Fue una noche de dos grandes partidos, de esos que merecen compartir la atención. Y con buena sorpresa en los dos campos, a tan pocos días del clásico. Magnífico el Madrid en la primera parte en Milán, impresionante por velocidad, combinación, desmarque, remate... Fútbol, en definitiva. Tuvo al Milán encogido y puede decirse que el gol se retrasó mucho y que llegar al descanso con empate supo a injusto, porque había llegado una barbaridad. Jugó en la primera parte su mejor fútbol de la temporada. En ausencia de Raúl, dicho sea sin ánimo de polémica. Lejos de él, Benzema es otro, desde luego.
Pero aquello llegó en empate al descanso. Por un penalti que no me pareció, en jugada de la que el árbitro distrajo a Lass por retenerle para una regañina mientras el Milán atacaba. A cambio, poco después le quitó a Pato un gol que bien podría haber concedido. Vaya lo uno por lo otro. Pero lo que quedó en la retina fue la excelencia y la ligereza del Madrid en esa primera parte, que luego no tendría continuidad. En la segunda perdió el control, y sin estar sometido sí fue otro equipo. Corajudo, a tirones, jugando un toma y daca que, paradoja, al final casi resuelve Raúl, que en quince minutos encontró su rendija.
Sería un gran resultado sin la derrota del Bernabéu, y aun con ella no es malo. Pero obliga al Madrid a pedalear más de lo previsto en un grupo que se presentaba relativamente cómodo. En cuanto al Atlético, se reencontró a sí mismo con un juego estupendo, recuperó a Reyes, cantó otra vez goles del Kun y trajo a mal traer durante mucho tiempo a un grande de Europa. El empate deja al Atlético fuera de Champions, sí, pero a tiro de la Europa League, que quizá no sea mal objetivo. Pero sobre todo quedó la impresión de estar en el camino, en el buen camino. Tal como están las cosas, no es poco.
Pero aquello llegó en empate al descanso. Por un penalti que no me pareció, en jugada de la que el árbitro distrajo a Lass por retenerle para una regañina mientras el Milán atacaba. A cambio, poco después le quitó a Pato un gol que bien podría haber concedido. Vaya lo uno por lo otro. Pero lo que quedó en la retina fue la excelencia y la ligereza del Madrid en esa primera parte, que luego no tendría continuidad. En la segunda perdió el control, y sin estar sometido sí fue otro equipo. Corajudo, a tirones, jugando un toma y daca que, paradoja, al final casi resuelve Raúl, que en quince minutos encontró su rendija.
Sería un gran resultado sin la derrota del Bernabéu, y aun con ella no es malo. Pero obliga al Madrid a pedalear más de lo previsto en un grupo que se presentaba relativamente cómodo. En cuanto al Atlético, se reencontró a sí mismo con un juego estupendo, recuperó a Reyes, cantó otra vez goles del Kun y trajo a mal traer durante mucho tiempo a un grande de Europa. El empate deja al Atlético fuera de Champions, sí, pero a tiro de la Europa League, que quizá no sea mal objetivo. Pero sobre todo quedó la impresión de estar en el camino, en el buen camino. Tal como están las cosas, no es poco.