la mesa: la bandeja de entrada estaba desbordada de mensajes. Extrañado, accedió a su cuenta de Twitter y comprobó cómo su perfil, @Qwikster, había pasado de la noche a la mañana de una veintena a tres mil followers como por arte de magia.
¿Qué estaba ocurriendo? Netflix, el gigante del entretenimiento en Estados Unidos había aprovechado esa noche para presentar una nueva marca, Qwikster, una spin-off de su célebre servicio de alquiler de películas. Sin embargo, los de Los Gatos, California, cometieron un error de libro incomprensible en una firma de estas dimensiones: no comprobaron si la marca estaba disponible en Internet, incluyendo las redes sociales. Y aquí cobra protagonismo el joven Jason.
“Esto está lleno de tías buenas”
Los problemas habían comenzado a crecer de forma agigantada para Netflix. Su nueva marca, que fue presentada a bombo y platillo, comenzó a ser célebre por todo el globo, pero contaban con un eslabón sin atar: la cuenta de Twitter estaba en manos de un adolescente con muy poco cuidado en su lenguaje.
Los casi 10.000 seguidores de Castillo comprobaron en carne propia cómo las gastaba este macarrilla sin oficio conocido. Mensajes como “esto está lleno de tías buenas” o soeces alusiones a su exnovia eran demasiado para el departamento de marketing de una corporación de las dimensiones de Netflix. El mal estaba ya hecho: la cuenta de Twitter, una de las redes sociales con más proyección, estaba en manos de un chuleta de poca monta.
Castillo, por su parte, despertó en su nueva condición de “nuevo rico” y a tenor de lo que apunta en su ya célebre Twitter, fue contactado por Netflix, recibiendo una oferta en firme de 1.000 dólares por la titularidad de la cuenta. Sin embargo, el enredo no había hecho más que comenzar, puesto que el afortunado dueño de @Qwikster decidió incorporar a un buen amigo en las negociaciones, que también apunta maneras: “No negociaré hasta ver una oferta de seis dígitos”, escribe en su Twitter.
“Vaya, iba a ir a jugar a fútbol y me acaba de picar una jodida abeja”, prosigue con su lenguaje barriobajero Castillo, a mayor desgracia de Netflix. Ahora que su cuenta era ya célebre y disfrutando las mieles de la fama, Castillo cambió su avatar poniendo un escudo del Barça. Y hasta le ha salido un imitador en clave de parodia, con quien nuestro protagonista no ha tenido medias tintas calificándole de “falso cabrón”. Hablen a Netflix de reputación on-line...