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    Un relato pasajero

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    Un relato pasajero - Página 2 Empty Re: Un relato pasajero

    Mensaje por Fingol Mar Sep 06, 2011 1:53 am

    Va... el comienzo del primer capítulo...a ver que os parece.

    Madrid, marzo de 1487

    Nací cristiano viejo e hidalgo venido a menos en el año de nuestro se-ñor mil cuatrocientos y sesentainueve, en la aldea de Butarque, hijo de Fernando de Vargas e Inés de Castro. Primogénito de cuatro hermanos, dos varones y dos hembras. Me pusieron por nombre Alonso y he sido conocido desde entonces como Alonso de Butarque; de nariz prominente, ojos profundos como simas, pómulos señalados y frente ancha, pelo negro y cejas espesas; un Octavio español según la descripción de una ardiente amante, tan erudita en historia antigua como exigente en la cama.
    Mi juventud transcurrió placentera como hijo de jurado de la villa de Madrid, cuidando en aprender latín romano con el párroco Martín y zas-candilear todo lo posible entre lección y lección. El futuro que se ofrecía ante mis ojos, como heredero del mayorazgo de mi padre era el de, a lo sumo, ser propietario de una hacienda ubicada en la ribera del insalubre arroyo de Butarque, mantenida con el oficio de letrado de la villa, mejora-do todo ello con algún casamiento de conveniencia si la suerte se presen-tase de cara. Sin duda alguna un futuro de complicaciones las justas, en consonancia con mi espíritu conformista y poco dado a la aventura.
    Siempre he creído que Dios tiene marcado el camino a transitar en nuestras vidas mortales y que, aunque a veces es caprichoso en sus designios, sus razones debe tener para ponernos la suerte de cara o volverla en nuestra contra.
    Pienso que en mi caso dicho camino ha tenido demasiadas revueltas desde el principio, ya que pasé de hombre de letras a hombre de armas en un abrir y cerrar de ojos. Todo ello debido a los terribles hechos acaecidos a mi hermano Fernando de Castro, que alistado como jinete en las huestes capitaneadas por el marqués de Cádiz cayó prisionero junto con otros mil cristianos por los moros en el desastre de la Ajarquía; lugar donde los más afortunados dejaron la vida, puesto que aquellos sometidos a cautiverio fueron condenados a sufrir un infierno en vida.
    La desazón y la congoja se instalaron en el hogar de mi familia. Mis pa-dres dejaron su salud y su dinero en el empeño de recuperar a su hijo, lle-gando a juntar dos mil doblas de oro para comprar su libertad, todo ello gracias a un prestamista judío amigo de mi padre.
    Quiso el caprichoso destino, que a cada uno nos tiene Dios otorgado, que el alfaqueque encargado de mediar en la liberación de Fernando, fuese robado y degollado por unos salteadores camino de Málaga.
    Con la muerte del alfaqueque murieron de igual modo las esperanzas de mis padres para reencontrarse con su hijo. Tal fue así, que fallecieron de pena – Dios les tenga en su gloria –, quedando yo al cargo de mis her-manas y de la deuda contraída por mi padre, imposibilitado así de conti-nuar mis estudios en Salamanca y convertirme en un ocioso y despreocu-pado letrado de la villa de Madrid.
    Tuve que enviar a Leonor y Anita al convento de Santa Clara con una exigua dote con la que pudiesen vivir, cuanto menos, desahogadas el resto de sus días; todo ello tras malvender la hacienda que había quedado a mi cargo; estando así libre de cadenas que me permitiesen caminar por la senda que Dios había dispuesto a mi persona.
    Y en esas me encontraba casi un año después de la muerte de mi padre una calurosa mañana de marzo en las cercanías del Alcázar, pobre de ánimo y justo de bolsillo, con la única esperanza de encontrar la suerte esquiva uniéndome a la mesnada que la villa de Madrid mandaba para guerrear al moro. Disponía del caballo y de las armas de mi difunto padre que por suerte pude retener aún en la necesidad en la que me encontraba: capacete, peto y adarga de cuero, espada y lanza; y con ellas los legajos que certificaban la hidalguía de mi familia, olvidados en un viejo baúl carcomido por la edad.
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    Mensaje por Registrat (x3) Mar Sep 06, 2011 2:12 am

    Fingol escribió:Bueno...ya que Germánicus ha abierto la veda con las artes personales (me ha encantado el corto), os doy una píldora sobre el desarrollo del libro en el que llevo embarcado hace casi dos años y que ahora anda anclado en un puerto a la espera de disponer de suficiente tiempo para continuar su viaje...

    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush
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    Mensaje por Fingol Mar Sep 06, 2011 2:23 am

    Registrat (x3) escribió:
    Fingol escribió:Bueno...ya que Germánicus ha abierto la veda con las artes personales (me ha encantado el corto), os doy una píldora sobre el desarrollo del libro en el que llevo embarcado hace casi dos años y que ahora anda anclado en un puerto a la espera de disponer de suficiente tiempo para continuar su viaje...

    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.
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    Mensaje por Registrat (x3) Mar Sep 06, 2011 2:27 am

    Fingol escribió:
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    Fingol escribió:Bueno...ya que Germánicus ha abierto la veda con las artes personales (me ha encantado el corto), os doy una píldora sobre el desarrollo del libro en el que llevo embarcado hace casi dos años y que ahora anda anclado en un puerto a la espera de disponer de suficiente tiempo para continuar su viaje...

    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.


    No dudaba mucho de tu savoir-faire, pero como yo si tenía la duda, prefiero que meta la gamba yo aquí en un foro, que tú en la posible futura publicación de tu relato. blush

    :)
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    Mensaje por Fingol Mar Sep 06, 2011 2:30 am

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    Fingol escribió:
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    Fingol escribió:Bueno...ya que Germánicus ha abierto la veda con las artes personales (me ha encantado el corto), os doy una píldora sobre el desarrollo del libro en el que llevo embarcado hace casi dos años y que ahora anda anclado en un puerto a la espera de disponer de suficiente tiempo para continuar su viaje...

    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.


    No dudaba mucho de tu savoir-faire, pero como yo si tenía la duda, prefiero que meta la gamba yo aquí en un foro, que tú en la posible futura publicación de tu relato. blush

    :)

    jjajajaa...esa publicación tendrá que ver la luz muchos años ha.

    Se agradece el interés...intento abstraerme de internet para documentarme...leo libros de ensayo histórico e incluso me meto en la biblioteca cervantes virtual para sacar libros digitales antiguos escritos por los Pulgar, Díaz del Castillo o de las Casas...cronistas del siglo XV y XVI...creo que es la fuente más fidedigna.
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    Mensaje por Registrat (x3) Mar Sep 06, 2011 2:51 am

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    Fingol escribió:Bueno...ya que Germánicus ha abierto la veda con las artes personales (me ha encantado el corto), os doy una píldora sobre el desarrollo del libro en el que llevo embarcado hace casi dos años y que ahora anda anclado en un puerto a la espera de disponer de suficiente tiempo para continuar su viaje...

    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.


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    Mensaje por Fingol Mar Sep 06, 2011 2:53 am

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    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

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    †††

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    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.


    No dudaba mucho de tu savoir-faire, pero como yo si tenía la duda, prefiero que meta la gamba yo aquí en un foro, que tú en la posible futura publicación de tu relato. blush

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    Mensaje por Arshavin Mar Sep 06, 2011 3:07 am

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    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.


    No dudaba mucho de tu savoir-faire, pero como yo si tenía la duda, prefiero que meta la gamba yo aquí en un foro, que tú en la posible futura publicación de tu relato. blush

    :)

    jjajajaa...esa publicación tendrá que ver la luz muchos años ha.

    Se agradece el interés...intento abstraerme de internet para documentarme...leo libros de ensayo histórico e incluso me meto en la biblioteca cervantes virtual para sacar libros digitales antiguos escritos por los Pulgar, Díaz del Castillo o de las Casas...cronistas del siglo XV y XVI...creo que es la fuente más fidedigna.


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    Espera a ver... Bernal Díaz del Castillo o Bartolomé de las Casas no te suenan aunque sea un poquito ¿?


    Si, a mi si.















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    Mensaje por Registrat (x3) Mar Sep 06, 2011 3:38 am

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    Espero que os guste este pequeño prólogo... (se admiten críticas).

    Es difícil empezar un relato, amigo Bernal, sobre todo si uno no es de-masiado ducho en la materia; pasa como si la pluma no fuese capaz de es-cribir lo que a uno le corre por la cabeza.
    Estoy aquí sentado, delante de una mesa atestada de recuerdos, con el mar Caribe como fondo. Tengo ante mis ojos un paisaje idílico para poner en orden mis notas. A través del hueco de la choza que hace de ventana, veo una selva repleta de árboles intentando atrapar los últimos rayos de sol del atardecer con sus frondosas ramas, repletas de innumerables hojas de distintas tonalidades de verde. El mar de árboles acaba bruscamente en una ensenada bañada por la espuma blanca que el océano vomita incansablemente sobre la fina arena de la playa. Ese océano, amigo Bernal, que una vez navegamos en busca de fortuna, aventuras y una mejor vida.
    Apenas éramos unos cuantos los que llevados por la codicia del oro arribamos a un nuevo mundo repleto de esperanzas, que al fin y al cabo fueron vanas, pues lo que la sangre otorga no lo da la fortuna. Ahora la Corona transporta colonos a este nuevo mundo, viejo para nosotros; asaltado por corsarios franceses en busca de la plata castellana, rapiñando nuestros ducados, la sangre de este joven imperio de ultramar, que con nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras almas hemos ido construyendo.
    Recuerdo lo que me dijiste aquella lejana noche salpicada de estrellas de Tenochtitlan después de relatarte mi historia desde la embriaguez del pulque mexicano. No serán nuestros hijos, ni siquiera nuestros nietos quienes juzguen nuestros actos, serán otros. Por ello debemos dejar cons-tancia de nuestras vidas, de los hechos que hemos visto con nuestros ojos y hemos alcanzado con nuestras manos. Entonces te respondí que sólo Dios juzga los hechos de los hombres, y que no hace falta dejar por escrito aquello que Él conoce de antemano. Porque en el último juicio de nuestras vidas, cuando tengamos que sentarnos ante el Todopoderoso para rendirle cuentas, se pondrá de manifiesto nuestros pecados. Eso pensaba entonces y eso pienso ahora.
    Te preguntarás por qué ahora intento trasladar mis recuerdos al papel, tal y como me aconsejaste. Necesito apaciguar mi alma, buscar las res-puestas a las preguntas por las que pronto seré juzgado. Me voy a embar-car en un último viaje, sin duda el más arduo y el que más temor me inspi-ra. ¿Qué remedio hay a mi fatigada vejez sino arrepentirme y enmendarme en la oración? ¿No pide Dios esto al pecador? Nunca he orado lo suficiente, ¿no valdría con dejar por escrito los pecados que me atormentan por el día y no dejan que concilie el sueño por la noche? Lo sé, es pequeño consuelo para tanto pecado cometido. Sólo espero que Dios me juzgue con más benevolencia de lo que yo hago.
    Y es que no sé por dónde comenzar a aliviar mi conciencia, amigo Ber-nal; aunque intuyo cuál sería tu respuesta: Comienza por el principio Alonso. Éste será el último consejo que me ofrezcas, pues la muerte ronda mi lecho, y creo que es el único del que tomaré buena nota; pues ya sabes, amigo mío, que ante una vida sin rumbo como la mía, todo intento para enderezarla siempre ha sido vano.
    Antes de comenzar mi historia por el principio, quiero agradecer tu sin-cera amistad, tus horas malgastadas en enseñarme la esencia de las cosas, las miserias de los hombres y la virtud de sus almas. Siento tomarte por confesor provisional, sin embargo, sin tu inestimable ayuda no hubiese sido capaz de enfrentarme a mis demonios.

    Santiago de Cuba a 23 de Octubre de 1542


    †††

    El cronista real dobló cuidadosamente la hoja manuscrita, como si de un pequeño tesoro se tratase. Puso una de sus nudosas manos encima de los papeles que venían junto a la carta. Acarició el lazo fabricado con tiras de caña de azúcar y sonrió mientras innumerables recuerdos afloraban de sus pensamientos, imágenes de un pasado glorioso y terrible a la vez.
    Suspiró.
    Acercó su cara a los papeles mientras cerraba sus ojos e inspiró con fuerza. Saboreó los aromas que se le dibujaban en su mente: el salitre del mar, el verdor de la selva virgen, el frío de las aguas de manantial, el amargor de los granos de cacao…
    Abrió los ojos y suspiró quedamente. Gracias amigo por hacerme custodio de tus recuerdos. Descansa en paz donde quiera que te encuentres.


    No soy historiador, ni literato (ni aspiro a ello), pero utilizando mi (¿limitada?) lógica me he sumergido en la red para buscar la cronología del nombre México para tratar de situarlo como correcto o incorrecto en este texto.

    Nombres históricos de México

    En la época precolombina el territorio de lo que actualmente es México era conocido como Anáhuac, que en náhuatl significa el mundo o "Tierra rodeada por los mares", en tanto que el nombre de Mexico-Tenochtitlan estaba reservado a la capital de los aztecas. En sus escritos los conquistadores también registraron las voces indígenas de Culúa,26 para referirse al territorio controlado por los mexicas, y Mexico27 (en su forma llana original), para nombrar la región donde se encontraba su capital.28 29

    Durante la Conquista Hernán Cortés nombró Nueva España a este territorio,30 denominación que se mantuvo durante toda la era colonial para el virreinato, que incluía también la Capitanía General de Guatemala y Nueva Galicia.

    Durante la Guerra de Independencia, en el último debate sostenido en el Congreso de Chilpancingo (1813), se propuso recuperar el nombre de Anáhuac para la nueva nación independiente. Pero el primer nombre oficial en 1821 del nuevo estado fue el de América Mexicana. Tras la caída de Iturbide en 1823 se promulgó la constitución de los Estados Unidos Mexicanos, y México finalmente prevaleció como nombre común del país. La tardía adopción de este nombre es patente en el hecho que incluso José María Morelos y Pavón no usa el nombre México en los Sentimientos de la Nación
    .


    Sacado de la Wiki.

    Supongo que estará correcta la expresión "mexicano" en tu texto, pero como tenía dudas te dejo esto. blush

    Me encanta hablar de historia.

    El término México o mexicano proviene de la palabra mexica de la lengua náhuatl que hablaban los denominados aztecas en el siglo XV.

    Tiro a pronto vuelo de la wiki aunque no sea una fuente de mi gusto.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mexica

    De hecho hablar de Aztecas es erróneo desde una concepción histórica, ya que lo que se encontró Cortés en centroamérica eran méxicas.


    No dudaba mucho de tu savoir-faire, pero como yo si tenía la duda, prefiero que meta la gamba yo aquí en un foro, que tú en la posible futura publicación de tu relato. blush

    :)

    jjajajaa...esa publicación tendrá que ver la luz muchos años ha.

    Se agradece el interés...intento abstraerme de internet para documentarme...leo libros de ensayo histórico e incluso me meto en la biblioteca cervantes virtual para sacar libros digitales antiguos escritos por los Pulgar, Díaz del Castillo o de las Casas...cronistas del siglo XV y XVI...creo que es la fuente más fidedigna.


    ¿ Te soy sincero ?


    Me estás hablando en chino. cool blush blush blush

    Espera a ver... Bernal Díaz del Castillo o Bartolomé de las Casas no te suenan aunque sea un poquito ¿?


    El de las Casas ese, si, un poquito ... casi tanto como el Pitu al Mou. cool



    blush


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    Mensaje por Arshavin Miér Sep 21, 2011 8:53 am

    Bueno Art, podrias contarnos que tal fue todo lo del monólogo y tal, no? rolleyes

    Video? wirl
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    Mensaje por EL Guindilla Miér Sep 21, 2011 9:25 am

    Arshavin escribió:Bueno Art, podrias contarnos que tal fue todo lo del monólogo y tal, no? rolleyes

    Video? wirl
    Arshawin tenemos que estar pendientes de ésto. No se nos puede escapar.
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    Mensaje por Arshavin Miér Sep 21, 2011 9:29 am

    Yo esta semana ando algo liado. Pero te aseguro que esto no baja mas alla de 5 o 6 puestos hasta que yo lo vuelva a subir, o Art nos ponga un video del monologo geree:
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    Mensaje por realmadrid17 Miér Sep 21, 2011 9:29 am

    Estais estropeando el PEDAZO DE HILO de fingol cread uno para el monologo de art y punto, porcierto fingol animo en este proyecto , ojala te vaya de lujo!

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