Por un lado me alegro de que el club por fin deje de menospreciar al mister y no se deje atropellar denunciando las malas artes del Barça en la eliminatoria, el teatro, los insultos racistas, la presión continua al colegiado que acabó desencadenando en un error fatal (expulsión innecesaria del hombre clave para superar al rival), que siempre terminen siendo los más beneficiados por los arbitrajes, etcétera.
Pero me temo que pocas cosas positivas se van a poder sacar de todo esto. Observo que hay demasiados vídeos, denuncias continuas, lloros y pataleos, enfrentamiento con toda la prensa (lo que conlleva que se cree una continua corriente de opinión contraria a nuestro equipo), el mundo del fútbol alienado en contra de nuestro entrenador (y por extensión contra el propio equipo), entrenador al que le estamos dando un poder desmesurado y mal entendido.
Es decir, que las formas no han sido las correctas y provocan que, aunque nos quejemos de injusticias evidentes, quedemos como los que no llevamos la razón, cuando la llevamos. Poco favor nos está haciendo todo esto. Ya no se habla de fútbol, ni de remontada, ni de espíritus competitivos. Todo son suspicacias, "despachos" y, lo que es peor, acudimos a Barcelona derrotados.
Espero que mañana el equipo dé el callo, juegue al ataque, con alegría, sin achantarse por el público, responda con señorío al seguro robo arbitral y deje constancia de que lo ha intentado... de buenas maneras. No quiero pisotones, ni juego violento, ni aspavientos en las quejas, ni ruedas de prensa incendiarias.
Porque es probable que no pasemos, pero al menos quitémosle la careta a estos tramposos que se autoproclaman "mejor equipo de la Historia".