En el imaginario colectivo del fútbol español hay pocos momentos de una carga dramática tan intensa. El 14 de mayo de 1994 era casi de noche en Riazor cuando el Deportivo (minuto 90: 0-0 en el marcador) dispuso de un penalti que, de transformarlo en gol, le daría la primera Liga de su historia. Lo lanzó Djukic, pero lo paró González, el portero del Valencia, y el llanto inundó el deportivismo mientras el trofeo viajaba a los brazos del Barcelona de Johan Cruyff. El escritor Julio Llamazares quiso detener ese instante en un delicioso cuento, El penalti de Djukic. Y Liaño, el guardameta del Depor, anunció una venganza ("arrieros somos...") consumada un año después, en la final de la Copa, ganada por los blanquiazules al Valencia. Mañana, sábado, Riazor vuelve a reunirlos, esta vez con el Deportivo al borde del descenso y el Valencia, tercero, sin nada en juego, como en 1994.
González, guipuzcoano, de la cantera de la Real Sociedad, tenía 29 años cuando interceptó el penalti que marcó su carrera. Ese curso, el de 1993-1994, había jugado poco hasta que, en la penúltima jornada, expulsado el titular, Sempere, entró en frío y paró un penalti al Valladolid. Una semana después volvió a abortar otra pena máxima, esta legendaria, levantando un puño reivindicativo de su rendimiento que despertó las iras del Deportivo. No le sirvió para renovar su contrato con el Valencia. Fichó por el Valladolid y se retiró en el Xerez en 2001 antes de dedicarse a la preparación de porteros. Su último trabajo fue en el Hércules, del que se marchó en abril en compañía del primer entrenador, Esteban Vigo, dejando sitio en el banquillo a... Djukic.
Hace unos meses, González visitó Riazor con el Hércules y sufrió el resentimiento de la grada 17 años después. "No entiendo cómo puede existir todavía ese malestar. Es parte del juego. Unas veces te toca a ti y otras a ellos", dijo ayer González, que recuerda que aquella fue una temporada "muy rara". El Valencia empezó de líder con Guus Hiddink, destituido tras caer escandalosamente en la Copa de la UEFA ante el Karlsruher (7-0). Pasaron Paco Real y Héctor Núñez y, al final, volvió Hiddink. Entre medias, se marchó Arturo Tuzón de la presidencia y llegó Paco Roig.
Las primas a terceros estaban prohibidas en 1994 por la federación y desde diciembre de 2010 hay una ley en el Código Penal que las considera fraude por adulteración de la competición. La práctica, sin embargo, sigue vigente. Fernando Giner, central de aquel Valencia y actual vicepresidente del club, admitió en 2008, en El Confidencial, haber recibido "una cuantiosa prima del Barça", a pesar de que él, amigo de los exvalencianistas Voro y Nando, prefería que hubiese ganado la Liga el Deportivo. "Fue un dinero amargo", confesó. Otros tres jugadores del conjunto dirigido por Hiddink confirman ahora la versión de Giner, aunque prefieren mantener el anonimato. Este es el relato de uno de ellos:
"Una semana antes, sabíamos lo que teníamos. El dinero [unos 50 millones de pesetas, 300.000 euros, en total] lo cobramos a la semana siguiente. Lo recogimos en la autopista, a mitad de camino entre Valencia y Barcelona. Se encontraron un jugador nuestro y uno de ellos. Lo guardamos en casa de uno del equipo y lo fuimos repartiendo. Salimos a tres millones de pesetas [18.000 euros] cada uno de la plantilla. Los chicos que solo habían jugado algún partido, como Diego Ribera, a menos. Hiddink no cobró nada. Dijo que estaba cumplido". Al enterarse, Penev, convaleciente de un cáncer testicular, proclamó: "¡Cómo tres millones! ¡Una Liga vale por los menos 10!".
Según esta versión, un ejercicio después, los jugadores del Deportivo cobraron otra gran prima por golear al Albacete (2-8) y condenar al club manchego a la promoción para evitar el descenso. "No hay nada malo en cobrar por hacer bien tu trabajo", sentencian; "es la ley del fútbol".
El Valencia voló a A Coruña el 13 de mayo con escala en Barcelona, donde se encontraron con Juan Carlos, lateral azulgrana. Pura casualidad. En el viaje, los pupilos de Hiddink gastaron una broma a Juan Cruz Sol, delegado del equipo: le metieron un billete de 5.000 pesetas asomando de su maletín. A Coruña les recibió engalanada para celebrar el título: una cabra vestida con los colores del Deportivo y un burro de azulgrana. Se alojaron en el hotel María Pita, frente a la playa.
Al comenzar el partido, los valencianistas advirtieron que los blanquiazules de Arsenio Iglesias estaban "en blanco", "bloqueados", superados por la ansiedad. Los Fran, Bebeto, Claudio y Manjarín, con una prima de su club de seis millones (36.000 euros) por barba si ganaban la Liga, no disfrutaron de ocasiones. Mucho más fluido, el Valencia de Quique, Fernando, Arroyo y Mijatovic estuvo más cerca de la victoria. Hasta el minuto 89. Un córner de Bebeto lo rechazó la defensa. Nando entró en el área, regateó a Serer y este le enganchó. El central cayó al suelo, arrodillado. "Todo a favor para ellos: partido en casa, último minuto, penalti a favor...", recuerdan los valencianistas. "¿Pero dónde estaba Bebeto [especialista en tirar penaltis]? Se había escondido. Djukic, que es un caballero, sí que fue valiente. Pero la Liga no la perdieron entonces, sino en los empates previos en casa ante el Rayo Vallecano y el Valladolid", añaden.
Tras el encuentro, Fernando salió del vestuario visitante hacia la otra parte de Riazor, donde debía dar una rueda de prensa. Se cruzó a mucha gente en el suelo de las gradas, llorando. El autobús que los trasladó recibió una avalancha de golpes. Les reventaron las lunas y los jugadores, para protegerse, se sentaron en el pasillo. Al llegar al hotel, las miradas de odio de algunos aficionados famosos del Deportivo, periodistas y políticos, quedaron grabadas en la memoria de los valencianistas.
Al año siguiente, al Valencia le esperaba una hostilidad muy palpable en Riazor: una lluvia de billetes falsos de 10.000 pesetas inundó la pista de atletismo. Al club de Mestalla llegó un sobre con 11 pesetas con remitente de A Coruña. Había nacido una fuerte rivalidad que mañana en Riazor, 21 de mayo, tendrá otro capítulo.
http://www.elpais.com/articulo/deportes/Tocamos/millones/pesetas/elpepidep/20110520elpepidep_4/Tes
González, guipuzcoano, de la cantera de la Real Sociedad, tenía 29 años cuando interceptó el penalti que marcó su carrera. Ese curso, el de 1993-1994, había jugado poco hasta que, en la penúltima jornada, expulsado el titular, Sempere, entró en frío y paró un penalti al Valladolid. Una semana después volvió a abortar otra pena máxima, esta legendaria, levantando un puño reivindicativo de su rendimiento que despertó las iras del Deportivo. No le sirvió para renovar su contrato con el Valencia. Fichó por el Valladolid y se retiró en el Xerez en 2001 antes de dedicarse a la preparación de porteros. Su último trabajo fue en el Hércules, del que se marchó en abril en compañía del primer entrenador, Esteban Vigo, dejando sitio en el banquillo a... Djukic.
Hace unos meses, González visitó Riazor con el Hércules y sufrió el resentimiento de la grada 17 años después. "No entiendo cómo puede existir todavía ese malestar. Es parte del juego. Unas veces te toca a ti y otras a ellos", dijo ayer González, que recuerda que aquella fue una temporada "muy rara". El Valencia empezó de líder con Guus Hiddink, destituido tras caer escandalosamente en la Copa de la UEFA ante el Karlsruher (7-0). Pasaron Paco Real y Héctor Núñez y, al final, volvió Hiddink. Entre medias, se marchó Arturo Tuzón de la presidencia y llegó Paco Roig.
Las primas a terceros estaban prohibidas en 1994 por la federación y desde diciembre de 2010 hay una ley en el Código Penal que las considera fraude por adulteración de la competición. La práctica, sin embargo, sigue vigente. Fernando Giner, central de aquel Valencia y actual vicepresidente del club, admitió en 2008, en El Confidencial, haber recibido "una cuantiosa prima del Barça", a pesar de que él, amigo de los exvalencianistas Voro y Nando, prefería que hubiese ganado la Liga el Deportivo. "Fue un dinero amargo", confesó. Otros tres jugadores del conjunto dirigido por Hiddink confirman ahora la versión de Giner, aunque prefieren mantener el anonimato. Este es el relato de uno de ellos:
"Una semana antes, sabíamos lo que teníamos. El dinero [unos 50 millones de pesetas, 300.000 euros, en total] lo cobramos a la semana siguiente. Lo recogimos en la autopista, a mitad de camino entre Valencia y Barcelona. Se encontraron un jugador nuestro y uno de ellos. Lo guardamos en casa de uno del equipo y lo fuimos repartiendo. Salimos a tres millones de pesetas [18.000 euros] cada uno de la plantilla. Los chicos que solo habían jugado algún partido, como Diego Ribera, a menos. Hiddink no cobró nada. Dijo que estaba cumplido". Al enterarse, Penev, convaleciente de un cáncer testicular, proclamó: "¡Cómo tres millones! ¡Una Liga vale por los menos 10!".
Según esta versión, un ejercicio después, los jugadores del Deportivo cobraron otra gran prima por golear al Albacete (2-8) y condenar al club manchego a la promoción para evitar el descenso. "No hay nada malo en cobrar por hacer bien tu trabajo", sentencian; "es la ley del fútbol".
El Valencia voló a A Coruña el 13 de mayo con escala en Barcelona, donde se encontraron con Juan Carlos, lateral azulgrana. Pura casualidad. En el viaje, los pupilos de Hiddink gastaron una broma a Juan Cruz Sol, delegado del equipo: le metieron un billete de 5.000 pesetas asomando de su maletín. A Coruña les recibió engalanada para celebrar el título: una cabra vestida con los colores del Deportivo y un burro de azulgrana. Se alojaron en el hotel María Pita, frente a la playa.
Al comenzar el partido, los valencianistas advirtieron que los blanquiazules de Arsenio Iglesias estaban "en blanco", "bloqueados", superados por la ansiedad. Los Fran, Bebeto, Claudio y Manjarín, con una prima de su club de seis millones (36.000 euros) por barba si ganaban la Liga, no disfrutaron de ocasiones. Mucho más fluido, el Valencia de Quique, Fernando, Arroyo y Mijatovic estuvo más cerca de la victoria. Hasta el minuto 89. Un córner de Bebeto lo rechazó la defensa. Nando entró en el área, regateó a Serer y este le enganchó. El central cayó al suelo, arrodillado. "Todo a favor para ellos: partido en casa, último minuto, penalti a favor...", recuerdan los valencianistas. "¿Pero dónde estaba Bebeto [especialista en tirar penaltis]? Se había escondido. Djukic, que es un caballero, sí que fue valiente. Pero la Liga no la perdieron entonces, sino en los empates previos en casa ante el Rayo Vallecano y el Valladolid", añaden.
Tras el encuentro, Fernando salió del vestuario visitante hacia la otra parte de Riazor, donde debía dar una rueda de prensa. Se cruzó a mucha gente en el suelo de las gradas, llorando. El autobús que los trasladó recibió una avalancha de golpes. Les reventaron las lunas y los jugadores, para protegerse, se sentaron en el pasillo. Al llegar al hotel, las miradas de odio de algunos aficionados famosos del Deportivo, periodistas y políticos, quedaron grabadas en la memoria de los valencianistas.
Al año siguiente, al Valencia le esperaba una hostilidad muy palpable en Riazor: una lluvia de billetes falsos de 10.000 pesetas inundó la pista de atletismo. Al club de Mestalla llegó un sobre con 11 pesetas con remitente de A Coruña. Había nacido una fuerte rivalidad que mañana en Riazor, 21 de mayo, tendrá otro capítulo.
http://www.elpais.com/articulo/deportes/Tocamos/millones/pesetas/elpepidep/20110520elpepidep_4/Tes