El Madrid contraprograma el alirón culé
Dividimos la portada. El Madrid se coló en la fecha del alirón del Barça con visible aire de contraprogramación. Me dirán que era involuntario, pero me parece un caso claro de buena puntería. La visita al Levante era la fecha que el mundo culé había marcado en rojo como día del alirón, y el Madrid empleó la mañana en pasear la Copa por las instituciones. Visitó el Ayuntamiento, visitó la Comunidad y la Catedral de la Almudena, que Sergio Ramos, a cambio de no romper nada, llamó 'La Inmaculada'. Fue un gesto, un decir "todavía estamos aquí, mañana verás nuestras fotos paseando plata por nuestra ciudad".
Pero lo que no podía evitar ya el Madrid era que el Barça ganara este campeonato, que en realidad tenía ganado desde el empate en el Bernabéu en el primero de los cuatro clásicos encadenados. Lo coronó ayer con un empate poco brillante, con aires de pacto de no agresión a partir de cierto momento. Recordó como un huevo a otro al alirón de 2005. Aquel empate le costó luego caro al Levante, porque descendió contra pronóstico. Esta vez no será así. Los 44 puntos me parecen la orilla. Respecto al Barça, este resultado le imposibilita el objetivo de los cien puntos, pero le hace campeón a dos jornadas del final.
Gran campeón. Hoy no toca hablar de villarato, sino de la categoría superlativa de este equipo, que muestra estilo y una extraña regularidad en la excelencia. He visto muchos buenos equipos en mi vida, pero ninguno capaz de hacer treinta y hasta cuarenta partidos excelentes un año tras otro, y así hasta tres años seguidos. Y eso lo hace el Barça, con un fútbol bello, inteligente, en el que la destreza prima sobre la fuerza. Y con el mejor jugador, Messi. Pese a todo, el Madrid no se rinde: le ha perseguido hasta aquí, le ha quitado la Copa y la saca a la calle para discutirle el primer plano en día tan señalado. La batalla continúa.
Dividimos la portada. El Madrid se coló en la fecha del alirón del Barça con visible aire de contraprogramación. Me dirán que era involuntario, pero me parece un caso claro de buena puntería. La visita al Levante era la fecha que el mundo culé había marcado en rojo como día del alirón, y el Madrid empleó la mañana en pasear la Copa por las instituciones. Visitó el Ayuntamiento, visitó la Comunidad y la Catedral de la Almudena, que Sergio Ramos, a cambio de no romper nada, llamó 'La Inmaculada'. Fue un gesto, un decir "todavía estamos aquí, mañana verás nuestras fotos paseando plata por nuestra ciudad".
Pero lo que no podía evitar ya el Madrid era que el Barça ganara este campeonato, que en realidad tenía ganado desde el empate en el Bernabéu en el primero de los cuatro clásicos encadenados. Lo coronó ayer con un empate poco brillante, con aires de pacto de no agresión a partir de cierto momento. Recordó como un huevo a otro al alirón de 2005. Aquel empate le costó luego caro al Levante, porque descendió contra pronóstico. Esta vez no será así. Los 44 puntos me parecen la orilla. Respecto al Barça, este resultado le imposibilita el objetivo de los cien puntos, pero le hace campeón a dos jornadas del final.
Gran campeón. Hoy no toca hablar de villarato, sino de la categoría superlativa de este equipo, que muestra estilo y una extraña regularidad en la excelencia. He visto muchos buenos equipos en mi vida, pero ninguno capaz de hacer treinta y hasta cuarenta partidos excelentes un año tras otro, y así hasta tres años seguidos. Y eso lo hace el Barça, con un fútbol bello, inteligente, en el que la destreza prima sobre la fuerza. Y con el mejor jugador, Messi. Pese a todo, el Madrid no se rinde: le ha perseguido hasta aquí, le ha quitado la Copa y la saca a la calle para discutirle el primer plano en día tan señalado. La batalla continúa.